Que el sistema sanitario americano es una pesadilla burocrática no es precisamente una sorpresa. Lo que resulta especialmente cruel es que Estados Unidos sea el único país industrializado donde las estadísticas sanitarias están empeorando, y que este resultado no tenga nada de inesperado.
Durante años, el gasto en Medicaid y ayudas sociales ha estado sufriendo recortes por parte del gobierno federal y los estados. Medicaid es el seguro sanitario público para gente con muy pocos (poquísimos) recursos, una especie de reliquia de los años sesenta, cuando América aún tenía proyectos como la Great Society. Como atiende un colectivo que no vota demasiado a menudo ni da donativos a ningún político, ese capítulo del gasto federal ha sido el clásico objetivo de todo aquel político con ganas de equilibrar el presupuesto, normalmente con la excusa de combatir un fantoche ficticio muy habitual en la retórica de los republicanos, las Welfare Queens.
¿Qué ha sucedido tras tantos años de recortes? Los datos de mortalidad infantil en las regiones más pobres del sudeste del país, nunca un ejemplo de vitalidad sanitaria, han empeorado considerablemente, junto una larga lista de otros indicadores de salud. De hecho en Missisipi ha subido del 9.7 por cada mil nacimientos al 11.4, en comparación al 6.9 de la media nacional. Una media que por cierto ya es de por sí catastrófica; un 50% mayor que la francesa, sin ir más lejos. Esto se traduce que en algunos estados del sur la mortalidad es el triple que en la mayoría de países de la Unión Europea, algo sencillamente horripilante.
En fin, ninguna sorpresa. Si dejas a gente que no se puede pagar la sanidad sin seguro médico, lo natural es que la calidad de la atención que estas personas reciben empeore. Tener un hijo sin ninguna clase de consejo médico no es más que una receta para el desastre, y las estadísticas, como de costumbre, acaban por señalarlo. Sí, hay otros factores como los niveles de pobreza y educación, pero estos no son más que excusas que ignoran el núcleo del problema: si eres pobre en Estados Unidos, tu vida no vale un pimiento. Es así de triste.
5 comentarios:
Las estadísticas son escalofriantes, más aún si pensamos que es la primera potencia mundial, o en el gasto armamentístico. Sin embargo, creo que es incluso más sorprendente que los votantes estadounidenses no tengan esto en cuenta a la hora de votar, de contestar encuestas o de influir en los políticos. No sé, será mentalidad europea, pero no lo entiendo.
Quizás la respuesta sea que, a la mayoría de gente, especialmente a la que se molesta en votar, le va bastante bien.
Tienen el dinero que financia las campañas; los candidatos los necesitan; votan más, de media, que sus contrapartes más pobres; y por tanto, tienen el poder político en este país. No hay más.
Una cosa: tengo entendido que en Estados Unidos se emplean parámetros distintos a la hora de medir la mortalidad infantil. De hecho, lo bebés que nacen muertos, no se suelen incluir en las estadísticas de mortalidad infantil, pero en EEUU sí lo hacen.
Estados Unidos usa métodos distintos, pero la gente de la OMS (de donde saco los datos de comparación) no son tan idiotas como para no darse cuenta y estandarizar los resultados...
En el link de la OMS no salen los datos de Estados Unidos, por eso pregunto: ¿Qué estadísticas se toman para medir la mortalidad de esos Estados del sur? ¿Los de la OMS o los de la CIA Factbook? Porque son muy distintos.
En término globales, no encuentro ese ascenso de la mortalidad infantil (se mantiene en 2003 y 2004 y no encuentro datos posteriores). Si bien en EEUU es bastante más elevada que en Europa (8 por 1000), también podría alegarse que esos mismos organismos desmienten la idea de una sanidad nauseabunda: en el Human Development Report 2006, EEUU es el 8º país del mundo. Cosa que me parece sorprendente, dado su sistema sanitario...
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