sábado, julio 26, 2008

La paz del viejo diablo

Cuando Karadzic fue detenido, once años después de convertirse en el fugitivo más buscado de Europa, nos alegramos todos. No importa que Serbia se decidiera detenerle para poder seguir aspirando a entrar en la Unión Europea (¿hay una mejor demostración del "poder suave" de la UE que esta, por cierto?), tener un monstruo como él entre rejas siempre es una buena noticia.

Más allá de lo que la detención representa (el progresivo aumento del papel del tribunal de la Haya, la normalización de Serbia, el cada vez más obvio campo gravitatorio de la Unión Europea en el mundo, a pesar de las objeciones de sus miembros), una de las cosas que más me sorprendió de todo esto es la más irrelevante: la vida del mismo Karadzic. Tras años en el poder, siendo la misma encarnación de un rey diablo que asolaba los Balcanes, el antiguo dictador caido en desgracia volvió a la vida como curandero, una especie de místico que estudiaba y curaba almas rotas.

Estos días he escuchado en NPR una entrevista al que fuera el editor de la revista que publicaba los artículos de Karadzic; un tipo que no tenía la más remota idea sobre con quién estaba tratando. Le describía como una persona espiritual, sobria, profunda, que escribía sobre los paralelismos entre las técnicas de meditación tradicional de los monjes ortodoxos en los Balcanes y la meditación más convencional. Una especie de sabio barbudo, tranquilo, con una rica vida interior, que tenía sus clientes y sus estudios, y era cordial, cortés y agradable en persona. La viva imagen del aburrimiento pacífico.

¿Qué le pasaba por la cabeza a Karadzic? ¿Qué fue de él todos estos años? ¿Qué clase de mente es capaz de asesinar a miles de personas un año, y ser un gurú de la vida sana años después, sin que te tiemble el pulso? Es algo que no me consigo explicar, y que supongo que realmente no tiene una explicación sólida.

Sabemos que los seres humanos a veces somos capaces de cometer crímenes horribles, simplemente siguiendo órdenes. Sabemos que llevamos el mal dentro, y que a veces emerge sin motivo. Sabemos que somos capaces a traicionarnos a nosotros mismos y apoyar ideas horribles para no ser marginados. Lo que no seré capaz de entender nunca, sin embargo, es esta capacidad obscena que a veces tenemos para ser capaces de separar nuestra vida, nuestra existencia, en mundos distintos. Ser capaces de ser un monstruo y un charlatán, un monstruo y un poeta al mismo tiempo.

Qué frágiles somos.

6 comentarios:

García dijo...

La única explicación que se me ocurre, sin pretender dármelas de psicólogo o psiquitra (profesiones de las que no sé nada), es que el hombre tenga una autoexcusa que le lleve a pensar que los crímenes cometidos estaban de alguna manera justificados. Quizá piense que lo que hizo era imprescindible para el bien de Serbia o que las personas a las que masacró realmente se lo merecían.

Las personas tenemos una sorprendente capacidad para autojustificarnos.

Santiago Bergantinhos dijo...

Es más sencillo que todo eso: si eres un genocida y un agresor militar... y siempre que te salga bien (ahí está la clave), te conviertes en una gran figura histórica, constructor de naciones y de la historia, y siglos después de tu muerte siguen escribiendo monografías sobre ti. Si te pillan o te sale mal, te toca hacer el papel de malo.

Anónimo dijo...

Partes de la base de que todo eso de la "vida sana" con rollito de meditación, hierbas, curanderismo, etc. es algo positivo. En realidad es un rollo religioso y, como en toda religión, se da la bienvenida a toda naturaleza fanática, algo de lo que andaba sobrado el tipo en cuestión. Salvando las distancias, tenemos ejemplos de conversiones ideológicas radicales (FJL, por ejemplo) que parecen inexplicables. Pero sólo lo parecen.

Es posible que, forzado a cambiar de vida, escogiera un rollo místico para canalizar su fanatismo. A fin de cuentas, no hay tanta diferencia entre el nacionalismo y la irracionalidad de esas pseudociencias. Solo que, no entiendo bien por qué, la pseudociencia goza de buena prédica y los que se dedican a estafar con ella pasan por santos varones (o hembras). De eso se ha beneficiado.

