Una nota rápida sobre Gustav, y la respuesta de las autoridades americanas: las cosas han funcionado bien. Sí, es un contraste enorme comparado con el desastre de Katrina, y sí, Gustav era menos potente, pero no deja de ser una muestra de cómo funcionan las cosas en Estados Unidos.
Primero de todo, es un sitio donde se hacen las cosas bien cuando se ponen a ello. No deja de ser un país capaz de hacer las cosas bien cuando quieren, a pesar de los pesares. Segundo, es una muestra de algo de lo que hablaba no hace mucho: las instituciones americanas funcionan a base de liderazgo, no de procedimiento. Si los jefes de las agencias y ejecutivos son buenos y están prestando atención activa a un problema, las cosas salen bien; si no, las cosas sencillamente no funcionan.
En España, Francia o Alemania, una organización como protección civil funcionará más o menos igual, independientemente de quien sea el ministro de interior de turno o la atención que le preste Zapatero. La burocracia será más o menos ágil, los funcionarios más o menos torpes, pero la respuesta será relativamente mecánica y consistente. Si la burocracia es mala, la respuesta será uniformemente torpe, y así será hasta que sea reformada en un proceso lento y lleno de resistencias. Si es buena, ya puedes tener un mono como director del tinglado, la respuesta será buena.
Con Gustav, el gobierno americano en bloque estaba prestando atención al problema. Las cosas salieron bien, por una vez. Buenas noticias.
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