Las clasificaciones internacionales son uno de los pasatiempos preferidos de muchos centros de estudios, aunque me temo que no necesariamente por razones académicas. Si uno está haciendo investigación en un determinado tema y necesita algo de publicidad, no le va a ir a un periodista con regresiones y oscuras ecuaciones multivariadas, si no que le va a dar algo fácilmente masticable en un titular.
La clasificación de hoy, que supongo no tardarán en descubrir los periodistas ociosos, se centra en el uso de tecnologías de información por países, dando una lista de los países que usan los ordenadores y esas cosas con botoncitos y lucecitas para producir mucho. Los resultados son, para variar, bastante predecibles. Veamos los diez primeros.
En orden, de mejor a peor, tenemos Dinamarca, Suecia, Singapur, Finlandia, Suiza, Holanda, Estados Unidos, Islandia, Reino Unido y Noruega. Es decir, el mismo orden que de costumbre al hablar de competitividad económica y grado de maravillosidad medio que tenemos en casi todas las clasificaciones; la escandinavia socialdemócrata sigue siendo pluscuamperfecta, Holanda como país europeo más similar está en la lista, Suiza porque siempre hace las cosas bien, el país asiático excelente de guardia sigue siendo Singapur, y los dos países más abiertos económicamente del mundo desarrollado demuestran que tener una economía hiperflexible tiene algunas ventajas.
¿España? En el puesto 32, peores que casi todos nuestros vecinos con la excepción de los aparentemente muy tecnófobos italianos (38), plantados firmemente entre Chile y Hungria en fiera competición. Parece que el problema habitual de la economía española, las rigideces que obstaculizan la competitividad, ataca de nuevo.
Vaya, es un suponer. El problema, como de costumbre, es que cuando uno hace una lista de estas características, basadas en crear una puntuación y ver quien es el más listo de la clase, uno siempre tiene el problema que los criterios empleados en dar notas siempre son ligeramente arbitrarios. De hecho, la lista de criterios y cómo son ponderados, aparte de no ser demasiado accesibles (eso, a hacer pagar por todo) no son necesariamente los mejores posibles. Uno sólo tiene que ver un poco de patinaje olímpico para saber que todo depende del juez.
Más allá de este detalle, en el fondo una listita así no es demasiado útil, a pesar de la fascinación de los periodistas. Primero, porque en el fondo dice bien poco sobre cómo funcionan las cosas en el mundo real. Los países no compiten entre sí, lo hacen las empresas, así que es más relevante saber si Inditex o Seat son productivas que saber si de media todas las industrias de España (muchas de ellas no necesitando para nada ordenadores) es alta o baja.
Segundo, y aún más relevante, es que importa poco que te digan si eres guapo o feo; lo realmente necesario es saber por qué uno tiene una joroba. Con estos datos y usando el índice (que puede ser chapucero o no) es hora de hacer un análisis sobre qué factores favorecen el uso efectivo de la tecnología y estimulan la competitividad. Curiosamente, y a la vista están los datos, desmontar el estado del bienestar, bajar impuestos y dar poder al mercado parece que no te coloca entre los cinco primeros.
Nota al margen: estos días voy a escribir algo menos, ya que me voy de gloriosas vacaciones a España. Es lo que tiene vivir fuera, que descansas volviendo a casita.
1 comentario:
"gloriosas vacaciones" y te ha faltado añadir "no pagadas". Es lo que tiene vivir en el glorioso mercado laboral estadounidense. Cero lujos.
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