Uno de los mayores terrores del columnista medio es que los políticos empiecen a hacer las cosas que has defendido en el pasado. No porque me hagan caso a mí en especial (no creo que me lean en Moncloa, y la verdad, aún no he extendido mi poder hasta la Casa Blanca), sino porque ahora el mundo podrá ver claramente que no tengo idea de lo que hablo.
Pedía estímulo fiscal y gasto público, los países del G-20 se han comprometido hacer eso. Más regulación, eso dicen que harán. Evitar las tentaciones proteccionistas y rebajar aranceles, ahí están también. Más transparencia, ahí están. Si el mundo se va al carajo, no tendré excusas; yo no lo hubiera hecho mejor.
Esto no implica, sin embargo, que esos principios se implementen bien. Como en todas la reformas, no es sólo cuestión de tener la idea correcta, es aplicarla como Dios manda. Si Zapatero decide aplicar el compromiso de estímulo fiscal construyendo la Gran Pirámide de Alpedrete, por ejemplo, podemos decir que sí, las constructoras están haciendo algo, pero no es que nos beneficiemos demasiado. Si por regulación hacen tonterías (prohibir vender acciones en corto o obligar a los intermediarios en bolsa a aullar como un licántropo cada cobran una comisión) el efecto de la reforma es nulo. Lo mismo referido a los aranceles; es relativamente fácil tener aranceles cero y seguir siendo un proteccionista horrendo a base de regulación creativa ("límites en el nivel de oxígeno en la composición del juguete"). La transparencia siempre puede ser ficticia, si se obliga a los bancos a revelar datos que no dicen nada relevante.
Por descontado, la cumbre ha sido corta, ha parido principios, pero nada en concreto. Bretton Woods II tiene que esperar hasta abril. Con la que ha caído en los últimos seis meses, Dios sabe qué aspecto tendrá el mundo en primavera. El mundo está dando a los gobiernos el incentivo correcto para que se den prisa en aplicar reformas; falta por saber, sin embargo, si serán reformas "amigables" (que no perjudican a tus vecinos) o no lo son (estilo devaluaciones competitivas o restricciones exóticas estilo corralito).
Difícil, difícil. Veremos.
4 comentarios:
Bueno, tu comentario acerca del miedo que da que la gente haga lo que sugeriste es cierto al cien por cien. Yo, que aún soy más ignorante que tú en estos pagos intelectuales, de lo único que puedo opinar es de otro aspecto de la cumbre que ya tenía bastante claro: los líderes del mundo mundial se han reunido para discutir sesudamente durante ¡seis horas!.
Si con seis horas pretenden hacer algo más que averiguar dónde se sienta cada uno y establecer una agenda para reunirse en un futuro, efectivamente cabe preguntarse cómo andaremos de aquí a la primavera. Parece como si tendiéramos a repetir las idioteces del pasado...
Mi blog borró el postque estuve una hora escribiendo (bueno fui yo sin queres) sobre el tema.
Mi problema es que no han acordado nada. han acordado "más libre mercado" y "más regulación"; la declaración es muy ambigua, demasiado para ser "binding". No han acordado coordinación macro, sólo que se comprometen a usar políticas macro.
En general, los acuerdos hay que verlo importantes que son en función de lo que obligan o lo que prohiben. Aparte de establecer "comités" y foros institucionales extraños, no han acordado nada más.
Cada política se volverá a casa y parecerá qeu vienen de una cumbre distinta: Bush dirá "hemos salvado el libre mercado etc..." Sarkozy dirá que "hemos puesto coto al laissez faire".
Aparte de los objetivos bonitos deberían haber explicado cómo (con qué tecnologías del compromiso y de coordinación) van a poner eso sobre la mesa. No lo han hecho.
Siento el pesimismo, pero para acordar lo qeu han hecho no necesitaban una cumbre; eso lo sabía todo el mundo de antes.
Yo para evitarme esos inconvenientes, lo escribo primero en el procesador de textos, luego lo paso al bloc de notas y finalmente lo pego al gestor del blog.
Citoyen está en lo cierto que han hecho mucha palabrería bonita y que de hecho lo importante está por ver. Pero oye, al menos están hablando y preparando la reunión de abril, esta vez con un presidente de verdad en EUA y no con George W. Hoover al mando.
No es que sea optimista, pero es menos deprimente que la última reunión del G-8, que no dijo absolutamente nada. Ni principios tuvieron.
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