La semana política en Estados Unidos ha venido muy cargadita, con una extraña mezcla de poder y debilidad presidencial impensables en un sistema político europeo. Lo cierto es que en mi opinión prácticamente todos los cambios han sido a peor, algo que no por habitual desde que vivo aquí (en serio, la política americana es desesperante) no deja de ser un poco deprimente. Repasemos las grandes decisiones por partes.
La (muerte de) la nueva ley de inmigración
He estado siguiendo los avatares de la reforma de la ley de inmigración de Estados Unidos, entre la esperanza de ver algo de racionalidad en el nuevo texto y la triste resignación al ver que no hay Dios que apruebe el texto. Los demócratas en el Senado intentaron esta semana resucitar el engendro, pero parece que no hay forma humana de sacarlo adelante. Demasiados vetos e intereses contrapuestos, a pesar de que la ley actual es considerada por todos un desastre sin paliativos; a nadie le gusta el status quo, sin embargo no hay votos suficientes para hacer ningún cambio. Triste.
Lo curioso del asunto es cómo uno de los motivos detrás del fracaso es del Presidente Bush, uno de los grandes promotores del texto. Una política en la que estoy de acuerdo con él, y se estrella en el Congreso; un clásico. El gran problema para el ejecutivo no es que la reforma sea buena o mala; lo peor para la ley es que el presidente la ha apoyado. Una multitud de Senadores republicanos han votado en contra, a pesar de los ruegos de la Casa Blanca, en parte porque ven la reforma como insuficientemente restrictiva, en parte porque para una parte importante de sus bases, Bush ya no es el político conservador de referencia; más bien lo contrario. Con la popularidad del tipo por debajo del 30% (y sin visos de subir), asociarse con él es como decir Bibi Andersen te parece atractiva; no te va a dar ni un sólo voto.
En fin, parece claro que esta administración no va a pasar ni una sóla ley remotamente relevante en lo que queda de mandato. Como político, Bush está poco menos que acabado.
Las sentencias del Tribunal Supremo
Aún así, algunas decisiones tomadas por el Presidente meses atrás le han dado más de una alegría estos días. Quizás no pueda pasar ni una ley que diga que los gatitos son oficialmente muy monos, pero sus nombramientos en el Supremo van acumulando un historial de (contra)reformas conservadoras mucho mayor que las que Bush nunca pudo conseguir. Una lista de cambios sólo esta semana, para abrir la boca.
Pactando precios:
Desde hacía 96 años, en Estados Unidos era ilegal que fabricantes y minoristas acordaran precios mínimos para sus productos. Para los consumidores con ganas de buscar gangas, esto parece un auténtico chollo, ya que siempre había alguna cadena que ofrecía ofertas muy agresivas para atraer tráfico a su establecimiento. Según el Supremo, esta ley en vigor durante 96 años resulta ser inconstitucional, para alegría de fabricantes y grandes comercios, y alivio de muchos estudiosos.
¿El argumento legal para este cambio? La sentencia dice que hay "consenso entre los economistas" que el cambio favorece la competencia y disminuye, cosa que es relativamente cierto, aparte de tremendamente contraintuitivo. Lo curioso, y lo menciona uno de los votos particulares, es que esto no es un argumento legal, con lo que la sentencia no deja de ser algo especial. El origen de este resultado es el hecho que los fabricantes se preocupan de su imagen de marca, y tienden a restringir ventas a distribuidores que revientan precios. Si los acuerdos son posibles, hay más puntos de venta, y de hecho mayor competencia.
Este efecto no se produce en todos los casos; es perfectamente posible que un control de precios sea anticompetivo. A partir de ahora, sin embargo, cada caso debe ser estudiado por separado, algo que no deja de ser una buena idea. ¿A que no sabiais que una decisión judicial puede provocar inflación? Pues mira, aquí teneis una. Un buen cambio, si los economistas aciertan en ello.
Cambios en la financiación de las campañas electorales:
El Supremo ha decidido que una provisión de la Feingold-McCain Act de financiación de las campañas que prohibía a personas jurídicas emitir publicidad sobre candidatos antes de las elecciones es inconstitucional. El motivo es que esta prohibición contradice la libertad de expresión de las empresas y grupos de interés bien financiados, obviamente. Los anuncios no podrán pedir el voto, pero sí decir que Egócrata tiene ideas maravillosas sobre energía nuclear (anuncio pagado por General Electric) o sobre infraestructuras (anuncio pagado por ACS), así que el matiz es ciertamente poco relevante.
