Se habla muchísimo, demasiado, del descalabro electoral del Izquierda Unida. No son pocos los que se han pasado estos últimos días clamando que la ley electoral es injusta, y que Izquierda Unida necesita más votos que nadie para sacar dos diputados.
La verdad, creo que todas estos comentarios están equivocados. No tienen en cuenta por qué la ley es como es, y por qué sus diseñadores hicieron un trabajo excelente. Aún iría más allá: la decisión de escoger este sistema fue muy acertado, y ha dado unos resultados excelentes.
Cuando se diseña una ley electoral siempre se tienen en cuenta muchas cosas. Una de las más importantes es la experiencia de otros países con otros sistemas, y sus efectos sobre los sistemas de partidos. Como en todo lo que rodeó el proceso constitucional, los arquitectos del sistema tenían muy en mente qué sucedió durante la Segunda República, y los efectos perniciosos que tuvo el histérico multipartidismo provocado por una ley electoral muy torpe.
La idea era evitar un sistema de partidos a la italiana, holandesa o belga: cinco o más partidos relativamente pequeños, coaliciones enormes y gobiernos muy vulnerables que se pasan el día negociando. Un sistema así no es necesariamente malo (a los holandeses no les ha ido mal) pero es muy exigente con la clase política, que debe estar excepcionalmente abierta al consenso, y un electorado que acepte que ellos no deciden quien gobierna; lo hacen los políticos negociando coaliciones.
Esto es, estamos buscando el bipartidismo. Las elecciones las gana un partido y las pierde otro, los votantes deciden muy claramente qué bando llega al gobierno, y si se cabrean en serio tienen un blanco fácil, claro y rotundo al que no deben votar. No queremos un sistema en que los votantes no puedan castigar un partido de forma efectiva; la paradoja italiana durante tantos años (no importa lo que votaras, la democracia cristiana estará en el gobierno) no debe repetirse.
Aún con este objetivo en mente, los diseñadores sabían que España es un país demasiado diverso para tener un bipartidismo estricto. Hay tres minorías regionales con identidad propia, muy marcada y muy celosas de no ser otra vez oprimidas alegremente. Un sistema bipartidista puro las dejaría con una voz y voto muy limitada a nivel nacional, en un país en que la descentralización político no podía ni debía ser pilotada únicamente desde el centro. Así que la ley se dibuja con un mecanismo que asegure que los partidos con fuerte implantación regional saque un número de diputados más que aceptable, la circunscripción provincial.
Y mira, la ley electoral ha hecho lo que se pretendía. Ha evitado que tengamos gobiernos de coalición incomodos, ha dado gobiernos estables, ha dado un peso relevante a minorías que llevaban décadas excluidas del gobierno central y sólo ha permitido mayorías absolutas cuando uno de los grandes partidos estaba haciendo algo excepcionalmente estúpido.
¿Dónde deja todo esto a Izquierda Unida? Bueno, los deja como un grupo de gente que parecen no entender el diseño del sistema. En España se prefirió evitar, por muy buenos motivos, un sistema multipartidista histérico, porque no queríamos tener gobiernos que dependieran de la buena voluntad de un puñado de puristas de izquierda o derecha para mantenerse con vida. Esto es, que el PSOE no tenga que depender de las ideas raras del loco del PCE de turno (porque la verdad, en el PCE hay gente muy, muy perdida) o el PP pedir permiso a Fuerza Nueva o algo peor para no ejecutar a periodistas.
Los nacionalistas, por ser mayoritarios en su región, son habitualmente moderados, sin pedir cosas demasiado raras y con poca propensión de derribar gobiernos (sólo lo hicieron en el 96, y por buenos motivos).
El resultado es un sistema estable, que da al electorado un mapa fácil para castigar a quien se porta mal, y que ha enviado a la Moncloa políticos excelentesde forma bastante consistente. Sí, la gente de Izquierda Unida no sale beneficiada. La verdad, en vista de lo que podría ser, casi mejor así. Menos lágrimas de cocodrilo desde el PSOE, vamos. Si desaparecen, no será una mala noticia.
La diversidad puede estar dentro de los partidos; mirad al PP.
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miércoles, marzo 12, 2008
Resultados (II): vigilando tus amistades
La verdad, quería dejar el capítulo sobre la vida oculta de los partidos para un poco más tarde, tras tocar temas más serios como los efectos del bipartidismo o la agenda política que viene, pero no lo he podido resistir. Esos amigos del PP, esa buena gente, ya están puestos con alegría y entusiasmo a hacerme feliz, todo puestos en el momento más divertido de la vida de un partido político: la legendaria, fascinante, terrorífica renovación interna.
La del PP en este ciclo promete ser épica. Una de las buenas. Saquen las palomitas, señores, que empezamos.
Uno sabe que va a pasar un rato estupendo cuando un proceso de renovación empieza con el líder diciendo que se queda. La cosa se hace aún más interesante cuando el jefe del partido y todócratas aledaños andan diciendo que han tenido una derrota estupenda, la mejor derrota que vieron los tiempos. Y por supuesto, el delicioso regalo final que una parte importante de los medios de la derecha están hablando ya a estas alturas de equivocación, error y desastre.
Para empezar, ignorad el aplauso entusiasta de todos los barones del partido al anuncio de Rajoy. El PP es un partido político moderno, bien organizado y lleno de gente inteligente y ambiciosa. Todo el mundo sabe de sobras que la disciplina de partido es importante, tanto de cara al exterior como para ser respetado dentro del partido. Por mucho que uno quiera ocupar el puesto del jefe, todo el mundo sabe de sobras que parecer demasiado sediento de sangre es una mala idea (preguntadle a Gallardón); con cámaras delante todo serán palmaditas en la espalda.
Lo que debería ser realmente preocupante para Rajoy y supervivencia política es esta idea de la derrota dulce y el hecho que un número preocupante de medios de la derecha no ha esperado más de 10 minutos en sacar el hacha. Las derrotas dulces son peligrosas porque te dejan en la cuerda floja entre cambio y continuidad: has perdido, así que debes renovar, pero el resultado ha sido muy bueno (dicen) así que no puedes renunciar a todos estos valores que nos han ido tan bien. Cualquier líder en esa situación está condenado a tomar decisiones que no gustarán a todo el mundo... lo que abre las puertas a sus problemas con los medios.
Rajoy empieza su carrera por la reelección con la soga al cuello de la derecha mediática. No hace demasiado hablaba de la relación más o menos perversa que cualquier partido político tiene con los medios que le son afines; hoy es el día en que el jefe del PP la maldice de veras. Los medios de la derecha tienen su preferencias e ideas sobre cómo debe ser el partido; cuando Rajoy haga algo que no les guste (y lo hará) no van a dudar en sacar el martillo y buscar un buen yunque, ya que ellos son los que entienden por qué el partido ha perdido / no ha ganado del todo.
¿Federico apoya a Rajoy? Esperad a que este llame a Gallardón, Camps, Elorriaga o cualquier persona non grata del locutor y pretenda moderarse. ¿El ABC? el más mínimo guiño hacia Acebes será recibido con furia. Y El Mundo, evidentemente, ya está más que puesto en la labor de cantarle las cuarenta al bienamado líder.
El resultado es, a corto plazo, una guerra fría inestable, con todo el mundo esperando a que otro mueva primero. Un conflicto interno en un partido es un asunto peligroso en donde pegar primero siempre es una desventaja; los partidos no acostumbran a pagar a los traidores. La estrategia a seguir por todos los bandos es esperar a que sea otro el que haga algo que pueda considerarse un ataque, sea lo que sea. No ser incluído en un equipo., un cambio de lenguaje, una crítica a un medio que me apoya, cualquier cosa. Eso abrirá la veda, las recriminaciones, y hará que todo el mundo empiece a mostrar su cartas.
Rajoy tiene que hacer un magnífico encaje de bolillos para superar todo este pollo. Lo que es más grave, cualquier resultado que no lleve a un partido unánimente sonriente apoyando al líder lo convierte en un cadáver político igual. Si no es capaz de reunificar a todo el mundo de forma sólida, todo el mundo que aspira a algo tendrá una excusa para liarse a tortas de forma más o menos descarada. Y ya sabemos que los votantes nunca aprecian un partido dividido. Preguntadle a Joaquín Almunia.
¿Está el partido condenado a divisiones internas esta legislatura? No. Sólo tienen que mirar al partido que ganó el domingo y cómo arreglaron las cosas hace ocho años: congreso abierto, todos a ostias, y que Dios nos pille confesados. Espero que Rajoy, cuando dice que quiere un congreso abierto al que cualquiera pueda presentarse hable en serio. Caramba, puede que gane y todo; la militancia del PP aprecia al barbas, y la verdad estoy bastante convencido que sin ataduras y habiendo ganado el control del partido en plan machote sería un líder bastante más efectivo de lo que ha sido hasta ahora, sin minorías que se autoproclaman guardianes de las esencias haciéndole la vida imposible.
