Llevamos una temporada por esta bitácora matando al mensajero, o más concretamente criticando duramente los medios de comunicación a uno y otro lado del Atlántico. Los que me leen desde hace tiempo (¡hola, mamá!) saben que esto es algo que llevo haciendo desde hace tiempo (y no soy el único) en parte por mi intención de que alguien del País me lea y me dé el puesto de Carlos Carnicero.
Repasando el excelente artículo de Nacho de hace unos días, hablando del embrutecimiento de los medios de comunicación españoles, me preguntaba qué hay detrás de este cambio en el comportamiento de los periodistas, y por qué los medios parecen haber pasado de al menos pretender informar a actuar como un grupo de matones vociferantes.
Mi primer instinto ha sido echar un vistazo al panorama de los medios de comunicación en Estados Unidos, que siempre parecen andar un par de pasos por delante en cuanto a descenso a los infiernos se refiere. La estructura de los medios es distinta, pero el establecimiento de la agenda, es decir, qué temas se debaten en los medios, tiene algunos paralelismos interesantes.
El más curioso es el caso de The Drudge Report, uno de los primeros medios nacidos de internet en atraer la atención del público. Matt Drudge era el encargado de la tienda de recuerdos de los estudios de la CBS, hasta que un buen día se decidió crear una página de opinión y rumorología política, allá por 1996. El tipo ganó fama rápidamente por su estilo directo, su tendencia a la pedrada ideológica conservadora, y su capacidad para destapar algunos escándalos y rumores antes que nadie; de hecho, fue probablemente el primero en hablar de Monica Lewinski.
Salvando las distancias y su falta de experiencia en los "viejos" medios, Drudge y su página tienen un extraño parecido a Libertad Digital. Ambos son medios de comunicación vociferantes, ambiciosos y con una agenda clarísima, un ego hiperdesarrollado y un ligero desprecio por todos esas tonterias de imparcialidad y respeto a la noticia. En el caso del medio español, además, se le añade una notoria dosis de cinismo, siendo capaces de defender una cosa y su contraria de una semana a otra sin despeinarse (ahora recusar magistrados está mal, por cierto), pero la base es exactamente la misma.
En ambos casos, estos medios han conseguido hacer algo curioso: son capaces de mover el debate. La política americana, de hecho, incluso tiene ya un nombrecito para esta clase de medios (que como en España con El Plural, tienen equivalentes en la izquierda), el freak show, referencia a los espectáculos de feria de mujeres barbudas y hombres elefante. La palabreja, nacida de un libro de Mark Halperin y John Harris que habla de cómo ganar el 2008, es despreciativa, ciertamente; sin embargo, los dos autores señalan que los medios de esta clase tienen una importancia crucial en la política americana actual. El hecho que haya radios, televisiones y periódicos en internet con obesiones extrañas y baremos políticos poco razonables condicionan, y mucho, el debate.
Quizás una aventura con una becaria de un presidente, la cuestionable herencia negra de Barack Obama o que Hillary sea o no la candidata de la gente de Hollywood no tiene importancia real, pero el hecho que haya un grupo de gente bombardeando una audiencia relativamente pequeña sobre ello día sí día también acaba por obligar a los otros medios a hablar de ello, y a los candidatos a tenerlo en cuenta. Lo más irritante es que realmente ni siquiera importa si las alegaciones están basadas en la realidad; si alguien grita lo suficiente y los medios empiezan a hacerse preguntas ("¿Es Kerry realmente un héroe de guerra? ¿Si lo es, por qué no responde a las acusaciones?") eso puede bastar para que un candidato descarrile espectacularmente, sea por perder el tiempo con irrelevancias, sea por caer víctima de la duda al no responder a cosas absurdas.
En cierto sentido, es algo que hemos visto en España con el estatuto catalán, De Juana y la tregua de ETA, y posiblemente con el Prestige e incluso las gigantescas pifias informativas del gobierno tras el 11-M. Salvando las distancias, es el equivalente mediático a la paradoja de la minoría dominante de la que hablaba hace unos días, pero a nivel mediático. En un mundo con información permanente, los medios necesitan llenar la agenda como sea, y bombardear desde los extremos con preguntas e insidias es una forma de llenar el vacio.
Por cierto, queda claro que disiento con las conclusiones de Luis por La Moqueta Verde; diría que no responder al frikismo extremo no hace más que reforzar el mensaje de sospecha constante que lanzan estos medios. Para otro día dejo cómo los políticos deberían responder a esta forma de crispación política forzosa, o al menos cómo intentar sobrevivir a ella. Veremos.
2 comentarios:
Hola egocrata, no se si he entendido mucho... ¿Tu idea es que El Pais debe responder al frikismo extremo de los medios copemundo para neutralizar sus teorías?(¿entendí bien?). Puede que tengas razón pero el subproducto de esta tarea de enlightenment que supuestamente tiene El Pais es la activación el tema del terrorismo entre el electorado. Y eso me huele que hoy por hoy no beneficia nada el PSOE.
De todos modos no se si me convence esta idea de un El Pais luchando contra la bazofia de los medios de la derecha. Creo que en el post que citas (o en el anterior) linkeo una noticia de este periodico que habla por si sola.
Petonets!
La cuestión es que con este periodismo "moderno" que practican LD y compañía el ignorarlo no sirve. Estos medios no informan sobre lo que sucede, "informan" (se preguntan) sobre las motivaciones y sobre lo que no está sucediendo.
No hablan de "De Juana, excarcelado" si no que informan que el gobierno se ha rendido. No explican el sumario del 11-M, se preguntan por qué el gobierno no les responde. No hablan de la tregua de ETA, preguntan sobre las cesiones del gobierno.
Si no se les contesta/ignora, en su lógica se les está dando la razón. Claro que no contestan sobre el 11-M, es que tienen algo que ocultar. Han cedido a ETA. Etcétera.
No creo que sea el País el que tenga que "luchar" contra ellos; debe ser el gobierno el que responda rápido y contraataque cada vez que preparan un cirio. Confiar en que sean ignorados no vale, en especial cuando el segundo periódico y radio del país están en el ramo friki.
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