Pido disculpas por no haber escrito demasiado desde la semana pasada. Me he mudado a otro pisito (grande, luminoso, y muy lleno de cajas esperando ser vaciadas), y claro, entre empaquetar, cargar y vaciar cosas, y el trabajo normal en la universidad, no tengo tiempo de nada. He estado con acceso a internet todo este tiempo (estar informado es lo primero) por lo que los comentarios en profundidad sobre aeropuertos, guerras y temas variados los tengo en mi cabecita.
Esta semana espero recuperar el ritmo; depende del ritmo de vaciado de cajas y mi talento montando cacharros de Ikea. En serio.
lunes, julio 31, 2006
jueves, julio 27, 2006
¿Y esto es noticia?
Un grupo de científicos y profesores denuncia un sistema de patronazgo en la universidad española. Resulta que los catedráticos se reparten las nuevas plazas entre sus amigotes, haciéndose favores unos a otros, así en plan mamoneo.
¿Es esto noticia? La verdad, la mierda académica que es el sistema de selección de profesorado en la universidad española es algo que todo el mundo en el mundillo sabe, y que nadie parece ser capaz de solucionar. La ley Maravall no lo arregló (y mira que el tipo conocía el sistema), la ley del PP tampoco, y me temo que el nuevo proyecto de ley no va a hacer gran cosa para solucionar el problema, a no ser que se haga ruido y se proteste.
En fin, felicidades al grupo de académicos que ha levantado la voz (y que se preparen para ser maltratados; los van a odiar) y felicidades al diario El Mundo por hablar sobre el problema. Es un primer paso; pero ya es hora que la sociedad y el gobierno se pongan las pilas y se preparen para aniquilar a las hordas de dinosaurios que habitan en muchas universidades españolas.
Y no, no es un tema irrelevante. Las universidades son uno de los principales motores para impulsar la investigación y desarrollo, sea con dinero público o (aún mejor) mediante cooperación con el sector privado. Si España sigue con el anémico sistema de educación superior actual, no sólo vamos a seguir produciendo titulados casi inútiles, sino que además perderemos el tren del crecimiento rápido. Y no, construir sincrotrones o superordenadores no basta; es necesario arreglar la catastrófica falta de materia gris en las facultades.
¿Es esto noticia? La verdad, la mierda académica que es el sistema de selección de profesorado en la universidad española es algo que todo el mundo en el mundillo sabe, y que nadie parece ser capaz de solucionar. La ley Maravall no lo arregló (y mira que el tipo conocía el sistema), la ley del PP tampoco, y me temo que el nuevo proyecto de ley no va a hacer gran cosa para solucionar el problema, a no ser que se haga ruido y se proteste.
En fin, felicidades al grupo de académicos que ha levantado la voz (y que se preparen para ser maltratados; los van a odiar) y felicidades al diario El Mundo por hablar sobre el problema. Es un primer paso; pero ya es hora que la sociedad y el gobierno se pongan las pilas y se preparen para aniquilar a las hordas de dinosaurios que habitan en muchas universidades españolas.
Y no, no es un tema irrelevante. Las universidades son uno de los principales motores para impulsar la investigación y desarrollo, sea con dinero público o (aún mejor) mediante cooperación con el sector privado. Si España sigue con el anémico sistema de educación superior actual, no sólo vamos a seguir produciendo titulados casi inútiles, sino que además perderemos el tren del crecimiento rápido. Y no, construir sincrotrones o superordenadores no basta; es necesario arreglar la catastrófica falta de materia gris en las facultades.
miércoles, julio 26, 2006
Avioncitos irrelevantes
En LD y la Cope van clamando escándalo por cierto viaje en avión de Zapatero a Londres la semana pasada. Bueno, lo diré clarito, para que se entiende: menuda estupidez de crítica.
Lo primero que deberían hacer, antes de quejarse, es mirar qué hacen los jefes de estado y de gobierno en el resto del mundo para hacer viajes privados en cualquier democracia avanzada. Pongamos el caso de George W. Bush viajando a Camp David para pasar un fin de semana de descanso, por ejemplo. ¿Coge el señor un taxi? ¿Se paga de su bolsillo una avioneta? No, se sube al Marine 1, el helicóptero oficial del Presidente y vuela allí, a coste de los contribuyentes. Cuando Tony Blair decide ir a Chequers, residencia de descanso del Primer Ministro, el tipo no se sube al Mini que tiene aparcado en casa y conduce hasta allí, si no que le llevan. Cuando Angela Merkel vuela a Mallorca para ir de vacaciones, el avión que le lleva es de la Luftwaffe, no una avioneta particular. Aznar no iba en taxi a Baqueira o a Oropesa, algo tan simple como eso.
La verdad, ¿cuál es la alternativa? ¿Alguien imagina a Zapatero, mujer, hijas, veinte escoltas, secretarios y toda la tropa facturando en Barajas? ¿Alguien se imagina el jaleo que eso armaría en un vuelo regular? Cualquier cargo público de alto rango, y el presidente del gobierno español lo es, viaja siempre usando transportes oficiales y del bolsillo de los contribuyentes, sea el viaje público o privado. Es siempre así, en cualquier democracia del mundo; sencillamente, forma parte del sueldo de un jefe del ejecutivo.
Pero bueno, la cuestión es quejarse, y pretender que todo el mundo tiene una vida ascética y contemplativa. No es que la realidad sea ya un obstáculo para algunos.
Lo primero que deberían hacer, antes de quejarse, es mirar qué hacen los jefes de estado y de gobierno en el resto del mundo para hacer viajes privados en cualquier democracia avanzada. Pongamos el caso de George W. Bush viajando a Camp David para pasar un fin de semana de descanso, por ejemplo. ¿Coge el señor un taxi? ¿Se paga de su bolsillo una avioneta? No, se sube al Marine 1, el helicóptero oficial del Presidente y vuela allí, a coste de los contribuyentes. Cuando Tony Blair decide ir a Chequers, residencia de descanso del Primer Ministro, el tipo no se sube al Mini que tiene aparcado en casa y conduce hasta allí, si no que le llevan. Cuando Angela Merkel vuela a Mallorca para ir de vacaciones, el avión que le lleva es de la Luftwaffe, no una avioneta particular. Aznar no iba en taxi a Baqueira o a Oropesa, algo tan simple como eso.
La verdad, ¿cuál es la alternativa? ¿Alguien imagina a Zapatero, mujer, hijas, veinte escoltas, secretarios y toda la tropa facturando en Barajas? ¿Alguien se imagina el jaleo que eso armaría en un vuelo regular? Cualquier cargo público de alto rango, y el presidente del gobierno español lo es, viaja siempre usando transportes oficiales y del bolsillo de los contribuyentes, sea el viaje público o privado. Es siempre así, en cualquier democracia del mundo; sencillamente, forma parte del sueldo de un jefe del ejecutivo.
Pero bueno, la cuestión es quejarse, y pretender que todo el mundo tiene una vida ascética y contemplativa. No es que la realidad sea ya un obstáculo para algunos.
lunes, julio 24, 2006
Electricidad en el país más avanzado del mundo
Para la próxima vez que alguien me venga lloriqueando de apagones y mal servicio eléctrico en España, diciendo que en países avanzados esto no pasa: en Estados Unidos, tenemos apagones en un montón de lugares del país.
En Nueva York, desde el lunes pasado hay abonados sin corriente; llegaron a 200.000 afectados. En California, la red eléctrica está otra vez implosionando alegremente, mientras la autoridades piden desesperadamente que se modere el consumo (sí, con anuncios pidiendo que se baje el aire acondicionado). Durante el fin de semana, hasta un millón de casas y negocios han estado sin luz. En St. Louis el miércoles pasado todo el sistema se fue al garete tras una tormenta. A día de hoy, 231.000 abonados seguían a oscuras, con temperaturas por encima de los 30º. Sí, hay una ola de calor, pero este es el país más poderoso de la tierra, se supone.
Lo peor, no es nuevo de este año. Hará unos añitos el gran apagón de la costa este, con 50 millones de afectados (y que por cierto, me pilló de lleno haciendo el guiri), debería haber supuesto un aviso sobre el estado de las infraestructuras del país, pero no, nada. Como tantas otras cosas, un apaño y listos.
El origen de todo el jaleo es probablemente la extremadamente chapucera liberalización del sector de la energía en Estados Unidos; un sector terriblemente fragmentado, mal mantenido y con una patética falta de inversión desde tiempo inmemorial. Mal que les pese a algunos, el suministro eléctrico es un monopolio natural, que funciona muy mal si no se regula de forma adecuada. Es posible introducir competencia y soluciones de mercado, eso está claro, pero la experiencia nos dice que primero, es difícil, y segundo, una mala liberalización puede crear mercados extremadamente manipulables.
A proposito de España, el sector eléctrico es el ejemplo de libro de regulación chapucera que no entiende ni Dios. Más allá de OPAs e historias variadas, el gobierno Aznar se cubrió de gloria al regular este mercado. Alguna de las medidas del gobierno actual han ido en la dirección adecuada, pero cualquiera hace limpieza ahora con la que está cayendo. En fin.
En Nueva York, desde el lunes pasado hay abonados sin corriente; llegaron a 200.000 afectados. En California, la red eléctrica está otra vez implosionando alegremente, mientras la autoridades piden desesperadamente que se modere el consumo (sí, con anuncios pidiendo que se baje el aire acondicionado). Durante el fin de semana, hasta un millón de casas y negocios han estado sin luz. En St. Louis el miércoles pasado todo el sistema se fue al garete tras una tormenta. A día de hoy, 231.000 abonados seguían a oscuras, con temperaturas por encima de los 30º. Sí, hay una ola de calor, pero este es el país más poderoso de la tierra, se supone.
Lo peor, no es nuevo de este año. Hará unos añitos el gran apagón de la costa este, con 50 millones de afectados (y que por cierto, me pilló de lleno haciendo el guiri), debería haber supuesto un aviso sobre el estado de las infraestructuras del país, pero no, nada. Como tantas otras cosas, un apaño y listos.