Mañana, si tengo tiempo, es hora de hablar sobre cómo será la legislatura, qué tendrán los partidos en la agenda, y todas esas florituras. Y lo que queda de la lista de ayer. Y el futuro del PSOE, y cómo todos los frikis con bitácora del mundo vamos a salvarlos. Etcétera.
La del PP en este ciclo promete ser épica. Una de las buenas. Saquen las palomitas, señores, que empezamos.
Uno sabe que va a pasar un rato estupendo cuando un proceso de renovación empieza con el líder diciendo que se queda. La cosa se hace aún más interesante cuando el jefe del partido y todócratas aledaños andan diciendo que han tenido una derrota estupenda, la mejor derrota que vieron los tiempos. Y por supuesto, el delicioso regalo final que una parte importante de los medios de la derecha están hablando ya a estas alturas de equivocación, error y desastre.
Para empezar, ignorad el aplauso entusiasta de todos los barones del partido al anuncio de Rajoy. El PP es un partido político moderno, bien organizado y lleno de gente inteligente y ambiciosa. Todo el mundo sabe de sobras que la disciplina de partido es importante, tanto de cara al exterior como para ser respetado dentro del partido. Por mucho que uno quiera ocupar el puesto del jefe, todo el mundo sabe de sobras que parecer demasiado sediento de sangre es una mala idea (preguntadle a Gallardón); con cámaras delante todo serán palmaditas en la espalda.
Lo que debería ser realmente preocupante para Rajoy y supervivencia política es esta idea de la derrota dulce y el hecho que un número preocupante de medios de la derecha no ha esperado más de 10 minutos en sacar el hacha. Las derrotas dulces son peligrosas porque te dejan en la cuerda floja entre cambio y continuidad: has perdido, así que debes renovar, pero el resultado ha sido muy bueno (dicen) así que no puedes renunciar a todos estos valores que nos han ido tan bien. Cualquier líder en esa situación está condenado a tomar decisiones que no gustarán a todo el mundo... lo que abre las puertas a sus problemas con los medios.
Rajoy empieza su carrera por la reelección con la soga al cuello de la derecha mediática. No hace demasiado hablaba de la relación más o menos perversa que cualquier partido político tiene con los medios que le son afines; hoy es el día en que el jefe del PP la maldice de veras. Los medios de la derecha tienen su preferencias e ideas sobre cómo debe ser el partido; cuando Rajoy haga algo que no les guste (y lo hará) no van a dudar en sacar el martillo y buscar un buen yunque, ya que ellos son los que entienden por qué el partido ha perdido / no ha ganado del todo.
¿Federico apoya a Rajoy? Esperad a que este llame a Gallardón, Camps, Elorriaga o cualquier persona non grata del locutor y pretenda moderarse. ¿El ABC? el más mínimo guiño hacia Acebes será recibido con furia. Y El Mundo, evidentemente, ya está más que puesto en la labor de cantarle las cuarenta al bienamado líder.
El resultado es, a corto plazo, una guerra fría inestable, con todo el mundo esperando a que otro mueva primero. Un conflicto interno en un partido es un asunto peligroso en donde pegar primero siempre es una desventaja; los partidos no acostumbran a pagar a los traidores. La estrategia a seguir por todos los bandos es esperar a que sea otro el que haga algo que pueda considerarse un ataque, sea lo que sea. No ser incluído en un equipo., un cambio de lenguaje, una crítica a un medio que me apoya, cualquier cosa. Eso abrirá la veda, las recriminaciones, y hará que todo el mundo empiece a mostrar su cartas.
Rajoy tiene que hacer un magnífico encaje de bolillos para superar todo este pollo. Lo que es más grave, cualquier resultado que no lleve a un partido unánimente sonriente apoyando al líder lo convierte en un cadáver político igual. Si no es capaz de reunificar a todo el mundo de forma sólida, todo el mundo que aspira a algo tendrá una excusa para liarse a tortas de forma más o menos descarada. Y ya sabemos que los votantes nunca aprecian un partido dividido. Preguntadle a Joaquín Almunia.
¿Está el partido condenado a divisiones internas esta legislatura? No. Sólo tienen que mirar al partido que ganó el domingo y cómo arreglaron las cosas hace ocho años: congreso abierto, todos a ostias, y que Dios nos pille confesados. Espero que Rajoy, cuando dice que quiere un congreso abierto al que cualquiera pueda presentarse hable en serio. Caramba, puede que gane y todo; la militancia del PP aprecia al barbas, y la verdad estoy bastante convencido que sin ataduras y habiendo ganado el control del partido en plan machote sería un líder bastante más efectivo de lo que ha sido hasta ahora, sin minorías que se autoproclaman guardianes de las esencias haciéndole la vida imposible.
Mañana, si tengo tiempo, es hora de hablar sobre cómo será la legislatura, qué tendrán los partidos en la agenda, y todas esas florituras. Y lo que queda de la lista de ayer. Y el futuro del PSOE, y cómo todos los frikis con bitácora del mundo vamos a salvarlos. Etcétera.
martes, marzo 11, 2008
Elecciones: comentarios sobre los resultados (I)
Pasada la resaca y la inmediatez de los resultados electorales, me parece que es hora de repasar con un poco de calma y detalle los resultados que salieron de las urnas.
Primero de todo, repetiré algo que ya dije tras las elecciones americanas del 2006:Las elecciones tienen resultados y consecuencias, pero no significados. No debemos caer en la tentación de interpretar los resultados, como si los votantes estuvieran tratando decir algo y los oráculos radiofónicos fueran los únicos capaces de traducirlo a palabras; como mucho debemos describir qué ha sucedido y por qué, pero no inferir el "destino" del alma española. Eso es cosa de poetas e historiadores con venazo épico, no análisis político.
Iremos, pues, al principio: el PSOE ganó las elecciones. Es una cosa bastante sencilla, pero que conviene decirlo en voz alta. Por mucho que les reviente a algunos, y por muchos votos que haya ganado el PP, una mayoría de votantes españoles ha decidido votar a la izquierda. Con lo que ha caído estos último cuatro años, con una oposición que negaría la ley de la gravedad si Zapatero dijera que es cierta, y han ganado igualmente. Y sí, la economía no va bien. Y sí, la negociación con ETA no llevó a ninguna parte. Aún así, una mayoría de votantes en España han preferido confiar en Zapatero, no en Rajoy.
Esto debería que dar de pensar a los cerebros del PP; no estaría de más que echaran un vistazo al mapa. El PP, básicamente, es capaz de sacar resultados entre decentes (Andalucia) y muy buenos (Madrid, República Popular de Murcia, Valencia) en casi todas partes. El problema para los conservadores, sin embargo, es que son totalmente incapaces de sacar más que un porcentaje ridículo de votos en dos comunidades autónomas, Euskadi, y de forma más preocupante, Cataluña.
Hagamos un ejercicio de ficción, y supongamos que el PP sacara algo remotamente decente. En vez del lamentable, imposiblemente cutre 16% que saca en Cataluña, digamos que se comportaran como un tercer partido razonable, y sacaran un 25%, recortando esos votos al PSC. Seguirían estando unos buenos 10-12 puntos por detras de los socialistas, pero estaríamos hablando de un recorte de la distancia entre los dos partidos de 700.000 votos. Eso es sin hablar de ningún cambio masivo, enorme, totalmente fuera de este mundo; de hecho, estoy dando los resultados del año 2000, casi al pie de la letra. En el País Vasco la arimética es parecida; un 10% de cambio de voto.
Sí, los resultados del 2000 no son exactamente comparables. A fin de cuentas en esas elecciones fue el descalabro del voto socialista lo que le dio el triunfo al PP. Aún así, el punto debería estar en mente de Rajoy o su sucesor de cara al 2012: no importa cuánta gente les vote en el resto de España, con un agujero negro electoral como el catalán y el vasco no van a ninguna parte. Así de simple.
Más allá de esto, muchos han hablado de polarización, el PSOE ganando voto útil extremista y esta clase de historias. Con perdon, pero es una teoría absurda. Empezando por la idea que un extremista pueda votar útil (si eres un radical, ¿votarás al mal menor), es una descripción poco seria de la realidad. Es perfectamente posible que los votos perdidos de ERC y PNV hayan ido a la abstención (y la abstención en Cataluña y Euskadi da pistas sobre ello), sin ir más lejos; la caída de Izquierda Unida en votos absolutos es relativamente modesta (300.000) y es perfectamente factible que si haya sido voto útil de su sector moderado.
Lo que es más irónico, por descontado, es que el PP hable de radicalismo cuando es el partido camino de convertirse en una fuerza marginal en dos regiones. Un partido moderado saca resultados aceptables en todas partes, no desastres localizados. Esto parece que el PP no lo entiende.
