The Dismal Science (la ciencia deprimente) era como John Maynard Keynes llamaba a la economía. Es un título que muchos economistas llevan con una mezcla de orgullo y pesar. A Amartya Sen se le atribuye la frase que los buenos economistas se reencarnan en físicos, mientras que los malos se reencarnan en sociólogos; si uno es bueno, recordad, tiene una vida más fácil al reencarnarse.
Por alguna razón que se me escapa, los economistas son los científicos sociales más odiados por algunos sectores de la izquierda (también de la derecha por otros motivos; ahora voy a ellos), tachándoles de aguafiestas por su obcecación en decir que otro mundo es imposible, y que nada sale gratis.
¿Realmente son tan malvados? Merece la pena explorarlo un poco.
Se ha acusado siempre a los economistas de tener una respuesta para todo, pero nunca una solución a ningún problema. Lo cierto es que como ellos mismos reconocen (Paul Krugman lo dice a menudo) la Economía como disciplina está en el punto que estaba la medicina en el 1900: son muy buenos diagnosticando problemas, pero muy malos curando enfermedades. Saben, como a principios de siglo, que las sangrías (por ejemplo, deflaciones o los tipos de cambio poco realistas) hacen más daño que bien, y tienen una lista bastante larga de los remedios estúpidos que sólo empeoran las cosas (comer carne roja para curar la gota / controles de precios para curar la inflación), pero no pueden decir mucho sobre qué produce una economía sana.
En otras palabras, aún no se sabe a ciencia cierta qué es lo que crea el crecimiento económico (si algún articulista dice que si lo sabe, delira) pero se conoce muy bien que lo destruye. Los economistas por tanto te pueden hacer una lista enorme de qué no hacer para salvar una economía (en gran parte porque son ideas que ellos pensaron que eran buenas y fracasaron) pero poco más.
Así, cuando un economista dice que la idea X es profundamente estúpida normalmente lo dice en serio. Eso sí, no se esperen grandes ideas alternativas; la disciplina no ha llegado tan lejos. Como la medicina en el año 1900, sólo ahora empiezan a poder hacer pruebas cada vez más serias, según los datos que tienen mejoran y sobre todo, la potencia de cálculo se incrementa para tratarlos. Contando, sin embargo, que los problemas que tratan son infinitamente más complejos, quizás no lleguen nunca a tener respuestas únicas, en especial con la velocidad de cambio de las sociedades. Pero cuando hablan, no lo hacen por joder o porque tengan una agenda; es una ciencia real.
A todo esto, hay algunos sectores de la derecha que no aman la disciplina académica de la economía lo más mínimo, muchas veces porque contradice sus preferencias morales. A ellos se les debe la aparición de engendros (despreciados por los economistas serios) como el supply-side economics, o las voces en Estados Unidos que dicen que el déficit no importa, las desigualdades están aumentando o el que bajar los impuestos a los ricos favorece la inversión. La figura del intelectual de think tank es un invento (brillante en cuanto a propaganda) de la derecha, harta que los economistas no les den la razón.
En el mundo académico cuando una idea es buena (el monetarismo de Friedman, por ejemplo), el resto de economistas se la miran, van a la teoría general y la corrigen (así los post-Keynesianos se toman esas cosas más en serio). En el mundo de los think tank, la idea que perdura es la que ayuda al partido, y así nos va. El debate político sobre economía no tiene nada que ver con lo que realmente se sabe sobre economía usando el método científico; y así acabamos escuchando tantas tonterías.
Por cierto, mi campo (ciencia política) está aún peor. Nosotros aún no nos aclaramos diagnosticando muchas cosas, pero es que encima de política se cree que sabe hasta Carlos Carnicero. A veces parece que hablen de Marte, vamos. Para echarse a llorar.
3 comentarios:
Soy economista, a mi pesar.
Mingote publicó hace muchos años un chiste genial sobre los economistas. Un tipo le decia a otro: "A los economistas nos pilla también de sopresa todo lo que pasa, nos diferenciamos de los demás en que sabemos explicar perfectamente porque ha pasado".
El problema de las ciencias sociales está en su base. Y la base es creer que los comportamientos humanos se rigen por leyes intrínsecas de la misma forma que la naturaleza se rige por leyes fisicas. Y esto es un gran absurdo.
Lo que más me molestaba cuando hice la carrera eran los profesores y catedraticos de econometría que creian en la existencias de leyes casi inmutables que regian los comportamientos, y que además podian ser estupendamente modeladas de forma matematica. Siempre me pareció del todo absurdo. Supongo que fue un ejercicio de autoflagelación el especializarme en econometria.
La única parte de la economia que creo tiene algo de futuro real es una disciplina que se ha dado en llamar "behavioural finance" que trata de explicar los comportamientos de los mercados financieros en base a a la psicologia de masas. Y empieza por tirar a a la basura todas las hipotesis de partida que sobre el comportamiento humano hace la economia tradicional, empezando por la racionalidad de los concurrentes. Me encanta.
Amo la teoría de juegos, sobretodo cuando la torturas con información incompleta y putaditas semejantes :-). La economía ha mejorado mucho en tener eso en cuenta en los últimos años.
Estoy contigo Egocrata. La teoría de juegos fue de lo poco aprovechabale de la carrera.
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