El martes Connecticut fue el centro de la vida política americana por un día. No que el presidente visitara el estado o algo por el estilo; sino por unas elecciones primarias con un significado y consecuencias que van mucho más alla de New Haven y su distrito electoral.
La votación era para dirimir si el actual senador por Connecticut, Joe Lieberman (el tipo que hubiera sido vicepresidente con Al Gore), volvía a ser el candidato del partido demócrata en noviembre, tras 18 años de servicio. El hecho que un senador en activo se tuviera que enfrentar a unas promarias es ya de por sí inusual; lo que es aún más sorprendente es el hecho que la elección sea competida de veras. Lieberman se enfrentaba a Ned Lamont, un millonario con poca experiencia política. La mayor diferencia entre ambos, y lo que ha centrado el debate en la campaña, ha sido su posición respecto a la guerra de Irak.
Lieberman ocupa un puesto de especial infamia dentro del partido demócrata por el hecho de haber sido, desde el principio, uno de los más furibundos halcones de la cámara alta americana. No es que entre la presunta oposición a la administración republicana faltaran senadores apoyando al presidente (Hillary Clinton le siguió marcando el paso), pero el señor Lieberman se ha distinguido por alabar la política exterior de Bush hasta que Lamont empezó a acercarse en las encuestas.
Demasiado tarde. El martes, tras una carísima campaña (Lamont se ha dejado cuatro millones de dólares) Lieberman era derrotado en las urnas 52-48, en unas primarias con una participación altísima (44%) para lo que es habitual en Estados Unidos. La guerra de Irak se cobraba, al fin, su primera víctima política... en el partido de la oposición.
La elección, en contra de lo que han comentado muchos, no ha sido tanto un referéndum sobre la guerra de Irak, sino sobre la actitud de ciertos sectores del partido demócrata frente a la guerra. Los votantes americanos en general han dado finalmente la espalda al presidente en su aventura iraquí (todas las encuestas dan a más de un 60% de americanos en contra); las primarias del martes dan a entender que la actitud subserviente, seguidista y estúpidamente pasiva de los demócratas tambien ha acabado con su paciencia.
Sencillamente, no es sólo la guerra lo que ha preocupado a muchos votantes de Connecticut; la patética rendición de quienes deben vigilar al ejecutivo ha acabado por hartarlos. No basta con garantizar dinero y puestos de trabajo para el estado; es también necesario cumplir con una función de control que no puede ser ocultada bajo la excusa del patriotismo.
¿Hasta qué punto es significativo este resultado? Como todo en política, su importancia es relativa y difícil de predecir. Para empezar, Connecticut es un de los estados más liberales (progres, en el vocabulario local) del país; si bien el cabreo con la guerra está extendido por todo el país, aquí en Nueva Inglaterra es especialmente importante. Aún así, es necesario insistir que no estamos ante una derrota electoral cualquiera: es un senador veterano, echado a patadas por los activistas de su propio partido no por ir a la guerra sino por apoyarla. Más importante aún, ha perdido contra un total desconocido, que ha ganado contra un senador que tenía todo el apoyo de la maquinaria del partido.
Hay dos cosas claras: la primera, los votantes demócratas estan hartos que el partido se esconda cada vez que el presidente hace una burrada. La segunda, hay signos muy claros que una parte significativa del electorado quiere un cambio real en cómo se hace política en el país. Que eso se traduzca en un cambio de mayoría en las legislativas de noviembre es otra cosa; pero lo cierto es que parece haber un movimiento de fondo en la izquierda americana.
Nota al margen: si leeis en alguna parte que esta ha sido la campaña de la nueva política, la blogosfera y gaitas parecidas, no hagais caso. Lamont ha tenido el apoyo de muchas bitácoras y ha armado ruido en internet, pero se ha gastado una millonada al viejo estilo, en anuncios en televisión, prensa y radio. Los temas quizás han variado y la publicidad ha sido más ingeniosa, pero no ha sido una campaña de insurgencia barata.
2 comentarios:
Lo que no tengo claro es si los militantes más liberales del partido Demócrata conectaran en sus opiniones con la mayoría de ciudadanos de Connecticut, siendo entonces Lieberman minoría dentro de su propio partido, y mayoría entre la ciudadanía en general.
A eso ira el post de hoy. Lieberman se presenta en Noviembre como independiente, asi que habra un candidato democrata oficial (Lamont) un "resentido" (Lieberman) y un republicano (Schelesinger, un desconocido).
Veremos que ocurre.
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