Eso no significa que el PSOE haya estado brillante, de todos modos. En cierto sentido han cometido los mismos errores que el PP, pero de forma menos costosa. Los socialistas tienen sus agujeros negros en Murcia y Madrid. El primero es grave y hasta cierto punto inexplicable; no puede ser el trasvase solamente cuando la distancia ha pasado de 22 a 29 puntos. Es un lugar misterioso. Madrid es algo parecido, aunque el asunto se puede deber más a la "brillantez" del PSM y la asfixiante cobertura de los medios de la derecha en la región que otra cosa (más lo primero que lo segundo). Valencia es una caso similar, pero menos serio, ya que la diferencia de escaños no sube tanto, pero es un problema también grave para el partido.
Hay otras regiones preocupantes, pero el PSOE debe empezar a tapar esas vías de agua; el PP no actuará como un imbécil en Cataluña toda su vida. Pero sobre cómo hacerlo y dónde vamos ahora, hablamos mañana.
Hasta aquí por hoy. Que yo sepa, me queda por hablar de un buen puñado de temas, todos más divertidos que la arimética de los agujeros negros. A saber, qué estrategias seguirán uno y otro partido de ahora en adelante, el futuro de Rajoy, en qué pensaban los votantes al decidir sobre un partido (eso, cuando el CIS nos traiga la postelectoral), por qué el bipartidismo es bueno y no debemos cambiar la ley electoral, y cómo podemos comparar estas elecciones con lo que sucede en otras partes (algo que en El Mundo hacen de pena). Muchísimo, muchísimo. Y en EUA aún tenemos primarias, y mucha ingeneria institucional que tratar. Seguiremos en ello.
Primero de todo, repetiré algo que ya dije tras las elecciones americanas del 2006:Las elecciones tienen resultados y consecuencias, pero no significados. No debemos caer en la tentación de interpretar los resultados, como si los votantes estuvieran tratando decir algo y los oráculos radiofónicos fueran los únicos capaces de traducirlo a palabras; como mucho debemos describir qué ha sucedido y por qué, pero no inferir el "destino" del alma española. Eso es cosa de poetas e historiadores con venazo épico, no análisis político.
Iremos, pues, al principio: el PSOE ganó las elecciones. Es una cosa bastante sencilla, pero que conviene decirlo en voz alta. Por mucho que les reviente a algunos, y por muchos votos que haya ganado el PP, una mayoría de votantes españoles ha decidido votar a la izquierda. Con lo que ha caído estos último cuatro años, con una oposición que negaría la ley de la gravedad si Zapatero dijera que es cierta, y han ganado igualmente. Y sí, la economía no va bien. Y sí, la negociación con ETA no llevó a ninguna parte. Aún así, una mayoría de votantes en España han preferido confiar en Zapatero, no en Rajoy.
Esto debería que dar de pensar a los cerebros del PP; no estaría de más que echaran un vistazo al mapa. El PP, básicamente, es capaz de sacar resultados entre decentes (Andalucia) y muy buenos (Madrid, República Popular de Murcia, Valencia) en casi todas partes. El problema para los conservadores, sin embargo, es que son totalmente incapaces de sacar más que un porcentaje ridículo de votos en dos comunidades autónomas, Euskadi, y de forma más preocupante, Cataluña.
Hagamos un ejercicio de ficción, y supongamos que el PP sacara algo remotamente decente. En vez del lamentable, imposiblemente cutre 16% que saca en Cataluña, digamos que se comportaran como un tercer partido razonable, y sacaran un 25%, recortando esos votos al PSC. Seguirían estando unos buenos 10-12 puntos por detras de los socialistas, pero estaríamos hablando de un recorte de la distancia entre los dos partidos de 700.000 votos. Eso es sin hablar de ningún cambio masivo, enorme, totalmente fuera de este mundo; de hecho, estoy dando los resultados del año 2000, casi al pie de la letra. En el País Vasco la arimética es parecida; un 10% de cambio de voto.
Sí, los resultados del 2000 no son exactamente comparables. A fin de cuentas en esas elecciones fue el descalabro del voto socialista lo que le dio el triunfo al PP. Aún así, el punto debería estar en mente de Rajoy o su sucesor de cara al 2012: no importa cuánta gente les vote en el resto de España, con un agujero negro electoral como el catalán y el vasco no van a ninguna parte. Así de simple.
Más allá de esto, muchos han hablado de polarización, el PSOE ganando voto útil extremista y esta clase de historias. Con perdon, pero es una teoría absurda. Empezando por la idea que un extremista pueda votar útil (si eres un radical, ¿votarás al mal menor), es una descripción poco seria de la realidad. Es perfectamente posible que los votos perdidos de ERC y PNV hayan ido a la abstención (y la abstención en Cataluña y Euskadi da pistas sobre ello), sin ir más lejos; la caída de Izquierda Unida en votos absolutos es relativamente modesta (300.000) y es perfectamente factible que si haya sido voto útil de su sector moderado.
Lo que es más irónico, por descontado, es que el PP hable de radicalismo cuando es el partido camino de convertirse en una fuerza marginal en dos regiones. Un partido moderado saca resultados aceptables en todas partes, no desastres localizados. Esto parece que el PP no lo entiende.
Eso no significa que el PSOE haya estado brillante, de todos modos. En cierto sentido han cometido los mismos errores que el PP, pero de forma menos costosa. Los socialistas tienen sus agujeros negros en Murcia y Madrid. El primero es grave y hasta cierto punto inexplicable; no puede ser el trasvase solamente cuando la distancia ha pasado de 22 a 29 puntos. Es un lugar misterioso. Madrid es algo parecido, aunque el asunto se puede deber más a la "brillantez" del PSM y la asfixiante cobertura de los medios de la derecha en la región que otra cosa (más lo primero que lo segundo). Valencia es una caso similar, pero menos serio, ya que la diferencia de escaños no sube tanto, pero es un problema también grave para el partido.
Hay otras regiones preocupantes, pero el PSOE debe empezar a tapar esas vías de agua; el PP no actuará como un imbécil en Cataluña toda su vida. Pero sobre cómo hacerlo y dónde vamos ahora, hablamos mañana.
Hasta aquí por hoy. Que yo sepa, me queda por hablar de un buen puñado de temas, todos más divertidos que la arimética de los agujeros negros. A saber, qué estrategias seguirán uno y otro partido de ahora en adelante, el futuro de Rajoy, en qué pensaban los votantes al decidir sobre un partido (eso, cuando el CIS nos traiga la postelectoral), por qué el bipartidismo es bueno y no debemos cambiar la ley electoral, y cómo podemos comparar estas elecciones con lo que sucede en otras partes (algo que en El Mundo hacen de pena). Muchísimo, muchísimo. Y en EUA aún tenemos primarias, y mucha ingeneria institucional que tratar. Seguiremos en ello.
domingo, marzo 09, 2008
Siguiendo los resultados
De nuevo, con paciencia, gente. Según la muy, muy científica de la Cope (FJL), el hecho que el PSOE esté 10 puntos por delante es que la gente de derechas vota temprano y que por eso el porcentaje de voto del PP es bajo.
Ciencia, macho, ciencia. Les está sentando mal...
A todo esto, que tortazo se va a dar ERC. Un desastre de proporciones Rajoyianas, gente. Rosa Díez, por cierto, ni está ni se la espera.
Actualización 1: Ui, decir eso y UPyD saca un escaño. Parece que le roba más votos al PP que al PSOE, sin embargo; los socialistas están ganando en Madrid a estas alturas. No sé si se mantendrá, pero los socialistas están sacando un resultado espléndido ahí. El PSC, mientras tanto, está al 48% del voto en Barcelona. Joder...
Actualización 2: Los resultados se van cerrando un poquito, por cierto; 45 a 38. Siete puntos son menos que diez, sí. Aún así, la teoría de la Cope es estúpida, ya que los retornos son por mesas completas, no por urnas de forma parcial. Sencillamente las mesas que contaban más rápido tenían más voto del PSOE; es cuestión de mirar quién falta por contar. La victoria seguirá siendo holgada, mejorando el resultado del 2004 para Zapatero; eso me parece bastante seguro.
Por cierto, no tengo ni jota si la tendencia seguirá igual (como acostumbra a suceder en Madrid capital) o no.
Actualización 3: vuelve la normalidad; el PP está ganando en Madrid.
Actualización 4: será divertido ver cómo se lo toman por Génova. El PP va camino de ser el mejor perdedor de la historia de la democracia, vamos; andan a cinco puntos. Parece que se repiten los resultados del 2005, con la diferencia que tanto PP como PSOE suben dos puntos, y los partidos pequeños se descalabran.
Es muy temprando decirlo, pero intuyo que la participación ha favorecido al PP ligeramente, pero el voto útil anti-PP ha favorecido igual o más al PSOE. El descalabro de casi todos los nacionalistas (CiU parece que sobrevive y frena su caída post Pujol) refuerza el bipartidismo más que nunca.
