Mostrando entradas con la etiqueta copistería fina. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta copistería fina. Mostrar todas las entradas

miércoles, septiembre 12, 2007

Un par de enlaces

Llevo tiempo leyendo a Citoyen, pero lleva una temporadita que está que se sale. El tipo es un firme creyente en la ley de la gravedad, y lo demuestra con argumentos sólidos hablando de derechos laborales (y lo absurdo de tratar de exportarlos) y la extraña manía que tienen algunos de confundir ciencia con moralidad.

Aunque sigo sin entender qué es eso de ciencia del derecho, vamos.

Leed ambos, que el tipo anda inspirado. Si sigue así, me iré con los trastos a casa, que ya hay otro que explica todo lo mío....

domingo, mayo 20, 2007

Vendiendo información en Estados Unidos

Siguiendo con lo que hablaba el otro día sobre leyes de privacidad, protección de datos y lo patéticamente inoperantes que son estos días, otro ejemplo este mismo fin de semana. Algunas grandes empresas de publicidad, esas que tienen listas de gente con dirección y teléfono que venden a terceros para que te llenen el buzón y contestador automático de basura / ofertas extrañas, estan digamos diversificando mercados.

Básicamente venden datos a quien sea. Incluso a criminales profesionales expertos en el robo de identidad y fraude bancario. Y no, no es un problema pequeño; no hay estadísticas razonables, pero todo indica que estos ataques afectan a miles de americanos.

El caso más sangrante ultimamente ha sido el de InfoUSA, una empresa que se especializa en comerciar con nombres y direcciones de jubilados. Resulta que han estado vendiendo alegremente los datos de veteranos de la segunda guerra mundial con problemas de salud a gente dudosa, que se ha dedicado (en masa, con decenas de operadores llamando a miles de afectados desde la India) a llamarles haciéndose pasar por empleados del gobierno federal para pedirles datos para sus pensiones de veteranos o "nuevas" prestaciones de salud. Una vez con los datos, procedían inevitablemente a vaciar la cuenta bancaria de los pobres abueletes, la mayoría demasiado despistados para olerse el problema.

En teoría, la legislación prohibe a InfoUSA vender listados a empresas que estén cometiendo actos obviamente fraudulentos. En la práctica, lo de "obviedad" parece que se le escapa a la inmensa mayoría de vendedores de listados, que siguen comerciando tan felizmente con datos de terceros. Los reguladores siguen persiguiendo a los ladrones, pero siguen sin mover un dedo contra el puñado de incompetentes que les sirven munición y objetivos. Clásico.

Empiezo a sospechar, sin embargo, que el problema se deriva en parte de la bizarra mentalidad americana acerca de la privacidad. Los americanos tienen un extraño pavor a que una agencia del gobierno tenga sus datos. Cuando les hablas de sanidad pública universal, siempre te sale alguno diciendo que no quiere que los burócratas puedan leer su historial médico. La alergia es lo suficiente pronunciada que las bases de datos del IRS (internal revenue service; "hacienda" recolectanto impuestos) y los de la USCIS (inmigración) no pueden ser cruzadas entre ellas, algo que permitiría encontrar de forma trivial una auténtica horda de inmigrantes ilegales.

Si quien tiene tus datos es una empresa privada, sin embargo, ningún problema. Ya pueden vender tus datos a quien sea, perderlos de forma espantosa, o contarles tu vida a los bancos para que te torturen cuando pidas un crédito. Esos a los americanos no les parece en absoluto preocupante.

Las cosas dirían que están empezando a cambiar, aunque poco a poco. Los medios empiezan a hablar con su habitual alarmismo (por una vez, justificado) de estos problemas, aunque (otra cosa muy americana) culpan a todo el mundo (¡empresas deshonestas!¡estafadores!¡los hackers de internet!) menos a unos políticos que tienen todo este lado de la economía sin regular. La paranoia europea acerca de las empresas privadas es muchas veces exagerada; la alegre confianza americana en ellas hay algunos días que es sencillamente estúpida. En fin, veremos.

martes, marzo 20, 2007

Albacete: Rajoy debe dar explicaciones.

La rebelión cívica sigue adelante, con fuerza y con más motivos que nunca. La manifestación convocada este sábado en Albacete a las cinco de la tarde por el Gobierno Regional es un nuevo grito de libertad, un nuevo gesto de denuncia democracia de la evidente ofensiva de Rajoy y de su partido contra Albacete. Un asalto que pretende convertir Albacete en mera moneda de cambio para impulsar el proceso de rendición ante los terroristas del Frente de Liberación de los Gnomos del Jardín.

