jueves, octubre 09, 2008

Abofeteando a los mercados (III)

De todos los programas, reformas, inventos e instrumentos exóticos que los gobiernos están pariendo para tratar de resucitar el paciente financiero, no hay ninguno más fascinante que el cacharro creado por los americanos para atacar el problema. Antes de construir esta legislación digna del Doctor Franz de Copenhagen, los legisladores ya se divirtieron estrellándose contra el barroco sistema legislativo americano, así que el engendro tuvo que ser adornado de forma extensiva para que llegara a buen puerto.

Lo más divertido del plan americano es que no es una solución al problema; son básicamente tres o cuatro. Como buen programa diseñado por comité, la ley tiene un presupuesto, un montón de ideas atadas de mala manera, y una forma simple y sencilla de decidir cómo aplicarlas: pasarle la pelota al Departamento del Tesoro, y resignarse a que ellos decidan. Eso puede ser bueno, ya que permite una respuesta flexible, o malo, si el tesoro sigue con esa alegre tradición de la administración Bush de escoger la peor herramienta posible. Veamos qué herramientas financieras tiene Paulson y su equipo a su disposición, y cuál podemos esperar ver en acción.

1a. Comprar activos tóxicos:

Los bancos americanos, igual que los británicos, están (en teoría) cargaditos de deuda mala. Digo en teoría porque nadie sabe dónde narices anda esa deuda mala; parte del problema es que los bancos no sólo la han esparcido en paquetes raros, sino que ademas han creado una auténtica orgía de instrumentos bastante incomprensibles que se apoyan en esa deuda que nadie sabe donde está. Una especie de pirámide financiera invertida que está cayéndose a pedazos.

La idea inicial de Paulson era ir a los bancos y comprar esa deuda mala. En teoría, los bancos se sacarían el peso de encima, los instrumentos raros volverían a tener valor, y la confianza en los mercados volvería. El problema, claro está, es a qué precio el gobierno compra la deuda; si la compra por cuatro duros, los bancos tienen que comerse un montón de pérdidas, y corren el riesgo de quiebra. Si la compran demasiado cara, tenemos a los contribuyentes subvencionando alegremente a los bancos comprando basura a precio de oro, sin poder recuperar el dinero gastado. Nadie sabe el valor de esos activos, ya que nadie los está comprando; no es un problema fácil.

Por añadido, esto funciona si los mercados tienen problemas de liquidez, de falta de confianza, y no de solvencia. A mediados del año pasado, cuando todo esto empezó a salirse de madre, mi teoría era que cuestión de confianza. Ahora mismo, me temo que es solvencia. Los bancos han creado tantísimos instrumentos derivados sobre deuda mala que es probable que el apalancamiento de los bancos sean insostenibles; no importa si la deuda mala es limpiada milagrosamente, es perfectamente posible que todo el mundo siga igual de aterrado y miedoso que los bancos se hundan porque bueno, de hecho están hundiéndose de verdad.

1b. El tesoro renegocia hipotecas:

Es una variación de la idea anterior, y la última ocurrencia de McCain, que lo propuso ayer en el debate como si fuera idea suya. La idea básica es que el tesoro sanea las deudas comprando todas las hipotecas en que el principal es mayor que el precio de la casa y pase a ser el prestamista, renegociandolas una por una con los morosos en cuestión.

En esencia es la idea de arriba, con dos diferencias básicas: primero, el gobierno federal estaría gastando muchísimo más dinero, ya que se comería la diferencia entre el precio nominal y el real de las deudas él solito. Segundo, el invento es una doble subvención a los dos actores que han hecho el mandril en el asunto, ya que compran mala deuda por encima de precio de mercado (precio completo de algo impagable), regalando dinero al prestamista, y rebajan el precio de la casa al comprador, que se lleva un descuento gratis a costa del presupuesto público.

Ah, y todo eso repitiendo los potenciales problemas de la opción anterior. No es que el plan sea mala idea, es básicamente una estupidez populista mal diseñada. Brad DeLong lo explica mejor que yo.

