martes, octubre 17, 2006

Oportunidades, errores y clase social

Uno de los principios en los que me parece tanto izquierda como derecha están de acuerdo es el de igualdad de oportunidades. Tantos unos como otros dicen que es necesario que todo el mundo tenga las mismas posibilidades de escoger qué hacer con su vida y enriquecerse si se tiene talento, despreciando privilegios o títulos y riqueza heredados.

Las diferencias entre unos y otros, claro está, se centran en cómo conseguir que esa igualdad de oportunidades sea real, y qué grado de intervención estatal y redistribución de renta es necesaria para conseguirla. Como todo problema, es necesario primero estudiar si la igualdad de oportunidades como tal existe ahí fuera, y en caso de su ausencia, explicar qué mecanismos lo impiden.

La respuesta a la primera pregunta, en casi todas partes, es muy sencilla: no existe. Con contadísimas excepciones (Dinamarca y Holanda, si mal no recuerdo) no hay nación desarrollada que haya conseguido evitar que el mejor predictor de prosperidad para un niño sea la clase social de sus padres. Si un chico de Carabanchel tiene una menor probabilidad de hacer dinero que uno del barrio de Salamanca, es bastante evidente que la igualdad de oportunidades es no es tal. Defender lo contrario es decir que los hijos de familias bien tienen de forma natural más talento y no cometen errores, mientras que los hijos de obrero tienden a ser de peor pasta. El hecho que un chaval de renta baja llegue a empresario de vez en cuando no es más que una muestra que la probabilidad funciona; el problema es que de media lleguen muchos menos.

¿Cuál es la causa de estas diferencias debido a clase social? Estudios hay muchos, eso esta claro. La teoría que personalmente más me convence me parece que debería ser del agrado de los defensores de la libertad individual. El problema para muchos chicos de renta baja es que se ven de hecho forzados a tomar muchas más decisiones, y que la probabilidad de cometer errores es exponencialmente más alta.

Tomemos el caso de dos barrios americanos clásicos. Uno, básicamente afroamericano, con problemas de tráfico de drogas, violencia, pobreza y un sistema escolar hecho un desastre (los colegios se pagan de los impuestos de propiedad locales, así que su calidad varía mucho según dónde están situados). Otro, un suburbio de casitas de madera de clase media, seguro, lleno de familias con dos coches y un sistema escolar bien financiado.

Un chaval en el segundo barrio no tiene que tomar demasiadas decisiones peligrosas en el instituto. No le ofrecerán drogas más de una vez o dos al año; no estará en situación de tener que lidiar con pandillas que desprecian a quien estudia demasiado para "parecer blanco"; no tendrá que evitar amistades que ven la pequeña criminalidad o el tráfico de drogas como algo divertido; no tendrá que enfrentarse al reto de continuar siendo buen chico mientras su madre está tomando drogas.

En el caso contrario, un chico de doce o trece años sí tendrá que responderse estas preguntas; en un barrio malo, probablemente varias veces al mes. Todos los pasos son potencialmente catastróficos; un par de malas decisiones, un encuentro con la policia, y uno ya tiene una cruz en la espalda (antecendentes penales) que le hará la vida imposible. Si antes de llegar al punto donde uno tiene que sobrevivir a estos dilemas uno ha tenido unos padres que le prestan atención, hermanos mayores que van a la universidad, y un barrio donde un tiroteo es algo desconocido, es probable que cualquiera de las preguntas le parezca absurda. En el caso contrario, muchas veces la decisión es un salto al vacio.

Paradójicamente, gran parte del fracaso de la igualdad de oportunidades no proviene de restricciones impuestas, sino de la enorme capacidad humana de cometer errores. Una política de igualdad de oportunidades no debe ser solamente tirar dinero al problema, hacer colegios lustrosos y mantener las calles limpias, sino también hacer que muchas de estas decisiones no tengan oportunidad de aparecer.

Cómo hacerlo es materia de otro debate, pero es evidente que apelar a la responsabilidad individual mientras se mantienen enormes obstaculos para una parte de la población no arregla en absoluto el problema. Y sí, probablemente implica intervención estatal. Pero eso lo hablamos otro día.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre es agradable leer interpretaciones de este tipo, hechas desde la razón, de asuntos que están en boca de todos pero pocas veces son tratados con la profundidad que merecen.