Y oye, tengo que hablar de ello luego, pero eso no tiene porqué ser bueno. O malo. Los efectos del bipartidismo son la verdad bastante neutros, si pones pros y contras en la balanza.
Actualización 5: Mirando el mapa electoral, hay dos regiones de España que deberían ser países distintos: Cataluña, y Murcia. Quizás también Madrid, pero supongo que lo de la capital es más un artefacto mediático que otra cosa.
El resultado final, por cierto, es muchísimo más ajustado que lo que era al principio del escrutinio. De hecho, parece que las encuestas pre-9M lo tenían casi clavado. El resultado final será de unos tres puntitos de diferencia, no los seis que esperaba más arriba. El PSOE puede estar contento, pero no demasiado; no es un resultado demasiado brillante.
Eso no significa que el PP deba estar feliz, por cierto: han perdido igual. Parece que entre voto útil y movilización adicional / transferencia de voto (poca) por el atentado, lo segundo ha acabado teniendo más peso. Será cuestión de mirar las postelectorales, pero puede ser que el 7M haya salvado la cabeza a Rajoy.
Actualización 6: Vaya por delante, lo de arriba es especulación más o menos subjetiva y relativamente informada. Sin encuestas postelectorales decentes (esas que los medios no hacen...) no hay mucho a decir.
Actualización 7: Dos cosas. Por un lado, patético, patético lo de los artistas saliéndolo a celebrar en Ferraz. En serio, machote; esto no es sobre vosotros.
La otra, y ya más seria, historia de dos federaciones. El PSM (los de Madrid, vamos) sigue con su habitual patetismo electoral. Había oído voces comentando que la campaña en Madrid había sido muy floja; hoy lo confirman las urnas. El contraste obvio es el Rolls-Royce de las delegaciones socialistas, el PSC. Hicieron una campaña creativa, valiente y sin complejos, muy bien adaptada al lenguaje político catalán. El resultado ha sido una victoria espectacular.
Actualización 8: Patética la falta de clase de la turba de simpatizantes del PP abucheando y pidiendo la dimisión de Zapatero cuando Rajoy ha dicho que le había llamado para felicitarle. Es una falta de educación impresentable en una democracia; si te han ganado, te han ganado. El día de las elecciones felicitas y callas. Mira que no pido ni 100 días de gracia.
Actualización 9: Hablando de futurología, el PP ha insinuado que no cambiará ni gota su estrategia de oposición. Otra legislatura peñazo, me temo. Que alguien les diga eso de "de derrota en derrota hasta la victoria final" no le funcionó a IU, y no le funcionó a AP.
Despedida y cierre (10): Hasta aquí los resultados en directo; más tarde algo de análisis un poco más serio, si estoy de humor. Lo dejo en 169-153; un resultado ajustadillo, con los dos partidos ganando cinco diputados, pero que deja a Zapatero con mucho más margen de maniobra en el parlamento. Es hora de ver qué se ha hecho bien, y qué se ha hecho mal en los dos lados. Espero que en los próximos cuatro años el PSOE se explique mejor, la verdad; el PP no parece que vaya a renunciar a hacer el troll.
Ciencia, macho, ciencia. Les está sentando mal...
A todo esto, que tortazo se va a dar ERC. Un desastre de proporciones Rajoyianas, gente. Rosa Díez, por cierto, ni está ni se la espera.
Actualización 1: Ui, decir eso y UPyD saca un escaño. Parece que le roba más votos al PP que al PSOE, sin embargo; los socialistas están ganando en Madrid a estas alturas. No sé si se mantendrá, pero los socialistas están sacando un resultado espléndido ahí. El PSC, mientras tanto, está al 48% del voto en Barcelona. Joder...
Actualización 2: Los resultados se van cerrando un poquito, por cierto; 45 a 38. Siete puntos son menos que diez, sí. Aún así, la teoría de la Cope es estúpida, ya que los retornos son por mesas completas, no por urnas de forma parcial. Sencillamente las mesas que contaban más rápido tenían más voto del PSOE; es cuestión de mirar quién falta por contar. La victoria seguirá siendo holgada, mejorando el resultado del 2004 para Zapatero; eso me parece bastante seguro.
Por cierto, no tengo ni jota si la tendencia seguirá igual (como acostumbra a suceder en Madrid capital) o no.
Actualización 3: vuelve la normalidad; el PP está ganando en Madrid.
Actualización 4: será divertido ver cómo se lo toman por Génova. El PP va camino de ser el mejor perdedor de la historia de la democracia, vamos; andan a cinco puntos. Parece que se repiten los resultados del 2005, con la diferencia que tanto PP como PSOE suben dos puntos, y los partidos pequeños se descalabran.
Es muy temprando decirlo, pero intuyo que la participación ha favorecido al PP ligeramente, pero el voto útil anti-PP ha favorecido igual o más al PSOE. El descalabro de casi todos los nacionalistas (CiU parece que sobrevive y frena su caída post Pujol) refuerza el bipartidismo más que nunca.
Y oye, tengo que hablar de ello luego, pero eso no tiene porqué ser bueno. O malo. Los efectos del bipartidismo son la verdad bastante neutros, si pones pros y contras en la balanza.
Actualización 5: Mirando el mapa electoral, hay dos regiones de España que deberían ser países distintos: Cataluña, y Murcia. Quizás también Madrid, pero supongo que lo de la capital es más un artefacto mediático que otra cosa.
El resultado final, por cierto, es muchísimo más ajustado que lo que era al principio del escrutinio. De hecho, parece que las encuestas pre-9M lo tenían casi clavado. El resultado final será de unos tres puntitos de diferencia, no los seis que esperaba más arriba. El PSOE puede estar contento, pero no demasiado; no es un resultado demasiado brillante.
Eso no significa que el PP deba estar feliz, por cierto: han perdido igual. Parece que entre voto útil y movilización adicional / transferencia de voto (poca) por el atentado, lo segundo ha acabado teniendo más peso. Será cuestión de mirar las postelectorales, pero puede ser que el 7M haya salvado la cabeza a Rajoy.
Actualización 6: Vaya por delante, lo de arriba es especulación más o menos subjetiva y relativamente informada. Sin encuestas postelectorales decentes (esas que los medios no hacen...) no hay mucho a decir.
Actualización 7: Dos cosas. Por un lado, patético, patético lo de los artistas saliéndolo a celebrar en Ferraz. En serio, machote; esto no es sobre vosotros.
La otra, y ya más seria, historia de dos federaciones. El PSM (los de Madrid, vamos) sigue con su habitual patetismo electoral. Había oído voces comentando que la campaña en Madrid había sido muy floja; hoy lo confirman las urnas. El contraste obvio es el Rolls-Royce de las delegaciones socialistas, el PSC. Hicieron una campaña creativa, valiente y sin complejos, muy bien adaptada al lenguaje político catalán. El resultado ha sido una victoria espectacular.
Actualización 8: Patética la falta de clase de la turba de simpatizantes del PP abucheando y pidiendo la dimisión de Zapatero cuando Rajoy ha dicho que le había llamado para felicitarle. Es una falta de educación impresentable en una democracia; si te han ganado, te han ganado. El día de las elecciones felicitas y callas. Mira que no pido ni 100 días de gracia.
Actualización 9: Hablando de futurología, el PP ha insinuado que no cambiará ni gota su estrategia de oposición. Otra legislatura peñazo, me temo. Que alguien les diga eso de "de derrota en derrota hasta la victoria final" no le funcionó a IU, y no le funcionó a AP.
Despedida y cierre (10): Hasta aquí los resultados en directo; más tarde algo de análisis un poco más serio, si estoy de humor. Lo dejo en 169-153; un resultado ajustadillo, con los dos partidos ganando cinco diputados, pero que deja a Zapatero con mucho más margen de maniobra en el parlamento. Es hora de ver qué se ha hecho bien, y qué se ha hecho mal en los dos lados. Espero que en los próximos cuatro años el PSOE se explique mejor, la verdad; el PP no parece que vaya a renunciar a hacer el troll.
Con riesgo de pecar de troll andaluz...
Pero si Chaves gana por mayoría absoluta, no estaré del todo seguro que eso sea una buena noticia. Mirando a largo plazo, creo que a Andalucía le iría bien un poco de savia nueva en el gobierno autonómico. Ya se sabe, el riesgo de siempre. Y oye, no me gusta Javier Arenas y creo que lo de IU es un caso perdido; no preguntéis quién querría que sacara más votos.
Medios y encuestas
Los periodistas son seres humanos. En la Cope andan todos bien compungidos; Cospedal, del PP, estaba con una vocecita triste. Lo mismo cuando hablan de la gente de Ciutadans, aunque andan aún con eso que lo hicieron tan bien en las autonómicas que no esperan nada.
