martes, noviembre 06, 2007

Queriendo que ganen los ¿buenos?

Pakistán tiene un problema. Bueno, varios. Ya sé que no os descubro nada nuevo, pero una dictadura militar torpe sentada encima de un polvorín de mala leche profunda, odios religiosos, tensiones sociales nacidas de la modernización y demasiada gente con ganas de mandar, todo ello aderezado con armas nucleares, no deja de ser una combinación muy poco conveniente.

Lo más triste del desastre en cámara lenta que vemos estos días, sin embargo, no es tanto la represión, los potenciales gobiernos horribles que pueden emerger o el hecho que todo el desaguisado parece patéticamente inevitable. El gran problema es la cara de tonto profundo que se le ha quedado al líder del mundo libre al darse cuenta que haga lo que haga, estará probablemente mintiendo, metiendo la pata y/o haciendo algo contraproducente, básicamente porque se han metido en un callejón sin salida.

La fuerza retórica, el justificante moral que guía a Estados Unidos estos días es la democracia. El problema es que ahora se ven en la tesitura de estár apoyando un tipo que es cláramente un mal menor (en comparación a lo que sería el riesgo de otra república islámica), pero que no deja de ser un dictador. Haciendo las cosas peores, viven en una situación de mal si apoyan, mal si dejan de hacerlo; cada día que la dictadura continúa, los radicales ganan fuerza moral al acusar a Estados Unidos de hipocresia, pero si la dictadura cae, no hay nadie que se atreva a predecir dónde el país irá a parar.

Lo más triste de todo, sin embargo, es que la solución menos arriesgada para Estados Unidos (y cualquier país que vea un nido de tarados con la bomba con malos ojos) es de hecho la más moralmente repugnante: dejar que un dictador ejerza de dictador. Pakistán ha sido hasta hace relativamente poco una dictadura relativamente cutre; represiva, pero sin pasarse. Si uno quiere evitar la potencial pesadilla de una república islámica radical, la salida más sencilla es dejar que los Musharraf (o algún nuevo general más popular y "fresco") cargue con todo, reprima con fuerza, y estabilice el país a tortazo limpio.

¿Hay otras salidas? Tratar de mover el país hacia una democracia puede que sea una opción. El problema, sin embargo, es que la democracia era más fácil de implementar hace cinco años que ahora. Pakistán no es que sea una tierra demasiado fértil para un régimen representativo (demasiado pobre, desigual y cerrada al exterior), y ciertamente todo este tiempo con generales controlando el país no harán las cosas más fáciles. Una democracia, sin embargo, tiene la virtud de poner a las minorías en su sitio; es mucho mas difícil para un grupo de radicales clamar que ellos son el pueblo y echarse al monte cuando se cuentan votos que bajo una dictadura.

Evidentemente, eso no quiere decir que el perdedor en un voto acepte el resultado. Y en un país que tiene a los militares controlando el 50% del PIB, parece bastante claro que cualquier candidato que gane deberá cumplir ciertos "requisitos" para no ser víctima de un golpe de estado. Y claro, quien cumpla esas condiciones es probable que tenga la misma clase de oposición, las mismas tentaciones de dictador, etcétera, etcétera, etcétera.

Conclusión: la política exterior de Estados Unidos está rota. Uno no puede luchar una guerra, decir que sólo acepta unos valores, y apoyar alegremente otros sin meterse en problemas. Les pasó con el Irán del Sha, y parecen estar dirigiéndose otra vez al mismo callejón sin salida. Hay motivos muy sólidos y racionales detrás del viejo principio de no injerencia. Evitar crear incentivos perversos a gobiernos en situaciones insostenibles es uno de ellos. Una chapuza -otra más- de la desastrosa política exterior del peor presidente que ha visto Estados Unidos en más de cien años.

9 comentarios:

Alex Guerrero dijo...

Hombre, el escenario que planteas, o república islámica o musharraf, se deja un montón de intermedios fuera. Si este generalísimo hubiera seguido los cauces de su propio régimen, hoy sería primer ministro sin ser general, y otro de su quinta lo hubiera sustituido.

