Hoy hace noventa años del final de la Primera Guerra Mundial. A las 11 del día once del mes 11 entró en vigor el armisticio que ponía fin a la guerra. En los dos años siguientes, el peor grupo de líderes posible firme el peor tratado de paz que uno podía imaginarse, y básicamente sentaron las bases para la inmensa mayoría de conflictos de los noventa años siguientes. Cerraron en falso Oriente Medio, los Balcanes, Alemania, las relaciones con la Unión Soviética y prácticamente cualquier cosa en que pusieron las manos.
No es que tuvieran un trabajo sencillo, ciertamente (supongo que es difícil olvidar nueve millones de cadáveres), pero el alegre abandono del realismo al tomar decisiones no ayudó en absoluto.
Noventa años. Cuando un político comete un error grave, sus decisiones pueden retumbar durante años. No estaría mal que cuando intenten redifinir el sistema financiero en los próximos meses no vayan con prisas y se tomen las cosas en serio.
4 comentarios:
Aún queda en pie una pequeña parte del Tratado de Versalles, según tengo entendido, que regula cosas relacionadas con las leyes laborales.
La verdad es que sí que fue un tratado casi increíblemente malo: enloqueció a Alemania, marginó a Rusia, le hizo la puñeta a Italia, ignoró los Balcanes y Oriente Medio...el colmo, vamos. Ni siquiera los ganadores ganaron prácticamente nada que mereciese la pena. A ese tratado le debemos algo así como cien millones de muertos, contando el periodo de entreguerras, la Segunda, y todos los conflictos que quedaron para la Guerra fría.
Siempre me ha llamado la atención la nulidad de los líderes políticos y militares de la Gran Guerra. Con el tiempo, he llegado a la conclusión de que no es que nos cuadrase una rara combinación de absolutos cretinos, sino que coincidió un cambio enorme en las circunstancias políticas y militares, e incluso los mejores líderes estaban tan mal preparados que sus decisiones sólo podían ser un desastre total. No importaba que fuesen inteligentes y preparados: simplemente estaban preparados para cosas que no tenían nada que ver con aquello a lo que se enfrentaban (un soldado ejemplar como Hamilton pudo, por ejemplo, dirigir una campaña alucinante como Gallipoli).
Sólo espero que tardemos mucho en encontrarnos con una situación parecida.
La resolución óptima habría exigido continuar la guerra en otras partes, pero en cuanto las cosas se pusieron difíciles en Rusia, Turquía y con los árabes, desistieron para quedarse con una paz inmediata, aun explosiva. Respecto a los Balcanes, se hizo un reparto superficial entre las minorías coadyuvantes en la lucha saciando de alguna forma sus irredentismos, olvidado el más antiguo italiano, naturalmente abriendo la puerta a otros, más complejos si cabía.
Pobre Keynes, dijo por activa y por pasiva la que se venía encima con aquella chapuza de tratado y nadie le quiso hacer caso...
“Los voceros de los pueblos francés e inglés han corrido el riesgo de complicar la ruina que Alemania inició, por una paz que, si se lleva a efecto, destrozará para lo sucesivo -pudiendo haberla restaurado- la delicada y complicada organización -ya alterada y rota por la guerra-, única mediante la cual podrían los pueblos europeos servir su destino y vivir”
Las consecuencias económicas de la paz (1919)
Hombre, supongo que con la perspectiva de 90 años de historia es más fácil advertir los errores de Versalles que hacerlo en vivo y en directo siendo protagonista. No sólo hay que juzgar la talla de los estadistas en función de las consecuencias de sus acciones sino en función de las consecuencias previsibles con la información que manejaban en ese momento.
Creo que mucho más grave que el error del tratado de paz, fue lanzarse a la primera guerra mundial, porque fue un error trágico en presente, que podía evitarse, y no un error de consecuencias inciertas en un futuro y difíciles de prever. ¿Quién podía prever que apareciese un loco como Hitler y que los alemanes le siguiesen hasta el infierno?
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