El PP tuvo su congreso, y hubo paz. Eso es lo que parece en el exterior, viendo las votaciones, los discursos, las ovaciones y la orgullosa muestra de unidad y adoración al líder que vimos estos días. Rajoy, tras pasarse tres meses luchando contra toda clase de dragones, llegó a la última de sus doce pruebas para encontrarse nada más que un teatro lleno, un montón de fotógrafos, y gener aplaudiendo.
Rajoy triunfante, héroe sin rival. ¿O no?
La verdad, no creo que descubra nada a nadie si revelo que lo visto en el congreso tiene bastante de teatro y mucho de ficción. La cantidad de votos en blanco es bastante reveladora. Como los viejos soldados que "avanzan hacia la retaguardia" para poder luchar en otra guerra, los disidentes del PP han preferido no meterse en una batalla que sabían que no podían ganar. En un partido político no puedes hacer nada peor que parecer un perdedor, así que en vista que Rajoy y el aparato habían hecho un buen trabajo cerrando puertas al congreso, nadie movió un pelo. Nadie se arriesga a dar un paso al frente si cree que el resto de los aguerridos rebeldes le van a dejar más sólo que la una, así que el ataque de cagarrinas de todos esos conservadores ultrajados ha sido importante.
¿Qué podemos esperar del PP ahora? Básicamente, Rajoy vuelve a depender de si mismo para sobrevivir hasta el 2012. Toda la racionalidad de su giro al centro se basa en mejorar los resultados electorales; el líder del PP pide al partido que confíe en él, cierre los ojos, y le siga a la tierra prometida de la victoria en las urnas. Si el partido saca un buen resultado en las elecciones vascas, gallegas y europeas, la estrategia de Rajoy se verá gloriosamente recompensada. Si se la pega en las urnas... bueno, no habrá falta de gente con ganas de lincharle.
Ahora es cuando viene la belleza del asunto, y el problema latente para la nueva cúpula del PP. Si quieren sobrevivir en el cargo, tienen que ganar elecciones. Eso significa que si soy un tipo no demasiado satisfecho con la dirección, de hecho casi me interesa que las pierdan. Si además de tener cierto interés morboso en derrotas electorales soy alguien con nombre y apellidos en la vida del partido (esto es, bien conocidillo) y cierto ánimo kamikaze, me puedo dedicar a convocar ruedas de prensa, decir burradas, y hacer el troll con entusiasmo, a ver si hago daño al partido. El PP anda falto de Rosa Díez, vamos.
Lo más divertido es que todo notable con ganas de gresca tiene que resolver de hecho un pequeño dilema. Si el partido va bien en las encuestas, salir a la palestra y hacer ruido quedará francamente mal; si pierden, le echarán la culpa, y si ganan, nunca más se comerá una rosca. Si la cosa está ajustadilla o el partido va por detrás, sin embargo, no habrá falta de voluntarios con ganas de salir a partirle la cara al jefe. Por su bien, Rajoy tiene que ponerse a hacer oposición rápido; si las encuestas no acompañan, estará otra vez en problemas rápido.
Un último detalle, por cierto, sobre todo lo aprobado en este congreso: las primarias. Que Dios les pille confesados si tienen que aplicarlo alguna vez con elecciones competitivas. Escribí hace tiempo sobre los pros y los contras de cada sistema para escoger al líder de un partido, y me parece que francamente los del PP se lanzan a un sistema de primarias sin saber a qué se exponen. A veces funcionan bien, a veces no funcionan en absoluto. Lo que si que es seguro es que son cualquier cosa menos un sistema ordenado, cuerdo y elegante para hacer que un partido funcione como un bloque sólido.
El PP tiene una considerable tradición de tener sistemas de gobierno relativamente cerrados y opacos. No es que sean estricamente justos, pero los utilizan históricamente por una buena razón: la derecha española no acaba de entrar de forma natural bajo unas solas siglas, y tiene que ser metida a presión dentro del edificio de Génova para que no se desparrame horriblemente. En un sistema parlamentario no es una buena idea tener un partido tan diverso escogiendo el líder con votaciones 55-45; la tentación de dar un portazo y salir del cortijo (o hacer la vida imposible al ganador) es demasiado fuerte.
Que le pregunten a José Borrell.
2 comentarios:
"A los derrotados sólo les queda esperar. Como las semillas."
Antoine de Saint-Exupery.
(sí, hoy estoy poeta).
Desde mi punto de vista este congreso no ha sido más que una continuación de esta farsa en la que lleva metido el PP desde que perdió las elecciones. Ha habido muchos críticos pero ni un solo valiente que se atreviese a presentarse como alternativa a un Rajoy cuyo liderazgo es cuestionado por los medios afines y, como le dijo Esperanza hace ya algún tiempo (con ocasión de la posibilidad de que Gallardón fuese en las listas), "El Mundo y la COPE están de mi lado, así que tú verás". A la mínima derrota (ahí están las gallegas, las vascas, las europeas), se lanzarán a la yugular y de nuevo buscarán el centro, el líder salvador y se proclamará el renacimiento de un partido que sigue sin encontrase a si mismo salvo cuando está en el poder. Un saludo.
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