En el mundo hay un montón de fraudes. El negocio de vender humo a pobres desgraciados es una tradición vieja, y a la que todos hemos sido víctimas en un momento u otro. Lo curioso del mundo moderno es que hay enormes sectores de la economía basados en la venta profesional de humo; gente que vive a base de vender conocimientos vagamente inservibles. Será cuestión de hacer un listado de estos gurús del escaso valor añadido.
1. Mercaderes de arte moderno: Ignacio Sánchez-Cuenca tiene una cruzada contra ellos, y con razón. Nada como comerciar con unos bienes que basan su valor en lo apreciados que son por los críticos y comerciantes. La impostura es su profesión.
2. Personal de recursos humanos, reclutamiento: cualquier persona que haya buscado trabajo ultimamente en una empresa grandecilla sabrá de qué hablo. Hay gente que para justificar su salario se inventa pérdidas de tiempo realmente estupendas. En serio, si quiero vender DVDs en una gran superficie, un test de 60 preguntas es cláramente excesivo. Y preguntarme sobre qué quería ser de mayor cuando tenía 10 años en una entrevista o cuál ha sido el mayor conflicto moral que he afrontado en mi vida les dará pocas pistas sobre mi capacidad para escribir cartas.
3. Gurús financieros: la economía como ciencia es muy buena explicando que sucederá, pero con seis meses de retraso. En otras palabras, su capacidad para acertar en predicciones es relativamente limitada; normalmente su mejor tasa de aciertos es cuando toman medias históricas agregadas y presuponen que no variarán demasiado. Es por eso que uno debe desconfiar muchísimo de cualquier "experto" que hable en solitario de crecimiento de dos dígitos en un determinado valor, o muy por encima de la media del mercado. La belleza de la media arimética es que a largo plazo todo el mundo tiende a empotrarse en ella (es muy raro el inversor que está únicamente por encima), así que las grandes predicciones geniales tienden a ser basura.
4. Expertos en gestión, gurús ejecutivos: he hablado en otras ocasiones sobre por qué me parece que los salarios de los ejecutivos en muchas empresas es exageradamente alto en comparación a lo que realmente producen. Lo cierto es que no he cambiado de opinión. Una empresa tiene un producto que vende o no vende, y la verdad, su presidente sabe mucho menos sobre qué funciona o qué no funciona que sus ingenieros o vendedores. Evidentemente, un CEO no es algo irrelevante, pero una empresa grande es más una maquinaria que toma decisiones a largo plazo de forma colectiva que una marioneta de sus altos directivos.
5. Expertos en gestión, libros y cursos: mención especial merecen los libros de métodos innovadores para dirigir empresas y sus recetas básicamente aleatorias y los cursos para ser un máster del universo. La inmensa mayoría de libros que hablan de "empresas a imitar" son espectacularmente efectivas en predecir de hecho qué empresas se irán a la bancarrota; Enron es un caso estelar en este aspecto. Sobre los MBAs, decir que las famosas clasificaciones de los mejores tienen unos problemas de profecia-autocumplida exagerados. Que lo que enseñan sea realmente tan útil, en vista del éxito de los buscadores de recetas de éxito profesionales, es más que discutible.
6. Poderes paranormales: si usted tiene poderes paranormales para predicir el futuro, ganar un millón de dólares es fácil. James Randi te da ese premio si puedes demostrar en laboratorio que tienes superpoderes. De momento, nadie ha estado ni remotamente cerca de ello. De hecho, ni allí ni en ninguna parte, pero la gente continua cayendo en ello.
7. Contertulios: esos todólogos radiofónicos. Aspiro a ser uno, de todos modos, porque en contra de lo que parece, yo no soy un fraude.
8. Blogueros: bueno, quizás sí.
1 comentario:
Yo trabajo en el famoso sector informáticos de las megasubinfracontratas y por eso a veces me parto tanto con los liberales de la muerte que se nota que muchos ni han trabajado y que creen que el sistema funciona, todo se optimiza y no hay más que elecciones racionales.
En el mundo real lo que se ve es un despilfarro increíbles, tarifas hinchadas, egipcios por todas partes, cosas que se hacen dos o tres veces, colegueos, empresas, gestores y consultores cuyo trabajo es vender imagen y humo cuando su trabajo real y efectivo es ninguno y se limitan a hacer de intermediarios y llevárselo crudo.
Al final los grandes consumidores de servicios informáticos como los bancos y las telefónicas gastan el triple de lo que deberían, y la mayor parte del dinero se lo llevan unos verdaderos zascandiles que en un país medio decente deberían estar la mayor parte de ellos en la cárcel.
La próxima vez que en un banco os denieguen algo u os acordéis de la madre de los de las compañías de móviles porque suben las tarifas recordad que el sistema funciona y se optimiza a sí mismo de la forma más eficiente.
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