lunes, marzo 17, 2008

Mantequilla financiera

Agarraos que vienen curvas. Eso es lo que cualquier tipo que trabaje remótamente cerca de un mercado financiero en Estados Unidos debe estar pensando hoy , aterrado, antes que abra la bolsa.

El problema es complicado, rebuscado y feo, muy, muy feo. En días normales cuando la economía frena un banco central baja los tipos de interés, los bancos prestan dinero más fácilmente, se invierte más, y la economía recupera el pulso. En días malos, el banco central baja los tipos, el sistema financiero es incapaz de traducir eso en más facilidades para la inversión y... es cuando nos tenemos que poner a temblar.

¿Qué está sucediendo? Para responder a esto, tenemos que echar un vistazo a los problemas del mercado financiero. Ya he hablado sobre el pequeño gran desastre en que se ha convertido la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos. A diferencia de otras burbujas anteriores (o la española actual, dicho sea de paso) una peligrosa mezcla de tipos demasiado bajos, política fiscal torpe y desregulación salvaje han hecho que además de precios de vivienda inflados tengamos un exceso galopante de deuda impagable flotando por el mercado. Por añadido, gracias a contabilidad muy creativa (irresponsablemente creativa) muchos de los creditores emitieron (y revendieron) muchísima más deuda de lo que se podían permitir, dejando muchas instituciones financieras muy debilitadas.

Tenemos pues un mercado financiero lleno de mucha gente muy, muy desconfiada. En los mercados hay mucha deuda de muy mala calidad en muchos balances financieros, y no está del todo claro quién la tiene. Eso hace que los bancos (y cualquier inversor que quiera dejar dinero a otros para que lo invierta) anden con muchísima cautela cuando prestan dinero a otros actores financieros. No se fían; no saben si ese fondo de inversión que les pide dinero para una inversión lo hace porque vamos, es una oportunidad única, o porque están cortos de pasta después de pillarse los dedos con hipotecas, y quieren el dinero para mantenerse a flote o evitar cerrar.

Esta desconfianza tiene un nombre muy simple en términos financieros, los tipos de interés. Si yo no estoy seguro que voy a ver el dinero que presto de nuevo, pediré tipos más altos; ya que me la juego contigo, te pido más pasta. Estos días la Reserva Federal está cortando tipos de interés alegremente (un cuarto de punto ayer domingo, por cierto), tratando de revivir la inversión haciendo que los bancos puedan conseguir dinero para prestar fácilmente (los bancos "sacan" su dinero del banco central, más o menos; la reserva federal les compra bonos), pero el sistema no responde. Por mucho que los tipos oficiales bajen, los bancos siguen cobrándose intereses altos unos a otros, restringiendo el volumen de préstamos y la inversión, y frenando la economía.

Lo único que está respondiendo a los tipos de interés bajos son los tipos de cambio, con el dólar estrellándose sonoramente contra el euro (al paso que voy, seré mileurista en un par de meses)... algo que va estupendo para las exportaciones (bueno para la economía) pero fatal para el precio de la energía (creando inflación y frenándola por otro sitio). Ya se sabe, esa trampa tan familiar de la que hablaba el otro día.

Haciendo las cosas peores, los mercados financieros parece que están no sólo faltos de confianza y perdiendo la cabez víctimas del pánico, sino que con toda esta restricción de crédito parece que realmente están derritiendose como la mantequilla. No es sólo cuestión de miedo; hay un montón de bancos (y no sólo Bear Sterns, R.I.P) que realmente están hasta las cejas de pérdidas, necesitan crédito para salir del agujero con urgencia, y no hay pasta (ni agallas) en el sistema para salvarlos. Ya comentamos otro día (Kantor lo repite a menudo, y tiene toda la razón del mundo) que no hay nada más aterrador para una economía que tener bancos cascándola. Y parece andamos por ese camino.

La Reserva Federal, por tanto, está ya metida en serio rompiendo el cristal para emergencias y activando el plan B de recetas poco ortodoxas. La semana pasada puso 400.000 millones de dólares a "comprar" hipotecas y deuda de calidad dudosa a los bancos (más o menos; las está garantizando) para tratar de aumentar los niveles de confianza en los mercados; el viernes se metió directamente a rescatar un banco de la quiebra (sí, Bear Sterns. Pringados), y hoy andan haciendo números a ver qué reservas les quedan, y rezando para que no se queden sin recursos para salvar las inevitables víctimas.