Muy buen artículo.

Alex Guerrero dijo...

Sí, me ha gustado mucho. No discrepo en nada hoy. :)

Alex Guerrero dijo...

Aunque...

la reproducción de diferencias de clase no proviene sólo de esas circunstancias extremas que tú pintas.

En mi barrio obrero de Barcelona sólo eramos un 25% los hijos que iban a la universidad (por contraste, en la zona alta de la ciudad, iban el 75%).

Y no había drogas, ni te exponían a ellas. Ni bandas. Ni tiroteos. El grado de desestructuración familiar no era serio excepto en algun que otro caso. Podías jugar por las calles, y hacer buenos amigos. Las escuelas públicas y semipúblicas, sin tener aire acondicionado ni pantallas de plasma, eran suficientes para la educación primaria.

Y aún así, ¿por qué no llegaban a la universidad más alumnos "pobres", comparados con sus contrapartes de clase media y alta?

Aparte de que prolongar tiempo de estudios es quitarse de ganar dinero = tiene costes implícitos, el éxito en tu vida, al menos en España, depende también de a quién conozcas (círculo de contactos de la familia), con quién te codees (compañeros de pupitre que dirigen empresas privatizadas, en el extremo), y, en fin, todas esas actividades extraescolares y de refuerzo tan caras que, si, son una lata y se preferirá jugar a la pelota como los otros niños, pero anda que no ayudan (ese inglés, esas matemáticas!!). ;)

Anónimo dijo...

Muy buen artículo. Estoy totalmente de acuerdo. Aunque es cierto que estadísticamente hay personas que aún habiendo tenido la suerte de haber nacido y haberse criado en un ambiente privilegiado se equivocan gravemente en las escasas decisiones que sobre su futuro se ven obligados a tomar. Tal vez en estos casos, y sólo en ellos, también haya que tener en cuenta, además del entorno, la genética.

Me ha gustado mucho tu reflexión.

R. Senserrich dijo...

Bueno, Alex, es un ejemplo extremo pa que se entienda. Un nativo del Poble Sec o Sant Adria no tiene esos problemas tan atroces, pero tampoco tiene la misma presion ambiental que un Pedralbense para ir a la universidad, estudiar idiomas, hacer pasta y todo eso. Hay una mayor tendencia a buscar un currito, vamos. :-).

Telémaco dijo...

Muy bueno. Realmente interesante. Nunca me lo había planteado de esa manera.

Anónimo dijo...
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R. Senserrich dijo...

Hmmm, Vendetta personales entre terceros (especialmente dirigidas a buenos amigos) no son toleradas por aqui. Mensaje editado.

Anónimo dijo...

Alternativamente, se me ocurre, una de las interpretaciones del dichoso Estado del Bienestar seria no meterse en cuanta grieta encuentre y evitar que la gente cometa errores (lease: protegiendo a la gente de si misma, lo que horroriza hasta el fundin del orto a los liberales), sino algo parecido, pero no lo mismo.

Que el Estado se asegure que cuando la gente cometa los errores, estas consecuencias no sean tan graves como para echar toda una vida al traste, como mas o menos es ahora. Un ejemplo de esto: lei por ahi hace un tiempo que el tema de ponerse un negocio por cuenta propia se veia mucho mas solido en los paises escandinavos (cuando no?) que en EE.UU, y el motivo de esto no era una cosa de capital personal, ni libertades individuales ni nada de eso, sino que en estos benditos paises del norte, equivocarse y que el negocio se vaya al diablo no significaba la muerte de nadie, a diferencia de EE.UU, que es a grosso modo una sociedad mucho mas depredadora e intolerante de los errores. En otras palabras, en Escandinavia ponerse un negocio y que falle, pues bueno.. mala suerte y a otra cosa. Si se pierde, se pierde y se empezara de nuevo. No es tan grave. Mientras tanto en EE.UU, si un negocio falla la posibilidad de quedar arruinado seriamente y por mucho tiempo (o permanentemente) es mucho mas alta. Razon por la cual en Escandinavia la gente parece no tenerle tanto miedo al asunto de fallar, lo que crea mayor confianza y mayor numero de estos intentos.

