El otro día hablaba como el hecho que las cuentas del estado en España se metan en déficit público no es demasiado preocupante. Hoy Solbes explicaba algo parecido, aparte de repasar las medidas que el gobierno está tomando para paliar la crisis (ya era hora; lástima que a finales de julio no hay nadie mirando las noticias); España se meterá en números rojos alrededor de 1- 1,5% del PIB, en el peor de los casos. Es una respuesta normal cuando los mercados de crédito en todo el mundo que habían financiado el crecimiento español, se han frenado en seco.
Evidentemente, no todos los déficits son iguales, y la noticia que Estados Unidos prevee meter las cuentas del gobierno federal en un -3,5% del PIB (en una estimación conservadora) si es bastante más preocupante. Para empezar, un deficit alto en un país que tiene una tasa de ahorro cutrelux (y tipos de interés que no van a subir) hace que su moneda se debilite, algo que no hará nada felices a los europeos.
Más allá de eso, una situación financiera tan negativa pone al próximo presidente en un dilema grave. Para eliminar el déficit, uno puede disminuir el gasto o subir los impuestos; el problema es que el gobierno federal americano ya gasta relativamente poco (sólo un 16-17% del PIB, una cifra muy pequeña comparativamente), así que hay poco que cortar (y no, uno no reduce el gasto militar cuando está en guerra), y el clima político del país es extraordinariamente alérgico a las subidas de impuestos. El próximo presidente, sea quien sea, entrará en la Casa Blanca con las manos atadas, algo nada deseable cuando el país está metiéndose en recesión.
La Casa Blanca de Bush parece ser incapaz de hacer una sola cosa bien. Qué novedad.
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