El origen de todo el jaleo es probablemente la extremadamente chapucera liberalización del sector de la energía en Estados Unidos; un sector terriblemente fragmentado, mal mantenido y con una patética falta de inversión desde tiempo inmemorial. Mal que les pese a algunos, el suministro eléctrico es un monopolio natural, que funciona muy mal si no se regula de forma adecuada. Es posible introducir competencia y soluciones de mercado, eso está claro, pero la experiencia nos dice que primero, es difícil, y segundo, una mala liberalización puede crear mercados extremadamente manipulables.
A proposito de España, el sector eléctrico es el ejemplo de libro de regulación chapucera que no entiende ni Dios. Más allá de OPAs e historias variadas, el gobierno Aznar se cubrió de gloria al regular este mercado. Alguna de las medidas del gobierno actual han ido en la dirección adecuada, pero cualquiera hace limpieza ahora con la que está cayendo. En fin.
La mala noticia del día
La ronda de Doha de la OMC parece haberse estrellado contra el iceberg habitual del libre comercio internacional, los productos agrícolas. Entre una Unión Europea que no concreta y unos Estados Unidos que no proponen, las conversaciones en Viena han fracasado.
En fin, ya he dicho repetidas veces por qué los aranceles son estúpidos, la política agraria común repulsiva y el libre comercio algo que beneficia a todos, así que no me repetiré. Lo curioso del asunto es que siendo esta noticia la que más debería apenar y preocupar a un liberal cualquiera, la tropa bitacoril española del ramo se ha pasado el día hablando de Israel, catalanes y terrorismo. En fin, mucho blandir la espada de cartón de la libertad, y se preocupan de los temas clásicos de los conservadores de siempre. En serio, que se hagan llamar conservadores. No es algo malo, ni oscuro ni mal visto ya a estas alturas, y la verdad, es mucho más adecuado, en casi todos los casos, que ir de liberales.
Anda que un progre irredento sea el que esté lloriqueando por el fracaso de la OMC...
En fin, ya he dicho repetidas veces por qué los aranceles son estúpidos, la política agraria común repulsiva y el libre comercio algo que beneficia a todos, así que no me repetiré. Lo curioso del asunto es que siendo esta noticia la que más debería apenar y preocupar a un liberal cualquiera, la tropa bitacoril española del ramo se ha pasado el día hablando de Israel, catalanes y terrorismo. En fin, mucho blandir la espada de cartón de la libertad, y se preocupan de los temas clásicos de los conservadores de siempre. En serio, que se hagan llamar conservadores. No es algo malo, ni oscuro ni mal visto ya a estas alturas, y la verdad, es mucho más adecuado, en casi todos los casos, que ir de liberales.
Anda que un progre irredento sea el que esté lloriqueando por el fracaso de la OMC...
domingo, julio 23, 2006
Estados y conflicto
La guerra sigue, y los problemas enquistados en varias regiones del mundo parecen no querer desaparecer. Más allá del desastre de Oriente Medio, me parece necesario echar un vistazo a un detalle que no ha sido señalado en demasiadas ocasiones por los analistas, y que debería servir de guía al estudiar muchos conflictos: el papel crucial de los estados, o la ausencia de estos.
Tradicionalmente, la guerra había sido una cuestión de los estados. Un ejercito regular ataca, el otro defiende, y los reyes, presidentes o dictadores de turno luchan hasta que es razonable hacerlo. Cuando un bando pierde la guerra, los gobernantes aceptan, tragan con lo que se negocie en el armisticio, y ordenan a su ejercito parar. La guerra es algo letal, caótico y caro, pero tiene cierto orden subyacente. Los estados (con contadas excepciones) van a la guerra siguiendo alguna racionalidad, se lían a tortas siguiendo ciertas convenciones (no recurren a menudo a violencia gratuita) y cuando les pegan un paliza entienden el mensaje.
En muchos de los conflictos actuales, uno de los elementos que contribuyen al orden relativo de los conflictos no existe, ya que uno de los contendientes o bien no es un estado, o bien es un estado fallido. En ambos casos, los actores implicados tienden a ser mucho menos razonables. Primero, algo tan sencillo como aceptar que no se puede ganar una guerra deja de existir. Un estado gana o pierde controlando o perdiendo territorio; una organización como Hezbollá gana o pierde según el nivel de ruido que haga. Cuando se tiene como principal objetivo una idea y no se tiene los medios para llevarla a cabo de forma convencional, convencer a alguien que ha perdido es ligeramente más difícil.
El segundo gran problema son los estados fallidos. El ejemplo claro estos días es Líbano. El gobierno libanés es perfectamente consciente que Israel puede pegarles una paliza sin apenas inmutarse, así que su única esperanza es opener suficiente resistencia para que al menos invadir salga caro. El problema, claro está, es que Líbano no controla su territorio, y que hay otros agentes haciendo lo que les place y buscando sus objetivos. Hezbollá, en cierto sentido, sabe que sus acciones les benefician a ellos si tienen éxito, pero que es Líbano quien paga el coste si fracasan, ya que como guerrilla sufren relativamente pocos daños.
El otro ejemplo claro es Irak estos días. El gobierno iraquí no controla el país ni de broma, así que viven el suplicio de pelear con grupos que siguen la lógica de "gano yo, pierdes tú, ganas tú, perdemos los dos" hasta el final.
En contraposición, tenemos a Hamás en Gaza estos días. Sin llegar a ser un estado, Hamás gobierna los territorios palestinos, y eso significa que tiene algo concreto y tangible que perder en una guerra: territorio. El resultado es que los tradicionalmente chalados terroristas islámicos han captado el mensaje de fuerza de Israel bastante más rápido que Hezbollá, y han ofrecido una tregua.
¿Qué debemos deducir de esto? Primero, que es mejor vérselas con gobiernos que con bandidos, no importa cuántos tanques tenga un ejército convencional. Segundo, a veces es una buena idea hacer que los locos tengan algo que perder, más allá de sus vidas. Tercero, que un estado debe ser muy consciente que la lógica que otros actores no estatales siguen es muy distinta a la suya, hasta el punto que una derrota les puede reportar beneficios.
Lo que está claro es que debemos olvidarnos de ver todos los problemas desde la óptica de las guerras antiguas. Ganar batallas no acerca, muchas veces, a ganar una guerra. La lógica del martillo y ver todos los problemas como clavos no debe ser siempre nuestra guía.
Nota al margen: Israel no es que tuviera otra salida, no obstante. Forzar a la comunidad internacional a intervenir, haciendo del gobierno libanés algo real, era una de las pocas opciones que le quedaban.
Tradicionalmente, la guerra había sido una cuestión de los estados. Un ejercito regular ataca, el otro defiende, y los reyes, presidentes o dictadores de turno luchan hasta que es razonable hacerlo. Cuando un bando pierde la guerra, los gobernantes aceptan, tragan con lo que se negocie en el armisticio, y ordenan a su ejercito parar. La guerra es algo letal, caótico y caro, pero tiene cierto orden subyacente. Los estados (con contadas excepciones) van a la guerra siguiendo alguna racionalidad, se lían a tortas siguiendo ciertas convenciones (no recurren a menudo a violencia gratuita) y cuando les pegan un paliza entienden el mensaje.
En muchos de los conflictos actuales, uno de los elementos que contribuyen al orden relativo de los conflictos no existe, ya que uno de los contendientes o bien no es un estado, o bien es un estado fallido. En ambos casos, los actores implicados tienden a ser mucho menos razonables. Primero, algo tan sencillo como aceptar que no se puede ganar una guerra deja de existir. Un estado gana o pierde controlando o perdiendo territorio; una organización como Hezbollá gana o pierde según el nivel de ruido que haga. Cuando se tiene como principal objetivo una idea y no se tiene los medios para llevarla a cabo de forma convencional, convencer a alguien que ha perdido es ligeramente más difícil.
El segundo gran problema son los estados fallidos. El ejemplo claro estos días es Líbano. El gobierno libanés es perfectamente consciente que Israel puede pegarles una paliza sin apenas inmutarse, así que su única esperanza es opener suficiente resistencia para que al menos invadir salga caro. El problema, claro está, es que Líbano no controla su territorio, y que hay otros agentes haciendo lo que les place y buscando sus objetivos. Hezbollá, en cierto sentido, sabe que sus acciones les benefician a ellos si tienen éxito, pero que es Líbano quien paga el coste si fracasan, ya que como guerrilla sufren relativamente pocos daños.
El otro ejemplo claro es Irak estos días. El gobierno iraquí no controla el país ni de broma, así que viven el suplicio de pelear con grupos que siguen la lógica de "gano yo, pierdes tú, ganas tú, perdemos los dos" hasta el final.
En contraposición, tenemos a Hamás en Gaza estos días. Sin llegar a ser un estado, Hamás gobierna los territorios palestinos, y eso significa que tiene algo concreto y tangible que perder en una guerra: territorio. El resultado es que los tradicionalmente chalados terroristas islámicos han captado el mensaje de fuerza de Israel bastante más rápido que Hezbollá, y han ofrecido una tregua.
¿Qué debemos deducir de esto? Primero, que es mejor vérselas con gobiernos que con bandidos, no importa cuántos tanques tenga un ejército convencional. Segundo, a veces es una buena idea hacer que los locos tengan algo que perder, más allá de sus vidas. Tercero, que un estado debe ser muy consciente que la lógica que otros actores no estatales siguen es muy distinta a la suya, hasta el punto que una derrota les puede reportar beneficios.
Lo que está claro es que debemos olvidarnos de ver todos los problemas desde la óptica de las guerras antiguas. Ganar batallas no acerca, muchas veces, a ganar una guerra. La lógica del martillo y ver todos los problemas como clavos no debe ser siempre nuestra guía.
Nota al margen: Israel no es que tuviera otra salida, no obstante. Forzar a la comunidad internacional a intervenir, haciendo del gobierno libanés algo real, era una de las pocas opciones que le quedaban.
jueves, julio 20, 2006
Alegre cretino internacional
Por una vez, no hablamos de los sospechosos habituales, sino de Korea del Norte. Es bien conocido que Kim Jong Il es un cretino de primera división, además de estar singularmente chalado. Lo mejor de todo, sin embargo, es que a veces tiene ramalazos de genio del mal de película mala sencillamente deliciosos.