Otro ejemplo es como mencionaste, Egocrata, del teme del prontuario o antecedentes penales. Si uno, por cualquier motivo, tiene antecedentes penales... pues bueno, aquie en EE.UU mas o menos que ya la suerte esta echada. No digo que uno se transforma en un ciudadano de segunda... pero ciudadano de 1.5 categoria, por ahi si. Los errores no se perdonan, y si una persona va a quedar marcada para toda la vida con los dichoses antecedentes (que pueden ser tan simples como haber doblado la esquina fumando un porro y tener la puta suerte de haberse topado con un policia) entonces que mentalidad crea esto en la gente? Que el Estado no esta para ayudar, sino para ver quien pisa el palito primero para caerle encima con todo su peso. Y no solo eso, sino dejarlo marcado con los benditos antecedentes y ya sabemos que clase de futuro laboral o inclusive social ("scarlet letters" para los "crimenes" de indole sexual por ejemplo) la persona va a tener.

Creo que la solucion pasa no por donde el Estado se transforme en una nana y cuida que la gente, vive Dios, no vaya a cometer ningun error. Eso es absurdo. Pero el Estado tampoco tiene que comportarse como un soberano hijo de puta, y no perdonar ningun error. Creo que el Estado deberia asegurarse que la consecuencias de los errores sean lo menos graves posibles.

Basicamente, si yo se que un solo error me mata... pues para que voy a siquiera intentar algo? Asi no hay progreso de nada.

--J

Anónimo dijo...

No me parece que la clase social sea tan determinante. Si uno es pobre como una rata, pero no oye otra cosa desde la cuna que "tú estudia para que seas algo en la vida" es bastante probable que se le despierte el ansia de superación. Sin embargo, si se crece rodeado de gente que alterna la prestación por desempleo con trabajillos de poca monta, lo justo para ir tirando, sin más ambición que la de irse de cañas cada día, no es probable que matarse a estudiar parezca necesario ni atrayente. En este caso lo que te hace quedarte en el ghetto no es la falta de dinero, sino la falta de presión por cambiar de vida.
Paralelamente, si uno es el heredero de un mediano capital, de tal manera que sólo con heredarlo ya se tiene la vida hecha;y a esto le sumamos una actitud desapegada de los padres consistente en darle todo caprichito sin contrapartida, tendremos a alguien con muy poco afán de trabajo. Es un hecho cierto que en España las empresas familiares (las mayores creadoras de riqueza), no resisten casi nunca el salto generacional; y no creo que en este caso nacer en un entorno acomodado juegue a favor de los herederos precisamente.
Posiblemente en los USA, con sus grandes desigualdades, sí influya el entorno de manera decisiva, pero en España la gratuidad de la sanidad y la enseñanza igualan bastante las posibilidades de la gente.

R. Senserrich dijo...

La cuestión es que incluso en España la estadística dice lo contrario: la clase social influye de forma decisiva.

Anónimo dijo...

Un par de ideas: estudiar más o menos no es determinante para salir adelante en la vida. Si hay más licenciados de los que puede absorber el mercado, tener una carrera deja de ser un pasaporte al éxito. Por eso, que accedan a la uni más o menos porcentaje de cada clase social no va a ser una condena vitalicia para nadie.

Preocupante sería que el acceso a la uni dependiera sólo de si se puede pagar la matrícula. Si uno no estudia por factores psicológicos como "mi padre gana más como albañil que nuestro vecino contable", o "a los colegas que estudiaron los tienen con contratos basura y yo paso", la clase social deja de ser excluyente para ser sólo influyente. Pero no influyente en un sentido necesariamente perjudicial.
Y por cierto, me interesaría que alguien mejor informado que yo me explicase qué determina la clase social de uno, si el nivel de ingresos, de estudios o el oficio. Lo digo porque en España en este momento el primer y el segundo factor se dan en proporción inversa, al menos en la generación joven. Con el tiempo, puede dar pie a una "conversión" o "inversión" de clases muy interesante.