La verdad, la especulación de los minutos previos a los primeros resultados es absurdo. Lo que se puede hacer, como mucho (y si las israelitas tuvieran el detalle que tienen en EUA) es ver los datos demográficos y qué temas han sido importantes y por qué han votado cada uno una cosa u otra. Predecir el resultado que vamos a saber de aquí una hora o dos es ridículo.
Creo que el nivel de bilis por ahí será alto hoy, vayan las cosas como vayan. Ya se sabe que todo lo que no sea una mayoría aplastante del PP será una muestra que todos los españoles son imbéciles.
La verdad, la especulación de los minutos previos a los primeros resultados es absurdo. Lo que se puede hacer, como mucho (y si las israelitas tuvieran el detalle que tienen en EUA) es ver los datos demográficos y qué temas han sido importantes y por qué han votado cada uno una cosa u otra. Predecir el resultado que vamos a saber de aquí una hora o dos es ridículo.
Creo que el nivel de bilis por ahí será alto hoy, vayan las cosas como vayan. Ya se sabe que todo lo que no sea una mayoría aplastante del PP será una muestra que todos los españoles son imbéciles.
Primeros sondeos
Tomadlos con mucha cautela, como de costumbre, pero parece que todos coinciden en dar la victoria al PSOE. Si eso es cierto, ignorad la chorrada que decía hace dos entradas, fruto de la paranoica histeríca electoral. Aún así, no sería la primera vez que las encuestas a pie de urna la pifian; nada de estar contentos. Ni de broma.
Arrrrgh. En fin, hora de contar votos. Veamos.
Arrrrgh. En fin, hora de contar votos. Veamos.
Elecciones estepaís (XIV): el NYT hablá de las elecciones
No sé si seré el único, pero siempre me ha gustado leer cómo cubren las noticias de España los medios extranjeros. El New York Times hoy tiene un artículo bastante decente hoy sobre nuestras elecciones, para los que tengan la misma tendencia provinciana a creer que lo que dicen otros es más importante que nada.
Aviso: como todo lo que se escribe en EUA, el NYT tiene una marcada tendencia equidistaní. Me parece divertido, sin embargo, que digan que la política española es tan terrible. Comparado con la cantidad de mierda lanzada en una campaña durilla por aquí las Américas, lo de España es un picnic.
Si con este artículo no tenéis bastante, la Associated Press tiene más. Divertíos.
Actualización: otro más del NYT. Andan interesados. Oh, y el Guardian nos compara -de forma muy favorable- con los italianos.
Aviso: como todo lo que se escribe en EUA, el NYT tiene una marcada tendencia equidistaní. Me parece divertido, sin embargo, que digan que la política española es tan terrible. Comparado con la cantidad de mierda lanzada en una campaña durilla por aquí las Américas, lo de España es un picnic.
Si con este artículo no tenéis bastante, la Associated Press tiene más. Divertíos.
Actualización: otro más del NYT. Andan interesados. Oh, y el Guardian nos compara -de forma muy favorable- con los italianos.
Elecciones estepaís (XIII): el día de la verdad
Bueno, espero que ese 60% de vagos que aún no habéis ido a votar vayáis ahora. Hoy será día de entradas cortitas, según el día y el recuento avancen.
Los datos de participación son buenos, pero su distribución debería preocupar en Ferraz. Parece que el voto está saliendo en masa en las comunidades donde el voto conservador es más abundante. Es muy pronto decirlo, pero parece que la participación masiva puede no favorecer a la izquierda hoy.
Desde un punto de comportamiento electoral tendría sentido; el último día de campaña el tema dominante fue algo que en teoría favorece a la derecha. Para acabarlo de rematar, se pasaron el día de ayer haciéndose las víctimas de la presunta intolerancia de la família Carrasco y el PSE, algo que demuestra un cinismo de primera. Se tiene que tener mucho morro para no respetar la voluntad de las víctimas, que no querían ni verte, pasarte el día insinuando maldades y evitando el consenso, y después acabar sugiriendo que la familia del asesinado es intolerante.
Los datos de participación son buenos, pero su distribución debería preocupar en Ferraz. Parece que el voto está saliendo en masa en las comunidades donde el voto conservador es más abundante. Es muy pronto decirlo, pero parece que la participación masiva puede no favorecer a la izquierda hoy.
Desde un punto de comportamiento electoral tendría sentido; el último día de campaña el tema dominante fue algo que en teoría favorece a la derecha. Para acabarlo de rematar, se pasaron el día de ayer haciéndose las víctimas de la presunta intolerancia de la família Carrasco y el PSE, algo que demuestra un cinismo de primera. Se tiene que tener mucho morro para no respetar la voluntad de las víctimas, que no querían ni verte, pasarte el día insinuando maldades y evitando el consenso, y después acabar sugiriendo que la familia del asesinado es intolerante.
viernes, marzo 07, 2008
Elecciones Estepaís (XII): complacencia / tristeza
Es curiosa ver el extraño estado de catatonia en que ha entrado la campaña electoral en España. Los analistas, reporteros y más de un alma política despistada han poco menos que cerrado la campaña una vez que dieron el veredicto del último debate; Rajoy lo tiene perdido, dicen, y todo lo que queda por decidir es el margen de derrota y el color del ataud que le va a comprar Esperanza Aguirre.
A ver; no tan deprisa. Las elecciones parecen tener un color bastante claro. Rajoy perdió los dos debates, el primero marginalmente (y como dicen por aquí, eso puede ocultar una victoria) el segundo, por amplio margen el día después. El PP perdió con el ridículo debate de Pizarro una de sus armas para la campaña, y con la balbuceante selección de temas de su líder en su segundo debate la iniciativa en esta última semana.
Aún así, no se puede decir que todo esto esté acababado y decidido. Sí, el PSOE tiene un margen relativamente confortable (aunque demasiado cerca de los márgenes de error de los sondeos), pero sigue dependiendo del pequeño detalle que la gente salga a la calle a votar. Con el tono este de ya está todo hecho en que ha entrado la campaña para demasiados periodistas, que no haya demasiados votantes que den la cosa por acabada y se queden en casa. Los medios de la derecha no va a parar de hacer el troll alegremente estos días, mientras que parece que demasiados en la izquierda andan con sangre de horchata.
Nunca, nunca, nunca se deben dar unas elecciones por ganadas.
...
A todo esto, acabo de leer en los titulares de la prensa que han pegado cuatro tiros a un concejal socialista en Mondragón. No hace falta decir que condeno el atentado, etcétera; y que este evento cierra la campaña con la peor nota posible.
Y a riesgo de sonar muy, muy cínico, es un recordatorio de un tema de campaña que pueda que no favorezca a Zapatero. Es posible (incluso probable) que el PSOE haya finalmente cerrado la puerta al PP en este tema, y que la mayoría de los votantes estén de acuerdo que los conservadores han actuado de forma irresponsable sobre este tema. Aún así, cualquier cosa que no sea una reacción de firmeza instantánea y viaje inmediato al País Vasco sería un error de Zapatero.
...
Actualizo: Isaías Carrasco, ex-concejal socialista en Mondragón, ha sido asesinado hoy. No borraré lo ya escrito arriba, aunque no tenga nada que ver; me parece una forma de recordarnos lo frágil que puede ser la realidad a veces. Los partidos han suspendido la campaña; esperemos que por una vez, actúen todos a una.
Este atentado debería tener un efecto electoral nulo: ningún votante debería permitir que lo que haga ETA le cambie el voto. Los partidos deben ahora recordar a la víctima, condenar a los asesinos y callar. Que el terrorismo no afecte las elecciones.
A ver; no tan deprisa. Las elecciones parecen tener un color bastante claro. Rajoy perdió los dos debates, el primero marginalmente (y como dicen por aquí, eso puede ocultar una victoria) el segundo, por amplio margen el día después. El PP perdió con el ridículo debate de Pizarro una de sus armas para la campaña, y con la balbuceante selección de temas de su líder en su segundo debate la iniciativa en esta última semana.
Aún así, no se puede decir que todo esto esté acababado y decidido. Sí, el PSOE tiene un margen relativamente confortable (aunque demasiado cerca de los márgenes de error de los sondeos), pero sigue dependiendo del pequeño detalle que la gente salga a la calle a votar. Con el tono este de ya está todo hecho en que ha entrado la campaña para demasiados periodistas, que no haya demasiados votantes que den la cosa por acabada y se queden en casa. Los medios de la derecha no va a parar de hacer el troll alegremente estos días, mientras que parece que demasiados en la izquierda andan con sangre de horchata.
Nunca, nunca, nunca se deben dar unas elecciones por ganadas.
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A todo esto, acabo de leer en los titulares de la prensa que han pegado cuatro tiros a un concejal socialista en Mondragón. No hace falta decir que condeno el atentado, etcétera; y que este evento cierra la campaña con la peor nota posible.
