martes, enero 08, 2008

Primary Colors (XXV): lecciones de geometría

Andamos ya de Twitter con el colectivo friki siguiendo las primarias, es hora de hacer un poco de ciencia política especulativa para orientar un poco el debate. Partiré de un modo espacial de competencia electoral (sí, carritos de helados), a ver cómo podemos traducirlo a la competición electoral en estas elecciones y qué podemos decir sobre ellas basado en ello.

En estas primarias, por descontado, no hablamos de un sólo eje, y no hablamos de izquierda-derecha de forma estricta. Los candidatos no se situan sobre un sólo eje, sino que establecen posiciones en una variedad ellos: cuánta redistribución ofrecen, qué nivel de impuestos, protección ambiental, derechos civiles, política exterior aislacionista o intervencionista, etcétera. Cada candidato tiene sus posiciones, y se posiciona con ellas en el electorado, a ver cuántos votantes pilla.

Al haber más de un eje de políticas, encontrar el legendario votante mediano es mucho más complicado (haceros una idea: es encontrar un punto geométrico en un espacio multidimensional que te da el mayor número de votos contra todos los oponentes posibles...), pero los candidatos no están eso necesariamente. No todos los ejes son igual de relevantes; la mayoría de los votantes no escogen según la política ferroviaria de los candidatos o su postura acerca de la opresión de los gnomos del jardín. El truco, para un político con redaños, es ser capaces de hacer que el debate se centre en los ejes sobre los que tiene ventaja, y hacer que los votantes piensen en eso al ir a las urnas.

Dicho en otras palabras: si mi postura sobre inmigración es compartida por un 70% del electorado, quiero que en la campaña sólo se habla de inmigración. Si lo mío es la seguridad nacional, voy a estar despotricando de terrorismo todo el día. ¿Cómo podemos analizar las primarias, siguiendo este modelo?

Demócratas:

En la campaña ha habido tres ejes de debate que distinguen a los tres favoritos. El más clásico, redistribución; Edwards pide más, siguiendo la posición tradicional de los votantes demócratas. Hillary y Obama están más centrados. El segundo eje ha sido la importancia de la experiencia previa; Hillary está colocada mejor que sus rivales. El tercero, la necesidad de cambio; Edwards pide confrontación contra los grupos de presión, Obama consenso, Hillary dice que lleva cambiando cosas desde hace 25 años.

Si uno mira las encuestas, parece que los votantes están de acuerdo con Edwards en redistribución (y por eso quedó segundo en Iowa), quieren la experiencia de Hillary pero tienen como principal dilema al decidir el voto el eje que más favorece Obama: están hasta el gorro de confrontación y quieren cambio.

Hillary ha intentado jugar a dos barajas: sí, tiene experiencia. Sí, lo va a cambiar todo. El problema es que en el clima político actual (muy, muy anti vieja política) decir que llevas mucho tiempo por Washington equivale a no ser un revolucionario creíble; y decir que Obama es demasiado novato no es demasiado aconsejable cuando el tío coge un micro y demuestra ser articulado, inteligente y bien informado.

El mérito de su rival ha sido ser un cambio creíble, parecer inteligente y no decir chorradas. veces es tan simple como eso, ser capaz de conectar con el Zeitgeist del momento. Sus ideas políticas son innovadoras, habla distinto, es un outsider por su color de piel. Si consigue mantener el debate en sus términos (y en vista a los histéricos que andan en la campaña Clinton, no es un imposible) Obama tiene la primaria ganada.

Republicanos:

Comento a menudo que los republicanos, en cualquier otro sistema electoral, serían siete partidos distintos, al ser una coalición mutante de varios grupos aparentemente contradictorios. La campaña de las primarias es una muestra de ello. Los demócratas han hablado más de filosofía de gobierno que sobre políticas concretas, ya que el partido es más o menos coherente en este aspecto. Los republicanos... bueno, no.

Los debates republicanos han sido mucho más divertidos porque cada candidato quiere hablar de su tema, hay treinta temas distintos, y todos andan más preocupados de convencer a todo el mundo que les preocupa a ellos es lo más crucial que de hacer ajustes pequeñitos a ver quién anda más cerca del centro.

Cuando hablaba de la posibilidad que los republicanos acaben el mes con cuatro o cinco ganadores distintos en cinco o seis primarias es un síntoma claro de este efecto. Cada estado tiene un electorado muy, muy distinto, preocupado por cosas muy diferentes. En Iowa se preocupan de valores religiosos, en New Hampshire de política fiscal y derechos civiles (en teoría; veremos las encuestas), en South Carolina sobre conservadurismo clásico, en Nuevo Méjico sobre inmigración, y así sucesivamente. Cada candidato es bueno o malo según en qué eje se tiende a competir, y están metidos a tortazos a ver qué eje decide. Todo esto, por descontado, con el debate añadido sobre la necesidad de cambiar Washington, cómo, y quién.

En cierto sentido es una muestra de las almas del partido. Religiosos, libertarios, neoconservadores, pro-empresa, autoritarios, aislacionistas, intervencionistas, moderados, populistas, anti-inmigrantes, pro-inmigrantes, todos viven dentro del Grand Old Party, y la verdad llevaban ocho años esperando resolver quién manda a tortazos, después que el sector evangélico diera la candidatura en plan panzer a Bush.

¿El resultado? Si alguien me pide que haga una predicción sobre los republicanos, no me atrevo a decir nada. La elección no tiene un eje claro sobre cómo se vota y por qué. Incluso si se establece que todo es según expectativa de cambio, los republicanos tienen varios candidatos que pueden ser "revolucionarios creíbles" (Huckabee, Romney, Thompson, incluso McCain y Giuliani; todos lo son), así que el resultado acabaría volviendo a depender de otros temas.

Aún hay mucho, muchísimo que decidir. Veremos.

1 comentario:

Fritz dijo...

Muy interesante.

Saludos