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domingo, noviembre 09, 2008

Entendiendo la movilidad social

Naiuru comenta, citando a Norberg, que la movilidad social en Estados Unidos es enorme. Los datos que cita son básicamente convicentes, pero esencialmente estúpidos, ya que no están midiendo movilidad social en absoluto.

La idea en los datos de Norberg es que la probabilidad que alguien que está en la quintila inferior hoy esté en la misma quintila en 10 ó 20 años es muy baja, ergo, la movilidad social es enorme. El problema es que que esto no es un tributo al hecho que si trabajas duro prosperas en Estados Unidos, es de hecho la historia vital de los ciudadados de cualquier país razonable.

Cuando empiezas tu carrera profesional eres un piltrafilla patético y triste. No tienes experiencia, no sabes hacer nada, y no te quieren más que para hacer de becario precario, servir cafés y como mucho ser un triste milerurista haciendo trabajos poco repetitivos. Con los años, sin embargo, empiezas a trepar; sabes más cosas, tienes experiencia y tienes un historial que demuestra que no te ahogas en un vaso de agua, así que poco que hagas tu sueldo aumentará, a no ser que seas un idiota extraordinario. Dicho en otras palabras, en el 20% más pobre de la población hay muchísima gente que no es realmente pobre; sencillamente, o está en la universidad o acaba de empezar a trabajar, cobrando poco a pesar de ser el hijo del jefe.

El problema en Estados Unidos no es la movilidad social individual; la mayoría de población tiende a ir hacia arriba siempre. El problema es la movilidad intergeneracional, que es la que realmente cuenta: en qué medida el nivel de ingresos de tus padres determina el nivel social que tendrán lo hijos. Dicho de otro modo, la igualdad de oportunidades en términos reales; saber si la probabilidad que un niño pobre llegue a millonario es la misma (o razonablemente parecida) a la del hijo de una familia acomodada.

¿Cómo puntua Estados Unidos en este aspecto? Básicamente fatal. Veamos:


No, la movilidad social en Estados Unidos no es elevada. Es de hecho patéticamente baja; muchísimo peor que la Española. Las causas son muchas y variadas, y van desde el sistema educativo y estado de bienestar al espantoso (y creciente) nivel de desigualdad de renta en la sociedad americana. Lo que parece obvio es que eso de la "tierra de las oportunidades" es realmente un mito.

domingo, julio 15, 2007

La nueva era de los magnates

Hay gente que lleva tiempo hablando de ello. Paul Krugman escribía hace unos años sobre la nueva Gilded Age, edad dorada, una época donde los grandes magnates americanos, libres tras la revolución conservadora de la camisa de fuerza del New Deal, volvían a nadar en riqueza impensable desde hace casi un siglo. Luis Uchitelle, en un artículo estupendo, habla sobre ello en el New York Times hoy.

Si bien ajustando por inflación ni Bill Gates ni Warren Buffet se acercan (aún) a los niveles de riqueza de los Rockefeller, Vanderbilt y Astor de antaño, la verdad es que están muy cerca. Gates ya puede mirar a Andrew Carnegie como un vulgar advenedizo, y Buffer puede hacer lo mismo con J.P. Morgan. Lo que es más significativo, la nueva concentración de la riqueza no es patrimonio de diez o veinte grandes magnates, si no de una pequeña élite de 15 o 20.000 personas con niveles de ingresos suficientes como para representar un 5% del PIB de Estados Unidos. Cuando uno mira lo que representa esa cifra (hablamos del 5% de 13 billones de dólares), está claro que es un nivel de riqueza absolutamente delirante.

Hay dos elementos significativos que el artículo cubre. El primero, que esta nueva acumulación es relativamente nueva; es un resultado de la revolución conservadora de los ochenta, con su oleada de deregulación, bajadas de impuestos y reformas regresivas, que abrieron la puerta a una mayor acumulación de riquezas. El segundo, y quizás más relevante, que esta época de acumulación no es fruto de ningún periodo de bonanza extraordinario; la era precedente fue, de hecho, una época de bonanaza mayor.


No voy a discutir el hecho que la gente que con talento, riqueza (y algo de suerte) crea riqueza merezca ganar más dinero. El tomar riesgos, innovación y talento deben tener una cierta recompensa; lo que resulta curioso, y digno de discusión, es por qué la proporción de la riqueza creada que va a estas recompensas ha aumentado. Si un salario de cinco millones de dólares anuales era suficiente para el presidente de una aerolínea en los años sesenta, ¿Por qué esta cifra es muchísimo mayor ahora? Hablaba de varias posibilidades hace unos meses, y la verdad, no he encontrado una explicación económica decente todavía.