La intención de ceder la Ciudad del Queso a las pretensiones Gnomistas y Gnomoides resulta difícil de dudar dada la estrategia y trayectoria de este partido y habida cuenta de que es una de las exigencias del FLGJ y de que Rajoy ha cedido a las cesiones constantes del Frente. Otra cosa es que semejante actitud no corresponda a la que debería tener un partido normal en una democracia homologada, lo que quizá explique los nervios que se perciben entre los conservadores y que provoca reacciones de lo más variado.

Por ejemplo, el secretario general Acebes ha dicho tras la reunión de Maitines que la manifestación de este sábado en Albacete es el resultado de unos fantasmas que alienta Roger Senserrich. Quizá semejante afirmación podría haber tenido alguna credibilidad en otro momento, pero después del alto el fuego pactado con el Frente de Liberación de los Gnomos del Jardín, de la reacción del Gobierno al atentado en el parque del Retiro, de la excarcelación del Gnomo David, del desprecio a las víctimas y de la soberbia con que han reaccionado ante las multitudinarias manifestaciones en la calle, la credibilidad de los populares está por los suelos. Por ello, y por mucho más, hay razones para pensar que Albacete está en el paquete de las concesiones a las hordas gnómicas.

De nada sirven ya los requiebros dialécticos de Rajoy, ni sus piruetas verbales. A estas alturas de legislatura lo conocemos demasiado bien y sabemos que siempre dice una cosa y hace la contraria. Su crédito está agotado. Para salvarse necesitaría cambiar y dar pruebas fehacientes de ello, algo que a estas alturas se antoja imposible. Rajoy va a por Albacete y es obligación de los españoles de bien ayudar a que la ciudad de los cuchilleres se convierta en un dique que nos proteja a todos de la marea gnomista que se nos viene encima. Seguro que así será.

Pequeño homenaje a Permafrost en la imprescindible bitácora Debate Callejero, con un poco de intertextualidad salida de madre (es un homenaje, hombre) a Ignacio Villa. Según recogen mis fuentes, Mariano Rajoy ha pactado con el Frente de Liberación de los Gnomos del Jardín un pucherazo electoral a cambio de ceder Albacete. Exijo que demuestre inmediatamente su inocencia.
.

martes, marzo 13, 2007

De la promiscuidad de los materiales

Cuando se habla de propiedad intelectual el debate tiende a girar siempre sobre unos pocos problemas. Los conflictos se centran, básicamente, en el derecho a copia privada y en los instintos depredadores de unos cuantos reclamando derechos de autor en bodas bautizos y comuniones. Temas importantes, no hay duda, pero que tienden a ignorar el otro lado del problema: el de los autores y la frontera entre inspiración y plagio.

Jonathan Lethem es un escritor americano convencido que entre uno y otro concepto la diferencia es mucho más sutil y menos estricta de lo que algunos pretenden; de hecho, tiene defiende que el arte no es nunca original, y tiene más de copia y mejora que de originalidad pura. La tendencia estos días es la de poner barreras a este proceso; tenemos por ejemplo músicos tratando de cobrar por el uso de samples de sus canciones por otros artistas. En cierto sentido, es como si Garcilaso de la Vega exigiera a todos los poetas posteriores derechos de autor cada vez que quisieran comparar una mujer con una flor, solo sustituyendo notas musicales con palabras.

La idea de Lethem ha sido darle la vuelta a esta idea, colgando en su página web lo que el llama materiales promiscuos. Básicamente, ha dejado a disposición del público una serie de relatos, poemas y letras de canciones para que sean adaptadas, cantadas o recitadas como cada uno crea conveniente. El resultado ha sido curioso, cuanto menos; no hay nada como tener cincuenta canciones totalmente distintas sobre la misma letra o varias adaptaciones de un mismo relato al teatro, todo derivado de un alegre colaboración entre artistas que enviaría la SGAE al hospital con un ataque de nervios.

De hecho, hablaba de algo parecido cuando explicaba el funcionamiento (o la inexistencia) de derechos de propiedad intelectual en otra industria que parece generar muchos más beneficios que la música, el mundo de la moda. La copia entre creadores, de hecho, no es necesariamente algo que represente una pérdida para estos; el prestigio de ser imitado puede generar unos beneficios adicionales que no existirían en un mercado cerrado.