Como he comentado en más de una ocasión, mi gran motivación para escribir una bitácora es proseguir mi lucha incesante contra la estupidez que nos rodea. Entre todas las cosas que me ponen mortalmente nervioso estos días es para variar los medios de comunicación, y su absurda, estúpida e irritante manera de cubrir la política.
Hablemos pues del gran cáncer mediático de los últimos años, el analista político. Me refiero al analista político, no al analista de políticas; es decir, de los tipos que hablan sobre los efectos que una determinada noticia tienen en el futuro electoral de gobernantes y opositores varios.
Lo cierto es que están en todas partes: tertulias, columnas de opinión, editando periódicos, cubriendo noticias y crónicas. Son los típicos listillos que cuando un gobierno hace algo, o un político lanza una crítica, pasan inmediatamente a hablar sobre eso les quita o da votos, y por qué han tomado ese camino. Un ejemplo claro es cuando alguien sugiere una reforma fiscal (habitualmente sobre el IRPF) y el periodista que cubre la noticia habla no de su racionalidad económica, si no cómo subir la deducción sobre las hipotecas busca obtener votos entre las clases medias.
Sí, muy bonito, pero ¿qué valor informativo tiene?. El votante que lee un periódico ya decidirá si la deducción le favorece o no, y si eso cambiará su voto. Lo que le interesa (y el analista debe proporcionar) es una opinión fundamentada sobre qué efecto sobre el mercado inmobiliario tiene ese cambio fiscal, su efecto sobre la recaudación en agregado y si es la manera adecuada o no para controlar el precio de la vivienda (por cierto, no lo es. Pero eso es para otro día). Comentar la noticia de este modo es, ciertamente, más difícil, y ciertamente no demasiado compatible con el habitual analfabetismo de muchos periodistas, pero es ciertamente algo mucho más interesante y cercano a informar sobre la verdad que es lo que se supone es su trabajo.
Esta tendencia periodística llega a límites insospechados durante campañas electorales, y más aún en Estados Unidos. Como mencionaba ayer, es patéticamente difícil enterarse de lo que opinan muchos candidatos leyendo la prensa; sencillamente, los periodistas no hablan de ello. Una mirada al azar en cualquier publicación presuntamente seria da invariablemente multitud de artículos centrados en hablar del circo electoral, sin explicar ni una sóla vez las propuestas concretas o sus efectos. La cuestión es hablar de posiciones, rivalidad, carrera, competición y el drama del choque, todo ello patéticamente fácil de cubrir a base de repetir encuestas y porcentajes demográficos, y no meterse en ¡oh cielos! los efectos de cada decisión en el planeta tierra.
No tengo ningún interés en saber qué significa para los republicanos electoralmente la guerra de Irak; quiero saber qué sucede, y qué efectos ha tenido cada decisión tomada hasta ahora. No quiero saber cuántos votos puede un candidato obtener prometiendo sanidad universal pública o tratar de arreglar el sistema actual, quiero saber los efectos concretos de cada una de las alternativas en gasto previsto, comparado y en mi vida diaria. Sí, es mucho más difícil de cubrir. Sí, requiere saber datos, leer propuestas, saber cómo funciona el mundo y ser capaz de decir en ocasiones que es difícil saber qué es mejor, o que una u otra decisión responde a distintos objetivos o formas de ver el mundo.
En los medios hay demasiados todólogos, demasiada gente que cuando no sabe de qué habla se refugia en explicar intrigas palaciegas, juegos de poder, caídas en desgracia y encuestas variadas. Es hora de centrarse en la realidad, y saber decir que a veces uno no tiene ni idea, y se calla. Tan simple como eso.
Por cierto, aunque mi gran motivo para escribir es luchar contra la estupidez, el motivo principal sigue siendo ser famoso. Espero que El País perciba mi demoledora crítica a Carlos Carnicero, y me contrate de una vez. Eso sí, que no esperen que trate temas de educación, mercados financieros o derecho administrativo, entre otros. No tengo ni idea de ello.
martes, enero 30, 2007
domingo, enero 28, 2007
Primary Colors (II): los candidatos demócratas
Siguiendo con la serie de artículos dedicados a las primarias americanas (ver la introducción aquí), hoy haré un breve repaso de los candidatos a la nominación del partido demócrata para las elecciones presidenciales del 2008. Como comentaba el otro día, lo cierto es que la campaña realmente ha empezado muy, muy temprano, especialmente en este partido, así que parece que tenemos prácticamente a todos los presidenciables en la arena, listos para el bombardeo mediático. Procedamos, pues, a la carnaza.
Dividiré la lista en tres grupos, siguiendo en parte mi instinto, en parte lo que comenta la cohorte de opinadores local sobre los candidatos. Empezaremos por los favoritos (algo bastante relativo, dada la alta tasa de "mortalidad mediática" en una campaña tan larga), seguiremos por los candidatos aceptables, y acabaremos por la entrañable lista de frikis con presencia simbólica que parece emerger cada cuatro años.
Favoritos:
Hillary Rodham Clinton:
No es que la senadora por Nueva York necesite demasiada presentación, pero vale la pena mencionar algunas cosas. Primero, y muy importante, es una auténtica máquina de recaudar fondos electorales, hasta el punto de haber renunciado a las ayudas públicas federales para pagarse la campaña. Estamos hablando (si consigue la nominación) de 90-100 millones de dólares, que prefiere dejar de lado a cambio de no tener restricciones al gasto. La chica tiene contactos, un marido que sigue atrayendo donantes como nadie, y una cierta aura de invulnerabilidad que le permiten imprimir dinero.
Eso no la hace una buena candidata, sin embargo. Para empezar, parece levantar un repelús considerable en muchos sectores del electorado. Hay mucha gente que no la traga, lisa y llanamente, no importa lo que diga, opine o defienda. Políticamente no es una candidata extremista, en ningún caso; es liberal ("progre", en el lenguaje político local) pero no en exceso, y tiene esa mezcla de ideas populacheras concretas y enormes vaguedades en cuestiones importantes que tanto abundan en los "buenos" candidatos. El problema es que en su caso, esto bien puede ser irrelevante.
Barack Hussein Obama:
Un auténtico OPNI (objeto político no identificado) en la política americana reciente, y el primer candidato creíble de color de la historia del país. Obama es un senador novato de Illinois, relativamente joven (45 años) y con una corta, cortísima carrera política. Si se lee lo que dice y defiende, uno estaría inmediatamente tentado a acusarlo de "buenismo" o "bobo-solemnidad"; usando una retórica muy Zapateril de consenso, nueva política y cambio tranquilo el tipo está atrayendo una cantidad de atención enorme.
Lo cierto es que el tipo tiene bastantes cosas jugando a su favor. Primero, es una orador excepcional, con una telegenia impecable. Segundo, el hecho de tener poca experiencia se traduce en no tener un historial de pifias de largo recorrido; de hecho, aún no había llegado al senado cuando se voto la invasión de Irak (cosa que le permite decir que él estaba en contra). Tercero, es un candidato distinto (aunque sea por el color de piel) pero creíble a la vez (es que habla tan bien), algo que le da cobertura mediática a espuertas. Y cuarto, realmente parece un cruce entre Denzel Washington y Kennedy, otro político por cierto que era distinto (católico), joven (43 años) y carismático.
¿El problema? bueno, es negro. Es así de crudo, pero no está demasiado claro que los americanos estén dispuestos a votar a alguien de color. Aparte de eso, es un auténtico novato, y ahora que deberá empezar a dar su opinión de vez en cuando es posible que se estrelle. No creo que su relativa juventud sea un problema, no obstante; si no mirad la edad de los presidentes del gobierno que hemos votado en España desde Suárez (45, 40,43 y 40).
John Edwards:
Uno que perdió en el 2004 (como vicepresidente) tras dar una imagen bastante irrelevante, y que no ha dejado de hacer campaña hasta hoy. El tipo vive literalmente en New Hampshire (donde empiezan las primarias), así que está todo dicho. Su discurso básicamente habla de pobreza y desigualdad, con gestos como anunciar su candidatura en Nueva Orleans, aunque diría que al no señalar los problemas de la clase media esas palabras no le llevarán demasiado lejos.
Edwards tiene bastante de Obama (joven, guapo, simpático y novato), pero en blanco, aunque la verdad, me aburre profundamente. El tipo parece estar intentando agradar con tanta fuerza que se hace cargante.
Por algún motivo que se me escapa, sin embargo, la prensa lo coloca de forma unánime en el grupo de favoritos, cosa que no acabo de comprender. Es un buen tipo, no lo dudo, pero no lo veo de presidente.
Candidatos aceptables:
Joe Biden:
Senador por Delaware, excelente político y con una larga y sólida experiencia en política exterior y temas de seguridad. Uno de esos raros políticos interesantes de escuchar casi siempre, cargado de ideas y sentido común. Tristemente, no parece que eso esté impresionando demasiado a la prensa, que lo está dejando en segunda fila; es un año para candidatos exóticos. Una lástima, porque sería un muy buen presidente. Tiene el problema añadido de ser un senador veterano, así que hay muchos errores criticables (reales o ficticios) en su historial, tristemente.
Tom Vilsack, Bill Richardson:
A estos los pongo juntos ya que comparte un rasgo que les hace "presidenciables": son gobernadores. Tradicionalmente los americanos parecen disfrutar votando a gobernadores para presidentes, y lo cierto es que hacen buenos candidatos. Tienen experiencia en un ejecutivo, y un cargo que si bien visible, no atrae demasiada atención mediática; pueden por tanto ponerse medallas sin miedo a que demasiada gente pueda criticar sus méritos.
De los dos, Richardson es probablemente mejor candidato, por venir de un estado algo menos irrelevante (Nuevo Méjico, Vilsack es de Iowa). Aún así, el buen hombre no tiene una cara demasiado presidencial, así que no les doy números. Sobre sus ideas, podeis poner un papel en blanco; no las están contando a nadie.
Wesley Clark:
El general de turno. Pelo blanco, aspecto serio, etcétera. Aún no es candidato oficial, pero vamos, no aportaría nada.
Círculo Friki:
Aquí la lista es abundante. Tenemos Al Sharpton, el reverendo afroamericano de turno; dice cosas serias pero todo el mundo se lo toma a broma. Chris Dodd, el otro senador de Connecticut y probablemente el segundo hombre más aburrido de América (el otro senador, Lieberman, es el primero). Denis Kucinich es el típico congresista con apoyo en los sindicatos que aparece cada cuatro años (populista de izquierdas), y Mike Gravel es de Alaska y fue un senador relevante en los años setenta, así que se le ha pasado el arroz.
Conclusiones:
De esta lista, se pueden extraer varias cosas.
Dividiré la lista en tres grupos, siguiendo en parte mi instinto, en parte lo que comenta la cohorte de opinadores local sobre los candidatos. Empezaremos por los favoritos (algo bastante relativo, dada la alta tasa de "mortalidad mediática" en una campaña tan larga), seguiremos por los candidatos aceptables, y acabaremos por la entrañable lista de frikis con presencia simbólica que parece emerger cada cuatro años.
Favoritos:
Hillary Rodham Clinton:
No es que la senadora por Nueva York necesite demasiada presentación, pero vale la pena mencionar algunas cosas. Primero, y muy importante, es una auténtica máquina de recaudar fondos electorales, hasta el punto de haber renunciado a las ayudas públicas federales para pagarse la campaña. Estamos hablando (si consigue la nominación) de 90-100 millones de dólares, que prefiere dejar de lado a cambio de no tener restricciones al gasto. La chica tiene contactos, un marido que sigue atrayendo donantes como nadie, y una cierta aura de invulnerabilidad que le permiten imprimir dinero.
Eso no la hace una buena candidata, sin embargo. Para empezar, parece levantar un repelús considerable en muchos sectores del electorado. Hay mucha gente que no la traga, lisa y llanamente, no importa lo que diga, opine o defienda. Políticamente no es una candidata extremista, en ningún caso; es liberal ("progre", en el lenguaje político local) pero no en exceso, y tiene esa mezcla de ideas populacheras concretas y enormes vaguedades en cuestiones importantes que tanto abundan en los "buenos" candidatos. El problema es que en su caso, esto bien puede ser irrelevante.
Barack Hussein Obama:
Un auténtico OPNI (objeto político no identificado) en la política americana reciente, y el primer candidato creíble de color de la historia del país. Obama es un senador novato de Illinois, relativamente joven (45 años) y con una corta, cortísima carrera política. Si se lee lo que dice y defiende, uno estaría inmediatamente tentado a acusarlo de "buenismo" o "bobo-solemnidad"; usando una retórica muy Zapateril de consenso, nueva política y cambio tranquilo el tipo está atrayendo una cantidad de atención enorme.
Lo cierto es que el tipo tiene bastantes cosas jugando a su favor. Primero, es una orador excepcional, con una telegenia impecable. Segundo, el hecho de tener poca experiencia se traduce en no tener un historial de pifias de largo recorrido; de hecho, aún no había llegado al senado cuando se voto la invasión de Irak (cosa que le permite decir que él estaba en contra). Tercero, es un candidato distinto (aunque sea por el color de piel) pero creíble a la vez (es que habla tan bien), algo que le da cobertura mediática a espuertas. Y cuarto, realmente parece un cruce entre Denzel Washington y Kennedy, otro político por cierto que era distinto (católico), joven (43 años) y carismático.
¿El problema? bueno, es negro. Es así de crudo, pero no está demasiado claro que los americanos estén dispuestos a votar a alguien de color. Aparte de eso, es un auténtico novato, y ahora que deberá empezar a dar su opinión de vez en cuando es posible que se estrelle. No creo que su relativa juventud sea un problema, no obstante; si no mirad la edad de los presidentes del gobierno que hemos votado en España desde Suárez (45, 40,43 y 40).
John Edwards:
Uno que perdió en el 2004 (como vicepresidente) tras dar una imagen bastante irrelevante, y que no ha dejado de hacer campaña hasta hoy. El tipo vive literalmente en New Hampshire (donde empiezan las primarias), así que está todo dicho. Su discurso básicamente habla de pobreza y desigualdad, con gestos como anunciar su candidatura en Nueva Orleans, aunque diría que al no señalar los problemas de la clase media esas palabras no le llevarán demasiado lejos.
