jueves, diciembre 06, 2007

Ser bueno y parecerlo

No me importa la honestidad de los implicados. No me importa si todo lo que cuenta El País sobre quién tomará las decisiones en la venta de terrenos de RTVE sea una coincidencia, un ataque de paranoia periodístico o una ida de olla del grupo Prisa en un oscuro ajuste de cuentas mediático.

En política, uno no sólo tiene que ser bueno, tiene que parecerlo. Y eso significa actuar de modo que no pueda quedar la más mínima duda respecto a lo que se hace o deja de hacer y sobre quién toma las decisiones. Antes que esto se salga de madre (y es un escándalo goloso), es hora de cortar cabezas y contactos, y corregir esto.

Lo que te hace daño en un escándalo de corrupción no es el hecho que suceda; todo el mundo entiende que cuando pones a un grupo de gente en un mar de tentaciones siempre hay alguno que acaba cayendo en ellas. Lo que te hace daño es cuando lo niegas, tratas de cubrirlo y se descubre que lo conocias y lo has estado ignorando durante meses sin decir nada. Es hora de reaccionar rápido y soltar amarras.

Actualización: El País es a menudo patéticamente enternecedor. ¿Se puede ser más obvio en una vendetta contra La Sexta que en esto?. No todas las denuncias deben implicar dimisión o actitud de crisis, vamos. El nivel de periodismo de Prisa se ha resentido en los últimos meses debido a esta estúpida pataleta empresarial. Le tienen pánico a la competencia.

5 comentarios:

Citoyen dijo...

"Lo que te hace daño es cuando lo niegas, tratas de cubrirlo y se descubre que lo conocias y lo has estado ignorando durante meses sin decir nada"

Había un paper de sanchez cuenca sobre esto. Creo que decía que lo que hacía daño no era el hecho de la corrupción en sí, sino como se gestionara a posteriori. Lo curioso es que aunque es más facil gestionarlo que hacer que no suceda, la mayoría de políticos no consigue gestionarlo correctamente (extirpar y corregir). El señor experto en partidos políticos tiene alguna explicación?

R. Senserrich dijo...

La lealtad de partido, que es un monstruo curioso. Hablaré más de ello luego; es una cosa que se desprecia demasiado a la ligera, pero es en cambio una respuesta organizativa racional casi siempre.

Anónimo dijo...

Hay un comentario en la noticia que la encuadra dentro de las tensas relaciones PRISA-PSOE.

El poder (político, mediático, económico, burocrático,...) corrompe, vale. ¿Cómo podemos intentar prevenir esa corrupción? Porque parece no haber "incompatibilidad jurídica" en el asunto.

Anónimo dijo...

De nuevo en El País, nos "informan" sobre más incompatibilidades de cargos del PSOE relacionados con los medios de comunicación. Y esta vez apuntan a Mediapro, ya sin tapujos.

Algo positivo de las tensiones internas en los partidos (si me permitís considerar a El País parte del "aparato" del PSOE) es que se destapa la mierda, como ocurrió hace poco con el PSOE en Valencia.

Egocrata: esto no es lealtad de partido, esto son puñaladas internas.

Perdonad que haga la segunda pregunta del día sin respuesta fácil: ¿es posible un periodismo independiente?

Alicia dijo...

Las matrioshkas de Jiménez Losantos y Pedro J. Ramírez

Si Jiménez Losantos, el radiofonista de la COPE, es el vocero irreprimible de la radiobasura política de nuestro país, Pedro J. Ramírez simula ser -¡vano intento!- el Poirot y el Séneca, a la vez, de la política con mayúsculas.
El radiofonista está haciendo su agosto con los trapos más sucios de la política que son los que no interesan a la ciudadanía. La COPE, muy interesada económicamente, hace oídos sordos y se encandila con su cuenta de resultados. Los obispos, mientras tanto, dicen misa en un letargo plácidamente cómodo. Y la vida continúa. Jiménez, que nunca dice nada, tiene su propia matrioshka, que ni él mismo se atreve a descubrir porque tiene el vicio de la política que no es política sino bla, bla, bla, bla, con mucho nostálgico que reivindica su pasada historia y mucho dicharachero que sólo le escucha cuando viaja para reír sus patochadas de bufón presuntamente liberal. La matrioshka de Jiménez se compone de sus propias muñecas que son sombra de un pasado que oculta tener presente y que nunca tendrá futuro. Son muñecas sin sonrisas ni pestañas y, la última, tan terrorífica que es la propia imagen de Jiménez, que se repite en todas, que asemeja la calavera de la Muerte sin paz, muy lejana de aquellas que, en la vieja Rusia, aquel fabricante de muñecas construyó con fresca hermosura. La Matrioshka, su hija, Trioska, la nieta, Oska, la biznieta, Ka, al fin, talladas con felicidad, estuvieron contentas para siempre. Sin embargo, la única Matrioshka de Jiménez, languidece muriendo en las tristes ondas de una radio espiritual.
Mientras tanto, Pedro J. Ramírez, con sus largas, soporíferas y dominicales “Cartas del director”, que confunden más que ilustran, que para hablar de la pluma nos explica el como de la tinta, que no se entienden y hasta hay que resumirlas para captar una idea que al final no llega, parece querer dogmatizar en política lo que no es, ni más ni menos, que arrimar el ascua a la sardina populosa del PP. Esa es la única conclusión que llegamos cuando hacemos el esfuerzo de leer sus pesadísimas misivas sin atender a Gracián: “lo bueno, si breve, dos veces bueno.”.Ramírez, tiene ahora la obsesión de jubilar anticipadamente a Zapatero –antes, nos aburrió con sus autorías torticeras del 11-M- creyendo que con su diario EL MUNDO, muy mediatizado ya por el PP, puede conseguir manipular a muchos de los lectores del mismo que, eso sí, tienen más conocimiento de la política de Estado que los oyentes del revirado Losantos. Pudiera ser que para Pedro J., es un suponer, su matrioshka no sea más que el juego de muñecas a que nos tiene acostumbrados, hasta con su camiseta y su canesú.