Y a riesgo de sonar muy, muy cínico, es un recordatorio de un tema de campaña que pueda que no favorezca a Zapatero. Es posible (incluso probable) que el PSOE haya finalmente cerrado la puerta al PP en este tema, y que la mayoría de los votantes estén de acuerdo que los conservadores han actuado de forma irresponsable sobre este tema. Aún así, cualquier cosa que no sea una reacción de firmeza instantánea y viaje inmediato al País Vasco sería un error de Zapatero.
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Actualizo: Isaías Carrasco, ex-concejal socialista en Mondragón, ha sido asesinado hoy. No borraré lo ya escrito arriba, aunque no tenga nada que ver; me parece una forma de recordarnos lo frágil que puede ser la realidad a veces. Los partidos han suspendido la campaña; esperemos que por una vez, actúen todos a una.
Este atentado debería tener un efecto electoral nulo: ningún votante debería permitir que lo que haga ETA le cambie el voto. Los partidos deben ahora recordar a la víctima, condenar a los asesinos y callar. Que el terrorismo no afecte las elecciones.
martes, marzo 04, 2008
Elecciones Estepaís (XI): teoría del desayuno
Hay una teoría recurrente en el mundo de la teoría de las preferencias* que reza que los hombres / mujeres / asesores son como los desayunos; los de fuera de casa siempre son mejores. Algo parecido le debe pasar al PP estos días, porque lo de Rajoy y la niña ya empieza a ser preocupante. O hay alguien por Génova con una peligrosa obsesión por niñitas, o el equipo de asesores que prepara este debate está formado por un equipo de mandriles (socialistas, para más señas) especialmente entrenados.
Hace unos días hablaba de esto. Los mensajes políticos no funcionan igual de bien en todas partes. Utilizar una niñita como metáfora funciona en un país con una cierta tendencia a lo cursi como es Méjico, donde un ideal ficticio es más efectivo creando narrativas. En Estados Unidos, país aún más amante del melodrama, la niña tiene que ser una historia real, una desgracia con nombre y apellidos que el candidato ha conocido en sus viajes y le inspira cada día. En Francia la cría no colará; un político tiene que hablar de la lucha por los ideales gloriosos y los valores de la republica franchute y masas avanzando hacia el sueño.
En España... bueno, diría que un país lleno de cínicos y alegres cafres descarnados que creen que no hay nada más glorioso que meter el dedo en el ojo a todo aquel tipo famoso que tiene la desgracia de tropezar en público (actitud muy sana, por cierto; mantiene a los políticos despiertos), soltar una parida cursi es digamos una idea peligrosa. Así le fue a Rajoy la primera vez, y medio país se pasó toda la semana mofándose del pobre tipo. A sus asesores les debió parecer divertido o ingenioso, así que le han hecho la putada de meterle otra vez eso en el discurso.
Y la verdad, no es que Rajoy estuviera demasiado peor que en el primer debate. Lo que he tenido oportunidad de ver (la primera mitad) no ha sido especialmente glorioso, pero con Zapatero insistiendo de manera bizarra en lo de la preguntita (que por cierto, no era de economía; y no, mencionar al IVA y las pensiones no es hablar de economía, majetes) el tipo no estaba quedando del todo mal. Por lo que he visto a trozos, su segunda mitad ha sido más floja (y se ha llevado un señor repaso hablando de terrorismo, por cierto) pero el final, ese final con la niña que le hechiza sus sueños, ha sido un desastre sin paliativos, una auténtica piñata para el cachondeo dialéctico de todo un país.
La verdad, cuando El Mundo te pone el titular "Zapatero gana a Rajoy en un debate lleno de propuestas", no puedes decir que las cosas han ido bien. Y cuando las encuestas pierdes en todas por goleada, pues apaga y vámonos. Ya sé, el debate cuenta menos de lo que parece y siempre acaban diciendo que has ganado los que te van a votar igual, pero los titulares mañana no van ser buenos mañana. Los medios de la izquierda (los tres únicos; País, Público y Ser) van andar haciendo la ola, los de la derecha van decir (otra vez) que Rajoy es muy bueno pero que ayer no estuvo a su nivel y los equidistaníes (las televisiones) que el debate no fue suficiente para el PP.
Cuando todas las encuestas dicen que no vas bien, necesitas que los titulares hablen de Zapatero dándose un tortazo o metiendo la gamba pero bien. Rajoy no consiguió hacer eso ayer, simple y llanamente.
Por cierto, Zapatero (por fín) está hablando de economía como debe; las cosas no van bien, no es culpa nuestra, y estamos preparados para superarlo. Las propuestas que lanzó fueron todas en este sentido, algo que me gustó especialmente. No creo que me haga puñetero caso, pero oye, mola clamar pequeñas victorias.
*: teoría que por cierto, o me he inventado yo, o la he sacado de alguna película mala. Es rigurosamente estúpida, pero si la citan, me paguen los derechos de autor, leñe.
Hace unos días hablaba de esto. Los mensajes políticos no funcionan igual de bien en todas partes. Utilizar una niñita como metáfora funciona en un país con una cierta tendencia a lo cursi como es Méjico, donde un ideal ficticio es más efectivo creando narrativas. En Estados Unidos, país aún más amante del melodrama, la niña tiene que ser una historia real, una desgracia con nombre y apellidos que el candidato ha conocido en sus viajes y le inspira cada día. En Francia la cría no colará; un político tiene que hablar de la lucha por los ideales gloriosos y los valores de la republica franchute y masas avanzando hacia el sueño.
En España... bueno, diría que un país lleno de cínicos y alegres cafres descarnados que creen que no hay nada más glorioso que meter el dedo en el ojo a todo aquel tipo famoso que tiene la desgracia de tropezar en público (actitud muy sana, por cierto; mantiene a los políticos despiertos), soltar una parida cursi es digamos una idea peligrosa. Así le fue a Rajoy la primera vez, y medio país se pasó toda la semana mofándose del pobre tipo. A sus asesores les debió parecer divertido o ingenioso, así que le han hecho la putada de meterle otra vez eso en el discurso.
Y la verdad, no es que Rajoy estuviera demasiado peor que en el primer debate. Lo que he tenido oportunidad de ver (la primera mitad) no ha sido especialmente glorioso, pero con Zapatero insistiendo de manera bizarra en lo de la preguntita (que por cierto, no era de economía; y no, mencionar al IVA y las pensiones no es hablar de economía, majetes) el tipo no estaba quedando del todo mal. Por lo que he visto a trozos, su segunda mitad ha sido más floja (y se ha llevado un señor repaso hablando de terrorismo, por cierto) pero el final, ese final con la niña que le hechiza sus sueños, ha sido un desastre sin paliativos, una auténtica piñata para el cachondeo dialéctico de todo un país.
La verdad, cuando El Mundo te pone el titular "Zapatero gana a Rajoy en un debate lleno de propuestas", no puedes decir que las cosas han ido bien. Y cuando las encuestas pierdes en todas por goleada, pues apaga y vámonos. Ya sé, el debate cuenta menos de lo que parece y siempre acaban diciendo que has ganado los que te van a votar igual, pero los titulares mañana no van ser buenos mañana. Los medios de la izquierda (los tres únicos; País, Público y Ser) van andar haciendo la ola, los de la derecha van decir (otra vez) que Rajoy es muy bueno pero que ayer no estuvo a su nivel y los equidistaníes (las televisiones) que el debate no fue suficiente para el PP.
Cuando todas las encuestas dicen que no vas bien, necesitas que los titulares hablen de Zapatero dándose un tortazo o metiendo la gamba pero bien. Rajoy no consiguió hacer eso ayer, simple y llanamente.
Por cierto, Zapatero (por fín) está hablando de economía como debe; las cosas no van bien, no es culpa nuestra, y estamos preparados para superarlo. Las propuestas que lanzó fueron todas en este sentido, algo que me gustó especialmente. No creo que me haga puñetero caso, pero oye, mola clamar pequeñas victorias.
*: teoría que por cierto, o me he inventado yo, o la he sacado de alguna película mala. Es rigurosamente estúpida, pero si la citan, me paguen los derechos de autor, leñe.
sábado, marzo 01, 2008
Elecciones Estepaís (X): se tiene que ser burro
Consejo de parvulario al PP, de un cínico a otro: uno puede ser un cerdo manipulador capaz de hacer cualquier cosa por llegar al poder, siempre que te calles y no lo digas en voz alta. Y ya que estamos, recordar a Gabriel Elorriaga que estamos en el 2008, y gracias a ese milagro tecnológico que son las internets virtuales cybercafé estas, si uno dice una burrada en Londres, su estupidez retumba en todo el mundo.
La verdad, no hay nada como reconocer que estás usando el fantasma de la inmigración de forma puramente electoralista, y que todas las estupideces que ha soltado a un medio no precisamente socialistoide sean confirmadas por quien te entrevistó palabra por palabra. Y oye, ya le digo al señor Elorriaga que soy un cínico y que lo del electoralismo no me molesta, pero incluso en lo de vender ideas hay clases.
