sábado, octubre 29, 2005

Los "partidos- cártel"

Muchas veces se le atribuyen a los partidos efectos y organizaciones que no tienen desde hace años. Es curioso que, siendo piezas tan centrales del sistema político, haya tantos comentaristas que confunden tanto qué necesita un partido, y qué ventajas e inconvenientes tiene cada decisión que toma. Comenté en detalle no hace demasiado las diversas maneras que un partido puede escoger a su líder y sus efectos; hoy toca hablar de su relación con el estado y con la sociedad.

Los grandes partidos en las democracias occidentales (todas) se organizan como un cártel. Su primer objetivo es ganar las elecciones, así que para conseguir hacerlo a menudo tratan de limitar la competición, poniendo barreras a la entrada a nuevos partidos. No lo hacen necesariamente pactando con sus rivales cambiar la ley electoral para demoler a los partidos pequeños, si no básicamente disfrutan de la existencia de un sistema que les ha puesto en el parlamento, y que les deja por tanto poco incentivo para cambiarlo.

La inmensa mayoría de los partidos (con EUA como excepción) dependen para su financiación cada vez en mayor medida de la aportación del estado. Financiación, evidentemente, que se dan generosamente a ellos mismos, y que parece nunca ser suficiente. Si reciben financiación privada, está tiende a ser transparente, aunque la verdad, casi nadie se fija en ella (ya hablé de cómo mejorar el sistema hace tiempo). En algunas constituciones (la nuestra) los partidos tienen casi rango de órgano institucional pleno; no sólo reciben el dinero del estado, si no que forman parte de este.

Los partidos necesitan cada vez menos a los militantes. No dan suficiente dinero para financiar al partido, no son demasiado efectivos haciendo campaña electoral, y además insisten en tomar "decisiones" que a veces resultan ser desastrosas. Por añadido, son un mecanismo bastante deficiente para reclutar nuevos políticos y cargos públicos, ya que tienen la mala costumbre de atraer oportunistas y lunáticos demasiado a menudo. Los militantes, como mucho, hacen el trabajo sucio en las campañas (mano de obra gratuita) y aplauden en los mítines; si se les pide la opinión es o para aclamar un líder (las últimas primarias de la izquierda italiana) o para solucionar lo que las élites del partido no consiguen arreglar (los conservadores británicos). Más allá de eso, son un incordio.

Para ganar elecciones, las campañas electorales se hacen en los medios de comunicación (o eso creen la mayoría). La gente mira las noticias, los anuncios de prensa, y vota en consecuencia; el contacto directo es un incordio, y los militantes del partido son un mecanismo poco eficaz para recabar lo que quiere la ciudadanía. Es necesario, por lo tanto, concentrarse en crear un mensaje mediático conciso, que transmita el programa electoral de manera atractiva y eficaz, y que quede bien.

Por que sí, aún a estas alturas los políticos tienen un programa diferenciado y quieren aplicarlo. De hecho, pierden mucho el tiempo llamando extremista al rival para demostrar lo distinto que es, y de hecho compiten con ganas para ganar al rival. Una cosa es restringir la competencia, y la otra es no hacer lo imposible para derrotar a los supervivientes; en todas las democracias occidentales, el tono del discurso político se ha polarizado. Los partidos siguen compitiendo por el centro casi siempre, pero insultan al otro acusándolo de extremista. El mecanismo de representación política sigue funcionando.

En resumen, para Katz y Mair, los partidos son pequeños, ambiciosos, muy profesionales y relativamente cerrados. ¿Por qué? En el contexto actual, porque esa es la mejor manera de ganar elecciones. Campañas caras, profesionales, coherentes (sin cargos intermedios saliendo de guión y contradiciendo al jefe, que queda fatal), concentradas en atraer a los votantes (no hacer felices a las bases) y dirigidas a ganar elecciones.

Bueno, eso es cierto casi siempre. El partido republicano en Estados Unidos es especialmente innovador y se sale de esta estrategia, con fuertes campañas de movilización de sus bases, y confiando mucho en efectos de red creados por militantes no profesionales, y funciona tremendamente bien. Es probable que sea otra versión de algo que veremos extenderse, o un derivado de lo fácil que es movilizar a las bases para ellos (ir a las iglesias), pero esto no funciona siempre.

¿Es esto bueno para la democracia? Me temo que es más que bueno o malo, inevitable. No "rompe" el sistema en demasía, y hace que los partidos se centren en hacer la pelota al electorado, como debe ser. El partido de masas de viejo cuño es, mal que nos pese, una reliquia; con la tecnología y los medios de comunicación actuales, la organización tiende a esto, al menos de momento. Internet, como de costumbre, puede cambiar las cosas; fenómenos como Howard Dean lo demuestran.

Cuando se piensa en una institución política, no se debe mirar sólo en términos normativos; se debe mirar también en términos de necesidad y posibilidad. No hay diseño perfecto, eso debe quedar claro. Ni en política ni en economía, nada sale gratis.

4 comentarios:

Citoyen dijo...

Hummm

Te he respondido en mi blog a tu comentario...

Efectivamente no existen sistemas perfectos, pero si existen sistemas qeu favorecen situaciones mas agradables que otras. El sistema de no atender a las bases se justifica por el hecho de que hoy día la gente no tiene militancia política, no participa en la política. Sin embargo, eso no significa qeu sea bueno.

La democracia se debilita cuando la formación de la opinión no es libre. Un voto ignorante no es realmente un apoyo, la mayoría de la gente hace un voto ignorante, votan por razones superficiales como "fulanito me cae mejor" no porque se sientan implicados con el proyecto. En este sentido, creo qeu debería intentar que la gente adquiriera conciencia de clase y se decidiera a entrar en la política, a militar, a formar bases de partidos sólidas, democráticas y deliberantes y no a limitarse a meter un papel en la urna cada cuatro años por circunstancias coyunturales. En españa, en todo occidente, los ciudadanos viven sin compromiso político. ¿A ti se te ocurre como conseguir que la gente tenga compromisos políticos?sabe realmente el electorado lo que vota? ¿Crees que alguien qeu vota a un partido cuyo proyecto político desconoce es realmente representado por ese partido? ¿Crees que un sistema de representación funciona cuando los ciudadanos dan su voto de forma ignorante?

Anónimo dijo...

según dicen los expertos la gente no cambia su voto por las campañas electorales, totalmente demostrado

Citoyen dijo...

La gente no cambia su voto por las campañas electorales, es algo mas que dudoso. Pero pondré un ejemplo: ¿cuanta gente dejó de votar al pp por la guerra de irak y el prestige? Sin duda mucha... Ahora, ¿constituía la guerra de irak una parte integral y fundamental del proyecto político del pp?¿el hecho de que el pp apoyara la guerra de irak es suficiente para desacreditar todo lo anterior? Yo voté al psoe, me afilié de hecho, no por la guerra de irak, sino porque pensaba que que las cosas estaban demasiado mal como para que yo me pudiera quedar quieto mirando. Sin embargo, la mayoría de la gente no lo hizo así...

¿Es eso un voto responsable?¿Es eso representación?

R. Senserrich dijo...

Lo que se sabe en ciencia política, ahora mismo, es que las campañas electorales importan, y los políticos lo saben. La única manera de medir su efecto real sería que un partido hiciera campaña y el otro no, claro, pero todas las estimaciones indican que sí tienen peso.

El mejor predictor de voto sigue siendo identificación partidista, claro, pero durante las campañas electorales pasan cosas. Pregúntale a Angela Merkel.