Edwards tiene bastante de Obama (joven, guapo, simpático y novato), pero en blanco, aunque la verdad, me aburre profundamente. El tipo parece estar intentando agradar con tanta fuerza que se hace cargante.
Por algún motivo que se me escapa, sin embargo, la prensa lo coloca de forma unánime en el grupo de favoritos, cosa que no acabo de comprender. Es un buen tipo, no lo dudo, pero no lo veo de presidente.
Candidatos aceptables:
Joe Biden:
Senador por Delaware, excelente político y con una larga y sólida experiencia en política exterior y temas de seguridad. Uno de esos raros políticos interesantes de escuchar casi siempre, cargado de ideas y sentido común. Tristemente, no parece que eso esté impresionando demasiado a la prensa, que lo está dejando en segunda fila; es un año para candidatos exóticos. Una lástima, porque sería un muy buen presidente. Tiene el problema añadido de ser un senador veterano, así que hay muchos errores criticables (reales o ficticios) en su historial, tristemente.
Tom Vilsack, Bill Richardson:
A estos los pongo juntos ya que comparte un rasgo que les hace "presidenciables": son gobernadores. Tradicionalmente los americanos parecen disfrutar votando a gobernadores para presidentes, y lo cierto es que hacen buenos candidatos. Tienen experiencia en un ejecutivo, y un cargo que si bien visible, no atrae demasiada atención mediática; pueden por tanto ponerse medallas sin miedo a que demasiada gente pueda criticar sus méritos.
De los dos, Richardson es probablemente mejor candidato, por venir de un estado algo menos irrelevante (Nuevo Méjico, Vilsack es de Iowa). Aún así, el buen hombre no tiene una cara demasiado presidencial, así que no les doy números. Sobre sus ideas, podeis poner un papel en blanco; no las están contando a nadie.
Wesley Clark:
El general de turno. Pelo blanco, aspecto serio, etcétera. Aún no es candidato oficial, pero vamos, no aportaría nada.
Círculo Friki:
Aquí la lista es abundante. Tenemos Al Sharpton, el reverendo afroamericano de turno; dice cosas serias pero todo el mundo se lo toma a broma. Chris Dodd, el otro senador de Connecticut y probablemente el segundo hombre más aburrido de América (el otro senador, Lieberman, es el primero). Denis Kucinich es el típico congresista con apoyo en los sindicatos que aparece cada cuatro años (populista de izquierdas), y Mike Gravel es de Alaska y fue un senador relevante en los años setenta, así que se le ha pasado el arroz.
Conclusiones:
De esta lista, se pueden extraer varias cosas.
- Aparte de prometer sanidad universal (algo que todos los candidatos demócratas hacen este año), la lista de vaguedades programáticas es aún escandalosa. Uno de los problemas del sistema de primarias es que los políticos están aterrados ante la posibilidad de cometer un error, así que no hablan demasiado.
- Lo que me lleva al problema más grave, el hecho que la prensa no se pase la vida preguntándoles sobre ello. Hablaré más este punto en el futuro, pero la tendencia es siempre la misma: se habla de política como quien habla de una carrera de caballos. La noticia no es quién defiende qué, la noticia es quién gana, quién pierde y quién queda rezagado. Como resultado, los políticos no hablan de nada, ya que nadie les llama la atención.
- ¿Mi predicción? Aún es demasiado temprano. Veo más Obama que Hillary, con algún candidato de segunda línea subiendo a primera división.
- ¿El ausente? Al Gore. Sería un candidato excelente (y un favorito inmediato; a fin de cuentas, ya "ganó" una vez), pero no parece que se vaya a presentar... de momento. Veremos.
viernes, enero 26, 2007
¿Pero qué narices hace esto en el código penal?
Resulta que España no es un país, sino una mujer ofendida, y necesita que su honor sea defendida por un recio policia con cachiporra. Ahora la fiscalía acusa a Rubianes del delito de "ultrajes a España", un tipo penal que parece sacado de una novela de Alatriste, más que de un texto legal de este siglo.
Aparte del hecho que estoy bien jodido si me leen desde la Cope, ¿qué mierda democracia es esta, si uno no puede cagarse ni en su propio lugar de origen?. La libertad de expresión incluye (o debería incluir) una necesaria y sana capacidad de soltar exabruptos variados, sin que la policia del pensamiento se ofenda y trate todo comentario como una herejía.
País. Me voy a quemar una bandera de Estados Unidos, ya que todavía puedo. Me encanta este país y el derecho de poder hacerlo.
Aparte del hecho que estoy bien jodido si me leen desde la Cope, ¿qué mierda democracia es esta, si uno no puede cagarse ni en su propio lugar de origen?. La libertad de expresión incluye (o debería incluir) una necesaria y sana capacidad de soltar exabruptos variados, sin que la policia del pensamiento se ofenda y trate todo comentario como una herejía.
País. Me voy a quemar una bandera de Estados Unidos, ya que todavía puedo. Me encanta este país y el derecho de poder hacerlo.
¿Qué es un chantaje?
Ahora que el dichoso terrorista con tendencias suicidas parece que va a permanecer en la cárcel, me gustaría comentar la curiosa definición de chantaje que se gastan algunos. Es necesario recordar que lo que se decidía no era si se ponía en libertad o no al etarra en cuestión; lo que la audiencia votaba era si se le trasladaba del hospital (no está en la carcel, así que de excarcelación, poca) a su domicilio, donde permanecería igualmente cautivo.
¿Qué victoria hubiera eso representado? De Juana, en vez de tratar de suicidarse en un hospital (con todo el poder del estado obligándole a permanecer con vida) hubiera tratado de suicidarse en casita. Oh, gran, gran rendición del estado. En vez de maltratarlo (es un decir) en un hospital, lo hubiéramos llenado de sondas en otra parte. En fin.
Lo realemente enternecedor es el PP moviendo la portería para que le entren todos los tiros a puerta contra el gobierno. Ayer los tribunales estaban esclavizados ante el poder omnimodo del ejecutivo, que se rendía y todo eso; hoy los jueces son todos unos héroes. Suerte que ellos eso de presionar a la justicia no lo hacen. Como lo de usar el terrorismo como arma política, no sé.
¿Qué victoria hubiera eso representado? De Juana, en vez de tratar de suicidarse en un hospital (con todo el poder del estado obligándole a permanecer con vida) hubiera tratado de suicidarse en casita. Oh, gran, gran rendición del estado. En vez de maltratarlo (es un decir) en un hospital, lo hubiéramos llenado de sondas en otra parte. En fin.
Lo realemente enternecedor es el PP moviendo la portería para que le entren todos los tiros a puerta contra el gobierno. Ayer los tribunales estaban esclavizados ante el poder omnimodo del ejecutivo, que se rendía y todo eso; hoy los jueces son todos unos héroes. Suerte que ellos eso de presionar a la justicia no lo hacen. Como lo de usar el terrorismo como arma política, no sé.
miércoles, enero 24, 2007
Discurso sobre el estado de la Unión
Hoy es uno de esos días en que se pueden explicar bastantes cosas sobre el funcionamiento de la democracia americana, ya que se escenifica uno de los más antiguos rituales de su sistema de gobierno: el discurso sobre el Estado de la Unión. Escribo esto sentado en casa delante del televisor, viendo al presidente en directo, así que mientras escucho el discurso (no demasiado relevante, ya que Bush pinta relativamente poco ahora mismo) será cuestion de ir comentando algunas cosas, según va soltando sus propuestas.
Sanidad:
Está sugeriendo mejorar el acceso a la sanidad (ese desastre de proporciones cósmicas que sufrimos por aquí) a base de deducciones fiscales para quien contrate un seguro privado. Dos razones que hacen de esto una estupidez: primero, porque no deja de ser un subsidio (otro más) a las aseguradoras privadas, que ya se chupan un 16% del PIB y siguen dejando fuera millones de americanos, y segundo, porque como no me harto de repetir, el sistema fiscal es extremadamente torpe como mecanismo de redistribución.
Ha añadido otras medidas (corregir el sistema de pleitos contra médicos, ayudas a los estados), pero eso son parches, al igual que esa quimera de decir que los pacientes son mejores tomando decisiones que nadie. No, la gente sacrifica la salud para ahorrar en medicina, y eso dicen todos los estudios. En un país en que hay anuncios en la televisión diciendo que la farmacia "te ayudará a que puedas pagar las medicinas, pobre viejecito enfermo", el cambio debe ser más radical.
Educación:
No es mi tema, la verdad; no lo he seguido bastante. Conozco los problemas estructurales del sistema educativo del país, pero no las reformas que Bush quiere extender en detalle, así que abstendré. Sólo mencionar que no me parecen mal los cheques escolares, en un principio, aunque es perfectamente posible pifiar su implementación.
Inmigración:
Sigue con sus ideas de hace dos o tres años, que ya dije que me gustaban (y que por cierto, no son distintas a las políticas de PP y PSOE). A aplaudir. Lo divertido es que los demócratas (ahora con mayorías) están más de acuerdo con él que su propio partido; habrá reforma.
Energía:
Se ha puesto verde, y de forma ciertamente sorprendente. Me ha encantado que mencionara a la energía nuclear (estoy a favor, y de manera entusiasta), pero sobre todo, que hablara de calentamiento global. Señores, si hasta Bush habla de ello, me parece que es hora que la tropa de negacionistas se calle.
Política exterior:
Tened miedo, mucho miedo. El 11-S lo cambió todo. Estamos ganando porque no nos han atacado ni a nosotros ni a nadie. Siempre se olvida de Londres y Madrid, el tío (a todo de esto, los cámaras han pillado un general en el público bostezando. Clásico); en fin, vuelta a hablar del miedo y todo lo malos que son.
Me temo que cuando se habla de terrorismo islámico, tengo una sensación parecida a cuando se habla de ETA: es mucho menos relevante de lo que la derecha dice. Bin Laden, por mucho que se emperre, no llegará nunca a imponer la Sharia en Europa; hará sus atentados y proclamas, pero no tiene capacidad de cargarse occidente ni de broma. Como guerra civil dentro del mundo islámico, el integrismo si es un problema (a veces recuerdan a la Iglesia Católica española en los años treinta, la verdad), pero Estados Unidos y la UE harían mejor dejando que esas sociedades ganaran la guerra solitas en vez de invadir países al tuntún.
Irak:
A todo esto, habla ahora de Irak; de momento ya ha admitido que la guerra que luchan ahora no es la que fueron a luchar en la invasión. Sigue usando lo de violencia sectaria como eufemismo para decir guerra civil, todo sea dicho. Y sigue culpando a los iraquíes del desastre, aunque al menos ha tenido los cojones de tratar de arreglar lo que ha roto enviando más tropas. No creo que sirva de nada (ya he dicho que no envían bastantes tropas, y el país ni tiene ni quiere enviar más), pero debo reconocerle cierta decencia en querer arreglar lo que ha roto. O salvar los muebles para que el siguiente presidente pueda aún tenga la posibilidad de hacerlo, aunque sea con una solución "pragmática".
Irán, Israel:
Sin novedades, ni mucho que comentar. Creo que Bush ha caído victima del mito este que el mundo árabe se preocupa por los palestinos, sin embargo; ha hablado de dos estados otra vez. No es que haya muchas soluciones más para los palestinos, pero el integrismo islámico ya se buscará otra excusa.
Ayudando a derecha a izquierda:
Tras un poco de hablar de vacunas y enviar comida, ha repetido eso que el comercio es lo que produce el desarrollo. De nuevo, estoy de acuerdo; me temo que el partido demócrata no. En fin, todos la pifiamos de vez en cuando. A todo esto, si interviene en Darfur, pongo una foto de un servidor vestido de tortuga ninja en la bitácora. Si, es una tragedia, pero pobrecitos son así de irrelevantes.
Ronda de historias de interés personal:
Parte coñazo del discurso, y tradición muy americana. Bush señala y habla sobre unos cuantos ciudadanos modelos que están en la tribuna de invitados, todos aplauden. Desde el inmigrante estupendo al soldado heroico cosido a tiros, pasando por un tipo que salvo a otro de ser atropellado en el metro. "Mira como molan los ciudadanos de mi país", vamos. Curiosamente, nada de hablar de cultura, tradición y nación, y mucho de los valores con lo que los países se identifican: el valor, la dignidad del hombre común, y el orgullo de ser una democracia.
Patriotismo constitucional, en otras palabras.
Y con esto, como de costumbre, acaba el discurso. Lo cierto es que a Bush lo he visto bastante apagado; no parece haber dado el discurso con demasiadas ganas. Con dos años por delante, poco poder político real a mano, y su popularidad rondando el 30%, no me extraña. El discurso ha tenido relativamente pocas ideas radicales; la mayoría de propuestas de política interior han sido bastante moderadas, y ciertamente aceptables para algunos demócratas. Se ha quedado patéticamente corto en política sanitaria, y en política exterior se ha equivocado tanto que debería pedir perdón y llorar patéticamente, pero por una vez no he acabado un discurso de este tipo dudando sobre si es idiota, o sencillamente me está tratando como si yo lo fuera.
Aún así , ha dejado de lado ese cambio que me parecía intuir en el electorado; el cabreo de la clase media. De eso está hablando Jim Webb, el senador demócrata que da la respuesta al presidente (otro discurso televisado, aunque con mucha menos pompa); parece que están empezando a abrazar este mensaje. Como comentaba Webb, hace 30 años un CEO cobraba de media 20 veces más que el trabajador medio; hoy cobra 400 veces más. Muy buen discurso de este tipo, por cierto; realmente bien construido.
Mañana, si puedo, vuelvo a hablar primarias. Por si no se nota, estoy hasta las narices de hablar de ETA; cuando el partido de la oposición acusa el gobierno de colaboración con banda armada, ya no sé que cara poner. Lealtad, ¿dónde?.
Sanidad:
Está sugeriendo mejorar el acceso a la sanidad (ese desastre de proporciones cósmicas que sufrimos por aquí) a base de deducciones fiscales para quien contrate un seguro privado. Dos razones que hacen de esto una estupidez: primero, porque no deja de ser un subsidio (otro más) a las aseguradoras privadas, que ya se chupan un 16% del PIB y siguen dejando fuera millones de americanos, y segundo, porque como no me harto de repetir, el sistema fiscal es extremadamente torpe como mecanismo de redistribución.