El último ejemplo es el hecho que el tipo lleva una década dedicándose a enriquecerse (y a comprar alimentos de gorras) mediante un método un tanto peculiar: falsificando dólares americanos. Lo mejor es que lo ha hecho al más puro estilo de villano de película de espías, con cuentas corrientes para él y todos sus altos cargos que estaban disfrutando del "negocio" en paraisos fiscales, y usando cantidades ridículas de tecnología en el proceso. Los agentes del servicio secreto americano, de hecho, admitían fustrados que los billetes falsos son de una calidad superior a los de la reserva federal, incluso, siendo excepcionalmente difíciles de reconocer.
El efecto en la gigantesca economía americana de este invento ha sido, evidentemente, prácticamente nulo. Lo que es delirante es que el tipo pida negociar con Estados Unidos mientras falsifica moneda. En fin, cosas del eje del mal.
El último ejemplo es el hecho que el tipo lleva una década dedicándose a enriquecerse (y a comprar alimentos de gorras) mediante un método un tanto peculiar: falsificando dólares americanos. Lo mejor es que lo ha hecho al más puro estilo de villano de película de espías, con cuentas corrientes para él y todos sus altos cargos que estaban disfrutando del "negocio" en paraisos fiscales, y usando cantidades ridículas de tecnología en el proceso. Los agentes del servicio secreto americano, de hecho, admitían fustrados que los billetes falsos son de una calidad superior a los de la reserva federal, incluso, siendo excepcionalmente difíciles de reconocer.
El efecto en la gigantesca economía americana de este invento ha sido, evidentemente, prácticamente nulo. Lo que es delirante es que el tipo pida negociar con Estados Unidos mientras falsifica moneda. En fin, cosas del eje del mal.
miércoles, julio 19, 2006
Creando instituciones independientes
Ayer hubo cambio de gobernadores en una de esas instituciones técnicas importantes que componen el esqueleto del estado, el Banco de España. Ha habido cierto ruido desde el PP acerca de la falta de consenso en la designación de Miguel Ángel Fernández Ordóñez como gobernador, haciendo que su independencia al frente de la entidad sea, según su punto de vista, cuestionable.
Si bien es cierto que el proceso de selección no ha sido el mejor de los posibles, me parece interesante hablar un poco sobre por qué no me parece que la independencia del Banco de España esté amenazada. La autonomía de un organismo es, aunque parezca mentira, no sólo cuestión de políticos autolimitándose; también tiene algo de diseño institucional.
Hay básicamente tres mecanismos para garantizar que una institución se comporte de manera imparcial y no siga los dictados del político que nombra su jefe. El primero, y más evidente, es que el gobierno no tenga una voz decisiva en el proceso de selección. Si el ministro o presidente de turno no pueden poner a un amiguete en una agencia o comisión, es más probable que el inquilino que ocupe el cargo tenga menos en cuenta la opinión de los políticos. Si quien escoge a esta institución independiente es el electorado, aún mejor, aunque no es demasiado práctico votar un número excesivo de cargos, o puestos demasiado técnicos.
Esa medida, en solitario, no es suficiente. Uno puede no ser amigo del presidente, pero si este tiene capacidad de echarte o dejarte sin presupuesto, no va a tener demasiadas ganas de desafiarle. Para evitar estos problemas, es necesario que los políticos no tengan el dedo en el gatillo en lo que a cargos independientes respecta. Si un fiscal general (como sucederá ahora, con la reforma de la ley) o regulador de un mercado sabe que no va a perder el cargo (ni recursos) si se enfrenta al gobierno, la tendencia natural de toda persona a querer salir por la tele hará que no le tiemble el pulso.
Nuestro flamante regulador, sin embargo, aún puede tener una tentación, que es la de repetir en el cargo. Si sabe que con cada cambio de gobierno él puede ser confirmado en el puesto, no va a moverse demasiado a ver si puede seguir "vigilando" con la misma falta de entusiasmo. Es necesario, por tanto, quitarle estas ideas raras; la manera más sencilla es haciendo que la duración de su mandato no coincida con la del político o esté limitada en el tiempo. Si un regulador sabe que estará aún cuando el político se vaya (dándole seis años no renovables, por ejemplo), trabajará con menos presión.
A estos mecanismos, es necesario recalcar varias cosas. Primero, el método de elección es de hecho quizás el punto menos importante al tratar de crear un organismo independiente; es preferible mantener el político sin herramientas de presión que crear un sistema de consensos forzosos que acabe derivando en cuotas.
Segundo, no es una buena idea tener organismos independientes controlando recursos. Si no tienen control sobre su presupuesto (y no deben tenerlo, si no tienen legitimidad democrática directa), su autonomía va a tener bastante de ficticia. O en el peor de los casos, se estará creando una fuente de clientelismo, algo que sucede bastante a menudo. La única idea peor es crear una institución con autonomía política real y completa, con líderes escogidos por los votantes, pero sin control en la recaudación de recursos. Eso lo llamamos "sistéma autonómico", pero la discusión es para otro día.
Tercero, y quizás el punto más importante, es el hecho que cualquier institución autónoma es de hecho una ficción. El legislador lo que está haciendo es crear unas leyes que limitan su poder mientras promete al mundo que no piensa cambiarlas. En cierto sentido, es la vieja paradoja de un Dios omnipotente creando una roca que no pueda levantar; es un compromiso fuerte, pero no necesariamente creíble. Los políticos siempre tienen la opción, claro está, de crear una ley con procedimientos muy complicados para su reforma (ponerlo en la Constitución, por ejemplo), pero limitar opciones de esta manera puede ser contraproducente a largo plazo. Uno nunca sabe si al director del servicio de inteligencia y proyectos siniestros, que hicimos tan independiente, le puede entrar un ataque de paranoia homicida ligeramente contraproducente en un mal momento, vamos.
Resumiendo: Miguel Ángel Fernández Ordóñez cumple con dos de la reglas (libre de control y mandato distinto), así que tranquilos. De hecho, si miramos las reformas institucionales pasadas por el gobierno Zapatero referidas a esta clase de organismos (fiscalía, TVE, CGPJ, CNE) han ido todas dirigidas a reducir el control político, no a aumentarlo. Y no, el PSOE no lo hace por el bien ideal sólamente; a fin de cuentas, los políticos del PP tendrán menos resortes de poder bajo su control. A no ser que cambien la ley, claro. Pero esa es otra historia.
Si bien es cierto que el proceso de selección no ha sido el mejor de los posibles, me parece interesante hablar un poco sobre por qué no me parece que la independencia del Banco de España esté amenazada. La autonomía de un organismo es, aunque parezca mentira, no sólo cuestión de políticos autolimitándose; también tiene algo de diseño institucional.
Hay básicamente tres mecanismos para garantizar que una institución se comporte de manera imparcial y no siga los dictados del político que nombra su jefe. El primero, y más evidente, es que el gobierno no tenga una voz decisiva en el proceso de selección. Si el ministro o presidente de turno no pueden poner a un amiguete en una agencia o comisión, es más probable que el inquilino que ocupe el cargo tenga menos en cuenta la opinión de los políticos. Si quien escoge a esta institución independiente es el electorado, aún mejor, aunque no es demasiado práctico votar un número excesivo de cargos, o puestos demasiado técnicos.
Esa medida, en solitario, no es suficiente. Uno puede no ser amigo del presidente, pero si este tiene capacidad de echarte o dejarte sin presupuesto, no va a tener demasiadas ganas de desafiarle. Para evitar estos problemas, es necesario que los políticos no tengan el dedo en el gatillo en lo que a cargos independientes respecta. Si un fiscal general (como sucederá ahora, con la reforma de la ley) o regulador de un mercado sabe que no va a perder el cargo (ni recursos) si se enfrenta al gobierno, la tendencia natural de toda persona a querer salir por la tele hará que no le tiemble el pulso.
Nuestro flamante regulador, sin embargo, aún puede tener una tentación, que es la de repetir en el cargo. Si sabe que con cada cambio de gobierno él puede ser confirmado en el puesto, no va a moverse demasiado a ver si puede seguir "vigilando" con la misma falta de entusiasmo. Es necesario, por tanto, quitarle estas ideas raras; la manera más sencilla es haciendo que la duración de su mandato no coincida con la del político o esté limitada en el tiempo. Si un regulador sabe que estará aún cuando el político se vaya (dándole seis años no renovables, por ejemplo), trabajará con menos presión.
A estos mecanismos, es necesario recalcar varias cosas. Primero, el método de elección es de hecho quizás el punto menos importante al tratar de crear un organismo independiente; es preferible mantener el político sin herramientas de presión que crear un sistema de consensos forzosos que acabe derivando en cuotas.
Segundo, no es una buena idea tener organismos independientes controlando recursos. Si no tienen control sobre su presupuesto (y no deben tenerlo, si no tienen legitimidad democrática directa), su autonomía va a tener bastante de ficticia. O en el peor de los casos, se estará creando una fuente de clientelismo, algo que sucede bastante a menudo. La única idea peor es crear una institución con autonomía política real y completa, con líderes escogidos por los votantes, pero sin control en la recaudación de recursos. Eso lo llamamos "sistéma autonómico", pero la discusión es para otro día.
Tercero, y quizás el punto más importante, es el hecho que cualquier institución autónoma es de hecho una ficción. El legislador lo que está haciendo es crear unas leyes que limitan su poder mientras promete al mundo que no piensa cambiarlas. En cierto sentido, es la vieja paradoja de un Dios omnipotente creando una roca que no pueda levantar; es un compromiso fuerte, pero no necesariamente creíble. Los políticos siempre tienen la opción, claro está, de crear una ley con procedimientos muy complicados para su reforma (ponerlo en la Constitución, por ejemplo), pero limitar opciones de esta manera puede ser contraproducente a largo plazo. Uno nunca sabe si al director del servicio de inteligencia y proyectos siniestros, que hicimos tan independiente, le puede entrar un ataque de paranoia homicida ligeramente contraproducente en un mal momento, vamos.
