- Grecia: gobiernos que aprovechan los bajos tipos de interés del BCE para endeudarse hasta las orejas repetidamente. Cuando llegan a los límites de deuda razonable, usan ingeniería financiera para ocultar su deuda y siguen cavando. Cuando se quedan sin trucos contables, empiezan a mentir descaradamente. Cuando les pillan mintiendo, mienten de forma aún más creativa. Así, hasta que les estalla en la cara.
- Irlanda: sistema bancario fuera de control se pasa tres pueblos con la madre de todas las burbujas, es nacionalizado, destruye cuentas públicas. Y no, el estado de bienestar irlandés no tiene nada que ver con ello - las cuentas públicas del país gozaban de buena salud antes que los bancos saltaran por los aires.
- Portugal: Son una versión menos psicótica de Grecia. Portugal tenía un déficit estructural en sus cuentas bastante considerable, pero no totalmente incontrolado, sus cuentas eran más o menos creíbles, no los tebeos de ciencia ficción que tenían los griegos.
¿Cuál es la patología de España? Del mismo modo que Portugal es la versión light de Grecia, España es una versión menos catastrófica del desastre irlandés. A saber:
- Nuestro sistema bancario estaba mucho mejor regulado que el irlandés. La gran banca española tiene sus problemas (más luego), pero no es ni de lejos la orgía de surrealismo contable que tenían en Irlanda.
- Nuestras cajas de ahorros (ese glorioso experimento en banca pública) sí son un desastre contable considerable. A diferencia de Irlanda, sin embargo, las pérdidas de estas entidades no nacen de ingenieria financiera avanzada y extraños artilugios financieros Lo nuestro son pérdidas al viejo estilo: montones de hipotecas impagadas.
- Nuestra burbuja inmobiliaria fue peor que la irlandesa - nuestra economía era mucho más dependiente del sector de la construcción, y parece se ha llevado más gente por delante. La crisis ha hecho bastante más daño a la "economía real" que en Irlanda, una economía más flexible y diversificada (aunque fuera ejerciendo de paraíso fiscal).
- Nuestro mercado laboral es mucho peor - en parte por nuestra especialización en el ladrillo, en parte por una regulación laboral (y económica en general) realmente espantosa que favorece empleo de calidad más bien patética.
- Nuestras cuentas públicas a largo plazo tenían peor aspecto que las irlandesas, especialmente la sanidad (muy eficiente en España, pero con costes crecientes según envejece la población) y las pensiones de jubilación. A corto plazo, autonomías y algunas ciudades (Madrid) tienen problemas fiscales graves, pero sin llegar a los niveles griegos.
Esto hace que nuestra crisis tenga dos diferencias importantes:
- Aunque el sistema financiero tiene sus problemas y puede acabar costándonos un montón de dinero, el daño será menor que en Irlanda. Las cajas están realmente fatal, pero sus pérdidas se limitan al ladrillo y una buena reforma (cof -privatización- cof) puede aminorar el problema. Los bancos tienen muchas hipotecas dudosas, pero la buena regulación evitó excesos con derivadas y hace que tengan más capacidad de comerse pérdidas. Si alguno estalla, el precio no estará por encima del PIB del país, básicamente.
- Nuestra "economía real" está comparativamente mucho peor: somos mucho más inflexibles, nuestra tasa de paro es muchísimo más alta y nuestro modelo productivo era más carpetovetónico que el irlandés. El problema no es (solo) que debamos demasiado dinero, sino que nuestro crecimiento económico es demasiado anémico como para cerrar el agujero. Construir chabolas a patadas ya no vale; es hora de reformar la economía de arriba a abajo. Y sí, esto incluye pensiones y sanidad - si queremos mantenerlas, tenemos que hacer cambios.
El equilibiro que España tiene que hacer es, por tanto, bastante distinto al irlandés: la reforma del sector financiero es muy importante, pero no es tan crucial como en Irlanda, pero resucitar la economía real (y dar pasos serios para que el déficit estructural a largo plazo no nos coma vivos) a base de reformas ambiciosas es mucho más urgente. El ajuste fiscal a corto plazo es, en nuestro caso, menos urgente que las reformas estructurales a largo - aunque eso no quiere decir que no tengamos que tomarnos las disciplina fiscal en serio.
Ahora pensad qué es lo que el gobierno se está tomando más en serio... y decidme si generamos confianza ahí fuera o no. Si nos metemos en problemas (y si no nos tomamos esto de reformar en serio, nos meteremos en problemas) nuestro rescate será bastante distinto - y no demasiado divertido precisamente.