Ha añadido otras medidas (corregir el sistema de pleitos contra médicos, ayudas a los estados), pero eso son parches, al igual que esa quimera de decir que los pacientes son mejores tomando decisiones que nadie. No, la gente sacrifica la salud para ahorrar en medicina, y eso dicen todos los estudios. En un país en que hay anuncios en la televisión diciendo que la farmacia "te ayudará a que puedas pagar las medicinas, pobre viejecito enfermo", el cambio debe ser más radical.
Educación:
No es mi tema, la verdad; no lo he seguido bastante. Conozco los problemas estructurales del sistema educativo del país, pero no las reformas que Bush quiere extender en detalle, así que abstendré. Sólo mencionar que no me parecen mal los cheques escolares, en un principio, aunque es perfectamente posible pifiar su implementación.
Inmigración:
Sigue con sus ideas de hace dos o tres años, que ya dije que me gustaban (y que por cierto, no son distintas a las políticas de PP y PSOE). A aplaudir. Lo divertido es que los demócratas (ahora con mayorías) están más de acuerdo con él que su propio partido; habrá reforma.
Energía:
Se ha puesto verde, y de forma ciertamente sorprendente. Me ha encantado que mencionara a la energía nuclear (estoy a favor, y de manera entusiasta), pero sobre todo, que hablara de calentamiento global. Señores, si hasta Bush habla de ello, me parece que es hora que la tropa de negacionistas se calle.
Política exterior:
Tened miedo, mucho miedo. El 11-S lo cambió todo. Estamos ganando porque no nos han atacado ni a nosotros ni a nadie. Siempre se olvida de Londres y Madrid, el tío (a todo de esto, los cámaras han pillado un general en el público bostezando. Clásico); en fin, vuelta a hablar del miedo y todo lo malos que son.
Me temo que cuando se habla de terrorismo islámico, tengo una sensación parecida a cuando se habla de ETA: es mucho menos relevante de lo que la derecha dice. Bin Laden, por mucho que se emperre, no llegará nunca a imponer la Sharia en Europa; hará sus atentados y proclamas, pero no tiene capacidad de cargarse occidente ni de broma. Como guerra civil dentro del mundo islámico, el integrismo si es un problema (a veces recuerdan a la Iglesia Católica española en los años treinta, la verdad), pero Estados Unidos y la UE harían mejor dejando que esas sociedades ganaran la guerra solitas en vez de invadir países al tuntún.
Irak:
A todo esto, habla ahora de Irak; de momento ya ha admitido que la guerra que luchan ahora no es la que fueron a luchar en la invasión. Sigue usando lo de violencia sectaria como eufemismo para decir guerra civil, todo sea dicho. Y sigue culpando a los iraquíes del desastre, aunque al menos ha tenido los cojones de tratar de arreglar lo que ha roto enviando más tropas. No creo que sirva de nada (ya he dicho que no envían bastantes tropas, y el país ni tiene ni quiere enviar más), pero debo reconocerle cierta decencia en querer arreglar lo que ha roto. O salvar los muebles para que el siguiente presidente pueda aún tenga la posibilidad de hacerlo, aunque sea con una solución "pragmática".
Irán, Israel:
Sin novedades, ni mucho que comentar. Creo que Bush ha caído victima del mito este que el mundo árabe se preocupa por los palestinos, sin embargo; ha hablado de dos estados otra vez. No es que haya muchas soluciones más para los palestinos, pero el integrismo islámico ya se buscará otra excusa.
Ayudando a derecha a izquierda:
Tras un poco de hablar de vacunas y enviar comida, ha repetido eso que el comercio es lo que produce el desarrollo. De nuevo, estoy de acuerdo; me temo que el partido demócrata no. En fin, todos la pifiamos de vez en cuando. A todo esto, si interviene en Darfur, pongo una foto de un servidor vestido de tortuga ninja en la bitácora. Si, es una tragedia, pero pobrecitos son así de irrelevantes.
Ronda de historias de interés personal:
Parte coñazo del discurso, y tradición muy americana. Bush señala y habla sobre unos cuantos ciudadanos modelos que están en la tribuna de invitados, todos aplauden. Desde el inmigrante estupendo al soldado heroico cosido a tiros, pasando por un tipo que salvo a otro de ser atropellado en el metro. "Mira como molan los ciudadanos de mi país", vamos. Curiosamente, nada de hablar de cultura, tradición y nación, y mucho de los valores con lo que los países se identifican: el valor, la dignidad del hombre común, y el orgullo de ser una democracia.
Patriotismo constitucional, en otras palabras.
Y con esto, como de costumbre, acaba el discurso. Lo cierto es que a Bush lo he visto bastante apagado; no parece haber dado el discurso con demasiadas ganas. Con dos años por delante, poco poder político real a mano, y su popularidad rondando el 30%, no me extraña. El discurso ha tenido relativamente pocas ideas radicales; la mayoría de propuestas de política interior han sido bastante moderadas, y ciertamente aceptables para algunos demócratas. Se ha quedado patéticamente corto en política sanitaria, y en política exterior se ha equivocado tanto que debería pedir perdón y llorar patéticamente, pero por una vez no he acabado un discurso de este tipo dudando sobre si es idiota, o sencillamente me está tratando como si yo lo fuera.
Aún así , ha dejado de lado ese cambio que me parecía intuir en el electorado; el cabreo de la clase media. De eso está hablando Jim Webb, el senador demócrata que da la respuesta al presidente (otro discurso televisado, aunque con mucha menos pompa); parece que están empezando a abrazar este mensaje. Como comentaba Webb, hace 30 años un CEO cobraba de media 20 veces más que el trabajador medio; hoy cobra 400 veces más. Muy buen discurso de este tipo, por cierto; realmente bien construido.
Mañana, si puedo, vuelvo a hablar primarias. Por si no se nota, estoy hasta las narices de hablar de ETA; cuando el partido de la oposición acusa el gobierno de colaboración con banda armada, ya no sé que cara poner. Lealtad, ¿dónde?.
lunes, enero 22, 2007
Primary Colors: candidatos para el 2008 (I)
Falta más de un año y medio para las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos (4 de Noviembre del 2008), pero la campaña electoral ya parece haber empezado. Con la popularidad de Bush en un auténtico cráter y el presidente siendo ignorado prácticamente por todos, ambos partidos están calentando ya motores para las elecciones primarias y elegir sus candidatos. No importa que no haya nada que votar hasta enero del año que viene; es hora de empezar a conseguir dinero, preparar estrategias, y darse a conocer todo lo posible entre los activistas.
Como el sistema es la verdad bastante confuso y la inmensa mayoría de los candidatos son desconocidos en España, trataré de ahorrar al respetable el sufrimiento de seguir el circo a través de la horrenda cobertura de la prensa hispánica y aclarar un poco las cosas.
Empezaremos señalando, primero de todo, lo inusual de estas elecciones. Por primera vez en 80 años los dos partidos deben escoger candidato; rota la tradición de que uno de ellos presenta al vicepresidente de la administración saliente, tendremos primarias a izquierda y derecha. Explicar el sistema de votación, la verdad, no es en absoluto sencillo; las leyes que regulan las primarias cambian de estado a estado, incluso a niveles tan esenciales como quién puede votar (hay estados que dejan votar a no-militantes, por ejemplo). Más allá de eso, el orden en que los estados votan no tiene de hecho ningún orden lógico; Iowa es tradicionalmente el primer estado en escoger delegados para la convención de cada partido (el "congreso" o "colegio electoral", digamos) usando el bizarro mecanismo de caucus, seguido por New Hampshire que es primero en tener una votación.
Eso lleva a ciertos resultados ciertamente extraños. Para empezar, estos dos minúsculos territorios tienen un peso desproporcionado en la carrera electoral, especialmente New Hampshire; la cobertura mediática y los recursos usados por los candidatos en esas votaciones es enorme. Eso conlleva que en los próximos 13 meses, ambos estados van a recibir un auténtico bombardeo de visitas de políticos, anuncios, y encuestas, aparte de tener la mayor concentración de politólogos del país, de calle. Los candidatos buscan como locos atraer la atención ya desde el principio, dominando la agenda y la atención de la prensa, así que en muchísimas ocasiones el electorado de estados grandes (pero que votan tarde) no tienen absolutamente nada que decidir cuando les toca a ellos.
Por añadido, este sistema tiene tendencia a dar sorpresas mayúsculas en carreras presidenciales. Un tipo hábil y carismático, pero casi desconocido, entrando en campaña cuando parece que el presidente es invencible tras ganar una guerra, puede darse a conocer con unas cuantas victorias tempranas y llegar a la Casa Blanca; Clinton, sin ir más lejos, pilló a todo Dios a contrapié en 1992.
Más allá de lo extraño del sistema electoral (otro ejemplo de como gobernar una superpotencia usando un sistema político rematadamente incómodo), el sistema de primarias provoca efectos colaterales curiosos. El más evidente es el hecho que los votantes en primarias son muy a menudo bastante distintos que el votante mediano; se interesan más por la política, tienen ideas más firmes, y votan en consecuencia.
Como resultado, los candidatos tienen que combinar primero mensajes que caigan bien a las bases para obtener la nominación, y después tratar de ser elegido por un electorado al que quizás no le haga gracia esa apelación a los extremos. Quizás decir que la sodomía es un crimen te dé votos en unas primarias republicanas, pero buena suerte para llegar a la Casa Blanca tras soltar esas burradas, por ejemplo. Como se verá cuando hable de candidatos, este efecto marca intensamente la carrera electoral, y puede llevar a suicidios electorales prematuros.
A todo esto, una pregunta que me parece relevante, pero difícil de contestar, es la efectividad del sistema escogiendo candidatos competentes. El sistema de primarias tal como lo conocemos ahora es relativamente reciente; empieza a desarrollarse en 1912 y no se consolida como puramente basado en votos (y no un híbrido electoral / negociación entre aparatchiks hasta los años sesenta. A riesgo de parecer un poco demasiado valorativo, diría que la calidad media de los Presidentes americanos no ha sido precisamente estelar en las últimas cuatro décadas. Kennedy fue ciertamente brillante, pero no así Johnson, Nixon (inmensamente inteligente, pero un auténtico cabrón), Ford, Reagan (el hombre tenía Alzeimer, por Dios), o Bush (ambos). Clinton, aún con sus errores, fue ciertamente competente, pero sin llegar a ser un auténtico grande.
¿Es un sistema mejor o peor que el las alternativas posibles? A decir verdad, estoy casi por decir que debido a su enorme, absurda complejidad, las primarias americanas tienen casi tanto de azar y circo como de elección democrática al uso. Un poco de sorteo ateniense pasado de vueltas, pero con más globos, dinero y confeti por medio. Indescifrables son los caminos del electorado, especialmente el que es difícil de someter a encuestas. En fin, es posible que mi amor por el parlamentarismo británico y sus elegantes tradiciones de claridad y sencillez electoral me pierda, pero aparte de fascinación, las primarias americanas me producen dolar de cabeza.
Mañana, si hay tiempo, empiezo un repasito de los candidatos relevantes para ambos partidos. Hay mucho, mucho que contar. Seguiremos.
Como el sistema es la verdad bastante confuso y la inmensa mayoría de los candidatos son desconocidos en España, trataré de ahorrar al respetable el sufrimiento de seguir el circo a través de la horrenda cobertura de la prensa hispánica y aclarar un poco las cosas.
Empezaremos señalando, primero de todo, lo inusual de estas elecciones. Por primera vez en 80 años los dos partidos deben escoger candidato; rota la tradición de que uno de ellos presenta al vicepresidente de la administración saliente, tendremos primarias a izquierda y derecha. Explicar el sistema de votación, la verdad, no es en absoluto sencillo; las leyes que regulan las primarias cambian de estado a estado, incluso a niveles tan esenciales como quién puede votar (hay estados que dejan votar a no-militantes, por ejemplo). Más allá de eso, el orden en que los estados votan no tiene de hecho ningún orden lógico; Iowa es tradicionalmente el primer estado en escoger delegados para la convención de cada partido (el "congreso" o "colegio electoral", digamos) usando el bizarro mecanismo de caucus, seguido por New Hampshire que es primero en tener una votación.
Eso lleva a ciertos resultados ciertamente extraños. Para empezar, estos dos minúsculos territorios tienen un peso desproporcionado en la carrera electoral, especialmente New Hampshire; la cobertura mediática y los recursos usados por los candidatos en esas votaciones es enorme. Eso conlleva que en los próximos 13 meses, ambos estados van a recibir un auténtico bombardeo de visitas de políticos, anuncios, y encuestas, aparte de tener la mayor concentración de politólogos del país, de calle. Los candidatos buscan como locos atraer la atención ya desde el principio, dominando la agenda y la atención de la prensa, así que en muchísimas ocasiones el electorado de estados grandes (pero que votan tarde) no tienen absolutamente nada que decidir cuando les toca a ellos.
Por añadido, este sistema tiene tendencia a dar sorpresas mayúsculas en carreras presidenciales. Un tipo hábil y carismático, pero casi desconocido, entrando en campaña cuando parece que el presidente es invencible tras ganar una guerra, puede darse a conocer con unas cuantas victorias tempranas y llegar a la Casa Blanca; Clinton, sin ir más lejos, pilló a todo Dios a contrapié en 1992.
Más allá de lo extraño del sistema electoral (otro ejemplo de como gobernar una superpotencia usando un sistema político rematadamente incómodo), el sistema de primarias provoca efectos colaterales curiosos. El más evidente es el hecho que los votantes en primarias son muy a menudo bastante distintos que el votante mediano; se interesan más por la política, tienen ideas más firmes, y votan en consecuencia.
Como resultado, los candidatos tienen que combinar primero mensajes que caigan bien a las bases para obtener la nominación, y después tratar de ser elegido por un electorado al que quizás no le haga gracia esa apelación a los extremos. Quizás decir que la sodomía es un crimen te dé votos en unas primarias republicanas, pero buena suerte para llegar a la Casa Blanca tras soltar esas burradas, por ejemplo. Como se verá cuando hable de candidatos, este efecto marca intensamente la carrera electoral, y puede llevar a suicidios electorales prematuros.