Que haya una reacción a un aumento del autoritarismo (que es lo que está sucediendo) me parece de lo más normal, aunque provenga de los grupos equivocados.

Anda que no han regresado al país challengers decentes para sustituir a este señor, que ni son islamistas ni son radicales (solo un poco mangis de tradición).

Alex Guerrero dijo...

by the way.... SCARY

http://www.supremecourt.gov.pk/sub_links/cl/NOTICE.htm

Anónimo dijo...

No conozco mucho la política Pakistaní, pero tengo mis dudas sobre los challengers decentes. Los presidentes democráticos de Pakistan se dedicaron a armar a los Talibanes (Benazir Bhutto) a hacerle la guerra a India (Nawaz Sharif) o hasta el genocido en Bangla Desh (Zulfikar Ali Bhutto, aunque este solo fue demócrata de boquilla)

Por lo que ve uno sobre la historia de Pakistan, desde la independencia han seguido una política ultra-nacionalista y expansionista (a la que añadieron fundamentalismo islámico en los años 70) con ese coctel son un foco de inestabilidad permanente y no le veo mucha solución, la verdad.

R. Senserrich dijo...

Hombre, digo que hay otros grises. Hay la salida de una democracia restrictiva, sólo con candidatos aceptables por los militares.

En Algeria "sólo" provoco una guerra civil, pero no sé, puede que salga algo como Egipto o Libia.

Augie March dijo...

¿Cómo que Algeria? ¡¡Serás anglófilo!! :-P

Sea Bush como fuere (aunque un progresista, insisto, tendría que nombrar más a menudo sus intentos por un movimiento "condonador") creo que estás siendo un poco injusto.

de la desastrosa política exterior del peor presidente que ha visto Estados Unidos en más de cien años.

Woodrow Wilson, al final de la Gran Guerra, se permitió el lujo de arruinar a un continente (el europeo), provocar una hiperinflación que no se vivía desde el siglo XVI e incluso, según algunos, plantar la endemoniada semillita del crack del 29. Además del germen de la IIWW, claro.

Bueno, está bien. Si hubieras puesto "en casi 100 años" no hubiera objetado nada.

zarevitz dijo...

Sí, cuando has puesto lo de "en más de 100 años", ¿en quién has pensado como referente?

R. Senserrich dijo...

De hecho, diría que Augie tiene razón: sería mejor decir casi 100 años, y poner a Woodrow Wilson como el incompetente del mismo nivel. Aún así, tenía en mente a James Garfield, un tipo que se las apaño para ser inmensamente irrelevante en los seis meses que estuvo en el cargo, o Grover Cleveland, el gran paladín de la doctrina Monroe.

No creas, hay candidatos a la incompetencia. Woodrow Wilson es sin duda una de los mejores.

Alex Guerrero dijo...

¡Qué europeos! Culpan a Wilson de su incompetencia gestionando su propio continente. Sólo os falta poner al final de la ecuación: dado Wilson, luego Hitler... ;)

Anónimo dijo...

Y una vez más nos tropezamos con el dilema básico de la política exterior estadounidense: qué hacer si se convocan elecciones libres y gana Hamás, o Hezbollah, o el FIS, o Chávez, o... Salvador Allende, por ejemplo.

La asunción implícita, y a veces explícita, es que los regímenes democráticos son por ncesidad amigos de los Estados Unidos. La realidad muestra que no tienen porqué, sin embargo, y menos aún si América, como suele en tantas ocasiones, ha apoyado la dictadura.

Otro de los problemas es que en una elecciones celebradas después de una dictadura los radicales suelen obtener mejores resultados de lo que "deberían" (dicho sea entre comillas) y bajar en las siguientes. Pero eso es si hay otras elecciones después de las primeras, porque como dice algún comentarista la experiencia en muchos países del tercer mundo ha sido Un hombre, Un voto... Una votación.

La tentación de apoyar a un dictador "moderado y razonable" puede volverse irresistible.