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miércoles, noviembre 17, 2010

Irlanda

No voy a escribir demasiado, porque por aquí esto no lo leerá nadie. Pero vamos, lo de Irlanda no es realmente una sorpresa. De hecho, era casi esperable. Vale la pena repasar dónde empezó el problema.

  1. Irlanda entra en el euro, abaratando enormemente los costes de transacción para hacer negocios con el resto de la UE. 
  2. Siendo una economía pequeña y muy abierta (al menos hacia la UE), las autoridades irlandesas deciden que van a crecer utilizando una estrategia muy simple: Luxemburgo, hablando inglés. Una especie de semiparaíso fiscal dentro de la eurozona, sólo que con un poco más de espacio. 
  3. Para ser competitivo con Luxemburgo, los irlandeses deciden que eso de regular el sistema financiero es de flojos y débiles mentales, y deja que los bancos haga lo que quieran.
  4. Mientras tanto, en Frankfurt, el BCE hace una política monetaria alegremente expansiva pensando en las torpes economías francesa y alemana, regando de dinero el sistema. 
  5. Los bancos alemanes (y franceses), en vista que les entran divisas a patadas pero que su país ha hecho de tener superávit comercial una obsesión, deciden prestar todo el dinero que su colegas irlandeses les piden. Y oye, piden mucho, pero se creen lo del tigre celta.
Pasan unos años. A mediados del 2008, el mecanismo empieza a romperse:

  1. La caída de Lehman congela los mercados financieros de golpe, cuando el planeta entero se da cuenta simultáneamente que todo Dios está endeudado hasta las cejas. 
  2. Los bancos irlandeses, que dependen más que nadie de dinero de fuera del país, se quedan con el culo al aire: habían pedido burradas de dinero a todo el mundo, pero no pueden renovar sus créditos ya que nadie presta dinero a nadie.
  3. El gobierno irlandés ve el problema, y llega a la conclusión que el pánico está haciendo que sus maravillosos y ultraeficientes bancos liberalizados no puedan conseguir liquidez, así que les da un empujoncito con dinero público.
  4. Los bancos siguen sin poder conseguir liquidez, ya que siguen sin poder conseguir renovar sus préstamos. El gobierno les da un poco más de dinero.
  5. Y un poco más.
  6. Y más. 
  7. Y más.
  8. Tanto, de hecho, que acaba por nacionalizar los jodidos bancos, sólo para descubrir con horror que eso cuesta una pasta y que tiene que recortar gasto público en otra parte en una recesión. Aprieta los dientes, y tira palante.
  9. Mientras tanto, los bancos siguen necesitando más y más dinero, sin que parezca tener fin. Resulta que no era liquidez - más bien cantidades industriales de basura subprime y artefactos contables impresentables. Según las cuentas del gobierno se deterioran eso hace que el estado empiece a tener los mismos problemas: nadie se fía del país, así que nadie les quiere prestar dinero. 
  10. A principios de noviembre del 2010, está claro que el agujero de los bancos es más grande que toda la economía del país, y que el estado irlandés nunca será capaz de salvarlos. El rescatador necesita ser rescatado de la bancarrota. 
¿Qué piezas han fallado? Irlanda, al contrario que Grecia, no es víctima de una clase política con unas prácticas contables insostenibles. El euro hizo el modelo de crecimiento alocado del país más factible, pero no era el principal motor. Los irlandeses, de hecho, son Islandia - una sistema bancario totalmente fuera de control que se lleva a un país por delante. 

La "aportación" del euro al escenario irlandés, sin embargo, no es menos cruel que en Grecia: Islandia podía devaluar su moneda, declararse en bancarrota y hacer que todo el mundo se comiera el marrón. Los irlandeses... bueno, Angela Merkel no les deja. No pueden salirse de su moneda; no pueden salir del problema hundiendo su divisa y haciendo que sus deudas pierdan valor. Tampoco pueden dejar de pagar, ya que eso se cargaría medio sector bancario alemán y francés, y con ello la carrera política de Sarkozy y Merkel  la confianza en la eurozona.

En el fondo, estamos en lo que comentaba Citoyen el otro día: el euro presuponía que retirando la política monetaria de las manos de los estados, los políticos locales se portarían bien. El caso irlandés es una muestra que confiar en la inteligencia y responsabilidad es pedir demasiado, y que siempre alguien tendrá ideas brillantes, como trollear el sistema financiero a base de desregulación.