A todo esto, una pregunta que me parece relevante, pero difícil de contestar, es la efectividad del sistema escogiendo candidatos competentes. El sistema de primarias tal como lo conocemos ahora es relativamente reciente; empieza a desarrollarse en 1912 y no se consolida como puramente basado en votos (y no un híbrido electoral / negociación entre aparatchiks hasta los años sesenta. A riesgo de parecer un poco demasiado valorativo, diría que la calidad media de los Presidentes americanos no ha sido precisamente estelar en las últimas cuatro décadas. Kennedy fue ciertamente brillante, pero no así Johnson, Nixon (inmensamente inteligente, pero un auténtico cabrón), Ford, Reagan (el hombre tenía Alzeimer, por Dios), o Bush (ambos). Clinton, aún con sus errores, fue ciertamente competente, pero sin llegar a ser un auténtico grande.
¿Es un sistema mejor o peor que el las alternativas posibles? A decir verdad, estoy casi por decir que debido a su enorme, absurda complejidad, las primarias americanas tienen casi tanto de azar y circo como de elección democrática al uso. Un poco de sorteo ateniense pasado de vueltas, pero con más globos, dinero y confeti por medio. Indescifrables son los caminos del electorado, especialmente el que es difícil de someter a encuestas. En fin, es posible que mi amor por el parlamentarismo británico y sus elegantes tradiciones de claridad y sencillez electoral me pierda, pero aparte de fascinación, las primarias americanas me producen dolar de cabeza.
Mañana, si hay tiempo, empiezo un repasito de los candidatos relevantes para ambos partidos. Hay mucho, mucho que contar. Seguiremos.
viernes, enero 19, 2007
Métodos y fines
El PP y familia andan todo excitados y preocupados diciendo que esto de un pacto antiterrorista incluyendo a todo el mundo es absurdo, ya que muchos nacionalistas comparten fines con ETA. Usando la lógica del crimen por asociación que tanto les gusta (si hablas, escribes, caminas o respiras como alguien malvado, eres malvado) y con una especie de paranoia por los gérmenes del mal un poco bochornosa (si tocas a alguien malvado, te conviertes en malvado), el hecho que algunos concurran a las elecciones con ideas traidorzuelas parece soliviantarles mucho.
Bueno, noticia: estamos hablando de un pacto antiterrorista, no un pacto antisecesionista. O dicho en otras palabras, el problema que tenemos entre manos es combatir contra medios antidemocráticos, no contra fines que no les gustan.
En democracia básicamente uno puede defender lo que le plazca, siempre y cuando se haga siguiendo las normas del juego. Estas normas las protegen los tribunales, desde los jueces de paz al constitucional. Mientras uno respete la ley vigente, siempre puede hacer campaña por cambiarla, no importa que hablemos del código de circulación, el código penal o la sagrada Constitución española.
Si el PP cree que lo de condenar la violencia es irrelevante, y lo que le preocupa son los fines de algunos partidos que acatan la ley (incluso el plan Ibarretxe fue impulsado siguiendo el procedimiento de forma impecable, no lo olvidemos) el que tiene un problemilla intolerante y totalitario está en la calle Génova. Oh, y eso de creer que todos me odian, persiguen y son mis enemigos creo que se le llama paranoia. Presentar cosas para poner a todo el mundo en contra aposta no es la mejor manera de hacer amigos.
Bueno, noticia: estamos hablando de un pacto antiterrorista, no un pacto antisecesionista. O dicho en otras palabras, el problema que tenemos entre manos es combatir contra medios antidemocráticos, no contra fines que no les gustan.
En democracia básicamente uno puede defender lo que le plazca, siempre y cuando se haga siguiendo las normas del juego. Estas normas las protegen los tribunales, desde los jueces de paz al constitucional. Mientras uno respete la ley vigente, siempre puede hacer campaña por cambiarla, no importa que hablemos del código de circulación, el código penal o la sagrada Constitución española.
Si el PP cree que lo de condenar la violencia es irrelevante, y lo que le preocupa son los fines de algunos partidos que acatan la ley (incluso el plan Ibarretxe fue impulsado siguiendo el procedimiento de forma impecable, no lo olvidemos) el que tiene un problemilla intolerante y totalitario está en la calle Génova. Oh, y eso de creer que todos me odian, persiguen y son mis enemigos creo que se le llama paranoia. Presentar cosas para poner a todo el mundo en contra aposta no es la mejor manera de hacer amigos.
miércoles, enero 17, 2007
Ignorando al presidente
Si hay algo que sea un indicador claro que A Bush ya nadie le hace puñetero caso es el hecho que en Estados Unidos se habla tantísimo del 2008. Elecciones presidenciales del 2008, para ser más exacto, con las inacabables primarias que preceden a la gran juerga de la democracia.
Esto sucede en parte porque las siguientes elecciones tienen bastante de inusual, con los dos partidos teniendo primarias totalmente abiertas: los demócratas, obviamente, por no controlar la Casa Blanca, y los republicanos, al no tener un vicepresidente tratando de ganarse un ascenso. Sin embargo, el factor crucial de la locura mediática acerca de los comicios de aquí 23 meses parte básicamente de la ya casi nula capacidad del presidente para controlar la agenda durante estos dos últimos años de mandato.
Esto se debe a dos factores. El primero, y más clásico, es el derivado que no se puede presentar a la reelección. Lo que haga o diga ahora tiene aún su relevancia; el problema para Bush es que los legisladores saben perfectamente que si el presidente se pone borde pueden recordarle que le quedan dos telediarios, y esperar al siguiente. El limitado horizonte temporal quita gran parte del poder negociador al ejecutivo, y más ahora que no tiene un Congreso receptivo a sus cantos de cisne.
El segundo factor es el hecho que Bush se ha convertido en pura kryptonita política. No solo su plan para Irak parece haberse estrellado en un muro de indiferencia, sino que además empieza a ser visto cada vez más como un rotundo fracaso a escala histórica; sólo Nixon es visto con peores ojos, y aún así el presidente actual recibe peores notas en efectividad. Con estos números (esos mismos que llevan a algunos a decir que Bush goza de excelente salud), todo político con ciertas aspiraciones sabe que perfectamente que darle la razón al presidente no es el mejor camino para atraer votos, así que ponen distancia, reduciendo aún más su capacidad de maniobra. Cierto que hay algunos aparentes suicidas (McCain) que de tanto querer atraer a una derecha que le despreciaba se han pasado de frenada, pero en general el partido republicano ha roto filas de manera ciertamente espantosa siguiendo al electorado.
En fin, un día de estos, cuando las cosas se calmen, escribiré con cierto detalle sobre los candidatos que van emergiendo (que son mogollón) y los favoritos más o menos claros, empezando por Barack Obama. Por delante, casi dos años de campaña electoral. Este país me encanta.
Esto sucede en parte porque las siguientes elecciones tienen bastante de inusual, con los dos partidos teniendo primarias totalmente abiertas: los demócratas, obviamente, por no controlar la Casa Blanca, y los republicanos, al no tener un vicepresidente tratando de ganarse un ascenso. Sin embargo, el factor crucial de la locura mediática acerca de los comicios de aquí 23 meses parte básicamente de la ya casi nula capacidad del presidente para controlar la agenda durante estos dos últimos años de mandato.
Esto se debe a dos factores. El primero, y más clásico, es el derivado que no se puede presentar a la reelección. Lo que haga o diga ahora tiene aún su relevancia; el problema para Bush es que los legisladores saben perfectamente que si el presidente se pone borde pueden recordarle que le quedan dos telediarios, y esperar al siguiente. El limitado horizonte temporal quita gran parte del poder negociador al ejecutivo, y más ahora que no tiene un Congreso receptivo a sus cantos de cisne.
El segundo factor es el hecho que Bush se ha convertido en pura kryptonita política. No solo su plan para Irak parece haberse estrellado en un muro de indiferencia, sino que además empieza a ser visto cada vez más como un rotundo fracaso a escala histórica; sólo Nixon es visto con peores ojos, y aún así el presidente actual recibe peores notas en efectividad. Con estos números (esos mismos que llevan a algunos a decir que Bush goza de excelente salud), todo político con ciertas aspiraciones sabe que perfectamente que darle la razón al presidente no es el mejor camino para atraer votos, así que ponen distancia, reduciendo aún más su capacidad de maniobra. Cierto que hay algunos aparentes suicidas (McCain) que de tanto querer atraer a una derecha que le despreciaba se han pasado de frenada, pero en general el partido republicano ha roto filas de manera ciertamente espantosa siguiendo al electorado.
En fin, un día de estos, cuando las cosas se calmen, escribiré con cierto detalle sobre los candidatos que van emergiendo (que son mogollón) y los favoritos más o menos claros, empezando por Barack Obama. Por delante, casi dos años de campaña electoral. Este país me encanta.
lunes, enero 15, 2007
La danza del sordo
Triste pleno de hoy en el Congreso de los Diputados. No por el hecho que por primera vez un líder de la oposición exige explicaciones al Presidente del Gobierno sobre un atentado de ETA, sino por la espantosa negación de la realidad y la lógica que ha hecho gala Rajoy.
Empecemos por la frase que el colectivo energúmeno habitual ha encontrado maravillosa, "si usted no cumple le pondrán bombas y si no hay bombas es porque ha cedido". Tras pasarse medio discurso acusando al gobierno poco menos que de bailar un agarrado y dar la luna a ETA, el hombre ha soltado esta perla. Ha habido bomba, ergo, el gobierno no debe haber cumplido. La culpa de que ETA haya vuelto a matar es la no cesión, pero el gobierno comete el error de negociar. ¿No habíamos quedado que negociar con terroristas es malo, ya que se cede?
En marzo, el gobierno recibió una señal por parte de ETA de que podía estar dispuesta a dejar las armas, vía un alto el fuego. Zapatero, como era su obligación, trató de comprobar si eso era cierto o no, y se dispuso a hablar con la banda, sin realizar ni una concesión, como parece haber reconocido Rajoy en el Congreso. ETA, en vista que no obtiene nada, vuelve a las armas.
En fin, esa lógica de la derecha que comentaba el otro día, esta vez en boca del mismísimo líder de la oposición. No sólo se permite atacar el gobierno por su política terrorista; también puede permitirse ignorar la lógica más básica. No puede uno acusar al gobierno de ceder, para después decir que hay bombas porque no ha cedido.
Más allá de esto, ha sido especialmente patético ver a líder de la opinión repetir de manera obsesiva que quiere saber los planes del gobierno, justo después que Zapatero se tirara media hora diciendo muy clarito qué iban a hacer. ¿Quería el PP pacto antiterrorista? Reunión de la comisión de seguimiento. ¿Quería las cosas claras sobre la ley de partidos? Zapatero ha dicho trescientas veces que Batasuna no irá a las elecciones hasta que la cumpla. ¿Saber qué harán contra ETA? Zapatero ha repetido por enésima vez que no hay precio político posible para la paz, que habrá acción policial a mansalva, y que si no hay voluntad clara e inequivoca de dejar las armas no habrá ni una palabra con los terroristas.
Es decir, lo que rezaba el anterior pacto fetiche del PP (hasta Estella), Ajuria Enea, casi palabra por palabra, y lo que han defendido todos los gobiernos de la España democrática anteriormente. Si no hay violencia, en democracia se puede defender y votar de todo. Con armas, no hay nada.
La reacción de Rajoy ha bordeado el ridículo más espantoso. Zapatero básicamente ha repetido lo que su gobierno y el PSOE llevan diciendo de forma insistente desde que llegaron al gobierno; los mismos principios que Aznar, Suárez, González y Calvo-Sotelo defendieron cuando estuvieron en la Moncloa. En el debate ha usado incluso la misma retórica que Rajoy en muchísimas ocasiones, hablando de Constitución, legalidad y criminales con una fluidez digna de su predecesor en el cargo. Lo único que ha respondido Rajoy ha sido o bien fingir no haber oído nada y pedir de nuevo que Zapatero le cuente lo mismo, o directamente recurrir a cuestionar la credibilidad del Presidente, dándole más crédito a los comunicados de ETA que al hombre que le gano las elecciones. Su intervención, más que esquizofrénica, ha sonado desesperada; si el gobierno comparte mi opinión, es que el gobierno me miente. Valiente tontería.
El PP ha ido más allá de la simple crítica al gobierno y su política antiterrorista. Rajoy en el Congreso ha pasado directamente al delirio enloquecido, persiguiendo molinos de viento en palabras que parece que él y su partido estén escuchando. Han perdido el rumbo, y no sólo a ojos de la izquierda. Perdidos en su laberinto.
Empecemos por la frase que el colectivo energúmeno habitual ha encontrado maravillosa, "si usted no cumple le pondrán bombas y si no hay bombas es porque ha cedido". Tras pasarse medio discurso acusando al gobierno poco menos que de bailar un agarrado y dar la luna a ETA, el hombre ha soltado esta perla. Ha habido bomba, ergo, el gobierno no debe haber cumplido. La culpa de que ETA haya vuelto a matar es la no cesión, pero el gobierno comete el error de negociar. ¿No habíamos quedado que negociar con terroristas es malo, ya que se cede?
En marzo, el gobierno recibió una señal por parte de ETA de que podía estar dispuesta a dejar las armas, vía un alto el fuego. Zapatero, como era su obligación, trató de comprobar si eso era cierto o no, y se dispuso a hablar con la banda, sin realizar ni una concesión, como parece haber reconocido Rajoy en el Congreso. ETA, en vista que no obtiene nada, vuelve a las armas.
En fin, esa lógica de la derecha que comentaba el otro día, esta vez en boca del mismísimo líder de la oposición. No sólo se permite atacar el gobierno por su política terrorista; también puede permitirse ignorar la lógica más básica. No puede uno acusar al gobierno de ceder, para después decir que hay bombas porque no ha cedido.