En fin. Sí, la libertad de expresión es una cosa maravillosa, pero primero, no creo que sea algo que se puede aplicar de manera absoluta más allá de los individuos, y segundo, como ya he discutido extensamente, los partidos políticos y campañas son animales muy vulnerables a la tentación financiera electoral. No hace falta decir que este cambio favorece a los republicanos, por suspuesto.
Segregando colegios:
Este es el caso que más polvareda ha levantado en Estados Unidos, aunque en mi opinión es de lejos el menos relevante. El Supremo ha declarado inconstitucionales las regulaciones de varios distritos escolares que distribuían a los alumnos entre colegios siguiendo (entre otros) criterios de raza, tratando de asegurar la diversidad de cada centro y evitar la formación de guettos.
Ahora viene cuando me meto en un campo de minas. Si bien estoy de acuerdo que tener colegios totalmente monocolores y segregados es malo, creo que romper esta segregación a base de un mecanismo más o menos sofisticado de cuotas raciales por centro es absurdo. El motivo es que el problema no es que todas las minorías vayan al mismo colegio, ya que están concentradas en un mismo barrio y les toca ir a ese por defecto; el problema es que los chavales que van a colegios así tenderán a ser de familias de renta baja y con más problemas estructurales.
Con los colegios en Estados Unidos financiados sobretodo por los gobiernos locales, es fácil entender por qué es malo tener estas bolsas de pobreza. Como comentaba no hace mucho, sin colegios decentes y ambientes propicios no hay forma humana de garantizar la igualdad de oportunidades; sin embargo, la gran barrera no es que uno sea negro o latino, la barrera es que uno es pobre.
El cambio de opinión del Supremo puede que provoque cambios legales en esta dirección, aunque la verdad, con un debate sobre relaciones raciales tan torpe como el que se vive en Estados Unidos, no creo que sirva de mucho. Espero, eso sí, que los jueces no sigan demasiado en este sentido; el racismo sigue existiendo en América, y recortar leyes contra la discriminación sería un tremendo error en muchos casos.
A todo esto, me parece muy divertido que todos esos analistas conservadores que se quejaban del "activismo judicial" de "jueces liberales" estén tan calladitos. Será que es sólo activismo si lo hacen otros, como de costumbre.
4 comentarios:
Nota: editado el apartado de control de precios; me estaba confundiendo de sentencia. Jesus, soy torpe.
Y corrige que has pegado dos veces el mismo texto.
"Espero, eso sí, que los jueces no sigan demasiado en este sentido"
Ese es el problema. El voto concurrente de Kennedy es el relevante a efecto de doctrina y precedente y, al menos, se queda en una situación parecida a la sentencia Grutter de 2003: para promover un fin legítimo como es la diversidad en las escuelas, las autoridades pueden tener en cuenta la raza (pero no sólo la raza) y siempre de manera individual y no por cuotas.
Lo vergonzoso del caso es que el voto de la mayoría (minoritaria) y el concurrente del magistrado Thomas han atacado los mismos fundamentos de la sentencia Brown; creen que la enmienda XIV sólo proscribe la segregación legal, pero no la segregación social y, muchos menos, exige la integración.
Hace unos días tuvimos la nefasta sentencia contra la libertad de expresión en los colegios. A ver qué dicen mañana cuando surja el mismo caso respecto de las universidades.
Yo no soy nada optimista.
Corregido, Poldavo. Gracias.
Sobre la segregación, lo cierto es que la cosa puede ir en dos sentidos distintos. Por un lado, puede que se desacople raza de pobreza al hacer políticas públicas, algo que es muy urgente, ya que el racismo está polucionando el debate sobre redistribución e igualdad de oportunidades.
Por otro, puede que a base de atacar la discriminación positiva por motivos raciales desde los tribunales, el debate vuelva a girar exclusivamente sobre racismo y se olvide del problema real que causa las desigualdades, que es la pobreza.
La verdad, creo que el Supremo erosionará este aspecto de la legislación, pero creo que la opinión pública americana está girando muy, muy lentamente hacia el enfoque de la pobreza. Veremos.
Sobre la sentencia del "Bong 4 Jesus", totalmente de acuerdo. Nefasta, conformista, puritana y estúpida, aparte de una contradicción radical con el enfoque de Roberts y el resto de los jueces conservadores en el tema electoral. :-(
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