Es el cambio climático. Ese es el nombre que debe utilizarse, y ese es el problema real. Por ejemplo, si las cosas siguen su curso, es posible que en Europa (especialmente el norte) las temperaturas caigan entre cuatro y seis grados centígrados debido a los cambios derivados por el deshielo en los polos.
¿Por qué? Aunque la temperatura media del globo subiera, un cambio de trayectoria de la corriente del Golfo (la que hace que en Londres nieve menos que en Boston ahora mismo) podría hacer que Europa se enfriara de mala manera. Evidentemente, es un modelo de trabajo, una hipótesis que parece que los datos que tenemos ahora corroboran. Puede que sea una predicción erronea. La cuestión, sin embargo, no es la predicción en sí, si no el verdadero problema que se deriva del cambio climático: variaciones extremas y difícilmente predecibles en multitud de puntos del globo.
Lo que está claro es que ahora mismo los datos que tenemos están fuera de los ciclos históricos habituales en casi todos los casos, y que parece que la acción humana tiene que ver. Predecir qué sucedera, sin embargo, es algo muy distinto, debido a la gigantesca cantidades de variables concurrentes.
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