miércoles, diciembre 05, 2007

La curiosa definición de dictadura

Una de las paradojas más curiosas de la Ciencia Política es los problemas que tiene para definir qué es una democracia. Lincoln en su día parió la mejor definición poética ("gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo"), pero a la hora de hacer esta definición operativa las cosas son un poco más complicadas. ¿Quién es el pueblo? ¿cuándo podemos decir que gobierna? ¿cómo se determina para quien gobierna? ¿Cuántos deben estar gobernando?.

Es curioso ver como estas preguntas ligeramente obtrusas se meten de vez en cuando en el debate público, y es más curioso todavía que sea un cierto sector de la derecha española que ande obsesionado en definir a su gusto qué es una democracia y qué no lo es. La última ronda en el reparto del carnet de demócratas y dictadores les ha tocado como de costumbre a los malos preferidos de turno, Venezuela y Cataluña.

Parece mentira, pero ahí va. Hora de definir qué es una democracia para niños. Para empezar, democracia y dictadura no son términos binarios; entre una y otra hay una relativamente amplia escala de grises. Por añadido, no podemos considerar que una democracia es únicamente el régimen pluscuamperfecto en plan ateniense; hay sistemas menos "puros" que son evidentemente democracias, igual que hay dictaduras que no llegan al "ideal" de dictadura de 1984. En general, y para simplificar, el nivel de entrada por así decirlo para ser una democracia normalmente se situa en en los sistemas representativos, y el de dictadura más o menos en lo que no llega a este baremo.

¿Qué le pedimos a un país para ser una democracia representativa? En pocas palabras, elecciones periódicas libres y competitivas, sufragio universal y libertad de reunión, asociación y prensa con garantías. Si se quiere hilar fino, se puede añadir que los resultados electorales no estén tutelados (que el ejercito no intervenga si gana alguien que no le gusta, por ejemplo) y la verdad, poca cosa más. Si uno no llega a estos mínimos, no tenemos una democracia, hay otra cosa. La palabra exacta es de nuevo relativamente difícil de establecer; algunos hablan de "democraduras" y "dictablandas" antes de llegar a dictadura, y la verdad con cierta razón.

Mirando los dos últimos ejemplos de presuntas dictaduras según algunos, me temo que no podemos hablar realmente de régimenes no democráticos. Tanto Cataluña como Venezuela tienen elecciones con regularidad, libres (puede participar todo el mundo) y competitivas (los resultados no son conocidos de antemano), y las libertades civiles son plenamente vigentes. En Venezuela la oposición se ha manifestado, en Cataluña uno puede comprar La Razón, escuchar la Cope y entrar en Libertad Digital sin el más mínimo inconveniente. Se podría cuestionar la tutela sobre los resultados electorales, aunque la verdad, no en el sentido que algunos gustan insinuar: en Venezuela el golpe de estado fue contra el gobierno, no contra la oposición.

Céntremos en Cataluña. La respuesta de los críticos será, probablemente, que no estoy hilando lo suficiente fino. Un régimen político puede tener unas leyes en los libros y unos procedimientos formales establecidos, pero asegurarse que las decisiones esten todas tomadas de antemano. De igual modo, un sistema político puede tener los procedimientos funcionando como deben, pero asegurarse que quien no debe participar no participe, haciendo que sólo voten "los buenos".

El problema de estos argumentos es que para que funcionen tienen que contradecir los principios de arriba. Si las elecciones son genuinamente competitivas (y el hecho que haya cambios de partido en el gobierno o el presidente pierda referéndums es muestra de ello) el primer problema es ficticio. Para que el segundo sea cierto, tiene que existir un sistema de fraude electoral o abstención forzosa que rompería con la idea de elecciones libres.

El argumento no es de procedimiento o de exclusión coercitiva, dicen a menudo. El problema es de carácter social, de estructura social. O en otras palabras, una especie de superestructura nacionalista y/o clientelar que sorbe los sesos a los votantes y hace que actúen en contra de sus intereses. O dicho en otras palabras, falta de conciencia nacional o amor por la libertad debido a esta opresión. En el siglo XIX un tipo con barbas le llamaba a esto alienación, creo. La derecha liberal española, quien lo iba a decir, va por el mundo hablando marxismo.

En el fondo, tiene sentido. Al igual que muchos neoconservadores americanos, muchos en derecha liberaloide española provienen de la izquierda comunista de los setenta. El argumento marxista, diciendo que debido a la alienación la clase obrera no tiene conciencia de clase y no se apunta al rollo revolucionario en contra de sus intereses se ha convertido en que el pueblo charnego catalán no ve cómo el nacionalismo les oprime los sesos, y no se meten en política debida al totalitarismo social imperante. Si la idea de Marx tiene agujeros (y los tiene), el marcianismo dictatorial catalán-venezolano también lo es, ciertamente.

Lo que me lleva a pensar que los argumentos y diatribas sobre totalitarismos y dictaduras de determinada derecha, especialmente cuando se refieren a Cataluña, son básicamente justificaciones de una derrota. La culpa que no ganemos, que es lo lógico, la culpa es de los votantes que son así de tontos. A la izquierda marxista esta clase de lloriqueos nunca le llevó demasiado lejos; a la derecha paleoliberal española es más que probable que le suceda lo mismo.

Nota al margen: el clientelismo, algo muy extendido en Venezuela, no es por cierto contrario a la democracia. La gente vota libremente siguiendo sus intereses, que son vivir de gorras. La cuestión en este caso es de buenas o malas políticas públicas, no sobre calidad democrática. Otra cosa es que se caiga en el caciquismo, pero ese es otro cantar.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Egócrata, Lincoln se limitó a traducir una máxima latina: "Populo, populo, populo".