Parece bastante claro que la evolución de la distribución de la riqueza en Estados Unidos tiene poco de económico y bastante de político. El argumento de muchos de los nuevos magnates es que la innovación necesaria en la "nueva economía" hace de los altos ejecutivos algo mucho más valioso. Sin embargo, sigo sin creerme el cuento que es más difícil ser el presidente de Citigroup ahora que lo era hace 35 años. La evolución de la productividad de un CEO no parece haber sido tan extraordinariamente superior a la economía como la evolución de sus salarios indican.

viernes, abril 27, 2007

Reflexiones rurales

Uno de los debates recurrentes en muchas regiones de España es el de la despoblación. Muchas zonas rurales están perdiendo habitantes a marchas forzadas, y la vitalidad de provincias enteras parece estar deslizándose lentamente hacia el letargo. Algo debe hacerse para recuperar el tiempo perdido, se dice a menudo. Es un problema grave y debe ser solucionado, se añade siempre, culpando el olvido que algún gobierno lejano ha sometido a la provincia.

Estas discusiones sobre la pérdida de relevancia de determinadas regiones, sea Teruel, sea Soria, sea Zamora, o cualquiera de las decenas de ejemplos que podemos encontrar por el país, siempre encontramos dos problemas. Primero, los quejidos provinciales son invariablemente recibidos desde el "centro" (sea Madrid, Zaragoza, Valladolid o Bruselas) con un unánime coro de bostezos, con políticos siempre más preocupados de las zonas más pobladas y productivas que de olvidadas zonas de paso. Segundo, y quizás más grave, es bastante probable que la discusión sea estéril, y se esté enfocando el problema desde el ángulo equivocado.

Esto me lleva a tener en cuenta tres problemas, y sus potenciales soluciones. El primero, el lastre que supone tener que cargar con decisiones políticas que favorecen a otros a niveles muy esenciales. Un ejemplo claro sería el de los impuestos. Es absurdo que una región como Soria tenga el mismo impuesto de sociedades, las mismas tasas e impuesto de sobre la renta que Valladolid o Barcelona.

El Estado en Soria realmente no necesita demasiado dinero para funcionar; mantener un hospital modestillo, unas carreteras que andan sobradas de capacidad, y unas escuelas que están cada vez más vacias. Los grandes gastos necesarios para que una ciudad como Madrid funcione, como metro, autopistas y aeropuertos que no ahoguen la hiperactiva economía de la región, miles de inmigrantes, millones de pacientes y carísimas universidades no están en Teruel o Soria; sin embargo, los impuestos son para un volumen de gasto más cercano a una gran capital.

Para hacer negocios, Madrid o Barcelona tienen ventajas innegables. Dinero atrae a dinero, y siempre será mucho más fácil trabajar desde un lugar lleno de empresas y con comunicaciones fantásticas que en una zona rural. La única manera que una zona menos activa puede competir es bajando el precio, sea mediante transportes, sea mediante impuestos, y la mayoría de zonas que pierden población no tienen tráficos que justifiquen lo primero, y no pueden tocar lo segundo más que en los márgenes. Si uno no puede ser ni bueno, ni bonito, ni barato, no hay demasiado que hacer.

Hay un segundo factor, sin embargo, que es también necesario considerar: quizás es hora de dejar de lloriquear y confiar en la gente. Wal Mart, la mayor cadena de hipermercados del mundo, no nace en Chicago o Los Ángeles a la sombra de algún rico inversor comprando otras tiendas, si no de Bentonville, Arkansas, la cosa más cercana al culo del mundo que uno podía encontrar en Estados Unidos hace 50 años. Amancio Ortega tiene la idea de una cadena de tiendas que cambie todos sus productos cada dos semanas (y los venda a buen precio) en Arteixo, no en otra parte. A veces es cuestión de dejar vía libre a los locos y esperar a ver qué sale, en vez de pasarse el día reflexionando sobre qué equipamientos debe construir el ayuntamiento para que una fábrica no cierre.

Cosa que me lleva al tercer punto, el de adaptarse. Las zonas rurales deben dejar de obsesionarse con recuperar glorias perdidas, y tratar de trabajar no tanto en la creación directa de riqueza, si no en la "multiplicación" de la que crean otros. Si Zaragoza fabrica coches, es una buena idea que en una población cercana se creen equipamientos para probarlos y trabajar en su diseño. Siempre, a ser preferible, con los políticos saliéndose del medio, y dejando que sea quien quiera hacer dinero lo haga. La clave de la riqueza estos días es estar conectado a la economía internacional, no pensar localmente. Por mucho que suene a tópico, trabajar mirando fuera es clave, y la mejor manera de apuntarse es arrimándose a quien ya está conectado.

jueves, marzo 29, 2007

El misterio de la gente rica

Una de las preguntas centrales que se hacen los sociólogos es el origen de las diferencias de renta. Suena un tanto evidente, con la Biblia diciendo eso que los pobres siempre estarán entre nosotros, pero de hecho la respuesta no lo es demasiado.

En un principio todo el mundo prefiere ser rica a ser pobre, con muy pocas excepciones; sin embargo, la distribución de la renta tiene poco de igualitaria en casi todas partes. La respuesta habitual es la clásica de hay gente con más talento que otros, o con un venazo estejanovista más pronunciado, que hace que prosperen más que el resto; esta explicación, no obstante, tiene problemas evidentes.

