Uno de los instrumentos retóricos más deprimentes de la política americana estos días es el echar la culpa a los iraquíes de la catastrófica situación en Irak. Esta línea de argumentación, iniciada por los demócratas ya antes de las elecciones, viene a decir que los americanos deberían lanzar un ultimátum a los iraquíes, diciéndoles que o bien paran de matarse entre ellos, o se largan. Los culpables de la guerra civil serían esos nativos que no saben comportarse en democracia, evidentemente, no nuestro gran país.
Este argumento, aunque atractivo en apariencia, es brutalmente injusto en la práctica, y representa una radical irresponsabilidad por parte de los americanos. En fácil acusar a otros de su afición a matarse entre ellos, pero ignorar por qué comenzó la guerra civil y quienes entraron en Irak sin ningún criterio es darse una vía de justificación fácil e inmerecida.
Para empezar, antes de la invasión Irak no estaba en guerra civil. Por mucho que se justifique todo el tinglado como una liberación de la tiranía opresora, el país era un lugar estable. Si, uno no podía criticar al régimen, pero al menos la crueldad de las autoridades era predecible y no demasiado indiscriminada. Una situación bastante mejor que la actual, donde milicias, policías, terroristas y soldados variados parecen tener bien poco claro a quien oprimir y por qué motivos.
Por añadido, los hechos parecen dejar claro que los iraquíes en su inmensa mayoría prefieren un gobierno democrático estable a la actual pesadilla. Las elecciones sucesivas en el país tuvieron una participación elevada; un voto tácito de defensa de un sistema político prometido pero que nunca ha funcionado. Parece bastante evidente que ni el país vivía en el caos, ni los iraquíes repudiaban la democracia por sistema; no es una situación natural de guerra civil.
¿Qué ha sucedido? Lo explicaré con un pequeño escenario, probablemente repetido miles de veces en el Irak de postguerra. Imaginad un iraquí medio que vive en una ciudad de 20-25.000 habitantes en algún lugar del país antes de la invasión. El ejercito y la policía son relativamente corruptos pero mantienen el orden, como buena dictadura, y uno sabe a qué atenerse para no meterse en problemas. No es un sistema justo, pero es predecible, y evita que nuestro individuo se líe a tortas con el vecino.
Llega la invasión, y tras la derrota de Saddam (y los saqueos en el caos sucesivo), un buen día Paul Bremer tiene la brillante idea de disolver el ejercito y purgar la polícia que los americanos han heredado del régimen anterior. En nuestra ciudad, el anteriormente opresivo aparato de seguridad es enviado a casa, con la excepción de unos cuantos policias que no se metían en política y unos cuantos novatos recien llegados de la capital reclutados deprisa y corriendo. El nivel de crimen, ya alto desde la invasión, súbitamente se dispara, con una policia demasiado novata y falta de recursos para mantener el orden. Algunas familias con dinero y algunos clérigos deciden reclutar milicianos como seguridad privada, pero las cosas parecen ir a peor.
Tras unos meses, un día una milicia organizada llega a la ciudad, y lanza un ataque contra la comisaría. Los policias, mal entrenados, peor pagados y hartos de ser maltratados por todo el mundo, ponen poca resistencia; la mayoría desertan, y los pocos que quedan atrás son ejecutados por "colaboracionistas". Los milicianos, armados hasta los dientes y con bien pocos escrúpulos, imponen el orden en la ciudad a su manera: detienen a quien haya ayudado a los americanos (y si están de buen humor, no los torturan antes de ejecutarlos) y se ponen a acosar de mala manera a todo aquel que les molesta. Si es una milicia religiosa, se dedicarán a apalear a las mujeres que no se cubran (y a sus maridos). Si es una milicia más sectaria, acosarán a los chiítas, suníes o kurdos, según su color político personal.
Un buen día, nuestro iraquí medio verá que un grupo de milicianos está pegando una paliza a alguien, y que uno de sus vecinos trata de ayudarle. Esa noche, ese vecino de buen corazón verá como la policia (ahora una rama uniformada de alguna milicia) asalta su casa, asegurándose que todo el mundo pille el mensaje.
No cuesta imaginar la reacción de prácticamente cualquier persona sin ganas de ser el héroe (muerto) del día, es evidente. La próxima vez que los milicianos le pidan su colaboración, la mayoría echarán una mano, sabiendo perfectamente a qué se exponen con una negativa. Con todo el barrio bajo el mismo cálculo, los "verdugos voluntarios", gente haciendo barbaridades para protegerse, serán lo habitual, no la excepción.
A base de intimidación, las milicias conseguirán que poco a poco el barrio pase a "apoyarles"... al menos hasta que otro grupo (el que sea) trate de entrar a saco en el barrio y disputar su control. Sea el gobierno (o para ser más concreto, una facción del gobierno con su encantador elenco de motivos sectarios igualmente enloquecidos), otra milicia o algún grupo de Baathistas irredentos, venganzas y represalias entre vecinos no tardarán en aparecer. Si la situación se vuelve realmente horrible, y la ciudad cae en ese limbo en que nadie tiene un control sólido, el iraquí medio se verá atrapado en el fuego cruzado de intimidaciones, represión indiscriminada y ataques al grupo traidor del día de cada uno de los bandos, o dicho en otras palabras, lo que vemos en muchos lugares de Irak hoy.
La guerra civil de Irak no era inevitable. Ha sido la demolición sistemática del estado iraquí, absurda, torpe y alocada, la que ha puesto a la inmensa mayoría de iraquíes en la situación de tomar decisiones como la que explicaba arriba. La incompetente invasión y ocupación del país ha sido lo que ha convertido Irak en un estado inviable, no una presunta propensión innata de los nativos a matarse entre ellos.
Como la naturaleza, un sistema político aborrece el vacio. Cuando alguien elimina a aquel que ostenta el poder, pero no pone a nadie en su lugar, el resultado natural es una proliferación horrible de "emprendedores" luchando por imponer su monopolio de la violencia. La muerte de Irak es culpa de Estados Unidos; negarlo es simplemente no querer admitir culpas.
1 comentario:
Al-Ego Trotsky says...
EUA tiene la culpa de la destrucción del régimen de Irak de la misma manera que favoreció su construcción. Para acabar con los comunistas y los fanáticos religiosos vamos.(fanáticos no cristianos, claro).
El estado de Irak... ha existido? Antes de ser colonia británica existian 3 províncias: Bassora, Bagdad y como le llamaran al Kurdistán iraquí (Mossul?).
Qué tal si aplicamos el anatemizado derecho de autodetermiNAZIon? Qué tal tres estados distintos con la ONU garantizando fronteras "temporalmente"
Es que no hay más espacio a la ONU para 2 sillas más?
Un exembajador así lo proponía en el Periódico de Catalunya en el Cuederno dominical. Estaba bien.
Tambien habria que señalar que algunas milícias no han llegado... estaban ahí siempre... si bien en la clandestinidad. Es el caso de las milicias de los chíitas moderados y de sus homólogos radicales. O tambien de las guerrillas kurdas que después de masacrarse mutuemante han conseguido un Kurdistan mas o menos democrático (más o menos, eh?).
Lo que es verdaderamente nuevo es que la presencia de los "cruzados" yanquis ha "provocado" la llegada de AL-quadeas, yihadistas iraquies, salafistas sin fronteras, Myaidinies Mundi, y derivados, más o menos conectados entre sí
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