Resumiendo: Miguel Ángel Fernández Ordóñez cumple con dos de la reglas (libre de control y mandato distinto), así que tranquilos. De hecho, si miramos las reformas institucionales pasadas por el gobierno Zapatero referidas a esta clase de organismos (fiscalía, TVE, CGPJ, CNE) han ido todas dirigidas a reducir el control político, no a aumentarlo. Y no, el PSOE no lo hace por el bien ideal sólamente; a fin de cuentas, los políticos del PP tendrán menos resortes de poder bajo su control. A no ser que cambien la ley, claro. Pero esa es otra historia.
domingo, julio 16, 2006
Líbano, Israel y el problema imposible
Una nota sobre el pollo gigantesco que tenemos estos días en Líbano y Palestina. Por mucho que El País, El Mundo y parte de la progresía hispánica lloriquee sobre la reacción de Israel (incluyendo al presidente del gobierno), el malo de la película no es el estado judio.
Tenemos por un lado una democracia que se ha retirado unilateralmente de Gaza y el sur de Líbano tratando de conseguir la paz. En el otro lado tenemos a dos organizaciones politicas terroristas que han decidido seguir atacando civiles, lanzando cohetes y matando inocentes. Una está en el gobierno de uno de los territorios que Israel abandonó, la otra es tolerada por el gobierno Libanés. Cuando un gobierno decide atacar a otro, o ignora a las milicias que lo hacen, un estado tiene la obligación de responder para proteger a su población.
Se puede hablar de excesos israelíes todo lo que se quiera; es el gobierno libanés el que ha estado pasando de todo hasta ahora. Que hablen de diálogo, negociación y no a la guerra cuando han dejado hacer a grupos terroristas lo que querían lo siento, pero suena a apuesta fallida.
Hace falta decir, sin embargo, que Líbano no es realmente el culpable; el país es desde hace tiempo un protectorado de Siria. Donde está Siria, está Irán... y si Irán se puede permitir esas aventuras es básicamente porque Estados Unidos está perdiendo el tiempo en el pantano iraquí. No creo que el conflicto se extienda más, básicamente porque no hay nada mejor para sirios e iraníes que tener a sus dos mayores rivales cazando moscas a cañonazos en guerras sin demasiado sentido.
Paradójicamente, una guerra convencional quizás dejaría las cosas más claras, ya que al menos sabríamos quien pierde y quien gana. Siria, sin embargo, parece haber recibido suficiente palizas ante la IDF como para arriesgarse.
Ante que los tontos habituales hablen que todos los terrorismos son iguales, por cierto, nótese que en Euskadi los malos son los que han declarado el alto el fuego y quieren hablar para dejarlo. En Líbano, los malos ni dejan de matar, ni tienen ganas de hacerlo. De hecho, más que hablar, siguen con lo de destruir Israel y diciendo que eso de la democracia es una tontería. El garrote no debe ser aplicado a los primeros, ya que quieren dejar de ser un problema; los segundos, en cambio, siguen con su tradicional fanatismo. No hay demasiado que hablar.
Tenemos por un lado una democracia que se ha retirado unilateralmente de Gaza y el sur de Líbano tratando de conseguir la paz. En el otro lado tenemos a dos organizaciones politicas terroristas que han decidido seguir atacando civiles, lanzando cohetes y matando inocentes. Una está en el gobierno de uno de los territorios que Israel abandonó, la otra es tolerada por el gobierno Libanés. Cuando un gobierno decide atacar a otro, o ignora a las milicias que lo hacen, un estado tiene la obligación de responder para proteger a su población.
Se puede hablar de excesos israelíes todo lo que se quiera; es el gobierno libanés el que ha estado pasando de todo hasta ahora. Que hablen de diálogo, negociación y no a la guerra cuando han dejado hacer a grupos terroristas lo que querían lo siento, pero suena a apuesta fallida.
Hace falta decir, sin embargo, que Líbano no es realmente el culpable; el país es desde hace tiempo un protectorado de Siria. Donde está Siria, está Irán... y si Irán se puede permitir esas aventuras es básicamente porque Estados Unidos está perdiendo el tiempo en el pantano iraquí. No creo que el conflicto se extienda más, básicamente porque no hay nada mejor para sirios e iraníes que tener a sus dos mayores rivales cazando moscas a cañonazos en guerras sin demasiado sentido.
Paradójicamente, una guerra convencional quizás dejaría las cosas más claras, ya que al menos sabríamos quien pierde y quien gana. Siria, sin embargo, parece haber recibido suficiente palizas ante la IDF como para arriesgarse.
Ante que los tontos habituales hablen que todos los terrorismos son iguales, por cierto, nótese que en Euskadi los malos son los que han declarado el alto el fuego y quieren hablar para dejarlo. En Líbano, los malos ni dejan de matar, ni tienen ganas de hacerlo. De hecho, más que hablar, siguen con lo de destruir Israel y diciendo que eso de la democracia es una tontería. El garrote no debe ser aplicado a los primeros, ya que quieren dejar de ser un problema; los segundos, en cambio, siguen con su tradicional fanatismo. No hay demasiado que hablar.
Algo parece no funcionar en el PP
O eso parecen decir las encuestas. Hoy La Vanguardia publica una que deja al PP a siete puntos del PSOE en intención de voto. Por mucho que en LD protesten diciendo que Julián Santamaría (el director de la empresa que hace el sondeo) trabajó para González, la gente de Noxa tiene un buen historial prediciendo resultados electorales (daban un empate técnico a una semana del 14-M, por ejemplo), y sus métodos son sólidos; matar al mensajero no cambia el contenido de la noticia.
Si uno mira algunos de los resultados con detalle la pifia monumental que es la estrategia de oposición del PP en los últimos dos años es aún más evidente. El ejemplo más claro es las opiniones sobre el estatuto. La mayoría de los entrevistados cree que el texto será malo para España, pero eso no lleva a votar en masa en contra del PSOE, más bien lo contrario. He mencionado a menudo como el nacionalismo y los estatutos no están entre las principales preocupaciones de los españoles en ninguna encuesta (siempre están por debajo del 5%), así que una vez pasado el ruido y el histerismo constante, la imagen del PP es la de un partido que persigue fantasmas, no problemas reales.
Lo repito una vez más: no sirve de nada lanzarse a desacreditar al gobierno a base de campañas negativas, si el resultado es que la confianza en el que ataca cae en picado. Un candidato sólo se puede bombardear al gobierno si sus ataques son sobre temas que interesan al electorado. En caso contrario, te quedas sólo.
Lo más preocupante para Rajoy, sin embargo, debe ser la constatación que su partido la ha vuelto a pifiar en el proceso de paz. Casi dos tercios del electorado (63%) apoya que el gobierno establezca contactos con ETA, con sólo los votantes del PP estando en contra de forma significativa. Aunque una mayoría son escépticos acerca del resultado final, una mayoría sólida no cree que Zapatero vaya a ceder a chantajes (57%), y un porcentaje aplastante (63%) desaprueba la actitud de Rajoy. Incluso la reunión con Batasuna tiene un apoyo claro, dejando lo de "media España" apoyando al PP en una patética figura retórica.
Otra encuesta que dice lo mismo respecto al proceso de paz, que Libertad Digital, curiosamente, decide ignorar. Empiezo a sospechar que de hecho a una parte importante del PP le importa un comino ganar las elecciones, estando satisfechos con una numantina defensa de lo que nadie quiere hasta que los echen. Los votantes, evidentemente, desconfían de quienes les ignoran.
Si uno mira algunos de los resultados con detalle la pifia monumental que es la estrategia de oposición del PP en los últimos dos años es aún más evidente. El ejemplo más claro es las opiniones sobre el estatuto. La mayoría de los entrevistados cree que el texto será malo para España, pero eso no lleva a votar en masa en contra del PSOE, más bien lo contrario. He mencionado a menudo como el nacionalismo y los estatutos no están entre las principales preocupaciones de los españoles en ninguna encuesta (siempre están por debajo del 5%), así que una vez pasado el ruido y el histerismo constante, la imagen del PP es la de un partido que persigue fantasmas, no problemas reales.
Lo repito una vez más: no sirve de nada lanzarse a desacreditar al gobierno a base de campañas negativas, si el resultado es que la confianza en el que ataca cae en picado. Un candidato sólo se puede bombardear al gobierno si sus ataques son sobre temas que interesan al electorado. En caso contrario, te quedas sólo.
Lo más preocupante para Rajoy, sin embargo, debe ser la constatación que su partido la ha vuelto a pifiar en el proceso de paz. Casi dos tercios del electorado (63%) apoya que el gobierno establezca contactos con ETA, con sólo los votantes del PP estando en contra de forma significativa. Aunque una mayoría son escépticos acerca del resultado final, una mayoría sólida no cree que Zapatero vaya a ceder a chantajes (57%), y un porcentaje aplastante (63%) desaprueba la actitud de Rajoy. Incluso la reunión con Batasuna tiene un apoyo claro, dejando lo de "media España" apoyando al PP en una patética figura retórica.
Otra encuesta que dice lo mismo respecto al proceso de paz, que Libertad Digital, curiosamente, decide ignorar. Empiezo a sospechar que de hecho a una parte importante del PP le importa un comino ganar las elecciones, estando satisfechos con una numantina defensa de lo que nadie quiere hasta que los echen. Los votantes, evidentemente, desconfían de quienes les ignoran.
jueves, julio 13, 2006
Poder de mercado y legislación laboral
Uno de los mercados es imprescindible entender y analizar correctamente es el mercado laboral. El estado tiene una larga tradición de intervención y regulación en la materia, al ser el que (aparentemente) afecta más directamente al ciudadano medio. Esta regulación, se señala a menudo, es un obstaculo a la eficiencia, y una de las causas que ciertos países tengan más paro que otros, según el saber convencional.
Los efectos predichos son conocidos: el salario mínimo y la protección laboral crean desempleo, la flexibilidad lo reducen. En el plano teórico, los argumentos detrás de estas predicciones son lógicos; el problema es que en la realidad estos efectos son mucho menores de lo que los modelos nos llevarían a pensar. Dicho de otro modo, los incrementos del salario mínimo no necesariamente han producido siempre desempleo, y la protección laboral no tiene una correlación tan fuerte como debería con el nivel de paro. La teoría predice un efecto fuerte y evidente, pero parece que este no siempre se produce, y que en algunos casos funciona a la inversa.
