No hace demasiado Massachusetts decidió que el desastre sanitario americano era demasiado grave como para dejar el asunto en manos del gobierno federal, así que decidieron solucionar el problema ellos solitos.
La lógica detrás del plan de este estado es bastante simple. Hay mucha gente sin seguro médico. No tener seguro es malo. Arreglo: hacer el contratar un seguro médico algo obligatorio. Punto.
Una idea brillante. A partir de hoy, todas las empresas con más de 10 trabajadores están obligadas a dar cobertura sanitaria a sus empleados que trabajen más de 35 horas a la semana. Todo aquel no cubierto por un seguro de empresa tiene la obligación de contratar un seguro él solito; si no lo hace, el estado le multará cobrándole más impuestos. Sólo en caso de ser rematadamente pobre uno podrá tener acceso al plan gratuito (o muy subvencionado) proporcionado por el sistema público, el resto, a pasar por el tubo de las aseguradoras.
¿Qué se pretende con eso? Bueno, una de las ideas extrañas que muchos políticos americanos tienen es que los costes sanitarios se derivan en parte del hecho que no todo el mundo está asegurado. Como uno tiene que pagarse el médico de su bolsillo, muchas enfermedades se quedan sin tratar hasta que es necesario ir de urgencias, y claro, los tratamientos acaban siendo mucho más caros. Si encima hay muchos, muchísimos individuos que se creen inmortales y no contratan seguro porque no quieren, pues son estos malvados inconscientes que hacen que todo se salga de madre. Si hacemos el seguro obligatorio, pues esto se arregla y los costes bajarán.
Bueno, pues no. De las 400.000 personas sin seguro en Massachusetts antes de la aprobación de la ley sin cobertura, sólo unos 130.000 parecen haber contratado un seguro. Curiosamente, entre los nuevos asegurados la mayoría son gente por debajo o cerca del umbral de la pobreza, que reciben cobertura por parte del estado. El resto, como de costumbre, son miembros de la eternamente maltratada clase media americana, que ve como le obligan a contratar un seguro al habitual precio inflado americano sin tener más salida que pasar por caja. Mientras tanto, las pequeñas empresas van a sudar tinta tratando de compensar esta especie de subida de salarios forzosa que es la obligación de dar sanidad a sus empleados.
Y obviamente, las aseguradoras van a continuar ganando exactamente la misma cantidad obscena de dinero, sin tener el más mínimo incentivo a bajar precios. ¿Por qué deberían? El estado continúa cargando con los pacientes más caros y menos rentables (abuelos, pobres, enfermos crónicos) mientras ellos se encargan del resto de la población. Es posible que el sistema acabe con la lacra de tener a medio millón de personas sin seguro médico, pero el problema central, el hecho que los americanos pagan el doble por cápita que Francia en costes sanitarios y reciben peor servicio, permanecerá intacto.
El sistema de Massachusetts, si bien cargado de buenas intenciones, no deja de ser un espléndido plan de subvenciones indirectas a unas aseguradoras que estaban entusiasmadas con la idea de esta reforma. Si las compañías que atienden a los pacientes más rentables cobrándoles una cantidad absurda de dinero abrazan tus ideas, algo va mal. El problema central es que en Estados Unidos todo el sistema parece enfocado en dar a los intermediarios todas las facilidades, y a los pacientes ninguna.
3 comentarios:
Hay una cosa que me sorprende: con lo, según parece, quisquillosos que son los americanos con el tema del dinero público y la eficiencia, ¿a ninguno de los partidos se le ocurre presentar un plan que disminuya el gasto per cápita y mejore las prestaciones (algo a la europea, vamos)? ¿O es que este tema no es importante para el votante medio, y eso no daría votos?
Importante es, per creo que a lo que tienen pavor es a que el Estado se ocupe directamente de la sanidad.
Parece que han cogido lo peor de cada mundo: un mercado con fallos y el Estado interviene para hacerlo obligatorio.
Lo de EEUU con la sanidad da miedo. En cualquier caso, las aseguradoras lo tienen chungo o los ciudadanos lo tienen chungo: con el avance de la medicina cada es más fácil que se pueda determinar la predeterminación a desarrollar una enfermedad. Y en la medida en que eso es "determinación", deja de ser "riesgo". Si el asegurador te puede hacer una prueba, te descartará cuando detecte problemas. Y si se lo prohibimos al asegurador, el asegurado se hará las pruebas por su cuenta y contratará sólo las pólizas que necesita, lo que va contra el principio de "disolución del riesgo" que es propio de todo seguro.
El caso es que asegurar la sanidad no es como asegurar la conducción de vehículos. Si soy un tipo "de riesgo" para conducir una moto, el precio del seguro me disuadirá de conducir una moto (o no, porque valoraré más la utilidad de conducir la moto que el coste del seguro). Pero nadie me puede disuadir de que caeré enfermo.
Sólo hay una solución a medio y largo plazo: la seguridad social obligatoria y universal. Y eso sólo lo puede hacer el Estado o una concesión del Estado (bajo esas condiciones de universalidad y obligatoriedad).
El modelo europeo es ejemplar (y ofrece muchas variantes). EEUU, en el tema sanitario, se ha convertido en la mejor arma contra el discurso ultraliberal.
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