Mucho mejor el original, dónde va a parar.

geógrafo subjetivo dijo...

Creo de acuerdo contigo en todo menos en el final. Tengo la impresión de que el clientelismo es una patología, siendo el caciquismo su máxima expresión.

La diferencia entre clientelismo y voto según intereses estriba, en mi opinión, en un manejo particular de los interes públicos, siendo concomitante con la prevaricación, aunque no siempre los tribunales acepten esto y prefieren mirar para otro lado con el clientelismo "light" (del que el enchufismo es un buen ejemplo).

Te pongo un enlace en el que hablaba de esto: http://geografiasubjetiva.blogspot.com/2006/11/teora-del-clientelismo-poltico.html

zarevitz dijo...

Creo que en Cataluña y en Venezuela se ha criticado las restricciones a los medios de comunicación; el cierre de RCTV y la amenaza de cierre (o cierre efectivo, no lo sé) de algunas emisoras de la Cope.

R. Senserrich dijo...

A la Cope no le han cerrado ninguna emisora. De hecho, ni estuvieron cerca. Y con la ley en la mano, es un milagro; con la de pleitos que han perdido por difamación en un país normal estarían con problemas financieros serios.

La CRTV fue una chapuza autoritaria, eso si que no lo niego. Sin embargo si uno mira la prensa venezolana esta es casi en su totalidad (televisión pública excluida) en contra del presidente. No veo falta de libertad de expresión.

Sobre el clientelismo, tienes parte de razón. Es más, probable que haya querido hilar demasiado fino. Sin embargo la estructura que describes es a nivel local; a nivel nacional hacer unas elecciones no competitivas es casi imposible sólo con clientelismo a estas alturas sin fraude electoral abierto. Prometo post sobre el tema; ya te digo, que lo que dices tiene más sentido que lo que decía yo :-).

Anónimo dijo...

HOmbre, pero entre un extremo y el otro, como dices, hay una gran escala de grises
http://www.freedomhouse.org/template.cfm?page=140&edition=7&ccrcountry=141§ion=72&ccrpage=31

Y lo importante, no es tanto el status actual, sino la dirección, hacia donde va. Turquía, por ejemplo, tiene una gran cantidad de deficiencias, pero se está modernizando a pasos forzados. Venezuela (lo de cataluña, perdona, pero me parece un poco bizarro como comparación) en cambio parece ir en la dirección opuesta aunque probablemente parta de una posición mejor.

Esto me recuerda (off topic): que te parecen los Oxford Handbooks? El de comparative politics ha salido hace poco y lo dirige Carles Boix, estuve hojeandolo y casi me enamoro. El de political economy también estaba bien, pensando en los reyes, a ti que te parece?

R. Senserrich dijo...

Ui, como odio el indice numérico este Freedom House. Uiiiii.... Y oye, lo he utilizado para papers y tal, pero la verdad, no es precisamente el trasto más fiable del mundo. Está básicamente roto, en serio; según estos Brasil dejó de ser una dictadura el 2004.

Es un indicador bastante burdo, como todos los índices agregados y clasificaciones numéricas de estas. Mañana a ver hablo de ello.

R. Senserrich dijo...

Y a Cataluña la pongo sólo porque media red liberal y LD insisten en decir que es una dictadura :-).

Anónimo dijo...

egocrata:

¿El respeto a los derechos de las minorías no se tiene en cuenta a la hora de considerar un sistema político como más o menos democrático? Piensa en la imposición lingüística en las escuelas públicas catalanas.

Con estilos más (Venezuela) o menos (Cataluña) autoritarios, la tendencia a imponer un pensamiento único desde las instituciones públicas lesiona derechos y reduce la calidad de sus democracias.

No creo que ni Chaves, ni Maragall, ni Pujol sean dictadores (Montilla es sólo un arribista), pero tampoco me parecen adalides de la democracia, el fomento de la convivencia y el respeto al que piensa distinto. Es decir, que ni Venezuela ni Cataluña son dictaduras, pero sí son democracias mejorables.

Un saludo y gracias por tu blog.

R. Senserrich dijo...

Los derechos de las minorías es un concepto teoríco complicado, que sólo los nacionalistas (españoles y periféricos) parecen tener en mente. Los derechos son individuales, no colectivos; se protegen por persona y no por grupo.

Lo curioso es que la democracia, sin calificativos, es agnóstica respecto a los derechos de las minorías; uno tiene que hablar de democracia liberal para evitar la tiranía del número.

Y no me voy a poner más teórico, pero la idea que el estado en una sociedad con libertad de expresión, asociación y prensa completos es la verdad pensar que la gente es imbécil.

Aparte del hecho que el estado en Cataluña garantiza derechos individuales mediante la garantía de la constitución, y el tribunal constitucional no ha dicho que las leyes de educación que defienden el biligüismo sean contrarias a estos derechos.

La cuestión es, en Cataluña hay dos partidos que son claramente antinacionalistas/nacionalistas españoles, y se les puede votar libremente. En agregado, nunca (repito, nunca; ni en las primeras elecciones después del franquismo) han sacado más de un 20% de los votos.

Citoyen dijo...

Sobre los derechos de la minorías... En derecho internacional es como lo de la autodeterminación: una quimera.

Por otro lado, lo de las políticas de nation building es algo que existe en todos los Estados del mundo y por supuesto, es una desventaja para las minorías que no encajan con ello. Por otro lado, es cierto que pueden ser más o menos agresivas, pero nunca inexistentes (para eso tenemos un ministerio de la cultura). Si las minorías deberían tener algún reconocimiento o no, eso ya es harina de otro costal (personalmente, me parece aberrante el término "derecho colectivo").

Anónimo dijo...

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