El problema, como de costumbre, está en las asunciones del modelo, específicamente en la perfección natural de los mercados laborales. En un mercado normal con un precio dado, un vendedor que trata de vender un mismo producto más caro se queda automáticamente sin clientes; los consumidores pueden siempre irse a otro sitio sin problemas. Este hecho es uno de los garantes de la eficiencia del sistema; si los actores responden rápidamente a los cambios de precio, los recursos siempre se estarán aprovechando al máximo.
El mercado laboral es ligeramente distinto, ya que los compradores y vendedores no son totalmente iguales. Los trabajadores son, en este caso, los vendedores; ofrecen horas de trabajo a un precio, el salario. Los compradores son los empresarios, que compran este trabajo dando empleo. Sin embargo, el establecimiento del precio de mercado no es totalmente simétrico, como es en el caso anterior. Los vendedores, en este caso, dependen única y exclusivamente de poder emplearse para sobrevivir, mientras que los empresarios no dependen de unas cuantas horas trabajadas para hacerlo. Los trabajadores son mucho más reacios a perder un cliente / empleador que los empresarios son a perder un currela, ya que el riesgo que corren es mayor: es difícil encontrar trabajo, tienen menos recursos acumulados, y tienen más a perder.
Cuando se negocian precios, por tanto, hay una situación de asimetría entre ambos, con el empresario teniendo cierta capacidad de presionar el salario a la baja, ya que tiene poder de mercado. A su modo, un empresario es un pequeño monopsomio, un monopolio de la demanda, ya que tiene esta capacidad de negociación adicional.
Este hecho, que parece tan lógico, no ha entrado en la teoría económica de forma formal hasta hace tres o cuatro años (Alan Manning siendo el primero en modelarlo). Algo que parece tan evidente desde el sentido común (el jefe negocia desde un lugar mejor que el tuyo) resulta ser alegremente ignorado por mucho paladín neoclásico.
¿Qué efectos tiene un monopsomio limitado en el mercado laboral, en la teoría? Curiosamente, explica algo que con un modelo convencional no se puede explicar, como es la dispersión salarial, por qué esta es mayor entre la mano de obra no cualificada, por qué los empleados veteranos cobran más sin ser más productivos, por qué las empresas sin sindicatos pagan menos, por qué el efecto de los salarios mínimos es tan pequeño en el paro, y varios otros detalles.
El más importante, curiosamente, es que el salario mínimo no afecta tanto a los niveles de paro como a los niveles de desigualdad salarial. Un salario mínimo, en esencia, está dando algo de poder de negociación al trabajador. El empresario tiene un límite "duro" por debajo en su regateo, así que su capacidad para dispersar la escala salarial disminuye. Si el salario mínimo no es demasiado alto, contratará igual (hay muy poca gente tan patéticamente improductiva que no puede aportar por encia del mínimo) pero tendrá menos capacidad de dejarlo a niveles muy bajos. Los datos de hecho corroboran esta teoría; la variación de la desigualdad salarial en Estados Unidos sigue al salario mínimo, mientras que el nivel de desempleo no se ve afectado.
En contra de lo que dice el saber convencional, por tanto, el salario mínimo no siempre crea desempleo, y sí tiene un efecto muy fuerte sobre redistribución. Otras formas de protección laboral, por cierto, sí lo generan, como ya señalé en otro artículo. El nivel de igualdad en una economía, mal que les pese a algunos, es una cuestión política, no otra cosa; no hay tal conflicto entre eficiencia y redistribución.
(bueno, no siempre; igual que se puede ser incompetente creando riqueza, se puede serlo redistribuyendo. Que le pregunten a los rusos... Pero eso, para otro día).
Los efectos predichos son conocidos: el salario mínimo y la protección laboral crean desempleo, la flexibilidad lo reducen. En el plano teórico, los argumentos detrás de estas predicciones son lógicos; el problema es que en la realidad estos efectos son mucho menores de lo que los modelos nos llevarían a pensar. Dicho de otro modo, los incrementos del salario mínimo no necesariamente han producido siempre desempleo, y la protección laboral no tiene una correlación tan fuerte como debería con el nivel de paro. La teoría predice un efecto fuerte y evidente, pero parece que este no siempre se produce, y que en algunos casos funciona a la inversa.
El problema, como de costumbre, está en las asunciones del modelo, específicamente en la perfección natural de los mercados laborales. En un mercado normal con un precio dado, un vendedor que trata de vender un mismo producto más caro se queda automáticamente sin clientes; los consumidores pueden siempre irse a otro sitio sin problemas. Este hecho es uno de los garantes de la eficiencia del sistema; si los actores responden rápidamente a los cambios de precio, los recursos siempre se estarán aprovechando al máximo.
El mercado laboral es ligeramente distinto, ya que los compradores y vendedores no son totalmente iguales. Los trabajadores son, en este caso, los vendedores; ofrecen horas de trabajo a un precio, el salario. Los compradores son los empresarios, que compran este trabajo dando empleo. Sin embargo, el establecimiento del precio de mercado no es totalmente simétrico, como es en el caso anterior. Los vendedores, en este caso, dependen única y exclusivamente de poder emplearse para sobrevivir, mientras que los empresarios no dependen de unas cuantas horas trabajadas para hacerlo. Los trabajadores son mucho más reacios a perder un cliente / empleador que los empresarios son a perder un currela, ya que el riesgo que corren es mayor: es difícil encontrar trabajo, tienen menos recursos acumulados, y tienen más a perder.
Cuando se negocian precios, por tanto, hay una situación de asimetría entre ambos, con el empresario teniendo cierta capacidad de presionar el salario a la baja, ya que tiene poder de mercado. A su modo, un empresario es un pequeño monopsomio, un monopolio de la demanda, ya que tiene esta capacidad de negociación adicional.
Este hecho, que parece tan lógico, no ha entrado en la teoría económica de forma formal hasta hace tres o cuatro años (Alan Manning siendo el primero en modelarlo). Algo que parece tan evidente desde el sentido común (el jefe negocia desde un lugar mejor que el tuyo) resulta ser alegremente ignorado por mucho paladín neoclásico.
¿Qué efectos tiene un monopsomio limitado en el mercado laboral, en la teoría? Curiosamente, explica algo que con un modelo convencional no se puede explicar, como es la dispersión salarial, por qué esta es mayor entre la mano de obra no cualificada, por qué los empleados veteranos cobran más sin ser más productivos, por qué las empresas sin sindicatos pagan menos, por qué el efecto de los salarios mínimos es tan pequeño en el paro, y varios otros detalles.
El más importante, curiosamente, es que el salario mínimo no afecta tanto a los niveles de paro como a los niveles de desigualdad salarial. Un salario mínimo, en esencia, está dando algo de poder de negociación al trabajador. El empresario tiene un límite "duro" por debajo en su regateo, así que su capacidad para dispersar la escala salarial disminuye. Si el salario mínimo no es demasiado alto, contratará igual (hay muy poca gente tan patéticamente improductiva que no puede aportar por encia del mínimo) pero tendrá menos capacidad de dejarlo a niveles muy bajos. Los datos de hecho corroboran esta teoría; la variación de la desigualdad salarial en Estados Unidos sigue al salario mínimo, mientras que el nivel de desempleo no se ve afectado.
En contra de lo que dice el saber convencional, por tanto, el salario mínimo no siempre crea desempleo, y sí tiene un efecto muy fuerte sobre redistribución. Otras formas de protección laboral, por cierto, sí lo generan, como ya señalé en otro artículo. El nivel de igualdad en una economía, mal que les pese a algunos, es una cuestión política, no otra cosa; no hay tal conflicto entre eficiencia y redistribución.
(bueno, no siempre; igual que se puede ser incompetente creando riqueza, se puede serlo redistribuyendo. Que le pregunten a los rusos... Pero eso, para otro día).
miércoles, julio 12, 2006
Publicidad muy personalizada: Pandora
El Santo Grial de los publicistas es que los anuncios que uno mira sólo sean de productos que le interesen. Tratar de vender yates a estudiantes universitarios, por ejemplo, no es una gran idea, así que cada vez que uno ve un anuncio de barquitos el publicista está tirando su dinero.
No hay nadie que lloriquee más en este aspecto que las grandes discográficas, totalmente incapaces de darse cuenta de las nuevas formas de vender música estos días. La mejor manera de hacer que alguien te compre un disco es tratando de mostrarle música que es parecida a la que ya le gusta, y el modelo generalista de publicidad clásico es bastante torpe en este aspecto.
De todos los sistemas para anunciar música en internet, el más natural es el de las radios en línea, y la que me parece más ingeniosa es Pandora. No hace demasiado os hablábamos de ella. El invento inició su andadura como parte del Music Genome Project, un invento que pretende analizar música según su estructura básica para hacer recomendaciones automatizadas muy precisas. Uno entra en la página, escribe un artista o canción, y empieza a escuchar una emisora que sigue de manera sorprendentemente rica y precisa el estilo marcado.
Cuando empezó a funcionar, la página era una divertida curiosidad para pasar el rato; ahora finalmente se han puesto las pilas en darle un sentido al invento. El método, los inevitables enlaces a iTunes y Amazon cuando decides marcar una canción en tu lista de marcadores. La belleza del asunto reside en que cada canción que escucha el oyente trata de ser tan cercana a sus gustos musicales como sea posible.
En el fondo, el servidor de Pandora es una serie de anuncios totalmente enfocados al cliente, con una lista de la compra incorporada. Amazon nunca hubiera vendido un disco de Hawksley Workman al que estas líneas escribe si no lo hubiera escuchado en mi "Suede Radio". Mi lista de compras futuras (ahora no hay pasta) es larga, y todo por tener un buen consejero detrás.
