martes, octubre 31, 2006

La previa: elecciones catalanas

Algunos comentarios previos a las elecciones autonómicas catalanas, que he dejado un poco de lado. Para llevar la contraria y mostrar un poco de cordura, me voy a dedicar a explicar obviedades, que entre tanta proclama electoral y comentario grandilocuente se tienden a dejar de lado.

Para empezar, más vale tirar las encuestas por la ventana. Los sondeos tienen cierto sentido para los candidatos y como orientan la campaña, pero para el resto de los mortales la verdad son más bien poco relevantes. Aún siendo un friki político intenso, tener en mis manos una aproximación relativamente imprecisa de lo que va a suceder en un par de semanas no me parece demasiado interesante.

Si nos centramos en estas elecciones, por cierto, me temo que los sondeos son singularmente poco fiables. No digo que vayamos a tener un sorpresón (más sobre el tema luego) pero si algo tienen estos comicios es la incertidumbre sobre la participación electoral, y este el peor enemigo de la estimación estadística. Dependiendo de la capacidad de movilización de Montilla en el cinturón de Barcelona, la cosa puede variar de forma considerable; dependiendo en lo acertada de la estimación sobre quién votará los sondeos se acercarán más o menos.

Lo que me lleva a hablar de un factor relativamente evidente, pero que debe ser repetido: no veremos grandes cambios. Las democracias consolidadas tienen electorados relativamente estables, con oscilaciones en el voto limitadas; España entra de lleno en esta categoría, así que no creo que tengamos un terremoto. Este es el principal motivo que un partido como Ciutadans me parece tiene bien poco futuro, por cierto; aparte que su mensaje no tiene mucho de relevante en Cataluña (el conflicto lingüístico sólo se ve desde Madrid en temporada electoral), la mayoría de votantes cambian de partido muy de vez en cuando.

Cosa que me lleva a la siguiente verdad de perogrullo ignorada alegremente por los candidatos: no habrá presidente como mínimo hasta finales de noviembre. Me extrañaría muchísimo que una vez acabado el recuento sólo haya una combinación de siglas razonable para formar gobierno, así que tocará hablar mucho. Incluso con el PP, por cierto, ahora que parecen amar las realidades nacionales. El baile de coaliciones es algo absolutamente natural, que ocurre en todos los países de Europa (con la excepción del Reino Unido, y no siempre) y que tiene sus ventajas y defectos, pero que en España ya es hora que nos acostumbremos a ellas.

Para acabar, algunos comentarios sobre la campaña. Me parece bastante claro que el protagonista, para bien o para mal, ha sido Artur Mas, aunque haya sido a golpe de soltar alguna barbaridad de vez en cuando. La más grave, y veremos si le cuesta un disgusto, el recordar el origen andaluz de Montilla; nada como ofender al votante equivocado para enviarlo a votar en tu contra. Aparte de este desliz, también me ha parecido que han caído en un cierto exceso de mensaje; CiU ha dado muchas ideas, quizás prometiendo más de la cuenta. Se le ve con ganas. Demasiadas.

A todo esto, eso de prometer cosas ante notario es patéticamente absurdo; otra bonita excursión al planeta de los compromisos no demasiado creíbles. Uno puede atarse las manos todo lo que quiera con gran fanfarria legal; mientras la cuerda sea de papel higiénico, léase gesto vacio, no vale para nada. Piqué no debe preocuparse; le seguirán llamando por teléfono.

En fin, que gane el mejor. A ver cómo acaba.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Veo que no estás muy enterado del programa político de Ciudadanos, porque no sólo hablan del conflicto linguístico. Hablan de cosas de las que nadie habla, como de listas abiertas, etc.. El problema es que la partitocracia, en connivencia con los medios de comunicación catalanes, ha impuesto su mordaza para que no se hable de ellos.

R. Senserrich dijo...

Soy de la rara clase de masocas que se lee los programas electorales. Lo que pone en el de Ciutadans, y lo que dicen en los discursos no tiene nada que ver. El partido nació en base al conflicto lingüístico, no otra cosa.

Anónimo dijo...

Perdona, no sabía que ibas a los mitines de Ciudadanos.

Lasombra dijo...

Wow, listas abiertas. Desde hace tiempo se oye eso como panacea de los problemas de la democracia. Lo curioso es que llevamos 30 años eligiendo senados con listas abiertas y la gente sigue votando a todos los del mismo partido.

Por cierto, ICV va a sacar de largo bastantes mas escaños que Ciudadanos y, no se porque, oigo hablar mucho más de Ciudadanos que de ICV... Igual otros tienen más motivo para quejarse.

Alex Guerrero dijo...

Ciudadanos está bien. Igual que hay que acostumbrarse a las coalicione, hay que ser felices porque los votantes tengan más opciones donde escoger.

Es como quejarse porque mcdonalds saca otra hamburguesa y tus dudas entre la bigmac, el mcpollo y la nueva te generan más ansiedad.

Incluso más espacio electoral. Como en EEUU, en la pública. ¡Qué más da! Si como dice egócrata, la estabilidad del sistema de partidos es enorme, y da igual el foco mediático: las reglas electorales son enormemente crueles con los partidos nacientes o pequeños.

Alex Guerrero dijo...

Después de recopilar las 'apuestas electorales' de 20 buenos politólogos, he hecho la media (no había tampoco enormes varianzas):

CiU 50 (+4)
PSC 41 (-1)
ERC 20 (-3)
PP 13 (-2)
ICV 11 (+2)

Visto así, la cosa parece sensata. Hay varias tendencias que se van a mostrar con mayor o menor intensidad (depende de la participación) en las elecciones:

1) El elemento menos problemático del tripartito (ICV) se beneficia del voto de los desencantados de izquierda.

2) CiU va a raspar de todos. Así lo preveía la preelectoral del CIS de Octubre 2006: los votantes que dudaban, dudaban entre CiU y PSC/ERC/PP. Esto componía el 8% de los votantes dubitativos.

3) Sea como fuere, +/-3 respecto a esta previsión "colectiva", los resultados siguen dejando pie a sólo dos tipos de coalición: Tripartito o CiU+ERC. CiU+PP resulta harto improbable, aritméticamente. Más discusión, aquí.

Anónimo dijo...

¿A quién le importa? Cataluña sigue en su deriva decadente y pagesa. Jamás se vieron unas elecciones con menos interés...

Alex Guerrero dijo...

¿Como que no? Parece que olvidamos el periodo 1980-1999, el más aburrido de la historia de Catalunya (era ver al PSC aplaudiendo lo bien que sacaba CiU sus mayorías absolutas: y otra! y otra!, y todos tan felices, "fent pais").