Por otra parte, otros asesinos brutales también tuvieron una última etapa que, en cierto modo, purgó sus tropelías hacia la galería. Mira a Trotsky: de co-autor del Terror entre 1917 y 1924 a pensador afligido y triste víctima de un cabrón aún más salvaje. O tantos criminales de guerra nazis que, escondidos, han llevado una vida de abueletes entrañables y ejemplares. O el mismo H. Truman: tras decidir, ya injustificablemente, soltar una segunda bomba atómica, trató de reeditar el New Deal y ampliar los derechos de las minorías. O Fraga, de mano dura en "su calle" a paladín de la moderación (!) y el centrismo (!!). En fin.

Anónimo dijo...

Psicólogo del infierno al rescate:

"Lo que no seré capaz de entender nunca, sin embargo, es esta capacidad obscena que a veces tenemos para ser capaces de separar nuestra vida, nuestra existencia, en mundos distintos. Ser capaces de ser un monstruo y un charlatán, un monstruo y un poeta al mismo tiempo.

Qué frágiles somos"

Más allá de la explicación de la "canalización" que ha escrito alguien más arriba (suspiro), la cosa es más sencilla: no es que seamos frágiles, es que, más allá de lo que pensemos, el ser humano es jodidamente duro psicológicamente.

Uno por ejemplo oye hablar del Síndrome del Estrés Postraumático que sufren los que viven una guerra y piensa: no estamos preparados para la guerra, en nada tenemos alucinaciones, depresiones y demás.

Pues no. Los estudios psicopatológicos dicen que la inmensa mayoría no lo sufre. Los que tienen secuelas son la minoría.

La inmensa mayoría de los que matan y masacran en las guerras luego pueden tener alguna dificultad para reintegrarse en la vida civil, claro. Algunos no terminan de adaptarse, pero la mayoría pueden acunar a sus bebes y dar besos a sus sobrinos con total normalidad.

Y estoy hablando de personas sin psicopatías ni trastornos mentales graves. Hablo de la inmensa mayoría de la gente.

Pero todo esto no es canalización ni nada psiconalítico ni mágico. Es compartimentación mental. Dicho en lenguaje informático y de modo muy sencillo, es como cuando haces una partición en el disco duro de tu ordenador.

Digamos que el hecho de matar civiles, violar, mear sobre cadáveres de enemigos necesita un "sistema operativo" diferente al de la vida civil. Maneja diferentes datos, necesita velocidades diferentes. Los datos de un sistema (el de la guerra) harían inservible el otro (el de la vida civil: no podrías regalar juguetes a tu sobrino teniendo en mente lo que hacías con niños de su edad).

De hecho, los soldados que tienen secuelas al venir de la guerra se caracterizan por no haber "compartimentado" su sistema cognitivo, de tal modo que tienen todos los datos en el mismo "sistema operativo". Y eso es devastador para cualquiera...aunque la mayoría lo separa bastante bien.

Siento el tocho, pero para una vez que podía alardear de lo mío tenía que aprovechar.

Mahavishnu dijo...

También puede ser que quizás no fuera tan "carnicero". En la "lógica" de una guerra civil, los soldados interpretan las "verdades" de sus comandantes.

Sin pretender minimizar la responsabilidad de Karadzic.

En general me apunto a la idea de Lüzbel

Santiago Bergantinhos dijo...

Que se metiera a curandero yo lo veo más como una anécdota. Haberse hecho catedrático de mecánica cuántica habría sido más complejo, por ejemplo.

Y lo sé porque un buen amigo, en su eterna búsqueda por un chollo rentable, sin saber cómo se vio metido durante una temporada en un gabinete parapsicológico que hacía conjuros, ahuyentaba espíritus malignos y todo eso, sin que ninguno de sus integrantes se creyera una palabra, aunque la pasta gansa que ganaban era muy real. Llegó a hacer una ceremonia vestido con túnica y todo en un centro comercial antes de su apertura, para darle "buenas vibraciones" al asunto.

Eso sí: político, engañabobos de energías y medicinas alternativas... todo viene en ocasiones a ser lo mismo. Es decirle a la gente lo que quiere oír y vender humo.