2. Plan de seguro contra deuda impagada:

Esta es la "maravillosa" idea de los republicanos en la Cámara de Representantes. La idea es que el tesoro cree una especie de seguro de depósitos para títulos de deuda, y que los bancos participen en él. Si alguna entidad se hunde, todos tranquilos, ya que sus deudas están aseguradas.

Dos problemas graves. Primero, los bancos están cortísimos de dinero. Ya me dirán quién va a dedicar parte de su presupuesto a pagar un seguro de este estilo, que será cualquier cosa menos barato. Segundo, y más grave, un seguro funciona bien si los "accidentes" son relativamente poco frecuentes; si todos los asegurados se estrellan contra un arbol a la vez, la aseguradora quiebra. Si lo que tienen los mercados es una crisis de confianza, sí, quizás funcionaría; si es liquidez, agravará el problema y enviará el gobierno federal a la bancarrota. Si es algo intermedio (crisis de confianza, pero esperamos accidentes) el gobierno federal deberá cobrar primas altas, que nadie querrá pagar. Si las primas no son altas, estamos pariendo -otra vez- una subvención directa a los que más tienen.

3. Nacionalización parcial:

Esta es la idea de Chris Dodd, el principal negociador demócrata en el Senado, y la verdad, es la más sensata. El plan parte de la idea que los bancos tienen problemas para mantenerse solventes a corto plazo, en parte porque tienen activos malos, en parte porque la desconfianza acentúa el problema, pero esencialmente son empresas rentables a largo plazo. El departamento del tesoro actuaría, esencialmente, como un inversor que ve un negocio con futuro pero sin dinero; pongo dinero, te ayudo a arreglar las cosas, y a cambio me llevo parte de los beneficios cuando las cosas vayan bien.

En teoría utilizar este sistema arreglaría las dos posibles causas de los problemas: si es sólo falta de confianza, la garantía del estado reactivará los mercados; si es insolvencia, el gobierno federal tendrá que hacer limpieza con cierto entusiasmo, pero recuperando la inversión a medio plazo.

El coste real es en ambos casos relativamente bajo; los mercados están tan aterrorizados estos días que están dispuestos a dejar dinero básicamente gratis si este les da un poco de seguridad. El gobierno federal podría entrar, refinanciar y salir a precio de ganga; las acciones son baratas, son los únicos que tienen crédito y el sistema financiero tarde o temprano tendrá algún valor. Como regalo añadido, al nacionalizar puedes literalmente apisonar accionistas sin miedo, así que castigas a los irresponsables que han creado el problema. Si las cosas salen bien, de hecho, el tesoro puede hacer un montón de dinero.

Obviamente, la nacionalización parcial no es una solución mágica. Puede que los bancos estén tan fritos que la inyección de capital necesaria sea gigantesca, y el dinero no se recupere nunca. El estado puede hacer cosas bien, pero no se distingue por ser un banquero decente; puede que la gestión de los bancos no sea demasiado eficiente durante los meses (o años) con intervención parcial federal. Y por descontado, si ninguna de las teorías es correcta, todo puede fracasar de forma creativa.

¿Qué plan se aprobará? En un principio parecía que la idea era aplicar el modelo 1a, que es caro, arriesgado y poco eficiente. Hoy, sin embargo, Paulson daba pistas que puede que veamos el modelo 3, el preferido por casi todos los economistas, y pariente cercano del plan de Gordon Brown para el Reino Unido.

Sea lo que sea (y espero que sea el modelo 3), el plan más vale que funcione. Si el rescate fracasa de veras, los gobiernos europeos pueden hacer lo que quieran; Estados Unidos probablemente se llevaría todo por delante, no importa lo responsable que haya sido cada gobierno regulando a sus bancos. Los mercados de crédito, ahora mismo, están muertos; si no se hace algo a corto plazo, la recesión será espantosa.

2 comentarios:

R. Senserrich dijo...

Nota al margen: ¿Por qué el País explica el plan americano y sus múltiples opciones tan rematadamente mal hoy?

J.E. dijo...

Por cierto, juraría que El País llva una buena temporada en contra de Obama... ¿Son imaginaciones mias? ¿A que juegan?