Más allá de esto, ha sido especialmente patético ver a líder de la opinión repetir de manera obsesiva que quiere saber los planes del gobierno, justo después que Zapatero se tirara media hora diciendo muy clarito qué iban a hacer. ¿Quería el PP pacto antiterrorista? Reunión de la comisión de seguimiento. ¿Quería las cosas claras sobre la ley de partidos? Zapatero ha dicho trescientas veces que Batasuna no irá a las elecciones hasta que la cumpla. ¿Saber qué harán contra ETA? Zapatero ha repetido por enésima vez que no hay precio político posible para la paz, que habrá acción policial a mansalva, y que si no hay voluntad clara e inequivoca de dejar las armas no habrá ni una palabra con los terroristas.
Es decir, lo que rezaba el anterior pacto fetiche del PP (hasta Estella), Ajuria Enea, casi palabra por palabra, y lo que han defendido todos los gobiernos de la España democrática anteriormente. Si no hay violencia, en democracia se puede defender y votar de todo. Con armas, no hay nada.
La reacción de Rajoy ha bordeado el ridículo más espantoso. Zapatero básicamente ha repetido lo que su gobierno y el PSOE llevan diciendo de forma insistente desde que llegaron al gobierno; los mismos principios que Aznar, Suárez, González y Calvo-Sotelo defendieron cuando estuvieron en la Moncloa. En el debate ha usado incluso la misma retórica que Rajoy en muchísimas ocasiones, hablando de Constitución, legalidad y criminales con una fluidez digna de su predecesor en el cargo. Lo único que ha respondido Rajoy ha sido o bien fingir no haber oído nada y pedir de nuevo que Zapatero le cuente lo mismo, o directamente recurrir a cuestionar la credibilidad del Presidente, dándole más crédito a los comunicados de ETA que al hombre que le gano las elecciones. Su intervención, más que esquizofrénica, ha sonado desesperada; si el gobierno comparte mi opinión, es que el gobierno me miente. Valiente tontería.
El PP ha ido más allá de la simple crítica al gobierno y su política antiterrorista. Rajoy en el Congreso ha pasado directamente al delirio enloquecido, persiguiendo molinos de viento en palabras que parece que él y su partido estén escuchando. Han perdido el rumbo, y no sólo a ojos de la izquierda. Perdidos en su laberinto.
sábado, enero 13, 2007
Comparando realidad y ficción
Tenemos por un lado este artículo, diciendo estas cosas:
Y por otro lado, tenemos estos datos:
Y después algunos se quejan cuando hablamos de la realidad alternativa de la derecha.
Cuando unos celebraban el fracaso neocon y otros disimulaban para librarse del oprobio de los primeros, he aquí que los neocon regresan de la tumba para demostrar que la guerra contra el terrorismo en Irak y en el resto del mundo aún puede ganarse, como siempre ha defendido la derecha española. ¡A ver si, después de todo el trabajo empleado en hacer a la derecha abominar de sí misma, no están tan muertos! Que miedo, ¡vuelven los neocon!
Y por otro lado, tenemos estos datos:
Two out of three Americans oppose President Bush's plan to send more troops to Iraq, a CNN/Opinion Research Corp. poll released Friday indicates. Nearly two-thirds of those polled also say Bush has no clear plan for Iraq.
Y después algunos se quejan cuando hablamos de la realidad alternativa de la derecha.
viernes, enero 12, 2007
Suspendiendo el examen
Hermanos, es hora de hacer penitencia. A pesar de nuestros inagotables esfuerzos, nuestra condena constante del terrorismo y del cambio de lema de la manifestación de este fin de semana, el Santo Alto Tribunal por la Pureza de Lemas Públicos (ATPLP) ha decidido que no somos dignos de su confianza y bendición.
Hemos suspendido el analisis de sinceridad subjetivo, hermanos. Cuando decimos "libertad" o "por la vida" estamos de hecho diciendo "ETA, te amo", "amamos a Zapatero" y "me va la necrofilia". Ya lo sé, ya lo sé; nosotros no lo sentimos así, pero el ATPLP puede leer nuestra alma, y esta es impura. Incluso cuando se nos lengua la traba y pedimos disculpas, hermanos, estamos podridos, podridos hasta lo más profundo de nuestro ser.
Por cierto, y para que quede claro, el ATPLP no tiene nada que ver con todas las discusiones y penitencias de estos días. Todo, todo, todo es culpa nuestra. Aquí el que la lía somos nosotros; si alguno cree que el lloriqueo constante del ATPLP tiene algo que ver con el jaleo de esta semana, ya se está purgando leyendo las obras escogidas de Pío Moa ahora mismo, pues miente.
En fin. ¿En serio es el gobierno el que no quiere llegar a acuerdos estos días? El PP y su constelación histerico- mediática está llegando a unos niveles de oligofrenia aterradores. Una cosa es la firmeza, la otra es esta imbecilidad de pedir que se desconvoquen manifestaciones contra ETA para no confundir. Lo dicho, podríamos poner "Rajoy y Alcaraz tenían razón" como lema en ambas, y seguro que encontrarían alguna pega en todo el asunto.
El PP ha pasado de querer mostrar firmeza a dejar bien claro su uso absolutamente partidista de un atentado. Patético.
Hemos suspendido el analisis de sinceridad subjetivo, hermanos. Cuando decimos "libertad" o "por la vida" estamos de hecho diciendo "ETA, te amo", "amamos a Zapatero" y "me va la necrofilia". Ya lo sé, ya lo sé; nosotros no lo sentimos así, pero el ATPLP puede leer nuestra alma, y esta es impura. Incluso cuando se nos lengua la traba y pedimos disculpas, hermanos, estamos podridos, podridos hasta lo más profundo de nuestro ser.
Por cierto, y para que quede claro, el ATPLP no tiene nada que ver con todas las discusiones y penitencias de estos días. Todo, todo, todo es culpa nuestra. Aquí el que la lía somos nosotros; si alguno cree que el lloriqueo constante del ATPLP tiene algo que ver con el jaleo de esta semana, ya se está purgando leyendo las obras escogidas de Pío Moa ahora mismo, pues miente.
En fin. ¿En serio es el gobierno el que no quiere llegar a acuerdos estos días? El PP y su constelación histerico- mediática está llegando a unos niveles de oligofrenia aterradores. Una cosa es la firmeza, la otra es esta imbecilidad de pedir que se desconvoquen manifestaciones contra ETA para no confundir. Lo dicho, podríamos poner "Rajoy y Alcaraz tenían razón" como lema en ambas, y seguro que encontrarían alguna pega en todo el asunto.
El PP ha pasado de querer mostrar firmeza a dejar bien claro su uso absolutamente partidista de un atentado. Patético.
jueves, enero 11, 2007
Despilfarro educativo
La política universitaria en España es quizá el peor desastre organizativo que nos ofrecen las administraciones públicas en el país. Hoy en El País tenenemos un ejemplo claro de esta tozuda apología del caos que es la educación superior en España.
Resulta que para que una titulación sea viable es necesario tener al menos 125 estudiantes matriculados a principio de curso. Pues bien, el 75% de las carreras ofrecidas en España no llegan a este número de alumnos. En dos simples cifras, tenemos dos auténticas apologías de la incompetencia en acción; por un lado, el hecho que haya tantísimas titulaciones que están tirando dinero, por el otro, que se requieran tantísimos estudiantes para hacer una titulación viable.
¿Por qué hay tantas universidades ofreciendo carreras absurdas? Es evidente que la demanda para estudiar Matemáticas no existe en Almería; sin embargo, algún genio en la consejería es de la opinión que crear una facultad allí llena de profesores perdiendo el tiempo. Gran parte del problema se deriva del hecho que las competencias de universidades están descentralizadas de la peor forma posible; los políticos autonómicos no tienen ningún incentivo para la eficiencia investigadora o excelencia educativa, y todos los incentivos del mundo para poner facultades en circunscripciones donde votos van muy buscados.
Eso no implica que el sistema universitario debe volver a depender de Madrid, de todos modos. El ministro de turno no es que tenga ideas demasiado distintas sobre lo muy atractivo que resulta ir a Murcia a inagurar una facultad de Física Nuclear, o presumir sobre esta cifra absurda que el 75% de la población tiene una universidad a menos de 25 Km. Lo que es necesario es darle a las universidades muchísima más autonomía, y hacerlas trabajar de modo que tengan que responder a lo que pide el mercado.
Eso no implica necesariamente hacer que la educación superior pase a ser ridículamente cara, al estilo de los $44.000 al año que cuesta Yale (aunque la verdad, subvencionar tanto es absurdo), pero si que empieza a tener cierta relación con lo que sucede en la tierra. Para empezar, las universidades tenderían a especializarse, y empezaríamos a ver una cierta racionalidad a la hora de concentrar recursos y estudiantes en unos cuantos lugares, no tener especialistas desperdigados sin contacto por todo el territorio. Sería necesario aumentar las becas de movilidad, evidentemente, pero acabaríamos con este absurdo de tener departamentos minúsculos por todas partes.
También sería un detalle de interés ver como la enorme colección de dinosaurios que pueblan los campus sobreviven en un mundo donde sólo pueden obtener financiación si atraen estudiantes ofreciendo educación de calidad, y no sólo por pasear su estulticia por los despachos. Ya lo sé, soñar es gratis y equivale a un suicidio político ministerial, pero vamos, uno puede soñar.
A todo esto, el megalítico sistema actual es el que provoca que se necesiten tantos estudiantes para hacer una titulación viable. Si una universidad es útil, con investigadores brillantes y capaces de atraer financiación privada, y los precios de las matrículas pueden adaptarse, no sería extraño tener facultades muy especializadas con una calidad educativa altísima en algunos lugares ligeramente inesperados.
En fin, si hay algo que requiere un arreglo radical y urgente, alejado de dogmatismos, es el sistema universitario español. No me parece que este gobierno tengas el coraje de meterse en un berenjenal de este calibre, la verdad, pero ya toca.
Resulta que para que una titulación sea viable es necesario tener al menos 125 estudiantes matriculados a principio de curso. Pues bien, el 75% de las carreras ofrecidas en España no llegan a este número de alumnos. En dos simples cifras, tenemos dos auténticas apologías de la incompetencia en acción; por un lado, el hecho que haya tantísimas titulaciones que están tirando dinero, por el otro, que se requieran tantísimos estudiantes para hacer una titulación viable.
¿Por qué hay tantas universidades ofreciendo carreras absurdas? Es evidente que la demanda para estudiar Matemáticas no existe en Almería; sin embargo, algún genio en la consejería es de la opinión que crear una facultad allí llena de profesores perdiendo el tiempo. Gran parte del problema se deriva del hecho que las competencias de universidades están descentralizadas de la peor forma posible; los políticos autonómicos no tienen ningún incentivo para la eficiencia investigadora o excelencia educativa, y todos los incentivos del mundo para poner facultades en circunscripciones donde votos van muy buscados.
Eso no implica que el sistema universitario debe volver a depender de Madrid, de todos modos. El ministro de turno no es que tenga ideas demasiado distintas sobre lo muy atractivo que resulta ir a Murcia a inagurar una facultad de Física Nuclear, o presumir sobre esta cifra absurda que el 75% de la población tiene una universidad a menos de 25 Km. Lo que es necesario es darle a las universidades muchísima más autonomía, y hacerlas trabajar de modo que tengan que responder a lo que pide el mercado.
Eso no implica necesariamente hacer que la educación superior pase a ser ridículamente cara, al estilo de los $44.000 al año que cuesta Yale (aunque la verdad, subvencionar tanto es absurdo), pero si que empieza a tener cierta relación con lo que sucede en la tierra. Para empezar, las universidades tenderían a especializarse, y empezaríamos a ver una cierta racionalidad a la hora de concentrar recursos y estudiantes en unos cuantos lugares, no tener especialistas desperdigados sin contacto por todo el territorio. Sería necesario aumentar las becas de movilidad, evidentemente, pero acabaríamos con este absurdo de tener departamentos minúsculos por todas partes.
También sería un detalle de interés ver como la enorme colección de dinosaurios que pueblan los campus sobreviven en un mundo donde sólo pueden obtener financiación si atraen estudiantes ofreciendo educación de calidad, y no sólo por pasear su estulticia por los despachos. Ya lo sé, soñar es gratis y equivale a un suicidio político ministerial, pero vamos, uno puede soñar.
A todo esto, el megalítico sistema actual es el que provoca que se necesiten tantos estudiantes para hacer una titulación viable. Si una universidad es útil, con investigadores brillantes y capaces de atraer financiación privada, y los precios de las matrículas pueden adaptarse, no sería extraño tener facultades muy especializadas con una calidad educativa altísima en algunos lugares ligeramente inesperados.
En fin, si hay algo que requiere un arreglo radical y urgente, alejado de dogmatismos, es el sistema universitario español. No me parece que este gobierno tengas el coraje de meterse en un berenjenal de este calibre, la verdad, pero ya toca.
miércoles, enero 10, 2007
Por la paz, la libertad, dignidad, David el Gnomo, los unicornios, etcétera
Parece que defender la paz y estar contra el terrorismo ya no es suficiente para algunos. Cuando parimos un lema, ahora resulta necesario pasar por un tribunal de censores inquisitoriales con derecho a veto y escarnio moral de la AVT previamente. Los criterios para la aprobación del lema son ciertamente oscuros, pero a beneficio del respetable y de todo aquel que algún día quiera ser un pancartero decente como ellos, procedo a listar algunas de sus condiciones.
Al ser presentado con un lema, el Alto Tribunal de Pureza de Lemas Públicos (ATPLP) procede, en primera instancia, a repasar si cualquier palabra coincide con algo que El Innombrable Mal con Boina (ETA) haya pronunciado. Si el lema incluye vocablos con connotaciones tan cargadas de perversión y en constante uso por el enemigo como es "paz", el ATPLP procederá a una ronda de escarnio y odio profundo contra los organizadores, y exigirá mejoras.
El segundo punto a ser revisado por el ATPLP es el de la presencia de vocablos que señalen la superioridad moral de los verdaderos defensores de la patria, es decir, aquellos que el ATPLP y la AVT definen como verdaderos defensores de la patria. Estos incluyen la víctimas, Federico, algún socialista bueno, los populares decentes, y todo aquel que añada la coletilla "nación española" y "libertad" a todas sus frases. El hecho que usen la frase de forma machacona e insistan de forma histérica que son los únicos que entienden su profundo significado y que todos los demas mierda es signo de seguimiento del dogma y la verdadera fe, no un tozudo en intolerante berreo. Quien así lo confunda, también será atizado por la ira moral del ATPLP.