Una cosa es decir lo que la gente quiere oir, algo que al fin y al cabo es la base de la democracia: el gobernante haciendo lo que quiere el electorado. Otra cosa muy distinta, y ciertamente menos aceptable, es decir burradas ficticias para asustar el electorado con fantasmas imaginarios, especialmente cuando esas estupideces son a veces inquietantemente cercanas a una llamada a la intolerancia. Y aún peor cuando lo que no buscas es el voto de nadie, sólo intentar que la gente no vote. Eso es una manipulación alegre, descarada y cínica de la base del sistema; es basar tu estrategia no en hacer lo que los votantes quieren, sino en hacer que no quieran nada.
Y la verdad, una vez soltada la burrada ya puedes desmentir lo que quieras. Ya has reconocido en público, delante de un medio que no tiene motivo alguno para hacerte quedar mal, que lo que buscas no es el voto, sino la catatonia de los votantes . Elorriaga ha venido a decir, más o menos de forma directa, que el PP apuesta por la estupidez del electorado. Ese votante socialista que no sabe lo que quiere lo vamos a asustar tanto que no querrá salir de casa y decir lo que piensa.
Todo es me lleva a pensar, de todos modos, en lo difícil de exportar que resultan ser las campañas políticas. Se ha hablado mucho estos días de Antonio Solá, el "padre" de la niña de Rajoy. El tipo tiene un historial decente ganando elecciones en América Latina, pero parece que muchos de sus mensajes de campaña en España no acaban de funcionar.
La política, el voto, es relativamente parecida en todas partes; controlar agenda, hacer que los votantes vayan a las urnas con algo que favorece en mente, sacar más votos que el contrario. El problema es que en política, más que en ningún otro sitio, los matices son importantes, y estos varían muchísimo de un sitio a otro. El recurso de la niña funciona bien en Méjico, donde se valora muchísimo más la cercanía y la familiaridad del mensaje, pero se estrella en España, un país bastante más propenso a mofarse de todo lo que suene sentimentaloide. Del mismo modo que en Estados Unidos alguien puede clamar su habilidad para ser un líder fuerte y atraer aplausos, en España el loco que diga esto se le echará a patadas del escenario, no sea que le entre la vena de caudillo.
De un tiempo a esta parte, el PP parece muy entusiasmado (y lo dicen ellos) copiando todo lo copiable de otros países, a veces de forma no demasiado selectiva. Desde Aznar tienen esta extraña fijación republicanoide de ser los más duros del barrio en política exterior y contra el terrorismo, algo que no acaba de cuajar en un país que tiene más bien pocas ínfulas imperiales. Algo parecido les sucedió con el matrimonio homosexual, el aborto, o este caso utilizar la política del miedo como arma política. Los españoles son muy liberales comparados con casi cualquier otro país, y tienen una larga tradición mental de temer a la derecha por muy buenos motivos; son mensajes que funcionan en otros países, pero se estrellan irremediablemente en culturas políticas distintas.
Ya he comentado otras veces el extraño (y para nada fortuito) parecido entre las campañas de Zapatero en el 2004 y Obama este año, con su mezcla de buenismo (no necesariamente vacio) y búsqueda de consensos. La estrategia de fondo es parecida; ambos candidatos están respondiendo a un contexto donde la polarización ha acabado con la paciencia de los votantes. La retórica, sin embargo, no puede ser más distinta: Zapatero apelaba a lo nuevo, a hacer de España una democracia mejor, a romper con el pasado, mientra Obama apela a la heroica, a su condición de continuador de las grandes figuras del pasado americano, una culminación de todo lo bueno del país.
Si uno habla en Estados Unidos de romper con el pasado, le toman por imbécil. Los americanos están muy orgullosos de lo que representa su país, y creen con fervor que si las cosas van mal es porque no están respetando sus viejos ideales. Si uno habla en España del pasado, de respetar a los viejos grandes hombres, la gente te mirará raro, pensando que hablas de Don Juan de Austria; no es un país que esté demasiado orgulloso de sus últimos 200 años de historia, y ni siquiera es capaz de admirar la transición de forma uniforme. Si bien la idea básica es muy parecida, la retórica es totalmente distinta, ya que el electorado no tiene nada que ver.
Resumiendo: desconfiad de los asesores extranjeros y de los mensajes mágicos. Todos los hombres son iguales, pero insisten en hablar lenguas distintas. Y sí, eso implica que en Cataluña, Galicia y Euskadi el mensaje no debe ser el mismo. Basta mirar los resultados electorales del "partido nacional" que es el PP para comprobarlo.
La verdad, no hay nada como reconocer que estás usando el fantasma de la inmigración de forma puramente electoralista, y que todas las estupideces que ha soltado a un medio no precisamente socialistoide sean confirmadas por quien te entrevistó palabra por palabra. Y oye, ya le digo al señor Elorriaga que soy un cínico y que lo del electoralismo no me molesta, pero incluso en lo de vender ideas hay clases.
Una cosa es decir lo que la gente quiere oir, algo que al fin y al cabo es la base de la democracia: el gobernante haciendo lo que quiere el electorado. Otra cosa muy distinta, y ciertamente menos aceptable, es decir burradas ficticias para asustar el electorado con fantasmas imaginarios, especialmente cuando esas estupideces son a veces inquietantemente cercanas a una llamada a la intolerancia. Y aún peor cuando lo que no buscas es el voto de nadie, sólo intentar que la gente no vote. Eso es una manipulación alegre, descarada y cínica de la base del sistema; es basar tu estrategia no en hacer lo que los votantes quieren, sino en hacer que no quieran nada.
Y la verdad, una vez soltada la burrada ya puedes desmentir lo que quieras. Ya has reconocido en público, delante de un medio que no tiene motivo alguno para hacerte quedar mal, que lo que buscas no es el voto, sino la catatonia de los votantes . Elorriaga ha venido a decir, más o menos de forma directa, que el PP apuesta por la estupidez del electorado. Ese votante socialista que no sabe lo que quiere lo vamos a asustar tanto que no querrá salir de casa y decir lo que piensa.
Todo es me lleva a pensar, de todos modos, en lo difícil de exportar que resultan ser las campañas políticas. Se ha hablado mucho estos días de Antonio Solá, el "padre" de la niña de Rajoy. El tipo tiene un historial decente ganando elecciones en América Latina, pero parece que muchos de sus mensajes de campaña en España no acaban de funcionar.
La política, el voto, es relativamente parecida en todas partes; controlar agenda, hacer que los votantes vayan a las urnas con algo que favorece en mente, sacar más votos que el contrario. El problema es que en política, más que en ningún otro sitio, los matices son importantes, y estos varían muchísimo de un sitio a otro. El recurso de la niña funciona bien en Méjico, donde se valora muchísimo más la cercanía y la familiaridad del mensaje, pero se estrella en España, un país bastante más propenso a mofarse de todo lo que suene sentimentaloide. Del mismo modo que en Estados Unidos alguien puede clamar su habilidad para ser un líder fuerte y atraer aplausos, en España el loco que diga esto se le echará a patadas del escenario, no sea que le entre la vena de caudillo.
De un tiempo a esta parte, el PP parece muy entusiasmado (y lo dicen ellos) copiando todo lo copiable de otros países, a veces de forma no demasiado selectiva. Desde Aznar tienen esta extraña fijación republicanoide de ser los más duros del barrio en política exterior y contra el terrorismo, algo que no acaba de cuajar en un país que tiene más bien pocas ínfulas imperiales. Algo parecido les sucedió con el matrimonio homosexual, el aborto, o este caso utilizar la política del miedo como arma política. Los españoles son muy liberales comparados con casi cualquier otro país, y tienen una larga tradición mental de temer a la derecha por muy buenos motivos; son mensajes que funcionan en otros países, pero se estrellan irremediablemente en culturas políticas distintas.
Ya he comentado otras veces el extraño (y para nada fortuito) parecido entre las campañas de Zapatero en el 2004 y Obama este año, con su mezcla de buenismo (no necesariamente vacio) y búsqueda de consensos. La estrategia de fondo es parecida; ambos candidatos están respondiendo a un contexto donde la polarización ha acabado con la paciencia de los votantes. La retórica, sin embargo, no puede ser más distinta: Zapatero apelaba a lo nuevo, a hacer de España una democracia mejor, a romper con el pasado, mientra Obama apela a la heroica, a su condición de continuador de las grandes figuras del pasado americano, una culminación de todo lo bueno del país.
