La interminable campaña de las primarias americanas ha sido bastante convencional en muchos aspectos, pero ha aportado una novedad importante en cuanto a comunicación política.
Como comentaba el otro día, los medios de comunicación americanos y su particular manera de informar tienden a convertir las campañas en duelos de declaraciones irrelevantes, luchas simbólicas y debates circulares cargados de moralina barata. Los políticos tradicionalmente se han adaptado a este forma de hacer política, concentrándose en buscar argumentos simplistas de 10 segundos, como más irrelevante y manido mejor.
Estas elecciones, sin embargo, han sido algo distintas. Para empezar, uno de los candidatos es extraordinariamente locuaz. Obama es un orador estupendo, capaz de dar explicaciones largas y detalladas, llenas de matices, a temas muy complejos. Eso por sí mismo no es extraordinario; Al Gore o John Kerry son perfectamente capaces de explicarse bien, y en el caso de Al Gore incluso ganar un Oscar gracias a una presentación de PowerPoint. Lo que si es una novedad, sin embargo, es el hecho que Obama está dando estas explicaciones largas, detalladas y llenas de matices durante la campaña electoral, y hasta ahora le está funcionando muy bien. Obama está hablando a los votantes no como si fueran niños pequeños que sólo escuchan frases de 10 segundos o menos; les está hablando como adultos.
Los medios parece no acabarlo de entender. Durante la campaña, incluso después que Obama diera discursos extraordinarios, han seguido buscando cortar todo en trocitos pequeños, buscar el titular, y seguir discutiendo de chorradas onanistas bien poco relevantes. Un discurso de media hora lleno de ideas no interesa a nadie, se supone; el intelectualoide que haga grandes teorías en campaña está perdido.
Bueno, pues parece que no, y todo por ese pequeño milagro que es la red. La campaña de Obama parece haberse dado cuenta que los votantes ya no reciben información únicamente a través de los medios. Si quieren escuchar o leer lo que dice un candidato no tienen por qué esperar a que CNN, Fox o el New York Times les cuente qué está sucediendo en su habitual formato de estupidismo minimalista de patio de colegio. El votante interesado puede encender el ordenador e ir directamente al candidato, vía You Tube, página de partido o bitácora amiga. Si el argumento es interesante y tiene sentido, el votante lo escuchará, discutirá y quizás quede convencido y todo.
No más persuasión indirecta arcana. Se acabaron las posturitas simbólicas y frasecitas ingeniosas de diez segundos; el votante que quiere escuchar las cosas de forma adulta puede hacerlo él solito, evitando los canales habituales. Cuando un candidato lo entiende y habla al público como si tuvieran cerebro (Obama), las cosas le salen bien. Cuando no lo hace, y perpetra discursos más dirigidos a los medios que a los votantes (Romney), su oratoria se estrella en la indiferencia.
¿Estamos asistiendo a un nuevo, maravilloso mundo de política racional y razonable? Bueno, no tan rápido. Lo único que podemos decir ahora mismo es que un candidato como Obama hace ocho años no hubiera llegado demasiado lejos; y que la obsesión de John Kerry en el 2004 de parecer más tonto de lo que era una estupidez. Obama tiene las primarias prácticamente ganadas, así que parece que el tratar a los votantes como seres inteligentes ha dado cierto resultado. Sin embargo, Hillary Clinton y McCain siguen firmemente metidos a hacer política a la antigua; veremos si todavía funciona en noviembre.
Lo que parece claro es que Hillary realmente no tiene la más mínima intención de hablar con adultos en esta campaña; la estúpida polémica acerca de si los votantes están amargados o no de este fin de semana es una prueba evidente. Obama dice que los votantes en zonas rurales están hartos que los políticos les fallen constantemente, y que se centran en defender lo suyo (armas de fuego, familia, religión) en vez de confiar en lo público. La respuesta de Clinton no ha sido hablar sobre qué hacer para que este hastío desaparezca; ha sido decir que Obama es un elitista que desprecia al votante rural y que está alejado de sus ideas y sentimientos. Es la respuesta simplista, pedestre, que reduce el debate a estereotipos y caricaturas en vez de ideas y conceptos serios.
Es política vieja, sí. Pero quizás funcione. Obama es un candidato distinto en muchos aspectos; el hecho que quiera elevar el debate más allá de pasear las mismas guerras inanes y etiquetas de los últimos cuarenta años es uno de los más importantes. Veremos.
1 comentario:
Me he preguntado en infinidad de ocasiones qué pasaría si en España los políticos (y no solamente en campaña electoral) hablaran a los ciudadanos como a adultos. La verdad es que no consigo imaginar la respuesta por la simple razón de que ni siquiera consigo imaginarme el escenario.
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