La tercera condición en el examen del ATPLP es un analisis de sinceridad subjetivo. Estar "por la paz y contra el terrorismo" no significa "por la paz y contra el terrorismo". Dicho por según qué personas (como un malvado inmigrante ilegal, por ejemplo) puede querer decir "por la dictadura de la boina y la rendición negociada" o "por el exterminio del PP y la secesión de Euskalherria". Evidentemente, el Alto Tribunal no tiene por qué explicar o justificar su análisis; están tocados por el verdadero y profundo concepto del patriotismo no nacionalista del bueno, y por lo tanto pueden mirar en lo profundo de tu alma sin problema ninguno.
La cuarta condición del ATPLP, habitualmente paralela a una condena al catear el analisis de sinceridad, es la penitencia y rezo permamente. No importa cuantas veces se diga que algo está liquidado, suspendido, exterminado, incinerado, pulverizado, muerto, achicharrado, ha dejado de existir, se ha comprado una parcela, ha ido a encontrarse con su creador, es un ex-loro; el ARPLP puede y debe exigir penitencia exigiendo que lo repitas una y otra vez, de forma indefinida, en un lugar a su elección. Sea en declaración solemne, cara a a cara, en el congreso, subido a un arbol, gritando en el desierto o lllevando una barra de hierro en una tormenta eléctrica, el ATPLP tiene la capacidad (no, la obligación) de pedir que vuelvas a decir lo mismo, otra vez, de forma cada vez menos ambigua, y diciendo que ellos tenían la razón. Siempre.
Finalmente, el alto tribunal deja muy claro que ellos están en lo correcto y saben la Verdad; por tanto, es papel del desleal filoterrorista el demostrar su inocencia. Si el ATPLP dice que amas a los terroristas y comes bebés para desayunar, eres tú, misera rata de cloaca, el que debes demostrar que eso es falso. No importa que sea imposible o que el ATPLP proceda a masacrarte en su analisis de sinceridad; haber estado en el lado de la luz (como defendido por el ATPLP) en primer lugar.
Por cierto, La Luz y la Verdad, según definidas por el ATPLP, sólo parecen ser permanente variables. El ATPLP nunca ha cambiado de opinión; sólo aquellos que no son verdaderos patriotas dicen que eso ha sucedido. Quien critique al tribunal por cambiar de opinión es demasiado desleal, traidor y terrorista para entender la infinita sutileza de la eterna permanencia y estabilidad de la Luz y la Verdad como revelada por aquellos que la conocen.
Espero haber sido de ayuda.
Al ser presentado con un lema, el Alto Tribunal de Pureza de Lemas Públicos (ATPLP) procede, en primera instancia, a repasar si cualquier palabra coincide con algo que El Innombrable Mal con Boina (ETA) haya pronunciado. Si el lema incluye vocablos con connotaciones tan cargadas de perversión y en constante uso por el enemigo como es "paz", el ATPLP procederá a una ronda de escarnio y odio profundo contra los organizadores, y exigirá mejoras.
El segundo punto a ser revisado por el ATPLP es el de la presencia de vocablos que señalen la superioridad moral de los verdaderos defensores de la patria, es decir, aquellos que el ATPLP y la AVT definen como verdaderos defensores de la patria. Estos incluyen la víctimas, Federico, algún socialista bueno, los populares decentes, y todo aquel que añada la coletilla "nación española" y "libertad" a todas sus frases. El hecho que usen la frase de forma machacona e insistan de forma histérica que son los únicos que entienden su profundo significado y que todos los demas mierda es signo de seguimiento del dogma y la verdadera fe, no un tozudo en intolerante berreo. Quien así lo confunda, también será atizado por la ira moral del ATPLP.
La tercera condición en el examen del ATPLP es un analisis de sinceridad subjetivo. Estar "por la paz y contra el terrorismo" no significa "por la paz y contra el terrorismo". Dicho por según qué personas (como un malvado inmigrante ilegal, por ejemplo) puede querer decir "por la dictadura de la boina y la rendición negociada" o "por el exterminio del PP y la secesión de Euskalherria". Evidentemente, el Alto Tribunal no tiene por qué explicar o justificar su análisis; están tocados por el verdadero y profundo concepto del patriotismo no nacionalista del bueno, y por lo tanto pueden mirar en lo profundo de tu alma sin problema ninguno.
La cuarta condición del ATPLP, habitualmente paralela a una condena al catear el analisis de sinceridad, es la penitencia y rezo permamente. No importa cuantas veces se diga que algo está liquidado, suspendido, exterminado, incinerado, pulverizado, muerto, achicharrado, ha dejado de existir, se ha comprado una parcela, ha ido a encontrarse con su creador, es un ex-loro; el ARPLP puede y debe exigir penitencia exigiendo que lo repitas una y otra vez, de forma indefinida, en un lugar a su elección. Sea en declaración solemne, cara a a cara, en el congreso, subido a un arbol, gritando en el desierto o lllevando una barra de hierro en una tormenta eléctrica, el ATPLP tiene la capacidad (no, la obligación) de pedir que vuelvas a decir lo mismo, otra vez, de forma cada vez menos ambigua, y diciendo que ellos tenían la razón. Siempre.
Finalmente, el alto tribunal deja muy claro que ellos están en lo correcto y saben la Verdad; por tanto, es papel del desleal filoterrorista el demostrar su inocencia. Si el ATPLP dice que amas a los terroristas y comes bebés para desayunar, eres tú, misera rata de cloaca, el que debes demostrar que eso es falso. No importa que sea imposible o que el ATPLP proceda a masacrarte en su analisis de sinceridad; haber estado en el lado de la luz (como defendido por el ATPLP) en primer lugar.
Por cierto, La Luz y la Verdad, según definidas por el ATPLP, sólo parecen ser permanente variables. El ATPLP nunca ha cambiado de opinión; sólo aquellos que no son verdaderos patriotas dicen que eso ha sucedido. Quien critique al tribunal por cambiar de opinión es demasiado desleal, traidor y terrorista para entender la infinita sutileza de la eterna permanencia y estabilidad de la Luz y la Verdad como revelada por aquellos que la conocen.
Espero haber sido de ayuda.
Hijos de los Hombres
Alfonso Cuarón es un director capaz de tomar riesgos con su carrera. Tras dirigir la maravillosa "Y Tu Mamá También", el tipo tuvo las narices de hacer la mejor película de la serie Harry Potter (Azhkaban), demostrando un talento extraordinario. Su última película, "Hijos de los Hombres" representa otro paso en una dirección radicalmente distinta, y es nada menos que la mejor película de ciencia ficción de los últimos años.
La historia se desarrolla en un futuro no demasiado lejano, en un mundo en que una misteriosa enfermedad ha hecho que los humanos dejen de tener hijos. Tras dieciocho años sin nacimientos, y con humanidad abocada a la extinción de forma inminente, la sociedad como la conocemos se ha ido literalmente a la mierda; sin futuro, no hay esperanza ni vocación de orden. Pero en un lugar de Londres, una inmigrante ilegal lanza un rayo de esperanza...
Lo que sigue es una intensa, vibrante, enórmemente sombría narración, un comentario sobre nuestra sociedad actual vista desde el espejo deformamente del futuro. Y no sólo eso; una película entretenida, emocionante, sencillamente extraordinaria. Imprescindible.
La historia se desarrolla en un futuro no demasiado lejano, en un mundo en que una misteriosa enfermedad ha hecho que los humanos dejen de tener hijos. Tras dieciocho años sin nacimientos, y con humanidad abocada a la extinción de forma inminente, la sociedad como la conocemos se ha ido literalmente a la mierda; sin futuro, no hay esperanza ni vocación de orden. Pero en un lugar de Londres, una inmigrante ilegal lanza un rayo de esperanza...
Lo que sigue es una intensa, vibrante, enórmemente sombría narración, un comentario sobre nuestra sociedad actual vista desde el espejo deformamente del futuro. Y no sólo eso; una película entretenida, emocionante, sencillamente extraordinaria. Imprescindible.
lunes, enero 08, 2007
El extraño atentado
Lo cierto es que hay bastantes cosas del atentado de Barajas que me parecen cuanto menos extrañas. Empezando por la ausencia de un comunicado anunciando el fin del alto el fuego y acabando por el hecho que ni Batasuna, ni el gobierno, ni los negociadores de ETA parecían esperar la demolición de un aparcamiento, la situación me temo es algo más confusa de lo que parece.
Las declaraciones de Otegui de hoy, pidiendo a ETA que mantenga el alto el fuego, me parece que es la señal definitiva de que algo no está del todo claro. Cierto, no ha condenado el atentado, pero ha estado todo lo cerca que un dirigente Batasuno puede estar sin tener a la banda terrorista apoyándole explícitamente.
Lo cierto es que esto me lleva a pensar que la unidad de ETA se ha roto. Hay cada vez más señales no sólo que Batasuna parece no tener una influencia apreciable sobre sectores de la banda, si no que una parte de la dirección está ignorando a los históricos como Ternera.
Si eso es lo que ha sucedido, es una mala noticia. Si un sector de la izquierda abertzale ha decidido romper con la otra mitad, el hecho que ETA anuncie un alto el fuego o su disolución tiene poco peso, ya que es mucho más difícil asumir que cualquier compromiso es creíble. Por añadido, la lucha policial se complica, al tener que perder el tiempo persiguiendo dos organizaciones, no una sola.
Hay otros elementos, sin embargo, que pueden facilitar las cosas; el gobierno tiene más capacidad de presión ya que cualquier compromiso de un sector de Batasuna requerirá señales más claras precisamente para hacerlo creíble. Aún así, la confusión siempre es peligrosa, y más en una tema así de delicado. Es hora de ir con pies de plomo; esperemos que lo políticos se tomen en serio las encuestas (digan lo que digan algunos idiotas) y trabajen por volver a ir todos a una. Ah, y nota para el PSOE: el PNV está haciendo lo que debe, pero en este pollo ERC es irrelevante. Es hora de decirles que se callen de una vez.
Las declaraciones de Otegui de hoy, pidiendo a ETA que mantenga el alto el fuego, me parece que es la señal definitiva de que algo no está del todo claro. Cierto, no ha condenado el atentado, pero ha estado todo lo cerca que un dirigente Batasuno puede estar sin tener a la banda terrorista apoyándole explícitamente.
Lo cierto es que esto me lleva a pensar que la unidad de ETA se ha roto. Hay cada vez más señales no sólo que Batasuna parece no tener una influencia apreciable sobre sectores de la banda, si no que una parte de la dirección está ignorando a los históricos como Ternera.
Si eso es lo que ha sucedido, es una mala noticia. Si un sector de la izquierda abertzale ha decidido romper con la otra mitad, el hecho que ETA anuncie un alto el fuego o su disolución tiene poco peso, ya que es mucho más difícil asumir que cualquier compromiso es creíble. Por añadido, la lucha policial se complica, al tener que perder el tiempo persiguiendo dos organizaciones, no una sola.
Hay otros elementos, sin embargo, que pueden facilitar las cosas; el gobierno tiene más capacidad de presión ya que cualquier compromiso de un sector de Batasuna requerirá señales más claras precisamente para hacerlo creíble. Aún así, la confusión siempre es peligrosa, y más en una tema así de delicado. Es hora de ir con pies de plomo; esperemos que lo políticos se tomen en serio las encuestas (digan lo que digan algunos idiotas) y trabajen por volver a ir todos a una. Ah, y nota para el PSOE: el PNV está haciendo lo que debe, pero en este pollo ERC es irrelevante. Es hora de decirles que se callen de una vez.
La guerra en dos frentes: Irak y el incremento de tropas
Las democracias son, en general, muy eficientes ganando guerras. Si miramos el porcentaje de victorias en conflictos militares entre estados, los gobiernos democráticos son de lejos los que tienen una mejor estadística; los políticos y líderes en gobiernos elegidos por el pueblo parecen ser grandes estrategas.
Esta estadística, evidentemente, tiene trampa, y es que las democracias van a la guerra muy poco a menudo. Al depender sus dirigentes del apoyo de la población, estos sistemas de gobierno son mucho menos propensos a tomar riesgos... y eso implica que tratan de evitar conflictos que no pueden ganar como la peste. Una democracia va a la guerra sólo cuando no tiene otro remedio o cuando sus dirigentes creen que le pueden pegar una soberana paliza al contrario sin demasiados problemas, manteniéndose alejada de aventuras en busca de fama, gloria y riesgos estúpidos.
El problema para una democracia en guerra es, evidentemente, cuando esta se alarga y las cosas dejan de parecer tna sencillas para los votantes. Cuando un conflicto tiene un coste alto pero no es percibido como una batalla que vale la pena luchar, los líderes electos se enfrentan al dilema de las encuestas y la guerra en dos frentes.
Bush y su presidencia se han metido de cabeza en una de estas situaciones. La invasión de Irak, esa invasión sencilla y vendida de manera clara (y totalmente tramposa) ha pasado de ser una guerra limpia y victoriosa a una pesadilla sin objetivos claros, y el electorado, como dejó muy claro en las urnas en noviembre, ha empezado a pensar que el precio es demasiado elevado. Al dirigir las tropas, Bush y sus generales se enfrentan al problema que su estrategia debe ser fácil de vender al público, y eso implica resultados claros, rápidos y con un nivel de bajas razonables, o la guerra será aún más insostenible.
Y así tenemos este especie de engendro que Bush va a presentar la semana que viene en forma de incremento de tropas... por tiempo estrictamente limitado. La estrategia de aumentar el número de tropas y tratar de ganar control efectivo sobre Bagdad tiene sentido, el de la limitación temporal, no.
