Primero de todo, enlazo el plan, para el masoquista que tenga ganas de leerlo entero. Es excitante y divertido. Los demócratas han hecho pasar por el aro a la administración algo serio; recordad que el primer borrador presentado por Paulson ocupaba tres páginas escasas. Es un plan complejo, no especialmente elegante; aún con los numerosos cambios y añadidos, es un poco un frankenrescate, una mezcla de varias piezas y principios rectores en el que la mano de Paulson, Dodd, Frank e incluso congresistas republicanos montañeses están presentes.
Como toda ley de este tamaño (y creedme, es un plan gigantesco; mirad este gráfico de costes), uno tiene que hacerse dos preguntas. Primero, y más importante, si es una buena ley. Segundo, y algo menos significativo, quién sacará réditos políticos de todo esto. Los medios americanos van a hablar básicamente de lo segundo (los economistas les dan miedo) así que supongo que tendré que responder más la primera.
La verdad, no me atrevo a decir con total seguridad si es un buen o mal plan. Marc Vidal cree que es un parche para retrasar lo inevitable, básicamente un arreglo insuficiente, y puede que tenga algo de razón. La verdad, si sólo consigue hacer eso, ya me parece un buen plan. Las elecciones son dentro de 37 días; sea quien sea el presidente (y la verdad, el ganador empieza a perfilarse bien) tendrá un margen de maniobra mucho mayor. Paulson no deja de ser un hombre de Bush; es un tipo inteligente que no ha cometido demasiados errores graves, pero hay algunas líneas que no cruzará nunca. Si lo que necesita el sistema financiero es algo mucho más radical y ambicioso, como la nacionalización que sugiere Brad DeLong (o Roubini, que ha acertado más que nadie estos últimos meses), es necesario tener otro inquilino en la Casa Blanca.
Aún así, soy de la opinión que el plan de rescate sin ser bueno es relativamente aceptable. Como dice Krugman, da tres herramientas al Departamento del Tesoro: una irrelevante (el plan de seguros que tanto excita a los republicanos), una probablemente equivocada (comprar deuda mala sin más) y una relativamente aceptable (comprar acciones cuando se compra mala deuda). Aunque no es el mejor de los diseños posibles y seguramente había formas menos arriesgadas y más baratas de arreglar el desaguisado, el engendro tiene una probabilidad aceptable de funcionar. Roubini está en lo cierto que el plan tiene bastante de "estado del bienestar para banqueros", pero con esta Casa Blanca no se puede pedir demasiado más; al menos la puerta está abierta para que el sucesor de Paulson pueda nacionalizar alegremente si eso es lo que realmente hace falta.
Lo que es bastante obvio es que esto no se ha acabado. Suceda lo que suceda (y la verdad, el sistema financiero se puede ir a la mierda mañana igual perfectamente; Wall Street está lleno de bipolares egocéntricos en ataque de histeria) el pobre diablo que llegue a la Casa Blanca en enero tendrá muchísimo trabajo pendiente. El nuevo Secretario del Tesoro tendrá la poca envidiable tarea de gobernar un país los problemas fiscales de Brasil (en un mal día) y lleno de tipos alérgicos a las subidas de impuestos (que son, por cierto, bastante bajos), y eso si todo sale bien. Buena suerte.
Sobre ganadores y perdedores políticos... difícil decirlo. Depende en gran parte de cómo sale la votación mañana, y lo cínicos que sean los republicanos hablando del rescate si deciden votar en contra. Hablaré más de eso mañana en Barras y Estrellas, si tengo tiempo.
Para cerrar, echadle un vistazo al estupendo resumen de la crisis y sus orígenes que Barry Ritholz publicaba hoy en Barron´s. Nada que no sea conocido, pero es tristemente cierto. La culpa es de todos, no sólo de los bancos.
Actualización: el voto fracasa en el Congreso. Agarraos que vienen curvas.
5 comentarios:
Suscribo buena parte de su análisis. También temo que pueda no servir para demasiado.
Una sola cuestión, si ponemos dinero público y nos dan mierda, más acciones de empresas de mierda ¿porque esas acciones tienen voz, pero no voto en el Consejo de Administración? Tiene su guasa que lo público se coma los marrones de los halcones de las finanzas y no podamos votar en los Consejos de las empresas que rescatamos. ¿Así vamos a recuperar parte del dinero público del rescate de Wall Street?
Me interesa su opinión sobre este particular.
Un saludo
No me detendré mucho, pero parece que los mercados están un ataque de histeria profundo: los bonos del tesoro americano a corto plazo dan un interés del 0.04, es decir, menos que poner el dinero bajo la almohada. Mientras, todos los indices de crédito (TED, LIBOR) están fuera de la escala, y la bolsa cae en picado.
El plan de rescate está siendo votado ahora mismo en el Congreso. veremos qué sale y cómo reaccionan los mercados.
Oh, Lole, por cierto: lee el blog de Krugman en el NYT hoy, habla sobre el tema. Básicamente es cuestión de riesgo político: si los demócratas proponían eso, los republicanos votarían en contra en masa, haciendo un daño electoral atroz. El plan no es popular en absoluto.
De hecho, hay muchísimo miedo sobre qué salga en la votación. Muchísimo. Lo más probable es que se apruebe, pero... bueno, ya se sabe. Esto es EUA en un año electoral.
Sí, son así de suicidas.
Y el plan fracasó. Que Dios nos pille confesados.
De modo que el plan no ha resultado políticamente viable antes de las elecciones. Algunos congresistas no quieren ir por ahí explicando a sus electores como malgastan su dinero subvencionando especuladores. Los demócratas tampoco quieren comerse el marrón solos.
Los condicionantes políticos cambian después de las elecciones, así que un plan de rescate vuelve a ser posible en noviembre o enero. Siendo optimistas, y dependiendo del futuro ocupa de la Casa Blanca, será incluso posible un plan mejor.
Es cuestión de semanas. Mientras tanto solo queda agarrarse en las curvas y seguir salvando entidades según el capricho/miedo de los responsables.
Publicar un comentario