Siguiendo con mi política de hacer amigos entre mis compañeros de bitácora, voy a tratar de corregir algo que me parece un poco irritante: el constante recurso al espantajo del neoliberalismo. En caso que algo sea feo, malo y gordo, la culpa es de la ideología neoliberal.
Bueno, pues noticia noticiosa: el neoliberalismo no existe. Nunca ha existido. Es un mito, un figmento de imaginación de la izquierda, el equivalente progresista al contubernio de Munich. Los gnomos de Zurich no dirigen el mundo. Dejadlo ya.
Si hubo algo cercano al credo neoliberal, muere a mediados de los ochenta, cuando Margaret Thatcher y su equipo se dan cuenta que lo del monetarismo es una tontería y tiran (como todos) por el camino de bajar tipos y subir gasto cuando la economía encalla. Ronald Reagan nunca fue uno de ellos, y si no mirad dónde dejo el déficit público. Nueva Zelanda lo intentó, y las cosas han vuelto al viejo consenso después de las rarezas que intentaron a finales de los ochenta. El Fondo Monetario Internacional no lo ha sido nunca; los planes de ajuste se aplican desde como mínimo los cincuenta (España fue uno de los primeros en pasar por uno) y aunque parezca mentira, cuando un país pasa por uno normalmente no tenía otra alternativa. La ley de la gravedad afecta a todos, vamos.
La derecha en Europa no es neoliberal; Aznar y Rato nunca lo fueron, y la Constitución Europa no lo es más que lo es la española. Aparte de los cuatro iluminados en sus torres de marfil, no hay nadie en sitios de poder que se atreva a defender lo que se atribuye a los neoliberales; ni Bush se ha atrevido a tratar de privatizar las pensiones, y con los números de déficit público que gasta, lo de estado mínimo es un cuento. Hablando de Estados Unidos, los neoconservadores no quieren dominar el mundo ni hacer una teocracia; gran parte de su retórica es en clave estrictamente interna, para movilizar el crucial voto evangélico.
Por si fuera poco, ambas etiquetas son sólo usadas desde la izquierda, y no tienen de hecho un contenido real. No hay economistas neoliberales; hay monetaristas, defensores de los ciclos económicos y neokeynesianos. Lo que se llama "neoconservador" es de hecho tres grupos distintos, que van de conservadores morales a liberales económicos, pasando por una corriente quijotesca intervencionista en política exterior que hace experimentos de democracia.
Usar la palabra "neoliberal" o "neoconservador" como justificante que algo es malo es un recurso extremadamente perezoso, falaz y que no lleva a ninguna parte. Es recurrir a un hombre de paja para criticar algo, no entrar a señalar un mal real. Hay muchas políticas erroneas, inmorales o equivocadas ahí fuera, pero gritar neoliberal y señalar con cara airada no lleva a ningún sitio.
Cuando enviamos algo a parir, no recurramos a estas cosas. Nos centramos en los hechos, y hablamos de los efectos en el mundo real de lo que atacamos, no de monstruos mitológicos. La política es el arte de lo posible, y la verdad, hablar de ideas abstractas no lleva a ninguna parte.
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