En todo ese desastre del caso Valerie Plame, parece que las cosas se ponen feas para Karl Rove. Entre otras cosas, porque Time ha confirmado que fue él la fuente que reveló a su reportero que Plame era agente de la CIA. Ups.
De momento el abogado de Rove va por el mundo diciendo que Rove no es culpable de revelar secretos, porque no sabía que Plame era un agente secreto. Aunque parezca absurdo, puede colar, ya que la ley de secretos oficiales sólo dice que es delito si alguien revela la identidad de un agente a sabiendas que está dando información confidencial. ¿Qué sucederá ahora? De momento, la Casa Blanca está usando la mayor virtud que un político puede tener, su buena suerte, de manera extensiva. Entre el último huracán en Florida, los atentados en Londres y la nueva nominación para el Tribunal Supremo (que se está retrasando por algo), tienen munición para mantener esto fuera de la primera página.
Y no, no es algo irrelevante. Es el hombre de confianza del presidente revelando un secreto oficial (sobre la CIA y armas de destrucción masiva) en tiempo de guerra para su beneficio político. No es algo pequeño.
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