Lo mejor del asunto, por cierto, es lo mucho que favorece un sistema así (o equivalentes) a bandas independientes. Las grandes discográficas, el tradicionalmente imprescindible intermediario que tenía que sufrir un artista para llegar al gran público, son mucho menos necesarias si la publicidad y distribución pueden ser tan específicas. El increible incremento de la venta de música en internet no es más que otro síntoma que el negocio está cambiando a una velocidad inusitada.
La industria, con su obsesión en implantar cánones, bloqueos a la copia y estupideces por el estilo, está intentando sobrevivir a la tecnología prohibiéndola. Ya es hora que empiecen a aceptar que en este mundo, son los consumidores quien mandan, no ellos. Tienen muchas preguntas a contestar.
Nota: estos días voy a escribir más irregularmente, ya que estoy un poco demasiado ocupado. Lo siento por mis (tres) seguidores acérrimos, pero se hace lo que se puede.
No hay nadie que lloriquee más en este aspecto que las grandes discográficas, totalmente incapaces de darse cuenta de las nuevas formas de vender música estos días. La mejor manera de hacer que alguien te compre un disco es tratando de mostrarle música que es parecida a la que ya le gusta, y el modelo generalista de publicidad clásico es bastante torpe en este aspecto.
De todos los sistemas para anunciar música en internet, el más natural es el de las radios en línea, y la que me parece más ingeniosa es Pandora. No hace demasiado os hablábamos de ella. El invento inició su andadura como parte del Music Genome Project, un invento que pretende analizar música según su estructura básica para hacer recomendaciones automatizadas muy precisas. Uno entra en la página, escribe un artista o canción, y empieza a escuchar una emisora que sigue de manera sorprendentemente rica y precisa el estilo marcado.
Cuando empezó a funcionar, la página era una divertida curiosidad para pasar el rato; ahora finalmente se han puesto las pilas en darle un sentido al invento. El método, los inevitables enlaces a iTunes y Amazon cuando decides marcar una canción en tu lista de marcadores. La belleza del asunto reside en que cada canción que escucha el oyente trata de ser tan cercana a sus gustos musicales como sea posible.
En el fondo, el servidor de Pandora es una serie de anuncios totalmente enfocados al cliente, con una lista de la compra incorporada. Amazon nunca hubiera vendido un disco de Hawksley Workman al que estas líneas escribe si no lo hubiera escuchado en mi "Suede Radio". Mi lista de compras futuras (ahora no hay pasta) es larga, y todo por tener un buen consejero detrás.
Lo mejor del asunto, por cierto, es lo mucho que favorece un sistema así (o equivalentes) a bandas independientes. Las grandes discográficas, el tradicionalmente imprescindible intermediario que tenía que sufrir un artista para llegar al gran público, son mucho menos necesarias si la publicidad y distribución pueden ser tan específicas. El increible incremento de la venta de música en internet no es más que otro síntoma que el negocio está cambiando a una velocidad inusitada.
La industria, con su obsesión en implantar cánones, bloqueos a la copia y estupideces por el estilo, está intentando sobrevivir a la tecnología prohibiéndola. Ya es hora que empiecen a aceptar que en este mundo, son los consumidores quien mandan, no ellos. Tienen muchas preguntas a contestar.
Nota: estos días voy a escribir más irregularmente, ya que estoy un poco demasiado ocupado. Lo siento por mis (tres) seguidores acérrimos, pero se hace lo que se puede.
lunes, julio 10, 2006
Aventuras afganas
Acebes se ha pasado el día quejándose que el gobierno oculta a la ciudadanía que las tropas en Afganistán están en un lugar peligroso. Se me ocurren varias respuestas posibles, todas señalando claramente el nivel de oligofrenia mental del sujeto en cuestión.
La mayor parte del tiempo, el PP no hace eso; símplemente dicen lo contrario por sistema a lo que haga el gobierno. No importa que se contradigan a sí mismos, pidan imposibles o prefieran creer al diario Gara que al gobierno de la nación (ostras, como Batasuna). El resultado es un PP que tiene a su líder con unos niveles de aprobación catastróficos, en gran parte porque es visto como un grupo de idiotas iracundos que no aceptan absolutamente nada que salga de la Moncloa.
Lo más preocupante, sin embargo, no es que el PP diga que no a todo. Lo patético es que se esté centrando en temas que a la mayor parte de la población no les importa demasiado. Ni en la negociación con ETA, ni los nacionalismos, ni las bodas homosexuales, ni el complot masónico polanquista, ni el caso Bono, ni el Estatuto, ni el CAC, ni ninguno de los temas en los que el PP hace un ruido espantoso las encuestas dan un alto interés o nivel de preocupación del electorado. Cuando la gente está interesada (negociación con ETA) una mayoría abrumadora está más cerca del gobierno que del PP, y ellos siguen, dale que te pego, sin cambiar de disco.
Empiezo a sospechar que ni Rajoy ni el PP están demasiado interesados en ganar elecciones ya, sinceramente. El partido se le ha ido al monte al líder popular, y ahora lo único que hace es resignarse a seguirlos en sus cruzadas particulares para que no le miren mal. Acebes, Aznar, Zaplana y compañía están más que felices defendiendo sus puntos de vista; lo de mandar no les importa demasiado.
A todo esto, una pequeña pregunta sobre opinión pública. Si la negociación con ETA fracasa y la banda vuelve a matar, ¿a quién culpará el electorado?. La respuesta, según todos los estudios hechos sobre terrorismo y opinión pública en España, es que de los muertos por terrorismo no se culpa al gobierno (a no sér que este decida culpar al terrorista equivocado, claro). Ni con esas el PP lo tiene demasiado bien.
- Si alguien debe explicar el peligro afgano, ese es el señor Trillo, el ministro que envió las tropas allí para empezar. Si la ciudadanía anda tan perdida, será que el PP no se explicó bien para empezar.
- Por cierto, ese envío de tropas fue respaldado por el PSOE. El "no a la guerra" se limitó a Irak.
- Las Naciones Unidas dan una cobertura legal clara a la misión en Afganistán. Lo de Irak, con perdón, pero uno necesita la imaginación un abogado picapleitos grasiento para justificarlo jurídicamente. Ui, a lo mejor entra. Por los pelos.
- Ocultar cosas, poco. Defensa ha sido rápida en señalar que no fue un accidente, sino un ataque. No ha hablado de que se cortarán un dedo mientras estaban de picnic, vamos.
- Zapatero dando la cara, también tiene lo suyo. Se pidió al parlamento la autorización para enviar tropas por primera vez. Me gustaría saber qué voto el PP.
- Si la misión no fuera peligrosa, habríamos enviado al cuerpo de inspectores de hacienda, funcionarios de correos y un grupo de médicos del Sámur en contrato de prácticas, no a la legión.
- A todo esto, tiene cojones que el PP, tras tanto despotricar sobre inmigración, quiera hacer un héroe patriótico un pobre tipo que era peruano. Me parece fantástico que haya en el ejército gente de todos orígenes, oye, pero no deja de ser cómico que Acebes pase de hablar de nación española a héroe andino tan fácilmente.
La mayor parte del tiempo, el PP no hace eso; símplemente dicen lo contrario por sistema a lo que haga el gobierno. No importa que se contradigan a sí mismos, pidan imposibles o prefieran creer al diario Gara que al gobierno de la nación (ostras, como Batasuna). El resultado es un PP que tiene a su líder con unos niveles de aprobación catastróficos, en gran parte porque es visto como un grupo de idiotas iracundos que no aceptan absolutamente nada que salga de la Moncloa.
Lo más preocupante, sin embargo, no es que el PP diga que no a todo. Lo patético es que se esté centrando en temas que a la mayor parte de la población no les importa demasiado. Ni en la negociación con ETA, ni los nacionalismos, ni las bodas homosexuales, ni el complot masónico polanquista, ni el caso Bono, ni el Estatuto, ni el CAC, ni ninguno de los temas en los que el PP hace un ruido espantoso las encuestas dan un alto interés o nivel de preocupación del electorado. Cuando la gente está interesada (negociación con ETA) una mayoría abrumadora está más cerca del gobierno que del PP, y ellos siguen, dale que te pego, sin cambiar de disco.
Empiezo a sospechar que ni Rajoy ni el PP están demasiado interesados en ganar elecciones ya, sinceramente. El partido se le ha ido al monte al líder popular, y ahora lo único que hace es resignarse a seguirlos en sus cruzadas particulares para que no le miren mal. Acebes, Aznar, Zaplana y compañía están más que felices defendiendo sus puntos de vista; lo de mandar no les importa demasiado.
A todo esto, una pequeña pregunta sobre opinión pública. Si la negociación con ETA fracasa y la banda vuelve a matar, ¿a quién culpará el electorado?. La respuesta, según todos los estudios hechos sobre terrorismo y opinión pública en España, es que de los muertos por terrorismo no se culpa al gobierno (a no sér que este decida culpar al terrorista equivocado, claro). Ni con esas el PP lo tiene demasiado bien.
viernes, julio 07, 2006
El "mensaje" del PP
Parece mentira, pero el PP ha apostado toda su imagen y mensaje político a una sola carta: que Batasuna no condene la violencia. Leyendo las declaraciones de Rajoy, Astarloa y su tropa de titiriteros mediáticos, el único argumento que tienen en su mano estos días es quejarse que Batasuna/ETA aún sigue sin renunciar a la lucha armada.
Siguen diciendo las mismas bobadas que siempre, que hablar equivale a una rendición del estado. No, una rendición del estado sería que este pidiera a ETA que dejara de matar a cambio de darle lo que pide. ETA no está matando, y el PSE no ha dado a Batasuna más que la oportunidad de sentarse en una silla y decirle que se haga demócrata. Por primera vez en siglos, los abertzales están planteándose acatar la legalidad y prefieren hablar a pegar tiros. ETA se plantea dejar el golpismo y el conflicto militar para pasarse a la democracia, y los idiotas del PP reaccionan como si se acabara el mundo.
Lo realmente preocupante es que el PP, ahora mismo, está negando la legitimidad del estado con más entusiasmo que los nacionalistas radicales. Cuando Rajoy dice que Zapatero no representa al estado ni a los españoles, está usando la misma retórica que Batasuna usa cuando se refiere al gobierno vasco o español. Está diciendo que como las decisiones del gobierno legítimamente escogido por las urnas no le gustan, no piensa respetarlas; exactamente la misma actitud que tenía Batasuna respecto a la constitución hace unos años. Otegui está respetando más la autoridad de Zapatero que Rajoy; el mundo al revés.
