El mal está en todas partes. Antes de entrar en el cine, paseando un poco (siempre llego demasiado temprano a los sitios, ya sabéis) escuché las musiquitas que ponen en las tiendas. Dos cosas terribles. Primero, volví a escuchar la versión horrorosa del tamborilero (aaaargh). Segundo, Kenny G. No hace falta que diga más. Ugh.
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