No hace demasiado, explicaba cuál es la dinámica habitual en un guerra de guerrillas / guerra civil, e insistía que el factor principal para ganarla es controlar el territorio. La idea de Bush es básicamente añadir 20.000 tropas, concentrarlas en Irak, y pacificar la ciudad usando el único método conocido, con soldados en la calle. Con la ciudad estable, a partir de ahí empezar a extender la zona de control paciéntemente y sacar a las milicias del país a patadas. El pequeño problema es que este plan requiere, ante todo, muchísima paciencia, y trabajar asegurándose que una vez pacificada una ciudad, uno no la deja vacía dejando que los insurgentes vuelva. Y eso no es, por desgracia, algo compatible con un trabajo apresurado, mirando de reojo al Congreso, de seis mesecillos.
El problema de Bush ahora mismo no es saber si puede ganar la guerra o no, es el hecho que la mayoría del país le ha dejado atrás, y cree que ya no vale la pena. Los motivos, argumentos y excusas para lanzar la invasión resultaron ser espúreos, y la gran fortaleza de las democracias, el hecho que luchan como nadie cuando creen que es por una buena razón, se desvanece en el aire. Si no son capaces de dar una buena explicación sobre qué demonios están haciendo en Irak, aunque sea decir que les da vergüenza haber destruido un país para nada, más vale que se vayan de una vez, antes que la situación empeore aún más.
Esta estadística, evidentemente, tiene trampa, y es que las democracias van a la guerra muy poco a menudo. Al depender sus dirigentes del apoyo de la población, estos sistemas de gobierno son mucho menos propensos a tomar riesgos... y eso implica que tratan de evitar conflictos que no pueden ganar como la peste. Una democracia va a la guerra sólo cuando no tiene otro remedio o cuando sus dirigentes creen que le pueden pegar una soberana paliza al contrario sin demasiados problemas, manteniéndose alejada de aventuras en busca de fama, gloria y riesgos estúpidos.
El problema para una democracia en guerra es, evidentemente, cuando esta se alarga y las cosas dejan de parecer tna sencillas para los votantes. Cuando un conflicto tiene un coste alto pero no es percibido como una batalla que vale la pena luchar, los líderes electos se enfrentan al dilema de las encuestas y la guerra en dos frentes.
Bush y su presidencia se han metido de cabeza en una de estas situaciones. La invasión de Irak, esa invasión sencilla y vendida de manera clara (y totalmente tramposa) ha pasado de ser una guerra limpia y victoriosa a una pesadilla sin objetivos claros, y el electorado, como dejó muy claro en las urnas en noviembre, ha empezado a pensar que el precio es demasiado elevado. Al dirigir las tropas, Bush y sus generales se enfrentan al problema que su estrategia debe ser fácil de vender al público, y eso implica resultados claros, rápidos y con un nivel de bajas razonables, o la guerra será aún más insostenible.
Y así tenemos este especie de engendro que Bush va a presentar la semana que viene en forma de incremento de tropas... por tiempo estrictamente limitado. La estrategia de aumentar el número de tropas y tratar de ganar control efectivo sobre Bagdad tiene sentido, el de la limitación temporal, no.
No hace demasiado, explicaba cuál es la dinámica habitual en un guerra de guerrillas / guerra civil, e insistía que el factor principal para ganarla es controlar el territorio. La idea de Bush es básicamente añadir 20.000 tropas, concentrarlas en Irak, y pacificar la ciudad usando el único método conocido, con soldados en la calle. Con la ciudad estable, a partir de ahí empezar a extender la zona de control paciéntemente y sacar a las milicias del país a patadas. El pequeño problema es que este plan requiere, ante todo, muchísima paciencia, y trabajar asegurándose que una vez pacificada una ciudad, uno no la deja vacía dejando que los insurgentes vuelva. Y eso no es, por desgracia, algo compatible con un trabajo apresurado, mirando de reojo al Congreso, de seis mesecillos.
El problema de Bush ahora mismo no es saber si puede ganar la guerra o no, es el hecho que la mayoría del país le ha dejado atrás, y cree que ya no vale la pena. Los motivos, argumentos y excusas para lanzar la invasión resultaron ser espúreos, y la gran fortaleza de las democracias, el hecho que luchan como nadie cuando creen que es por una buena razón, se desvanece en el aire. Si no son capaces de dar una buena explicación sobre qué demonios están haciendo en Irak, aunque sea decir que les da vergüenza haber destruido un país para nada, más vale que se vayan de una vez, antes que la situación empeore aún más.
viernes, enero 05, 2007
La quimera de la política industrial
Es uno de esos mitos de política económica que parecen no morir nunca. Cada cierto tiempo, algún articulista o político lleno de buenas intenciones (habitualmente desde la izquierda) aboga por la implementación de una agresiva política industrial, con el Estado apoyando industrias estratégicas e incentivando inversiones en lugares mágicos.
Lo cierto es que suena muy bien, pero es una idea equivocada. De hecho, la mejor política industrial es básicamente la que no existe, y por buenos motivos.
El primer motivo sonará sacado del librillo liberal, pero no por ello deja de ser cierto: no hay ninguna garantía que los políticos sean mejores que los inversores privados decidiendo qué sectores son potencialmente rentables en el futuro. De hecho, es bastante probable que los políticos sean mucho peores que el mercado en ello, por el sencillo motivo que no tienen los incentivos adecuados para hacerlo.
Un ministro tiene una prioridad básica, ganar votos. La belleza de la democracia es que gracias a esta preocupación esto asegura que el ministro no haga cosas demasiado extrañas o deshonestas, pero también genera enormes tentaciones publicitarias sin demasiada racionalidad económica. Un ministro de fomento intentará hacer LAVs a ninguna parte, y uno de industria hará casi inevitablemente parque tecnológicos virtuales del conocimiento aeronáutico. Suenan muy bien sobre el papel, y oye, las empresas subvencionadas de turno tendrán mucho que agradecer, pero quizás en un lugar sin ingenieros, informáticos o aeropuertos quizás no sea una buena idea. La mejor manera de evitar estas potenciales pirámides de Egipto es básicamente mantener a los políticos al margen de según que cosas.
Un segundo punto, no menos importante, es el de la información. Aún con un político perfectamente orientado a tomar decisiones de futuro (fácilmente reconocible porque cabalga en un unicornio para ir a la oficina), la probabilidad que meta la pata es parecida a la de un inversor privado. El problema es que cuando un empresario decide fabricar catapultas de alta tecnología y la pifia, se arruina él solito, mientras que si es un gobierno el que pifia su política industrial tenemos a toda la economía perdiendo el tiempo mejorando armas medievales. Centralizar decisiones implica concentrar riesgos, y eso no acostumbra ser una buena idea.
El tercer factor que desaconseja la política industrial anda paralelo al anterior, y se centra en las distorsiones que crea en el mercado. Si desde la administración se potencian ciertos tipos de empresas sobre otras (sea mediante subvenciones, impuestos bajos o aranceles creativos), los empresarios tenderán a añadir esto a sus cálculos, hasta el punto que pueden acabar invirtiendo en negocios que sólo son rentables mientras las ayudas públicas existan. Si el político ha tomado la decisión equivocada, a la que se acabe el dinero tendremos una auténtica catástrofe de recursos malgastados entre manos.
Hay algo que siempre se debe tener en mente, y es que no todas las industrias pueden prosperar en todas partes. Si no hay economías de red, mano de obra adecuada, disponibilidad de suelo, capital o incluso clima adecuado ("¡Esquíe en Extremadura!") uno ya puede subvencionar lo que quiera, que la industria autosostenible mágica no aparecerá, y si lo hace, no será a un buen precio. Mejor evitar meter toda la economía en un callejón sin salida mediante planificación demasiado centralizada.
Finalmente hay una cierta ironía en pedir una política industrial, y no darse cuenta lo mucho que se parece a un estado de bienestar sólo para ricos. El estado debe proteger personas físicas, no jurídicas; subvencionar empresas es mantener a un empresario bien surtido, y a un montón de trabajadores perdiendo el tiempo en una empresa inútil. Es más justo (y eficiente) dejar que las empresas insostenibles cierren y asegurar que los trabajadores estén protegidos hasta que puedan subirse al tren de una empresa viable que evitar que alguien pierda una inversión.
¿Qué política industrial es deseable? Aquella que se aparta del medio, hace que invertir sea fácil, y no impone cuellos de botella absurdos a la economía. El estado debe asegurarse que el sistema educativo funciona, los transportes tienen la capacidad adecuada y que el dinero puede encontrar las buenas ideas y descartar las malas, y listos. Y oye, eso puede implicar ser los mejores copiones tecnológicos del mundo, con especial talento construyendo infraestructuras ajenas. Quien sabe. Una economía flexible, ágil y sin impedimentos absurdos es debe ser el objetivo, no el enésimo intento de repetir Silicon Valley.
Lo cierto es que suena muy bien, pero es una idea equivocada. De hecho, la mejor política industrial es básicamente la que no existe, y por buenos motivos.
El primer motivo sonará sacado del librillo liberal, pero no por ello deja de ser cierto: no hay ninguna garantía que los políticos sean mejores que los inversores privados decidiendo qué sectores son potencialmente rentables en el futuro. De hecho, es bastante probable que los políticos sean mucho peores que el mercado en ello, por el sencillo motivo que no tienen los incentivos adecuados para hacerlo.
Un ministro tiene una prioridad básica, ganar votos. La belleza de la democracia es que gracias a esta preocupación esto asegura que el ministro no haga cosas demasiado extrañas o deshonestas, pero también genera enormes tentaciones publicitarias sin demasiada racionalidad económica. Un ministro de fomento intentará hacer LAVs a ninguna parte, y uno de industria hará casi inevitablemente parque tecnológicos virtuales del conocimiento aeronáutico. Suenan muy bien sobre el papel, y oye, las empresas subvencionadas de turno tendrán mucho que agradecer, pero quizás en un lugar sin ingenieros, informáticos o aeropuertos quizás no sea una buena idea. La mejor manera de evitar estas potenciales pirámides de Egipto es básicamente mantener a los políticos al margen de según que cosas.
Un segundo punto, no menos importante, es el de la información. Aún con un político perfectamente orientado a tomar decisiones de futuro (fácilmente reconocible porque cabalga en un unicornio para ir a la oficina), la probabilidad que meta la pata es parecida a la de un inversor privado. El problema es que cuando un empresario decide fabricar catapultas de alta tecnología y la pifia, se arruina él solito, mientras que si es un gobierno el que pifia su política industrial tenemos a toda la economía perdiendo el tiempo mejorando armas medievales. Centralizar decisiones implica concentrar riesgos, y eso no acostumbra ser una buena idea.
El tercer factor que desaconseja la política industrial anda paralelo al anterior, y se centra en las distorsiones que crea en el mercado. Si desde la administración se potencian ciertos tipos de empresas sobre otras (sea mediante subvenciones, impuestos bajos o aranceles creativos), los empresarios tenderán a añadir esto a sus cálculos, hasta el punto que pueden acabar invirtiendo en negocios que sólo son rentables mientras las ayudas públicas existan. Si el político ha tomado la decisión equivocada, a la que se acabe el dinero tendremos una auténtica catástrofe de recursos malgastados entre manos.
Hay algo que siempre se debe tener en mente, y es que no todas las industrias pueden prosperar en todas partes. Si no hay economías de red, mano de obra adecuada, disponibilidad de suelo, capital o incluso clima adecuado ("¡Esquíe en Extremadura!") uno ya puede subvencionar lo que quiera, que la industria autosostenible mágica no aparecerá, y si lo hace, no será a un buen precio. Mejor evitar meter toda la economía en un callejón sin salida mediante planificación demasiado centralizada.
Finalmente hay una cierta ironía en pedir una política industrial, y no darse cuenta lo mucho que se parece a un estado de bienestar sólo para ricos. El estado debe proteger personas físicas, no jurídicas; subvencionar empresas es mantener a un empresario bien surtido, y a un montón de trabajadores perdiendo el tiempo en una empresa inútil. Es más justo (y eficiente) dejar que las empresas insostenibles cierren y asegurar que los trabajadores estén protegidos hasta que puedan subirse al tren de una empresa viable que evitar que alguien pierda una inversión.
¿Qué política industrial es deseable? Aquella que se aparta del medio, hace que invertir sea fácil, y no impone cuellos de botella absurdos a la economía. El estado debe asegurarse que el sistema educativo funciona, los transportes tienen la capacidad adecuada y que el dinero puede encontrar las buenas ideas y descartar las malas, y listos. Y oye, eso puede implicar ser los mejores copiones tecnológicos del mundo, con especial talento construyendo infraestructuras ajenas. Quien sabe. Una economía flexible, ágil y sin impedimentos absurdos es debe ser el objetivo, no el enésimo intento de repetir Silicon Valley.
Hablando de privilegios...
Allá por abril hablé con cierta extensión de un fenómeno bastante pertubador de los Estados Unidos en los últimos años, la disparatadamente alta compensación que muchos altos ejecutivos reciben por su trabajo. Para que no nos olvidemos del tema, estos días se habla bastante por aquí de Robert Nardelli, el dimisionario CEO de Home Depot, y la maravillosa correlación entre sus fracasos y salario.
¿Os imaginais que tras dimitir de vuestro trabajo tras haber fracasado contra la competencia, os dieran 210 millones de dólares como despedida? Eso es lo que se ha llevado Nardelli. El tema tiene que ser serio para que una revista tan rabiosamente capitalista como el Economist hable de ello como un problema, así que vaya, quizá no es que fuera demasiado desencaminado. Mientras la inseguridad en la vida del americano medio aumenta, los de arriba siguen asegurándose que los millones fluyan a su bolsillo.
¿Os imaginais que tras dimitir de vuestro trabajo tras haber fracasado contra la competencia, os dieran 210 millones de dólares como despedida? Eso es lo que se ha llevado Nardelli. El tema tiene que ser serio para que una revista tan rabiosamente capitalista como el Economist hable de ello como un problema, así que vaya, quizá no es que fuera demasiado desencaminado. Mientras la inseguridad en la vida del americano medio aumenta, los de arriba siguen asegurándose que los millones fluyan a su bolsillo.
miércoles, enero 03, 2007
Culpando a los iraquíes
Uno de los instrumentos retóricos más deprimentes de la política americana estos días es el echar la culpa a los iraquíes de la catastrófica situación en Irak. Esta línea de argumentación, iniciada por los demócratas ya antes de las elecciones, viene a decir que los americanos deberían lanzar un ultimátum a los iraquíes, diciéndoles que o bien paran de matarse entre ellos, o se largan. Los culpables de la guerra civil serían esos nativos que no saben comportarse en democracia, evidentemente, no nuestro gran país.