Lo más impresentable es que el hombre sigue con la manía que tienen que pactar con él, cuando acaba de decir abiertamente que desprecia toda acción o decisión de gobierno de su país. Lejos de hacer del terrorismo un tema de estado, el PP se ha instalado en decir lo contrario por sistema, y rezar que ETA vuelva a matar y le salve la carrera a Rajoy. Si Batasuna condena la violencia, Rajoy está acabado.
A todo esto, es necesario recalcar que la oposición furibunda a la negociación en Euskadi no la comparten ni los votantes del PP: más del 90% de los vascos apoya la negociación. El 86% de los votantes no nacionalistas están a favor de que se hable con ETA; sólo un 5% se opone a cualquier contacto. Un 90% son optimistas acerca de la resolución del conflicto. Rajoy y sus muchachos parecen emperrados en suicidarse electoralmente en Cataluña y Euskadi. Después dirán que son otros los que dividen España.
Por cierto, la proporción de vascos que se declara partidario de la indepencia o un modelo confederal sigue estable, desde tiempo inmemorial, alrededor de un 33%, con un 68% satisfechos con el actual estatuto. El miedo atroz que tiene el PP a que se vote cualquier cosa en Euskadi da bastante que pensar. Será que no quieren que nos demos cuenta de su paranoia.
Siguen diciendo las mismas bobadas que siempre, que hablar equivale a una rendición del estado. No, una rendición del estado sería que este pidiera a ETA que dejara de matar a cambio de darle lo que pide. ETA no está matando, y el PSE no ha dado a Batasuna más que la oportunidad de sentarse en una silla y decirle que se haga demócrata. Por primera vez en siglos, los abertzales están planteándose acatar la legalidad y prefieren hablar a pegar tiros. ETA se plantea dejar el golpismo y el conflicto militar para pasarse a la democracia, y los idiotas del PP reaccionan como si se acabara el mundo.
Lo realmente preocupante es que el PP, ahora mismo, está negando la legitimidad del estado con más entusiasmo que los nacionalistas radicales. Cuando Rajoy dice que Zapatero no representa al estado ni a los españoles, está usando la misma retórica que Batasuna usa cuando se refiere al gobierno vasco o español. Está diciendo que como las decisiones del gobierno legítimamente escogido por las urnas no le gustan, no piensa respetarlas; exactamente la misma actitud que tenía Batasuna respecto a la constitución hace unos años. Otegui está respetando más la autoridad de Zapatero que Rajoy; el mundo al revés.
Lo más impresentable es que el hombre sigue con la manía que tienen que pactar con él, cuando acaba de decir abiertamente que desprecia toda acción o decisión de gobierno de su país. Lejos de hacer del terrorismo un tema de estado, el PP se ha instalado en decir lo contrario por sistema, y rezar que ETA vuelva a matar y le salve la carrera a Rajoy. Si Batasuna condena la violencia, Rajoy está acabado.
A todo esto, es necesario recalcar que la oposición furibunda a la negociación en Euskadi no la comparten ni los votantes del PP: más del 90% de los vascos apoya la negociación. El 86% de los votantes no nacionalistas están a favor de que se hable con ETA; sólo un 5% se opone a cualquier contacto. Un 90% son optimistas acerca de la resolución del conflicto. Rajoy y sus muchachos parecen emperrados en suicidarse electoralmente en Cataluña y Euskadi. Después dirán que son otros los que dividen España.
Por cierto, la proporción de vascos que se declara partidario de la indepencia o un modelo confederal sigue estable, desde tiempo inmemorial, alrededor de un 33%, con un 68% satisfechos con el actual estatuto. El miedo atroz que tiene el PP a que se vote cualquier cosa en Euskadi da bastante que pensar. Será que no quieren que nos demos cuenta de su paranoia.
Miscelánea de rarezas americanas
Siguiendo viejas costumbres, otra breve lista de cosas curiosas, extrañas o irreprimiblemente marcianas que tiene la vida en Estados Unidos. Hay de todo, como siempre.
- Cada noche, antes del informativo de las diez, Fox pasa un anuncio de cinco segundos que dice: "Son las diez de la noche... ¿Sabe usted dónde están sus hijos?". Es una especie de aviso para padres despistados, supongo ("ostras, me dejé el chaval en super"), y una bonita muestra de la paranoia que algunos medios de comunicación tienen con la infancia.
- Una noticia de esta semana, por cierto, recogía que muchos colegios están prohibiendo a los profesores y alumnos llamar a un niño gordo, no sea que se traumatice. Lo patético es que si hay un lugar donde se le puede llamar a alguien gordo es este país; hay algunos chavales que son diréctamente esféricos.
- Incluso en la dénsamente poblada Costa Este, en este país hay un montón de espacio vacio. Este fin de semana fuimos a Albany, New York, en coche; un paseo de dos horas y media. En la autopista de Springfield a Albany estás más de 120 kilómetros sin que haya una sóla salida. La razón: en los Adirondacks no vive ni Dios. Es como si en el Montseny o la sierra de Madrid no viviera nadie en absoluto. Incluso cerca de Nueva York hay lugares realmente vacios.
- Cosa que me lleva a hablar de los parques naturales. Cuando un territorio es un parque natural, en Estados Unidos no se puede hacer practicamente nada en absoluto. La mayoría están casi totalmente vacios de civilización, excluyendo carreteras y los omnipresentes aparcamientos. Lo curioso es que una vez uno cruza los límites del parque, es la ley de la selva, y se puede hacer lo que uno quiera. Así, uno puede tener unos preciosos arenales y playas protegidas, cruzar una valla, y encontrarse en una calle de seis carriles llena de gasolineras, comercios cutres y postes eléctricos singularmente feos sin ningún problema.
- Lo cierto es que la estética no es el fuerte de los americanos. El otro día en Milford, un caro pueblo con espléndidas playas, encontré una cosa chocante. Desde la playa un ve una espléndida vista de la bahía, arena y las casas de madera al lado del mar, un sitio idílico para vivir y pasearse. Lo irritante es que uno cruza la primera línea de casas, llega a una calle, y se encuentra un auténtico desastre de mal asfaltado, luces rotas, ni una brizna de verde y postes eléctricos horripilantes. Es un barrio caro, con una playa estupenda y unas casas antiguas preciosas, y no se gastan dos duros en hacer que la calle tenga un aspecto mínimamente cuidado.
- A todo esto, llevo unos días ayudando de vez en cuando en una campaña electoral. De momento, lo único que hemos hecho es pedir dinero. Lista de correo, sobres, y hala, cientos de cartas pidiendo contribuciones para la campaña. Vale que la financiación pública tiene sus problemas, pero la mendicidad de la clase política local es exagerada a veces.
miércoles, julio 05, 2006
Valencia, el accidente y los periodistas
El terrible accidente en el metro de Valencia debería haber dejado muchas preguntas sobre la mesa. Una región como Valencia, con su Terra Mítica, Oceanogràfic, Hemisfèric i verbenas festivaleras por la llegada de la Copa America, tan llena de gasto público ostentoso y cargante, tiene un accidente con 41 muertos en una infraestructura como el metro.
A un periodista normal, con ganas de hacer las preguntas adecuadas, le debería sonar raro que en un lugar con tanto monumento ocurriera una tragedia de estas proporciones, especialmente cuando políticos locales se han apresurado a decir que las medidas de seguridad eran suficientes. Aún contando que las desgracias pueden ser fortuitas, y que cosas de este estilo pueden suceder por sí sólas, es casi obligado respirar hondo, informarse y documentarse bien, y tratar de ver si ha habido una anomalía estadística atroz o incompetencia.
¿Qué ha hecho la prensa en España, para empezar? Primero, se ha concentrado en la carnaza. Sangre, heridos, muerte, funerales, realeza haciendo el paripé en la catedral, gore variado, y la "historia de interés humano" con voz seria de fondo que tanto les gusta mostrar. En fin, basura. Por mucho interés novelesco que tenga que el pequeño Pepín fue herido y le tuvieron que amputar un brazo mientras llevaba a su perrito al veterinario en el tren del horror mortal de la ostia, eso sólo importa a Pepín y su familia, no al resto de la sociedad. Lo importante es saber por qué ha ocurrido el accidente, y si se podría haber evitado, no mostrar unos lloros que no son más que pornografía emocional.
Lo que ha sucedido, para variar, es que la inmensa mayoría de la prensa se ha dedicado a chupar de los comunicados y declaraciones de los políticos, y no han tratado de documentarse lo más mínimo sobre el funcionamiento de una red de metro moderna. El resultado ha sido un incontable número de chorradas dichas a tontas y a locas, con algunas perlas que con 10 segundos de búsqueda en internet quedarían desacreditadas.
Se ha oido a menudo es la mención que el tren, con 18 años sobre las vías, es "viejo". Ni de broma. No es anormal, ni en España ni en el resto del mundo, tener trenes eléctricos circulando con treinta años a sus espaldas; de hecho, es incluso habitual tener composiciones con casi cincuenta años de servicio en bastantes redes. El metro de Londres tiene trenes con 46 años de servicio a sus espaldas en algunas lineas (los A60, en la Metropolitan Line; a retirar en tres años), el metro de París tiene trenes cuarentones (los MP59, línea 1), Barcelona y Madrid tienen multitud de trenes rondando y superando la treintena. Bien mantenido, un motor eléctrico es poco menos que inmortal; un tren sólo es retirado para cambiarlo por algo mejor, no porque deje de ser útil. El metro de Valencia es muy nuevo, con una flota de vehículos muy reciente; la edad del material no tiene la culpa.