El primero, y más claro, es que si el talento y voluntad de trabajo es el único elemento que separa ricos y pobres, hay algo que no cuadra respecto a quién tiene esas mágicas características que le hacen prosperar en la vida. En prácticamente todas partes, la forma más eficaz de adivinar cuánto cobra una persona es preguntarle sobre el trabajo de sus padres. Hay una correlación muy fuerte entre la clase social de los hijos y la de los padres, así que o bien la gente rica tiende a parir hijos con más talento (y con la de cretinos con dinero que andan sueltos, eso es bastante discutible), o bien hay algo que no cuadra demasiado en esa explicación.

Parece evidente que hay una série de mecanismos sociales que tienden a favorecer a unos grupos sociales sobre otros. En la mayoría de sociedades avanzadas, el acceso a la educación no parece ser una de las causas; siendo universal, gratuita y obligatoria, el hecho de no poder ir al colegio no parece ser una barrera importante (otra cosa es la calidad, pero de eso hablamos luego). ¿Qué factores tienden a dificultar la prosperidad futura de los hijos de familias pobres?.

Para empezar, una familia con pocos recursos es mucho más vulnerable a cometer errores, o sencillamente a tener mala suerte. No importa lo inteligente que uno sea, es bastante probable que algún día meterás la pata: una torta en el coche, empezar a trabajar en una empresa a punto de quebrar, una mala inversión o beber demasiado, alguna desgracia acabará por sucederte. En el caso de una familia con cierto nivel de ingresos, una calamidad menor tiene un efecto más limitado; es probable que te deje sin ahorros, pero no te causará males mayores.

Si uno vive en una casa que pasa apuros para llegar a fin de mes, sin embargo, un problema aparente menor se convierte rápido en algo angustioso. Puede que no se pueda arreglar el coche, y eso limite el acceso a trabajos y horas de sueño. Irse al paro sin ahorros equivale a no poder pagar alquileres, y sufrir la angustia de un cambio de domicilio. En cualquier caso, el nivel de riesgo es mucho mayor, y las posibilidades de caer en pozos de deuda mucho más graves.

Derivado de este problema, lo cierto es que un chaval en un barrio poco recomendable tiene por añadido muchas más posibilidades de cometer un error. Si uno vive en Chamberí o en Eixample no es demasiado probable que te ofrezcan drogas, se rían de tí en el colegio ser demasiado estudioso y "parecer blanco" (epidémico en Estados Unidos, por cierto), o te peguen una paliza por ser amigo y tener negocietes con la gente equivocada. Sí, alguien que viva en un mal barrio siempre puede decidir bien; el problema es que como más decisiones tome (y tendrá que tomar muchísimas más), más alta es la probabilidad que se equivoque. Y eso, en una familia sin capacidad de recuperación.

Más allá de estos factores, la calidad de la educación es todavía relevante. Más allá de los problemas de acceso que tienen algunos países, el hecho es que tanto la calidad de los colegios como la capacidad educativa de los padres tiene mucho peso a largo plazo. Curiosamente, el nivel educativo donde realmente se "decide" la capacidad cognitiva del niño es el parvulario y primaria hasta los 7-8 años, no los niveles posteriores; el cerebro realmente desarrolla la capacidad de asimilar información muy temprano.

En una familia de clase media, con un ambiente familiar estable, padres preocupados por la felicidad de los críos, y que juegan con ellos, leen a menudo y están entusiasmados que el crío hable ya tan bien, esa capacidad tiende a desarrollarse rápido. En una familia con menos recursos, con una madre soltera que tiene dos trabajos de tercera, vive muerta de miedo y apenas tiene tiempo o fortaleza mental para sentarse a jugar con el chaval, las cosas no irán tan rápido. Sí, el acceso a la universidad es de hecho bastante irrelevante; la capacidad del niño para llegar a ella se decide mucho antes.

El último punto, no menos importante, es el de las amistades. Por mucho que pretendamos vivir en sociedades que valoran el mérito y el talento, lo cierto es que a la hora de encontrar trabajo, descubir negocios y oportunidades o conseguir dinero, hay pocas cosas más relevantes que conocer a mucha gente. Un licenciado de una universidad de élite (Deusto, Esade, Oxford o Harvard, tanto da) es probable que tenga un padre con contactos, y a estos se añadan la red de amigos hijos de casa bien que conoce en la facultad. Le será más fácil conseguir esa plaza de becario en ese banco, bufete o asesoría tan prospera a ver si vale, y a igualdad de condiciones, siempre tendrá cierta ventaja para que le den el puesto.

¿Son estos los únicos meritos que tiene la gente rica? No, evidementemente. Ser trabajador, lleno de buenas ideas, inteligente y tenaz ayuda muchísimo. Tener buena suerte a veces influye. Lo que si en cierto es que alguien trabajador, lleno de buenas ideas, inteligente, tenaz e hijo de banquero tiene muchas más probabilidades de hincharse a hacer dinero que alguien con el mismo talento pero nacido en Nueva Orleans tras Katrina.

Y la verdad, eso no me parece demasiado justo.