jueves, noviembre 20, 2008

Ahora si que toca miedo: deflación

No estamos aún en esas, pero el hecho que los precios hayan bajado este mes pasado con ciertas ganas en Estados Unidos (si, ya sé, el descenso en la inflación subyacente ha sido menor) es de esas cosas que deberían dar escalofríos a cualquier persona seria.

¿Por qué? Bueno, si eres Austríaco no (con esos discutimos luego; su linea argumental dice que esto es estupendo), pero si no lo eres esto es de las cosas que dan miedo. La deflación es una cosa muy, muy seria; una trampa de la que es difícil salir. Es relativamente sencillo "romper" un ciclo inflacionario (subes los tipos, provocas una recesión y punto), pero acabar con una espiral deflacionaria es bastante más complicado.

Cuando uno se mete en una trampa de liquidez, los agentes se dan cuenta de una cosa: la mejor inversión es no gastar. Si pongo el dinero en una hucha cerdito y los precios están bajando, soy cada vez más rico; mi moneda cada vez compra más. Los bancos no dan créditos a nadie (¿para qué? Ponerlo en una caja fuerte es una inversión de riesgo cero), los consumidores no gastan, la demanda agregada cae y la recesión empeora aún más. No importa que vengas de un exceso de crédito y que todo el mundo esté endeudado; si de repente nadie tiene incentivos para gastar, el morrazo de la economía es de impresión.

En teoría, salir de este ciclo debería ser sencillo; el banco central de turno imprime dinero, dice en voz alta que va a crear inflación, e inunda el mercado de monedas, mientras el gobierno gasta como un poseso tratando de recalentar la economía tanto como puede.

A la práctica, no es tan sencillo. Si el gobierno de digamos Bolivia o Burundi prometen crear inflación, los mercados se los creen. No son gente con reputación estelar de gestión equilibrada, así que todo el mundo sabe de sobra que no sólo pueden estrellar el país, sino que lo han hecho ya varias veces. Sin embargo, esto no acaba de funcionar si eres Japón o Estados Unidos; los agentes mirarán al banco central, y se dirán a si mismos "sí, imprimirán moneda, pero a la que haya inflación echaran el freno otra vez. No me lo creo". Por mucha moneda que impriman, los mercados anticipan el conservadurismo futuro y tenemos la situación de Japón en los noventa, en que la política monetaria no funciona en absoluto.

¿Qué podemos hacer si hay una trampa deflacionaria? En palabras de Krugman, el gobierno en cuestión tiene que hacer el equivalente a una promesa creíble sobre su irresponsabilidad futura. Sea un plan de gasto absolutamente gigantesco, sea una promesa de no tocar los tipos de interés en X años, pase lo que pase, las autoridades tienen que meter en el cuerpo de todos los implicados el terror a la moneda menguante. Eso, y confiar que te crean. Y si no lo hacen, ser aún más cafre.

Antes que los gobiernos del mundo que me están leyendo corran a proclamar que van a destruir su moneda gritando desde un balcón con una camisa de fuerza, una nota: no estoy seguro que la deflación sea un problema real. Puede que los precios estos días sean un artefacto estadístico. Aún así, las cosas no pintan nada bien; vamos a ver políticas que hace tres años te hubieran mandado al frenopático. Dias interesantes, sin duda.

6 comentarios:

Soria dijo...

¿A qué políticas, por ejemplo, te refieres?

R. Senserrich dijo...

Programas de empleo público, déficits de caballo, bancos nacionalizados, ciudades tomando posesión de inmuebles que no pagan impuestos en masa, perros y gatos viviendo juntos, histeria colectiva.

Soria dijo...

¿Han dejado de ser políticas de echarse las manos a la cabeza? Todas siguen siendo inútiles, inefectivas y dañinas.

Centralización de la colocación pública, reducción de impuestos, garantía de depósitos -¡nunca nacionalizar!-...

Las políticas que mencionas son inaceptables, estemos en bonanza o en crisis. Siempre.

García dijo...

el banco central de turno imprime dinero, dice en voz alta que va a crear inflación, e inunda el mercado de monedas, mientras el gobierno gasta como un poseso tratando de recalentar la economía tanto como puede.

(...)

Programas de empleo público, déficits de caballo, bancos nacionalizados, ciudades tomando posesión de inmuebles que no pagan impuestos en masa, perros y gatos viviendo juntos, histeria colectiva.


Serás keynesiano y progre :-P

Interesante. Parece que lo de "cuanto peor, mejor" sí que tiene una verdadera utilidad.

Anónimo dijo...

@Soria Nacionalizar nunca debio de dejar de ser una política que se abandonara, no como norma , como hace chavez, si no como excepción y como castigo al trabajo mal hecho, se nacionalizará 3 ,4 o 5 veces, pero no más, las empresas aprenderan que hacer bien su trabajo y no crear un perjuicio a la sociedad evitará que sean alimento para el Leviatan, la libertad de unos termina donde empieza la de otros y si para que miles de personas vayan al paro y se destroce la economia hay que amenzar y complir las amenazas, amigo, nacionalizar es una buena idea.

Anónimo dijo...

Tengo que estar de acuerdo con Soria en cuanto a la histeria colectiva y, sobre todo, a perros y gatos viviendo juntos.

Pero decir que "son inaceptables, siempre" por "inútiles, inefectivas y dañinas" las políticas de empleo público, los déficit públicos y la nacionalización de bancos es una posición de una rígidez dogmática francamente sorprendente. Son "políticas extintor" no es cosa de tirar de ellas simplemente porque alguien enciende una cerilla, pero cuando hay fuego ¡que vuele la espuma!