El siguiente elemento señalado, siguiendo una tradición persistente en los ferrocarriles, ha sido el muerto. El maquinista tuvo un síncope, se pasó de la velocidad, y entro en plan kamikaze en la curva. Caso cerrado. Pues mira, no. Para empezar, un tren no puede funcionar si el maquinista no está consciente. Todos los vehículos sobre raíles tienen un mecanismo llamado hombre muerto, un botón, pedal o clavija que el maquinista tiene que presionar de forma regular (o constantemente, en algunos casos) para que el tren circule. Si por algún motivo el tren botón deja de ser presionado (maquinista inconsciente, dormido o distraido), se activan los frenos de emergencia y se detiene la composición. Lo que dice el consejero de infraestructuras es una estupidez con todas las letras, y cualquier periodista que copie sin ridiculizarlo debería sentir vergüenza.
Se ha hablado menos de los dos principales motivos, a mi entender, de que el accidente pudiera suceder, el mantenimiento y el sistema de señales. Sobre las señales, el diario El Mundo ha hablado un poco, aunque han pasado por alto lo más importante. La linea 1 del metro de Valencia usa una antigüedad llamada FAP como sistema de bloqueo. El FAP es de hecho un sistema de repetición de señales en cabina; cuando se pasa una señal, una luz se enciende en el panel, y el maquinista debe tocar un botón confirmando que la ha visto; si no lo hace, el sistema echa el freno de emergencia. El objetivo principal del sistema es evitar colisiones con otros trenes; los semáforos son las señales que el sistema muestra, y estos están enlazados a mantener la distancia entre las composiciones.
Si no se añaden balizas de limitación de velocidad (algo factible, aunque no en servicio en Valencia), su control está totalmente bajo el mando del maquinista, algo que en una línea subterranea, con visibilidad limitada y curvas cerradas introduce ciertos riesgos. En una línea con poco tráfico y frecuencias de paso aceptables, como era el metro de Valencia cuando abrió sus puertas, el riesgo es limitado, ya que no se circula con presión de horarios. En un metro que quiere ser moderno, ya no lo es tanto.
El gobierno regional tenía planes, desde hacía tiempo, para introducir un sistema de señales más avanzado a la L1, el ATP, usado de forma casi universal en las redes de metro del mundo. El ATP hace casi imposible superar los límites de velocidad del trayecto, ya que vigila y frena el tren automáticamente en caso de que esta se supere; sólo en caso de límites temporales no introducidos en el sistema un maquinista puede pasarse. Por un motivo u otro, la Comunidad Valenciana ha dedicado su dinero a planetarios, museos y líneas de metro nuevas, que a mejorar un sistema de señales obsoleto. Supongo que vende más cavar líneas nuevas que mejorar algo que parece que funciona en la línea antigua. El resultado ha sido un accidente que con un sistema de señales mejor se hubiera evitado.
El siguiente punto, poco comentado (sólo El País parece prestarle la atención que se merece) ha sido la falta de recursos dedicados al mantenimiento de trenes e infraestructuras en la red de metro. La curva donde ocurrió el accidente había estado limitada a 50 Km/h anteriormente; el mal estado de la vía obligó a reducir la velocidad de paso a 40 Km/h. Se habla desde hace tiempo que los trenes no están teniendo en mantenimiento adecuado; no hay material suficiente para dar el nivel de servicio actual, así que es casi imposible tener composiciones paradas siendo revisadas con la frecuencia deseable.
Tenemos pues unos trenes que puede que no funcionen como deben, en una infraestructura en un estado deficiente, con un sistema de señalización que deja un enorme margen de error al factor humano. Sí, todo había funcionado bien en los últimos años (es un decir; la L1 ha tenido varios accidentes en los últimos meses, aunque de menor seriedad), pero estadísticamente era cuestión de tiempo que alguien metiera la pata. Un sistema de seguridad no es más que un mecanismo que reduce al mínimo la probabilidad de un error; en el metro de Valencia, la posibilidad era demasiado alta. No es un accidente fortuito, es dinero mal gastado.
A un periodista normal, con ganas de hacer las preguntas adecuadas, le debería sonar raro que en un lugar con tanto monumento ocurriera una tragedia de estas proporciones, especialmente cuando políticos locales se han apresurado a decir que las medidas de seguridad eran suficientes. Aún contando que las desgracias pueden ser fortuitas, y que cosas de este estilo pueden suceder por sí sólas, es casi obligado respirar hondo, informarse y documentarse bien, y tratar de ver si ha habido una anomalía estadística atroz o incompetencia.
¿Qué ha hecho la prensa en España, para empezar? Primero, se ha concentrado en la carnaza. Sangre, heridos, muerte, funerales, realeza haciendo el paripé en la catedral, gore variado, y la "historia de interés humano" con voz seria de fondo que tanto les gusta mostrar. En fin, basura. Por mucho interés novelesco que tenga que el pequeño Pepín fue herido y le tuvieron que amputar un brazo mientras llevaba a su perrito al veterinario en el tren del horror mortal de la ostia, eso sólo importa a Pepín y su familia, no al resto de la sociedad. Lo importante es saber por qué ha ocurrido el accidente, y si se podría haber evitado, no mostrar unos lloros que no son más que pornografía emocional.
Lo que ha sucedido, para variar, es que la inmensa mayoría de la prensa se ha dedicado a chupar de los comunicados y declaraciones de los políticos, y no han tratado de documentarse lo más mínimo sobre el funcionamiento de una red de metro moderna. El resultado ha sido un incontable número de chorradas dichas a tontas y a locas, con algunas perlas que con 10 segundos de búsqueda en internet quedarían desacreditadas.
Se ha oido a menudo es la mención que el tren, con 18 años sobre las vías, es "viejo". Ni de broma. No es anormal, ni en España ni en el resto del mundo, tener trenes eléctricos circulando con treinta años a sus espaldas; de hecho, es incluso habitual tener composiciones con casi cincuenta años de servicio en bastantes redes. El metro de Londres tiene trenes con 46 años de servicio a sus espaldas en algunas lineas (los A60, en la Metropolitan Line; a retirar en tres años), el metro de París tiene trenes cuarentones (los MP59, línea 1), Barcelona y Madrid tienen multitud de trenes rondando y superando la treintena. Bien mantenido, un motor eléctrico es poco menos que inmortal; un tren sólo es retirado para cambiarlo por algo mejor, no porque deje de ser útil. El metro de Valencia es muy nuevo, con una flota de vehículos muy reciente; la edad del material no tiene la culpa.
El siguiente elemento señalado, siguiendo una tradición persistente en los ferrocarriles, ha sido el muerto. El maquinista tuvo un síncope, se pasó de la velocidad, y entro en plan kamikaze en la curva. Caso cerrado. Pues mira, no. Para empezar, un tren no puede funcionar si el maquinista no está consciente. Todos los vehículos sobre raíles tienen un mecanismo llamado hombre muerto, un botón, pedal o clavija que el maquinista tiene que presionar de forma regular (o constantemente, en algunos casos) para que el tren circule. Si por algún motivo el tren botón deja de ser presionado (maquinista inconsciente, dormido o distraido), se activan los frenos de emergencia y se detiene la composición. Lo que dice el consejero de infraestructuras es una estupidez con todas las letras, y cualquier periodista que copie sin ridiculizarlo debería sentir vergüenza.
Se ha hablado menos de los dos principales motivos, a mi entender, de que el accidente pudiera suceder, el mantenimiento y el sistema de señales. Sobre las señales, el diario El Mundo ha hablado un poco, aunque han pasado por alto lo más importante. La linea 1 del metro de Valencia usa una antigüedad llamada FAP como sistema de bloqueo. El FAP es de hecho un sistema de repetición de señales en cabina; cuando se pasa una señal, una luz se enciende en el panel, y el maquinista debe tocar un botón confirmando que la ha visto; si no lo hace, el sistema echa el freno de emergencia. El objetivo principal del sistema es evitar colisiones con otros trenes; los semáforos son las señales que el sistema muestra, y estos están enlazados a mantener la distancia entre las composiciones.
Si no se añaden balizas de limitación de velocidad (algo factible, aunque no en servicio en Valencia), su control está totalmente bajo el mando del maquinista, algo que en una línea subterranea, con visibilidad limitada y curvas cerradas introduce ciertos riesgos. En una línea con poco tráfico y frecuencias de paso aceptables, como era el metro de Valencia cuando abrió sus puertas, el riesgo es limitado, ya que no se circula con presión de horarios. En un metro que quiere ser moderno, ya no lo es tanto.
El gobierno regional tenía planes, desde hacía tiempo, para introducir un sistema de señales más avanzado a la L1, el ATP, usado de forma casi universal en las redes de metro del mundo. El ATP hace casi imposible superar los límites de velocidad del trayecto, ya que vigila y frena el tren automáticamente en caso de que esta se supere; sólo en caso de límites temporales no introducidos en el sistema un maquinista puede pasarse. Por un motivo u otro, la Comunidad Valenciana ha dedicado su dinero a planetarios, museos y líneas de metro nuevas, que a mejorar un sistema de señales obsoleto. Supongo que vende más cavar líneas nuevas que mejorar algo que parece que funciona en la línea antigua. El resultado ha sido un accidente que con un sistema de señales mejor se hubiera evitado.
El siguiente punto, poco comentado (sólo El País parece prestarle la atención que se merece) ha sido la falta de recursos dedicados al mantenimiento de trenes e infraestructuras en la red de metro. La curva donde ocurrió el accidente había estado limitada a 50 Km/h anteriormente; el mal estado de la vía obligó a reducir la velocidad de paso a 40 Km/h. Se habla desde hace tiempo que los trenes no están teniendo en mantenimiento adecuado; no hay material suficiente para dar el nivel de servicio actual, así que es casi imposible tener composiciones paradas siendo revisadas con la frecuencia deseable.
Tenemos pues unos trenes que puede que no funcionen como deben, en una infraestructura en un estado deficiente, con un sistema de señalización que deja un enorme margen de error al factor humano. Sí, todo había funcionado bien en los últimos años (es un decir; la L1 ha tenido varios accidentes en los últimos meses, aunque de menor seriedad), pero estadísticamente era cuestión de tiempo que alguien metiera la pata. Un sistema de seguridad no es más que un mecanismo que reduce al mínimo la probabilidad de un error; en el metro de Valencia, la posibilidad era demasiado alta. No es un accidente fortuito, es dinero mal gastado.
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