viernes, septiembre 19, 2008

Arriba es abajo

Si uno echa un vistazo a los mercados financieros hoy, se puede decir sin niguna duda que estamos en la dimensión desconocida. Es un mundo extraño, inquietante, un lugar dónde el Dow Jones ha subido más de 400 puntos en media debido a un rumor de rescate global del sistema, dónde los bonos del tesoro a corto plazo tienen un tipo de interés parecido al de guardar el dinero bajo el colchón, y dónde realmente nadie parece tener puñetera idea sobre qué va a suceder.

Parece que los políticos tienen un plan. Y la verdad, no sé si es un trabajo de genios, una especie de plan desesperado estilo poner un chicle en una presa que se está agrietando, una especie de chapuza nihilista en que se hace algo a saco a ver si funciona, o un grave brindis al sol para que al menos parezca que hacían algo mientras Roma ardía. Ni idea. Contando que el plan parece haber sido pergueñado en unas pocas horas en un día en que parece que el único actor en los mercados de todo el mundo que daba créditos eran los bancos centrales (y lo hacían como locos. Y ni así nada se movía), lo cierto es que no es que me dé excesiva confianza.

¿En qué consiste el invento? Paul Krugman habla del camarada Paulson llevando la economía a excelsas alturas; si uno lee el plan por encima, parece que la República Popular de Amérika no está tan lejos (o, como le llama Roubini, la República de los Estados Unidos Socialistas de América). La idea es crear un engendro en forma de agencia estatal que compre a los bancos, fondos, inversores y pelagatos financieros la deuda mala que tienen en sus libros a precio de saldo, y tras aclarar qué narices hay en esos extraños bonos, subastarlos a quién los quiera comprar, presumiblemente a mejor precio.

Básicamente, la idea es apostar a que el problema del sistema es que la gente no sabe quién tiene qué deuda basura. Si eso es cierto, una vez quede claro que toda la tiene el gobierno, la agencia federal en cuestión la podrá recolocar a un precio razonable, ya que de hecho no hay tanta mierda en el sistema como parece. Es una asunción hasta cierto punto lógica (y de hecho, mi teoría era la de falta de información como uno de los orígenes del problema) pero que exige unos cuantos saltos de fe realmente aterradores para poder decir que es una buena idea.

Primero, uno tiene que aceptar la idea que la deuda mala es de hecho algo fácilmente identificable y revendible. Los instrumentos financieros nacidos de la desregulación de estos días son cualquier cosa menos sencillos de entender. De hecho, si miramos algunos de los extraños cacharros de deuda que algunos inventaron, saber qué tiene que vender un banco que sea tóxico puede ser complicado. Podemos estar en un escenario en que la noticia que alguien se saca de encima un CDS provoque un pánico sobre otros activos en otros sitio que parecían seguros pero tenían alguna extraña conexión poco implícita, causando una cadena extraña que siga cargándose el sistema igual.

Segundo, y más complicado todavía, la fuente del problema tiene que ser la falta de información, y no el hecho que los bancos y familia están endeudados hasta las cejas de forma totalmente insostenible. Si el sistema realmente es víctima de un exceso de apalancamiento galopante, los contribuyentes americanos acabarán (acabaremos...) con una factura absolutamente espantosa de deuda horrenda que costará lo indecible de sacarse de encima, si no se lleva las cuentas federales por delante.

Hay cientos de razones por las que este invento puede fracasar de forma horrible, creando una factura enorme a los contribuyentes, una continuación del desastre crediticio y una invasión de los Hongos de Yuggoth. El hecho que la SEC vaya prohibiendo chorradas estos días, sin embargo, no es que genere demasiada confianza. Por no hablar del hecho que a la práctica estaríamos poniendo dinero público para salvar a una pila de "genios financieros" de sí mismos, con todos los problemas de riesgo moral que vienen asociados.

¿La verdad? A lo mejor funciona y todo. A saber. Como andan las cosas, no es que tengan demasiado que hacer, y la verdad, ver como la economía entera se va al carajo sin hacer nada no es que fuera una opción agradable.

Un último detalle: por mucho que hablemos de rescates públicos heróicos, fallos de mercado y desastre financiero, esto no quiere decir que el capitalismo sea algo horrible y tengamos que cargar todo de regulaciones y agencias públicas para sobrevivir. Una cosa es el libre mercado, y la otra es la horrenda implementación y falta de control que hemos visto estos últimos años. Los mercados son entes delicados, que necesitan cuidado y buenas leyes. Pero eso es para otro día.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me pregunto qué estarán diciendo por LD y aledaños liberales en estos días. Confieso que no tengo estómago para entrar ahí. Lo más probable es que digan que todo es culpa de que el mercado no es lo suficientemente libre.