En estos días de turbulencias energéticas que parecen azotar España (y que en contra de lo que dicen algunos, en Bolivia han pillado a un montón de gente), vale la pena hablar de un tema que ocupa horas y horas de debate público en Estados Unidos, el precio de los carburantes.
Lo cierto es que los americanos tienen motivos para estar sorprendidos. Desde el año 2003, el precio medio por galón de gasolina en las estaciones de servicio casi se ha duplicado, pasando de algo menos de $1,50 a los $2,90 actuales. Aunque si se convierten estos precios a litros aún te da la risa floja ($0,78 el litro, más o menos, comparado con $1,32 en España), el pánico y crujir de dientes en la política americana ha llegado a niveles realmente serios.
El incremento de precios tiene varios aspectos curiosos. En España el litro de super ha pasado en el mismo periodo de 0,81€ a un poco por debajo de 1,10€, es decir, sobre un 35% más. El incremento del precio del crudo se ha notado, pero en mucha menor medida que en Estados Unidos. Esta diferencia es significativa, pero tiene una explicación relativamente sencilla.
La primera teoría que un escucha en boca de variados todólogos televisivos, políticos y articulistas es que algo huele a podrido en el reino de los hidrocarburos. Aunque nadie se ha parado a mirar que yo sepa cómo han variado los precios en otros países (¿otros países? ¿existen?), las repetidas noticias de compañías como Exxon obteniendo beneficios astronómicos nunca vistos junto con el pasado empresarial de los inquilinos de la Casa Blanca ha hecho sospechar a muchos. No en vano esta administración es la misma que invadió un país hablando de garantizar el suministro energético; es natural que se piense en su proverbial incompetencia de nuevo.
El problema es, la teoría no funciona. Para empezar, el incremento de los beneficios de las petroleras obedece a las matemáticas y al libre mercado más que otra cosa. Si uno vende una materia y esta duplica su precio, uno duplica sus beneficios automáticamente sin variar los márgenes ni una décima. El incremento de precio no viene derivado de un aumento de los márgenes, si no del aumento de la demanda global de crudo.
Los dos culpables del aumento del precio del barril son India y China, que están aumentando su consumo por encima del incremento de la oferta en el mercado. Aunque ciertas aventuras militares no han ayudado (Irak sigue produciendo ahora menos que hace cuatro años), los productores de petroleo están sacando tanto producto como pueden al mercado, aunque no el suficiente para que no suban los precios. El problema con el barril de crudo es que la demanda se ha disparado, no otra cosa. La cuestión es, claro está, por qué sus efectos son mucho más acentuados en Estados Unidos que en otros lugares del mundo.
Aquí concurren básicamente dos factores, aunque me temo que es difícil saber el peso de cada uno. Por un lado tenemos el singularmente incompetente energy bill (ley sobre la energía) que aprobó el Congreso el año pasado. El documento, un monstruo legislativo de 550 páginas lleno de regulaciones, incentivos y subvenciones a la industría (10.000 millones de dólares, siendo conservadores) tiene alguna de las medidas energéticas más torpes jamás vistas. La más "brillante" ha sido forzar la transición de un aditivo basado en petroleo, MTBE, a etanol, justo cuando empieza la temporada alta de consumo en Estados Unidos.
El otro aspecto, no comentado habitualmente y en mi opinión bastante más importante es lo patéticamente bajo de los impuestos sobre hidrocarburos en este país. En comparación con Europa, donde sobre un 50% del precio va a parar al estado en impuestos (40% en España), en Estados Unidos esta proporción no llega al 20%. Este hecho hace que la demanda de carburante en un país europeo cualquiera sea mucho menor, en igualdad de condiciones, a la demanda americana.
La demanda de gasolina es muy inelástica a corto plazo; la gente no puede reducir lo que conduce con facilidad si sube el precio. Cuando el precio sube en Europa, el consumo de gasolina medio ya es de por sí bajo; el alto coste del carburante hace que la gente trate de evitar conducir demasiado, y use alternativas como el transporte público. El crudo más caro encuentra una demanda de gasolina más baja y elástica, y el precio aumenta más lentamente. En Estados Unidos, sin embargo, esto no sucede. Dado que el precio de partida era ridículamente bajo, los conductores americanos tragaban petroleo a espuertas, y no valoraban la existencia de alternativas como el transporte público, siendo consecuentemente ignorado por urbanistas y políticos. Cuando el precio de la materia prima ha aumentado, la demanda de gasolina ha resultado ser muchísimo más inelástica que la Europea, siendo el ajuste de los precios mucho mayor. La gasolina barata de hace unos años ha acabado convirtiéndose en un mercado mucho más vulnerable a incrementos de precio.
A todo esto, antes que aparezcan críticas a la rapacidad fiscal del estado, los impuestos de hidrocarburos se usan sobretodo para pagar las infraestructuras que los usan. Por algo las carreteras americanas están tan hechas polvo en muchos sitios, todo sea dicho.
Mañana, si hay tiempo, por qué el alto precio del petroleo es de hecho una buena noticia en muchos aspectos.
2 comentarios:
No te cambiaría ni una coma. Así es.
La cuestión del bajo nivel impositivo hizo decir a ya no recuerdo qué economista que los problemas económicos de un país como EEUU no podían ser muy serios si todo el déficit publico se enjugaba subiendo unos pocos centavos la gasolina. Hablo de memoria, luego puedo bailar las escalas, pero sirve el ejemplo.
Y sí, es buena noticia sobre todo si la subida es progresiva y no brusca. Rápidamente se vuelven rentables explotaciones difíciles que requieren altos precios del barril para sacarles rentabilidad. Incluso pozos agotados pueden tener nueva vida.
En segundo lugar, fuerza el efecto sustitución de fuentes energñeticas ahciendo viable invertir en energías alternativas: poco a poco encontrarán encontrarán un mercado, alcanzarán masa crítica y podrán crear economías de escala que reduzcan los precios.
Si los gobiernos estimulan una legislación favorable en lo que se refiere a regulaciones medioambientales y constructivas, el mercado podrá encargarse de crear nuevos sistemas energéticos si no más baratos, sí más eficientes.A unque si comparamos el coste de la energía con el de la comida que compramos en occidente a lo mejor nos llevamos una sorpresa sobre lo caro que deja de ser.
Por último, la sustitución de energías reduce los problemas geopolíticos de la dependencia de hidrocarburos. Claro, esto es a largo plazo.
Pero creo que no hay otra: ni se puede vivir pendiente de Bin Laden ni el petróleo durará eternamente (aunque tiene larga vida, moriré antes de que se haya terminado y me queda, esperanzadamente, media vida)
Muy buen análisis. Al leer el artículo me vino a la cabeza el último episodio de 24 (la serie de Jack Bauer), que no desvelaré por que aquí en España todavía no se ha emitido.
Además en el caso de consumo de gasolina, creo que allí han hecho leyes para favorecer motores con menor consumo. Con una gran excepción, que demuestra una gran hipocresía: los SUV tipo Hummer y grandes todoterrenos, que son los favoritos de los millonarios. Esos tragan gasolina más que yo cerveza :)
En el último párrafo, citas "los impuestos de hidrocarburos se usan sobretodo para pagar las infraestructuras que los usan.". En su creación seguro que fue así, pero ahora esos impuestos van a cualquier tema que se necesite. Por ejemplo en el Reino Unido están estudiando un sistema de seguimiento de vehículos por GPS con el objetivo de cobrar por el uso de la vía. ¿Eso no estaba ya cubierto por los impuestos de la gasolina?
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