¿Qué debería suceder después, si las cosas van a peor en serio? Estamos hablando de intervención federal decidida, y reaplicar reglas, recetas y regulaciones para salvar el sistema financiero que sonarán familiares a cualquiera que recuerde lo que sucedió en los años treinta. La ventaja es que ahora sabemos que mantener el sistema bancario con vida es imprescindible para evitar que la economía se vaya al cuerno. El problema es que saldrá cualquier cosa menos barato.

¿Quién dijo que la economía no era divertida? Seguiremos informando.

Actualización: para los que quieran un análisis infinitamente mejor de uno de los pocos economistas que venía venir todo el pollo desde años, me remito a este artículo de Nouriel Roubini, cubriendo de forma más específica sobre qué "bancos" (mi simplificación burda) están haciendo aguas y buscando salvavidas. Dos avisos: jerga no apta para personal no-friki y conclusiones de las que dan miedo en serio. Ups.

7 comentarios:

Citoyen dijo...

Empecé a leer un librito muy chulo de Stiglitz y Greenwald que hablaba de eso.

"Neo-classical economists argue that one should see through the superficial institutions to the underlying fundamentals- preferences and technology. (...) The new institutional economics argues that there is much more to economics analysis- institutions matters. (...) that financial institutions are critical in determining the behaviour of the economy."

El libro se llamaba "Toward a new paradigm in monetary economics". Los tipos argumentaban que no había que pensar en la masa monetaria, sino en un concepto más abstracto que es el "crédito" como fundamental que depende crucialmente de la confianza en la economía y de los flujos de información y estos a la vez dependen de la estructura institucional.

La verdad es que pienso que los progres deberíamos tomarnos la revancha de los ochenta y empezar a apropiarnos del consenso económico. Lo decía samuelson el otro día en el país http://www.elpais.com/articulo/semana/hora/regular/racionalidad/elpepueconeg/20080309elpneglse_1/Tes/

R. Senserrich dijo...

No sé. La cuestión creo es que el consenso económico de estos últimos años no es ni de izquierdas ni de derechas; en los mercados financieros, es de los vendedores de humo y encantadores de serpientes. :(.

Un desarrollo natural de tener a la derecha defendiendo milagros fiscales y curvas imposibles de ingresos, quizás, pero no creo que lo que vemos tiene relación alguna con los economistas; es más un maravilloso mundo de fantasia lo que se está desmontando.

R. Senserrich dijo...

Por cierto, me parece muy curioso lo poco que anda escribiendo (y comentando) la blogocosa hispana sobre estos temas.

Esto es importante, gente. Bastante más que casi todas las paranoias post electorales españolas.

Anónimo dijo...

A ver, a ver, a ver, a ver... ¿Me estás diciendo tú, estimado Egócrata, que planteabas la solución a este marrón de tres pares de narices... que lo que hay que hacer es subir tipos de interés y reventar la burbuja -añado todas las inútiles en el mejor de los casos vendas estatales-? Y sólo por casualidad... Esto no será lo mismo que se va a tener que aplicar a España... ¿no? Luego hablas de un penoso sistema fiscal... no... deja que adivine qué hay que hacer: recaudar más. ¿Me equivoco? Y, a ser posible, a los ricos.

Por favor, necesito una explicación más detallada... que me pierdo.

Saludos.

R. Senserrich dijo...

Me confundes con otro... yo nunca he hablado de subir los tipos de interés. Más bien al contrario. El problema no viene del precio del dinero; viene de esta burrada de trucos de ofuscación contable y "limitación del riesgo" que han resultado ser magia de pacotilla.

Sobre la política fiscal, no tiene nada que ver en este caso con los impuestos, sino con el déficit. El gobierno federal americano ha estado gastando como un loco cuando las cosas iban bien, y ahora que la economía frena no tiene margen para hacer frente a los problemas. Y todo eso, claro, estando en guerra.

La solución a todo este pollo está ya más allá de las recetas ideales. Ahora se debe evitar como sea que el sistema financiero se ahogue en su propio vómito. Y no es sólo a base de regular y aumentar transparencia ya; parece que la crisis de liquidez es real. Ahora toca asegurar que los bancos y mercados variados no se vayan al retrete asfixiando la economía real.

Anónimo dijo...

¿Y para cuándo un apunte del RD 1309/2005?

Saludos

R. Senserrich dijo...

Pues la verdad, no tengo por costumbre hablar de lo que no sé :-). Las sociedades de inversión colectiva son.... bueno, digamos que no soy lo suficiente jurista o economista para comentar un real decreto en detalle.