miércoles, agosto 29, 2007

La más maravillosa de las muertes (políticas)

Estamos en temporada alta de horrible muerte política. Desde el salvaje linchamiento del entrañable Pikachu-Simancas, pasando por la caída de ministras de vivienda y dirigentes navarros y baleares varios, los políticos estos días caen como moscas. De hecho, el entusiasmo es tal que algunos se emperran en celebrar funerales antes que el enfermo (casi) terminal estire la pata, lo que me parece una muestra de celo entrañable.

Entre tanto árbol caido, el muerto más relevante ha sido Alberto González, el fiscal general de Estados Unidos. Un auténtico zombie político desde hacía meses, cayendo víctima de la podedumbre como otros augustos compañeros de filas (Karl Rove), la noticia ha recibido una cobertura relativamente decente en España (aunque la verdad, la tortura no ha tenido nada que ver con su caída; ha sido su espléndida estupidez en el Senado lo que le ha condenado), pero ha durado relativamente poco en primera página aquí en Estados Unidos.

La razón: Larry Craig, senador republicano de Idaho, nos ha brindado el más espectacular suicidio político visto en muchos, mucho años.

Lo cierto es que ha sido una auténtica obra maestra. Craig es el clásico senador republicano conservador en un estado de derechas; terco, influyente gracias a su antigüedad en la cámara y totalmente inmune a las urnas en situaciones más o menos normales. El tipo es uno de los muchos berreantes políticos moralistas que se unió al coro de condena al pervertido de Clinton en tiempos de Lewinsky, un glorioso ejemplo de defensor de los valores familiares, el derecho a tener armas y la homofobia.

El mes pasado, Craig estaba por Minneapolis, esperando un avión en el aeropuerto. El tipo se debía sentir solo, ya que se fue a los lavabos, y se pusao a hacer toda una serie de códigos y gestos raros al tipo del baño de al lado; más concretamente, gestos utilizados para señalar que uno quiere hacer cosas indecentes ahora mismito de forma discreta. Vamos, Mr. defensor de la familia se puso a pedir una mamada en código... el problema es que el tipo de al lado era un policía de paisano, y la verdad, la cosa no le hizo demasiado gracia.

Dejando de lado el absurdo que en Minnesota hay polis en los lavabos del aeropuerto vigilando que gays solitarios no se la chupen unos a otros en la intimidad (en serio, ¿no hay terroristas?), la cosa fue rápidamente de mal en peor para el senador. Para empezar, el tipo decidió que para que no le pillara nadie lo mejor sería callarse. Mejor aún, ni ir a juicio; reconocerse culpable y pelillos a la mar.

¿Estupendo, verdad? Evidentemente, no. Un mesecillo más tarde, los medios descubren el pollo, y el senador, en un ataque de pánico, arrepentimiento, lucidez o vaya usted a saber qué dice que se equivocó al aceptarse culpable, que no pasó nada, y que de hecho quiere volver a los juzgados a limpiar su nombre. Oh, y ha dado una rueda de prensa, diciendo que no es gay, nunca lo ha sido, y que en ese lavabo no pasó nada de nada; una confusioncilla y una mala respuesta suya.

El hecho que en una declaración jurada aceptara su responsabilidad y todos los cargos, dando por válida la totalidad de la declaración del policia es por supuesto... ¿irrelevante?.

En fin, imaginad el pollo. El tipo es el hazmerreir del país entero, haga lo que haga. Si sale del armario, es otro homófobo pillado con la picha fuera. Si dice que se asustó y firmo una declaración jurada de culpabilidad, es sencillamente un imbécil. Si resulta que sólo estaba pasando el rato y le pillaron, y es alegremente culpable, es un imbécil hipócrita al que le han pillado vulnerando la ley. Un suicidio político maravilloso.

El gran beneficiado, obviamente, es Alberto González, que se ha ido sin que le pegaran demasiados cachetes por burro. No que le sirva de mucho a Bush, que incluso hablando de holocausto nuclear ha sido olímpicamente ignorado por casi todos. Otro bonito zombie político.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y Rosa Regas... y Rosa Diez...

Santi Benítez (Sun_Tsu) dijo...

Desde luego... El otro día tuve una discusión, amigable, a través del irc-hispano con un chico tejano que encontró las fotos que tengo en la galería sobre Guantánamo, la invasión de Iraq y algunas sobre la cárcel de Abu Ghraib.

La cosa tiene miga porque, según él, los americanos están allí defendiendo la libertad, cosa que deberíamos hacer todos porque, claro está, Estados Unidos - América lo llama él- es la tierra de la libertad y todos los países deberían ser como Estados Unidos. Está claro que ni le gustó que le dijera que yo no quiero que mi país sea como Estados Unidos ni de lejos, o que en Iraq ahora mismo los únicos libres son los soldados estadounidenses - y hasta eso es discutible, si fueran libres muchos volverían a casa a la velocidad de la luz-.

Eso sí, una cosa sí tenía clara, que vive en una de las sociedades más hipócritas que existen en occidente. Y que conste que lo dijo sin que le picara mucho al respecto.

El problema no es si hay senadores estadounidenses que son homosexuales en la intimidad y homófobos de forma pública, creo que eso no sorprende a nadie... fuera de Estados Unidos, el problema es que arrastran una serie de malos gobiernos desde Reagan y la ciudadanía no ha hecho demasiado por solucionarlo.

Por desgracia me da la impresión de que la cosa seguirá así, entre quien entre, aunque entiendo que los pobres tampoco tienen demasiado donde elegir... en la tierra de la libertad y la democracia.

Ôo-~