Hoy la federación española de fútbol nos ha dado una valiosísima lección de teoría política. Más concretamente, Villar y su tropa nos han brindado un claro ejemplo sobre por qué la democracia funciona como sistema político, y la RFEF no.
A ver, lo que sucedió el martes con Francia fue algo muy sencillo: a España le dieron un baño. Se salió al campo con tres centrocampistas livianos contra un equipo que jugaba con cinco armarios en esa zona. Como era de esperar, les dieron un repaso, y perdieron. No hay excusa posible, Aragonés la pifió. Ya se llegó tarde, mal y a rastras al mundial (lo que se sufrió para clasificarse, rediós), y aparte de un espejismo contra una inoperante Ucrania, en los otros dos partidos se dio bastante pena. El resumen del mundial es un naufragio con todas las letras, se diga lo que se diga, y el responsable del equipo parte de la culpa tiene.
Reacción de la RFEF: renovarle. La verdad, no tengo ni idea qué esperan. Ni Aragonés va a descubrir el mágico truco del fútbol perfecto en dos años, ni va a ganar experiencia a estas alturas que lo haga un entrenador mejor. Si el equipo no ha funcionado hasta ahora (y no lo ha hecho), no lo va a hacer a dos años vista. Sí, los jugadores serán más veteranos, y quizás la prensa deportiva se haya dado cuenta que Raúl y Torres son dos de los mayores fraudes de la historia del deporte mundial, pero el tipo que dirige el equipo será el mismo, con idéntica incapacidad para hacer que jueguen a nada.
La democracia se basa ante todo en un principio muy sencillo: si alguien mete la pata, se le puede echar fácilmente. De este modo, el gobernante debe esforzarse todo lo que pueda para seguir mandando. Si no tiene lo que hay tener, puerta, que no debemos perder el tiempo con tonterías. Por algún motivo que se me escapa, el puesto de seleccionador español funciona al revés: uno tiene un "proyecto", y lo aplica hasta que se cansa. Así vamos, de pifia en el mundial a confirmación de catástrofe en la eurocopa, desde tiempo inmemorial.
El problema, para variar, es el de un sistema que no funciona, las elecciones a la RFEF. Como están las cosas ahora, Angel María Villar podría estar en un estado vegetativo permanente y seguiría ganando elecciones. Decir que la federación es una organización disfuncional es ser caritativa con ella; tiene más de mafia informal que otra cosa. No es normal que un tipo que pifia de manera consistente la gestión de árbitros, selección y clubes, tiene escándalos de corrupción por todos lados, y que básicamente no ha conseguido nada relevante salga reelegido cuatro veces con mayorías a la búlgara, y gane una quinta reelección casi sin despeinarse, a pesar de la crítica general.
Una mirada a los estatutos de la Federación dan una idea clara sobre qué sucede. El electorado que vota al equipo dirigente es una asamblea general restringida (180 miembros), relativamente cerrada y fácilmente manipulable, en especial cuando el presidente tiene capacidad real de favorecer o dañar a los miembros. Como todo colegio electoral basado en delegados, coordinar una oposición es mucho más difícil que poner barreras desde la dirección; no importa lo incompetente que el presidente sea, si se lo propone puede apelar a egoismos particulares por votos casi indefinidamente.
Dicho en otras palabras, la estructura de la RFEF va en dirección contraria a una de las características más necesarias de cualquier sistema político, que permita castigar a los incompetentes y premiar a los hábiles. Cuando un dirigente no tiene mecanismos de control efectivos, la incompetencia se hace perpetua.
En fin, la federación es una organización privada. Si sus miembros son incapaces de ver más allá de sus narices y cambiar un sistema absolutamente disfuncional, allá ellos. Aquí parece que la culpa es siempre de otro.
Por cierto, reconozco que el cargo de seleccionador en España es rematadamente complicado. En contra de otros países, no hay una "escuela" o forma de jugar típica en los clubes españoles. Un equipo alemán parece siempre tirar de 4-4-2, juego físico y orden, un Italiano defiende, un Argentino aprende a jugar al pase desde que tiene nueve años. En España, un tipo de Bilbao juega al patatum parriba, un sevillano se pasa el día con técnica individual, un catalán hace de holandés, y así sucesivamente. No hay una tradición única de juego fuerte, y se nota.
Me parece que un seleccionador hispánico debe dejar de pensar en seguir una idea, y trabajar más como si entrenara un club. Parir un equipo profesional, no un equipo nacional, como quien hace una plantilla con fichajes. Y si eso implica dejar a nombres importantes fuera, que así sea. El Madrid no juega con extremos puros, por ejemplo; llevar a uno (Joaquín, ese lastre) no aporta nada. Por mucho que Xavi sea el mejor medio centro ofensivo de Europa, en un equipo sin media puntas o con una delantera poco ágil sobra. Villa es bueno cuando tiene un equipo estilo Valencia detrás, que le nutre de buenos balones; no lo pongas si no vas a seguir ese estilo.
Lo que está claro es que la materia prima está ahí, como marcan los éxitos de los clubes españoles. Lo que no es normal es que cada vez que se va a un mundial, se intente gestionar el equipo como si fuera una colección de cromos.
1 comentario:
Es el problema de querer hacer un equipo "nacional" con jugadores de distintas nacionalidades... En cada país se juega distinto y se tienen distintos puntos de vista sobre el futbol, aunque jueguen la misma liga. Para hacer un equipo "club de futbol" ya está el Barça (o el Madrid)...
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