martes, febrero 14, 2006

Cheney cogió su fusil

La política americana ha dado un giro definitivo hacia el más absurdo de los surrealismos. No sé si es la influencia de tanto hispano (servidor incluido) residente en este país lo que lleva a esta Casa Blanca y la prensa a actuar como esto fuera una república bananera, pero lo cierto es que el patetismo colectivo del sistema está en alza, y sin visos de cambiar de tendencia.

La cosa empezó el fin de semana, cuando la noticia que Dick Cheney, vicepresidente de Estados Unidos y tipo con cara de genio del mal, le pego una perdigonada a un tipo en un accidente de caza. En fin, una noticia triste, pero cómica a matar; una bendición para la legión de humoristas políticos que tiene este país. Resulta que el hombre va a "cazar" a un rancho de Tejas donde tienen los pájaros en jaulas, los sueltan, y los aguerridos tiradores los cosen a escopetazos. La victima, un abogado de 78 años llamado Whittington, fue a buscar una presa abatida, y Cheney no lo vio y le soltó una perdigonada en los morros y el pecho, enviándolo al hospital y dejándole hecho unos zorros.

El cachondeo que ha seguido a todo el asunto, evidentemente, ha sido hilarante, pero lo que no lo ha sido tanto es la reacción de la prensa en general. Primero, porque un accidente de caza ha puesto a todos los medios de comunicación histéricos, debido a que se comunicó de mala manera y de forma extraoficial 22 horas después que sucediera. No sólo eso; quien habló fue la propietaria del rancho en declaraciones a un periódico local, algo que (me temo) es lo que ha acabado por poner histéricos a los grandes medios de comunicación del país. Cheney le pega un tiro a un tipo, ¿y no nos lo cuentan de inmediato? ¡Que atropello! ¡Que horror, tanto secretismo! ¡toda esa audiencia que estamos perdiendo! (etc...).

En plena furia investigadora indignada de periodistas cabreados que no les dieran esa gran historia crucial para el futuro de América a ellos, la voz más lucida, para variar, ha sido la de Jon Stewart. He hablado de él varias veces; es con diferencia el mejor (falso) periodista del país, con una incansable vocación de poner en solfa a los medios en general, y a los reporteros falsamente indignados en particular.

Ayer, como de costumbre, entró al trapo. Entrevistando uno de sus (falsos) analistas, este se dedicó a usar las mismas justificaciones que Cheney lanzó para ir a la guerra en Irak para defender que le pegará un escopetazo a un abogado, y porque no se arrepentía. Aún sabiendo que no era un pájaro, sino un abogado, evidentemente. Y que el hecho de cuestionar si pegarle un tiro a un abogado sólo daba consuelo a los pájaros enemigos de América.

Humor radicalmente absurdo, pero con una idea muy clara: ¿dónde estaba la indignación periodística cuando les colaron la moto de ir a la guerra en Irak por razones totalmente fantásmagóricas? ¿Dónde está todo ese cabreo y frénesi investigador cuando se tratan temas importantes?. Huracán Katrina aparte, la prensa sólo se pone dura con los políticos en este país o cuando les meten en la carcel, o cuando el tema a tratar es absolutamente irrelevante.

Mientras tanto, les cuelan por la escuadra cosas como esta, el país se ha metido en una guerra absurda, y el déficit fiscal y comercial hace temblar a cualquiera. Hubo un día en que los periódicos americanos derribaban presidentes. Hoy son como Salsa Rosa aplicada a la política.

1 comentario:

Anónimo dijo...

En tiempos de guerra, la prensa americana es la más patriótica del mundo.