Este argumento, aunque atractivo en apariencia, es brutalmente injusto en la práctica, y representa una radical irresponsabilidad por parte de los americanos. En fácil acusar a otros de su afición a matarse entre ellos, pero ignorar por qué comenzó la guerra civil y quienes entraron en Irak sin ningún criterio es darse una vía de justificación fácil e inmerecida.
Para empezar, antes de la invasión Irak no estaba en guerra civil. Por mucho que se justifique todo el tinglado como una liberación de la tiranía opresora, el país era un lugar estable. Si, uno no podía criticar al régimen, pero al menos la crueldad de las autoridades era predecible y no demasiado indiscriminada. Una situación bastante mejor que la actual, donde milicias, policías, terroristas y soldados variados parecen tener bien poco claro a quien oprimir y por qué motivos.
Por añadido, los hechos parecen dejar claro que los iraquíes en su inmensa mayoría prefieren un gobierno democrático estable a la actual pesadilla. Las elecciones sucesivas en el país tuvieron una participación elevada; un voto tácito de defensa de un sistema político prometido pero que nunca ha funcionado. Parece bastante evidente que ni el país vivía en el caos, ni los iraquíes repudiaban la democracia por sistema; no es una situación natural de guerra civil.
¿Qué ha sucedido? Lo explicaré con un pequeño escenario, probablemente repetido miles de veces en el Irak de postguerra. Imaginad un iraquí medio que vive en una ciudad de 20-25.000 habitantes en algún lugar del país antes de la invasión. El ejercito y la policía son relativamente corruptos pero mantienen el orden, como buena dictadura, y uno sabe a qué atenerse para no meterse en problemas. No es un sistema justo, pero es predecible, y evita que nuestro individuo se líe a tortas con el vecino.
Llega la invasión, y tras la derrota de Saddam (y los saqueos en el caos sucesivo), un buen día Paul Bremer tiene la brillante idea de disolver el ejercito y purgar la polícia que los americanos han heredado del régimen anterior. En nuestra ciudad, el anteriormente opresivo aparato de seguridad es enviado a casa, con la excepción de unos cuantos policias que no se metían en política y unos cuantos novatos recien llegados de la capital reclutados deprisa y corriendo. El nivel de crimen, ya alto desde la invasión, súbitamente se dispara, con una policia demasiado novata y falta de recursos para mantener el orden. Algunas familias con dinero y algunos clérigos deciden reclutar milicianos como seguridad privada, pero las cosas parecen ir a peor.
Tras unos meses, un día una milicia organizada llega a la ciudad, y lanza un ataque contra la comisaría. Los policias, mal entrenados, peor pagados y hartos de ser maltratados por todo el mundo, ponen poca resistencia; la mayoría desertan, y los pocos que quedan atrás son ejecutados por "colaboracionistas". Los milicianos, armados hasta los dientes y con bien pocos escrúpulos, imponen el orden en la ciudad a su manera: detienen a quien haya ayudado a los americanos (y si están de buen humor, no los torturan antes de ejecutarlos) y se ponen a acosar de mala manera a todo aquel que les molesta. Si es una milicia religiosa, se dedicarán a apalear a las mujeres que no se cubran (y a sus maridos). Si es una milicia más sectaria, acosarán a los chiítas, suníes o kurdos, según su color político personal.
Un buen día, nuestro iraquí medio verá que un grupo de milicianos está pegando una paliza a alguien, y que uno de sus vecinos trata de ayudarle. Esa noche, ese vecino de buen corazón verá como la policia (ahora una rama uniformada de alguna milicia) asalta su casa, asegurándose que todo el mundo pille el mensaje.
No cuesta imaginar la reacción de prácticamente cualquier persona sin ganas de ser el héroe (muerto) del día, es evidente. La próxima vez que los milicianos le pidan su colaboración, la mayoría echarán una mano, sabiendo perfectamente a qué se exponen con una negativa. Con todo el barrio bajo el mismo cálculo, los "verdugos voluntarios", gente haciendo barbaridades para protegerse, serán lo habitual, no la excepción.
A base de intimidación, las milicias conseguirán que poco a poco el barrio pase a "apoyarles"... al menos hasta que otro grupo (el que sea) trate de entrar a saco en el barrio y disputar su control. Sea el gobierno (o para ser más concreto, una facción del gobierno con su encantador elenco de motivos sectarios igualmente enloquecidos), otra milicia o algún grupo de Baathistas irredentos, venganzas y represalias entre vecinos no tardarán en aparecer. Si la situación se vuelve realmente horrible, y la ciudad cae en ese limbo en que nadie tiene un control sólido, el iraquí medio se verá atrapado en el fuego cruzado de intimidaciones, represión indiscriminada y ataques al grupo traidor del día de cada uno de los bandos, o dicho en otras palabras, lo que vemos en muchos lugares de Irak hoy.
La guerra civil de Irak no era inevitable. Ha sido la demolición sistemática del estado iraquí, absurda, torpe y alocada, la que ha puesto a la inmensa mayoría de iraquíes en la situación de tomar decisiones como la que explicaba arriba. La incompetente invasión y ocupación del país ha sido lo que ha convertido Irak en un estado inviable, no una presunta propensión innata de los nativos a matarse entre ellos.
Como la naturaleza, un sistema político aborrece el vacio. Cuando alguien elimina a aquel que ostenta el poder, pero no pone a nadie en su lugar, el resultado natural es una proliferación horrible de "emprendedores" luchando por imponer su monopolio de la violencia. La muerte de Irak es culpa de Estados Unidos; negarlo es simplemente no querer admitir culpas.
Este argumento, aunque atractivo en apariencia, es brutalmente injusto en la práctica, y representa una radical irresponsabilidad por parte de los americanos. En fácil acusar a otros de su afición a matarse entre ellos, pero ignorar por qué comenzó la guerra civil y quienes entraron en Irak sin ningún criterio es darse una vía de justificación fácil e inmerecida.
Para empezar, antes de la invasión Irak no estaba en guerra civil. Por mucho que se justifique todo el tinglado como una liberación de la tiranía opresora, el país era un lugar estable. Si, uno no podía criticar al régimen, pero al menos la crueldad de las autoridades era predecible y no demasiado indiscriminada. Una situación bastante mejor que la actual, donde milicias, policías, terroristas y soldados variados parecen tener bien poco claro a quien oprimir y por qué motivos.
Por añadido, los hechos parecen dejar claro que los iraquíes en su inmensa mayoría prefieren un gobierno democrático estable a la actual pesadilla. Las elecciones sucesivas en el país tuvieron una participación elevada; un voto tácito de defensa de un sistema político prometido pero que nunca ha funcionado. Parece bastante evidente que ni el país vivía en el caos, ni los iraquíes repudiaban la democracia por sistema; no es una situación natural de guerra civil.
¿Qué ha sucedido? Lo explicaré con un pequeño escenario, probablemente repetido miles de veces en el Irak de postguerra. Imaginad un iraquí medio que vive en una ciudad de 20-25.000 habitantes en algún lugar del país antes de la invasión. El ejercito y la policía son relativamente corruptos pero mantienen el orden, como buena dictadura, y uno sabe a qué atenerse para no meterse en problemas. No es un sistema justo, pero es predecible, y evita que nuestro individuo se líe a tortas con el vecino.
Llega la invasión, y tras la derrota de Saddam (y los saqueos en el caos sucesivo), un buen día Paul Bremer tiene la brillante idea de disolver el ejercito y purgar la polícia que los americanos han heredado del régimen anterior. En nuestra ciudad, el anteriormente opresivo aparato de seguridad es enviado a casa, con la excepción de unos cuantos policias que no se metían en política y unos cuantos novatos recien llegados de la capital reclutados deprisa y corriendo. El nivel de crimen, ya alto desde la invasión, súbitamente se dispara, con una policia demasiado novata y falta de recursos para mantener el orden. Algunas familias con dinero y algunos clérigos deciden reclutar milicianos como seguridad privada, pero las cosas parecen ir a peor.
Tras unos meses, un día una milicia organizada llega a la ciudad, y lanza un ataque contra la comisaría. Los policias, mal entrenados, peor pagados y hartos de ser maltratados por todo el mundo, ponen poca resistencia; la mayoría desertan, y los pocos que quedan atrás son ejecutados por "colaboracionistas". Los milicianos, armados hasta los dientes y con bien pocos escrúpulos, imponen el orden en la ciudad a su manera: detienen a quien haya ayudado a los americanos (y si están de buen humor, no los torturan antes de ejecutarlos) y se ponen a acosar de mala manera a todo aquel que les molesta. Si es una milicia religiosa, se dedicarán a apalear a las mujeres que no se cubran (y a sus maridos). Si es una milicia más sectaria, acosarán a los chiítas, suníes o kurdos, según su color político personal.
Un buen día, nuestro iraquí medio verá que un grupo de milicianos está pegando una paliza a alguien, y que uno de sus vecinos trata de ayudarle. Esa noche, ese vecino de buen corazón verá como la policia (ahora una rama uniformada de alguna milicia) asalta su casa, asegurándose que todo el mundo pille el mensaje.
No cuesta imaginar la reacción de prácticamente cualquier persona sin ganas de ser el héroe (muerto) del día, es evidente. La próxima vez que los milicianos le pidan su colaboración, la mayoría echarán una mano, sabiendo perfectamente a qué se exponen con una negativa. Con todo el barrio bajo el mismo cálculo, los "verdugos voluntarios", gente haciendo barbaridades para protegerse, serán lo habitual, no la excepción.
A base de intimidación, las milicias conseguirán que poco a poco el barrio pase a "apoyarles"... al menos hasta que otro grupo (el que sea) trate de entrar a saco en el barrio y disputar su control. Sea el gobierno (o para ser más concreto, una facción del gobierno con su encantador elenco de motivos sectarios igualmente enloquecidos), otra milicia o algún grupo de Baathistas irredentos, venganzas y represalias entre vecinos no tardarán en aparecer. Si la situación se vuelve realmente horrible, y la ciudad cae en ese limbo en que nadie tiene un control sólido, el iraquí medio se verá atrapado en el fuego cruzado de intimidaciones, represión indiscriminada y ataques al grupo traidor del día de cada uno de los bandos, o dicho en otras palabras, lo que vemos en muchos lugares de Irak hoy.
La guerra civil de Irak no era inevitable. Ha sido la demolición sistemática del estado iraquí, absurda, torpe y alocada, la que ha puesto a la inmensa mayoría de iraquíes en la situación de tomar decisiones como la que explicaba arriba. La incompetente invasión y ocupación del país ha sido lo que ha convertido Irak en un estado inviable, no una presunta propensión innata de los nativos a matarse entre ellos.
Como la naturaleza, un sistema político aborrece el vacio. Cuando alguien elimina a aquel que ostenta el poder, pero no pone a nadie en su lugar, el resultado natural es una proliferación horrible de "emprendedores" luchando por imponer su monopolio de la violencia. La muerte de Irak es culpa de Estados Unidos; negarlo es simplemente no querer admitir culpas.
martes, enero 02, 2007
Siguiendo la lógica de la derecha
A ver si les sigo...
Si ETA estaba ganando en la mesa de negociación, ¿Por qué volver a la violencia?. No tiene sentido, especialmente cuando Batasuna lleva meses diciendo que no están obteniendo nada. Decir que pretenden advertir o forzar al gobierno a más concesiones haciéndose más intolerables y malvados es igualmente surrealista; si el gobierno no ha satisfecho sus demandas sin violencia, tiene aún menos motivo para hacerlo cuando están atentando.
Los terroristas sabían que el atentado acabaría con el proceso de paz y con cualquier pretensión de diálogo. Sabían que si cualquier concesión por parte del gobierno era difícil antes, ahora es totalmente inviable políticamente. Es probable, por tanto, que la banda no viera futuro a la negociación, y si viera que la violencia le daba de nuevo la capacidad de influir la agenda.
Todo el mundo ha cometido errores. Desde el PSOE, es hora de dejar de lado la tentación de desfacer el entuerto en solitario y meter al PP en el proceso en serio, dándole el papel que se merece. Desde el PP, es hora de dejar envidias y politiqueos de lado. Es fustrante que el único partido que se ha comportado de forma responsable (siguiendo el gobierno, firme con ETA y dispuesto a ser flexible) ha sido el PNV.
En fin, aún se puede arreglar esto. Esperemos que los políticos esta vez estén a la altura.
- El gobierno está cediendo a ETA todo lo que esta quiere en la mesa de negociación. Los terroristas están disfrutando de la rendición del PSOE.
- ETA, por tanto, decide provocar la rotura de las negociaciones poniendo una bomba, consiguiendo así que el gobierno rompa el diálogo con ellos.
Si ETA estaba ganando en la mesa de negociación, ¿Por qué volver a la violencia?. No tiene sentido, especialmente cuando Batasuna lleva meses diciendo que no están obteniendo nada. Decir que pretenden advertir o forzar al gobierno a más concesiones haciéndose más intolerables y malvados es igualmente surrealista; si el gobierno no ha satisfecho sus demandas sin violencia, tiene aún menos motivo para hacerlo cuando están atentando.
Los terroristas sabían que el atentado acabaría con el proceso de paz y con cualquier pretensión de diálogo. Sabían que si cualquier concesión por parte del gobierno era difícil antes, ahora es totalmente inviable políticamente. Es probable, por tanto, que la banda no viera futuro a la negociación, y si viera que la violencia le daba de nuevo la capacidad de influir la agenda.
Todo el mundo ha cometido errores. Desde el PSOE, es hora de dejar de lado la tentación de desfacer el entuerto en solitario y meter al PP en el proceso en serio, dándole el papel que se merece. Desde el PP, es hora de dejar envidias y politiqueos de lado. Es fustrante que el único partido que se ha comportado de forma responsable (siguiendo el gobierno, firme con ETA y dispuesto a ser flexible) ha sido el PNV.
En fin, aún se puede arreglar esto. Esperemos que los políticos esta vez estén a la altura.
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