Estos días andan los comentaristas políticos todos serios midiendo quién es el mejor candidato presidencial últimamente. Siendo esto Estados Unidos, no se habla sobre quién tiene las mejores ideas, formación, experiencia, capacidad de liderazgo o cocido intelestuá; lo que se habla es sobre pasta, recaudación y a ver quién tiene más dinero en el banco a estas alturas de campaña.
El maná en forma de donaciones ha hablado, y los demócratas están que se salen, con un Barack Obama en plan machote en cabeza. Parece claro que el hecho de que el presidente sea visto como un mandril no está ayudando a los republicanos en absoluto; el partido no parece dar demasiada confianza, y lo que es peor a la hora de recaudar, parece tener pocos números de poner a un tipo en la Casa Blanca.
Cierto, estamos a muchísimos meses de las primarias, y las encuestas son bien poco relevantes. En los democrátas, Obama está recogiendo pasta a patadas, pero sigue detrás de Hillary en los sondeos; mientras, gente como Richardson, casi recién llegados, no parecen ir del todo mal.
En los republicanos, sin embargo, sí diría que hay noticias algo más relevantes. Por un lado, Fred Thompson, el otro recién llegado a la carrera, se ha aprovechado de un vacio legal para ocultar su cartas, así que nadie sabe cómo le va realmente (en las encuestas, no del todo mal; sin decir absolutamente nada relevante y si experiencia previa, va tercero), por otro, el antiguo favorito, John McCain, está en pleno proceso de autodestrucción política delante de las cámaras.
Ya decía en febrero que el tipo tenía la mandibula de cristal, pero su apoyo a la guerra y una sorprendente habilidad para cambiar de opinión constantemente en otros temas le han hecho caer tercero en la clasificación de recaudadores. Si sólo fuera eso, la cosa no sería tan grave; el problema es que también está tercero en las encuestas (Rommey y Giulani están por delante, y Thompson le pisa los talones) y prácticamente no tiene nada de dinero en el banco, su campaña habiendo estado gastando por encima de sus posibilidades. Si bien tiene aún tiempo para salvar el cuello (y McCain es tozudo y lo intentará) no le veo con demasiados números de llegar lejos; su posición respecto la guerra ha sido un auténtico suicidio político.
¿Qué les queda a los republicanos? Giulani está en cabeza, pero su campaña está siendo un poco demasiado errática para los conservadores. Para horror de muchos, no parece querer disimular que apoya el derecho al aborto y no es un gran fanático de las armas de fuego. Rommey tiene cara de presidente, habla como un presidente y tiene experiencia, pero por algún motivo extraño (probablemente sus cambios de opinión "sospechosos" y el ser mormón) no está acabando de cuajar.
Tenemos a Fred Thompson. Mi opinión sobre él no ha cambiado; es un conservador de libro, visto mil veces, y a pesar de ser actor, no acaba de impresionar como orador. De hecho, tengo la sensación que su buena reputación mediática y posición en los sondeos se deriva del hecho que mucha gente aún no le oído hablar demasiado. Uno puede ganar unas primarias siendo un orador incompetente (tenemos un ejemplo en la Casa Blanca) pero no acabo de ver Thompson como un tipo con posibilidades reales a largo plazo. Veremos.
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