El País lleva una temporadita haciendo cierto ruido con las aventuras y desventuras de Jose María Aznar estos días. Resulta que el buen hombre está haciendo dinero por ahí con una consultoría, acudiendo a reuniones de News Corporation (sí, los propietarios de Fox News) y dando su muy valiosa opinión, según parece, a todo aquel que quiera escucharle.
Los titulares hacen parecer todo esto como algo inusual o vagamente deshonesto, usando el tipo estilo periodístico que tanto abunda estos días (ventilador, mierda, etcétera). Para variar, la historia de noticia tiene poco, ya que esta clase de contratos y acuerdos no son de ningún modo inusuales. Eso no significa, claro está, que no sean relevantes, y que no sea necesario reflexionar un poco sobre su naturaleza.
Cualquiera que haya buscado trabajo ultimamente sabe que no hay nada como tener amigos. La inmensa mayoría de estudios sobre mercado laboral (en todas partes, incluso en los muy "meritocráticos" Estados Unidos) muestran que una parte muy significativa de los empleos se consiguen no por un proceso de selección, sino por algún contacto o amistad en la empresa. Hay una correlación significativa e importante entre "calidad" de la gente a la que se conoce y la probabilidad de conseguir un buen empleo.
Esto explica en parte por qué según que colegios y universidades son siempre un trampolín más potente que otros para encaramarse a un buen puesto de trabajo. Si una persona tiene amigos que tienen dinero, o conocen mucha gente, o salen por televisión, uno siempre tiene más capacidad para saber dónde encontrar oportunidades a base de chivatazos, de modo que a igualdad de talento con alguien con un círculo de contactos más limitado, es más probable que encuentre esas oportunidades.
Esto sucede, evidentemente, tanto para quien busca su primer trabajo, como para quien ya es alguien en este mundo y quiere hincharse a ganar dinero. Tanto en los negocios como en tratar de pasar de ejecutivo en una compañía a asesor del jefe en otra, quién conoces y quién te coge el teléfono cuando llamas es importante. En cierto sentido, la agenda del teléfono móvil es, en mucho aspectos, mejor indicador de status y clase social que las propiedades o ingresos de una persona. Tener contactos importantes es un talento valioso, y ser una persona con una agenda cargada tiene un precio en el mercado acorde.
Traducción al mundo real: una de las mejores cosas que le pueden suceder a un político, a nivel de ingresos, es perder su empleo. En el caso de un ex-presidente del gobierno, contratándolo uno tiene un portavoz mediático ambulante, el número de teléfono de cientos de personas influyentes, y acceso a políticos y entes reguladores. Y todo sin la fastidiosa carga de un cargo público y los cargos por corrupción asociados. Si se tiene afinidad ideológica y el político se pasa el día hablando de causas de su agrado, uno consigue un agente excelente y entusiasta que justifica fácilmente su sueldo. Ahí tenemos a González y Aznar, ganando dinero a base de asesorar por el mundo.
Evidentemente, estas maniobras no se restringen a ex-presidentes del gobierno, y de hecho no son tan inocentes como parecen. Ministros, parlamentarios, congresistas y senadores pueden acabar trabajando para las empresas que antes se supone debían vigilar; legisladores pueden ir y volver de grupos de presión según se ganan y pierden elecciones. La clase política puede acabar siendo de hecho un centro de reclutamiento para "empresarios preocupados", con una puerta giratoria entre estado y negocios que queda abierta a todo tipo de conflictos de intereses.
Esta situación es especialmente grave en Estados Unidos, pero no es en absoluto una característica única del congreso americano. En Francia el ir y venir de enarques (graduados de la ENA, la escuela que prepara la mayoría de altos funcionarios y políticos) al sector privado tiene incluso un nombre propio (pantouflage), sin ir más lejos. Por no hablar de ciertas empresas privatizadas en España, auténticos cementerios de ministros y secretarios de estado (muertos que gozan excelente salud), o cierto ex-canciller alemán trabajando para Gazpron como asesor estos días.
Lo especialmente fustrante de estas relaciones es que son muy difíciles de controlar; en parte porque sus efectos son muy difíciles de medir sin recurrir a conspiraciones, en parte por ser ciertamente legales, y no se pueden clasificar fácilmente. En un mundo ideal, la prensa se encargaría de vigilar estas cosas; en la práctica, los medios de comunicación se hartan de contratar ex-políticos. Es un problema sin una solución sencilla; la misma naturaleza de nuestra sociedad, basada cada vez más en la comunicación veloz y el intercambio de la información hace que el valor de estas relaciones sea intrínseca al sistema.
Sí, el señor Aznar tiene amigos. Me temo que es algo que no podemos prohibir.
7 comentarios:
El problema es que si están percibiendo dinero del sector privado (en una sociedad a nombre de Aznar) y del sector público (como consejero vitalicio del Consejo de Estado) al mismo tiempo con actividades incompatibles según la Ley.
Que yo sepa, Aznar entró en el consejo de estado después de crear la sociedad Famaztella, por lo que en caso de incompatibilidad, el propio consejo no debería haber llamado a Aznar a formar parte de él.
Creo que Carlos Slim se va a precipitar en despedir a Felipe González, antes que desde este blog se golpee con el martillo de la justicia universal progresista.
No sé si te das cuenta, pero menciono las tendencias de asesoría universal del Sr. Lez en el post.
Por cierto, González renunció a formar parte del Consejo de Estado, no como Aznar...
Aznar firmó una carta en la que aceptaba el cargo declarándose libre de todo incompatibilidad. Los ingresos registrados por esa sociedad no estaban inscritos en el registro que llevan para altos cargos...
Nadie le niega al Sr. Aznar el derecho a trabajar libremente en el sector privado, por mí como si quiere meterse en un Gran Hermano... pero la noticia viene cuando hay una posible incompatibilidad (y remarco lo de posible)
me parece que tienes mucha razon, egocrata.
El problema es que Aznar, como ex-presidente con menos de 2 años en cesantía y como miembro del Consejo de Estado DEBÍA declarar la existencia de la sociedad y no lo hizo.
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