Si uno habla en Estados Unidos de romper con el pasado, le toman por imbécil. Los americanos están muy orgullosos de lo que representa su país, y creen con fervor que si las cosas van mal es porque no están respetando sus viejos ideales. Si uno habla en España del pasado, de respetar a los viejos grandes hombres, la gente te mirará raro, pensando que hablas de Don Juan de Austria; no es un país que esté demasiado orgulloso de sus últimos 200 años de historia, y ni siquiera es capaz de admirar la transición de forma uniforme. Si bien la idea básica es muy parecida, la retórica es totalmente distinta, ya que el electorado no tiene nada que ver.
Resumiendo: desconfiad de los asesores extranjeros y de los mensajes mágicos. Todos los hombres son iguales, pero insisten en hablar lenguas distintas. Y sí, eso implica que en Cataluña, Galicia y Euskadi el mensaje no debe ser el mismo. Basta mirar los resultados electorales del "partido nacional" que es el PP para comprobarlo.
martes, febrero 26, 2008
Elecciones Estepaís (IX): puntuando el debate
No he visto el debate entero. De hecho, me lo he perdido casi todo; estos americanos y su manía de trabajar y no perder el tiempo han impedido que pudiera estar perdiendo el tiempo en la oficina escuchando la música celestial del discurso político educado (uno, que es de políticas). Paradójicamente, eso me pone en una situación muy parecida a la de no pocos votantes, que dependerán de lo que oigan en la radio y televisión esta mañana (no en los periódicos: los que los leen vieron el debate) para saber quién "ganó".
Lo dice Lluís Bassets en El País, y es algo que repito a menudo: el debate casi nunca lo gana nadie; los titulares del día siguiente son los que cuentan. En las horas posteriores al debate, si saben lo que hacen, un nutrido grupo de opinadores, todólogos y responsables de prensa de ambos partidos se habrán dedicado a hablar (off the record, por descontado) con todo aquel periodista dispuesto a escucharles señalando todas y cada una de las maravillosas estocadas dialécticas que su campeón en armas han inflingido en su rival.
En el mundo mediático español, tan lleno de trolls unicejos monopartidistas, la verdad es que es un trabajo probablemente poco agradecido. El puñado de columnistas con reputación de equidistaníes (y los desertores ocasionales de la causa rival, caso del Mundo) se habrán llevado un montón de peloteo, sintiéndose muy importantes. El Santo Grial para ambos partidos, sin embargo es el titular, la línea de victoria obvia y clarita que es fácil de vender a todos esos redactores cansados, faltos de tiempo e ideas y que quieren un tener un veredicto antes de irse a dormir. En el mundo moderno, ese veredicto es el de las encuestas, y parece que en eso Zapatero ha ganado de forma relativamente clara.
El titularcillo para casi todos los medios y periodistas más o menos "neutrales" de forma ocasional (Herrera, Del Olmo, la mayoría de las televisiones) será decir que el presidente ha ganado en los cuatro sondeos, por cuatro, doce, seis y quince puntos; una media de 9,25. Solbes le saco 10 puntos a Pizarro, así que a Rajoy la cosa no le ha ido demasiado mejor.
A pesar del margen parecido, no creo que la derrota mediática post-debate sea tan clara como la paliza que se llevo el pobre Pizarro, que la verdad tampoco estuvo tan mal. Al de Teruel los medios de la derecha (y no pocos miembros del PP) le ven como una especie de enchufado con pasta, una especie de capricho de un líder que no respetan demasiado. Rajoy, sin embargo, sigue siendo el jefe, un potencial (aunque improbable) presidente del gobierno; si gana, no quieres ser el que le puso a parir, y si pierde, no quieres que tus compañeros de partido te recuerden por ser el gracioso que le pegó una patada en la boca después que tropezara en el debate.
La reacción más probable será algo que hemos escuchado otras veces, eso que Rajoy es un gran parlamentario pero que ayer no estaba del todo fino, no acabó de machacar del todo o que fue demasiado educado y honorable y dejó escapar a Zapatero con vida. Un poco como Fernando Torres (pre-Liverpool), que es muy bueno pero nunca hace nada, sólo que en político de la oposición. Añadiendo, como de costumbre, que al PP todos le odian y que por tanto no puede ganar nunca, algo que de tan obvio debería dar que pensar a los que usan tan triste excusa. A media tarde mañana tendremos al PP suspirando la ocasión perdida y a los socialistas todo orgullosos diciendo no se qué de moral, tendencia y ritmo, ritmo, ritmo de la nooooche.
Lo que no dejará de ser ligeramente triste, y vuelvo a la columna de Bassets. El tipo, pobrecillo, pone como ejemplo de debate ganado por goleada el día después uno de Mondale y Reagan en Estados Unidos en 1984. Dukakis debatió y manejo a los todólogos como los ángeles. No hace falta que recuerde quién acabó ganando las elecciones.
En fin, basta ya de tacticas y chorradas. Me parece que debería hablar de políticas y propuestas concretas más, y menos de detalles periféricos; parezco un todólogo tonto de la Ser de los que tanto critico. Por favor, preguntad. Decidme sobre qué propuestas queréis que pontifique con la gracia y alegría que un troll con gafas y martillo intelectual pueden operar. Estoy hasta las cejas de táctica, leches.
Lo dice Lluís Bassets en El País, y es algo que repito a menudo: el debate casi nunca lo gana nadie; los titulares del día siguiente son los que cuentan. En las horas posteriores al debate, si saben lo que hacen, un nutrido grupo de opinadores, todólogos y responsables de prensa de ambos partidos se habrán dedicado a hablar (off the record, por descontado) con todo aquel periodista dispuesto a escucharles señalando todas y cada una de las maravillosas estocadas dialécticas que su campeón en armas han inflingido en su rival.
En el mundo mediático español, tan lleno de trolls unicejos monopartidistas, la verdad es que es un trabajo probablemente poco agradecido. El puñado de columnistas con reputación de equidistaníes (y los desertores ocasionales de la causa rival, caso del Mundo) se habrán llevado un montón de peloteo, sintiéndose muy importantes. El Santo Grial para ambos partidos, sin embargo es el titular, la línea de victoria obvia y clarita que es fácil de vender a todos esos redactores cansados, faltos de tiempo e ideas y que quieren un tener un veredicto antes de irse a dormir. En el mundo moderno, ese veredicto es el de las encuestas, y parece que en eso Zapatero ha ganado de forma relativamente clara.
El titularcillo para casi todos los medios y periodistas más o menos "neutrales" de forma ocasional (Herrera, Del Olmo, la mayoría de las televisiones) será decir que el presidente ha ganado en los cuatro sondeos, por cuatro, doce, seis y quince puntos; una media de 9,25. Solbes le saco 10 puntos a Pizarro, así que a Rajoy la cosa no le ha ido demasiado mejor.
A pesar del margen parecido, no creo que la derrota mediática post-debate sea tan clara como la paliza que se llevo el pobre Pizarro, que la verdad tampoco estuvo tan mal. Al de Teruel los medios de la derecha (y no pocos miembros del PP) le ven como una especie de enchufado con pasta, una especie de capricho de un líder que no respetan demasiado. Rajoy, sin embargo, sigue siendo el jefe, un potencial (aunque improbable) presidente del gobierno; si gana, no quieres ser el que le puso a parir, y si pierde, no quieres que tus compañeros de partido te recuerden por ser el gracioso que le pegó una patada en la boca después que tropezara en el debate.
La reacción más probable será algo que hemos escuchado otras veces, eso que Rajoy es un gran parlamentario pero que ayer no estaba del todo fino, no acabó de machacar del todo o que fue demasiado educado y honorable y dejó escapar a Zapatero con vida. Un poco como Fernando Torres (pre-Liverpool), que es muy bueno pero nunca hace nada, sólo que en político de la oposición. Añadiendo, como de costumbre, que al PP todos le odian y que por tanto no puede ganar nunca, algo que de tan obvio debería dar que pensar a los que usan tan triste excusa. A media tarde mañana tendremos al PP suspirando la ocasión perdida y a los socialistas todo orgullosos diciendo no se qué de moral, tendencia y ritmo, ritmo, ritmo de la nooooche.
Lo que no dejará de ser ligeramente triste, y vuelvo a la columna de Bassets. El tipo, pobrecillo, pone como ejemplo de debate ganado por goleada el día después uno de Mondale y Reagan en Estados Unidos en 1984. Dukakis debatió y manejo a los todólogos como los ángeles. No hace falta que recuerde quién acabó ganando las elecciones.
En fin, basta ya de tacticas y chorradas. Me parece que debería hablar de políticas y propuestas concretas más, y menos de detalles periféricos; parezco un todólogo tonto de la Ser de los que tanto critico. Por favor, preguntad. Decidme sobre qué propuestas queréis que pontifique con la gracia y alegría que un troll con gafas y martillo intelectual pueden operar. Estoy hasta las cejas de táctica, leches.
sábado, febrero 23, 2008
Elecciones Estepaís (VIII): un juego de pulgadas
Una nota rápida sobre el debate Solbes-Pizarro del otro día. He estado escuchando demasiadas muestras de euforia desbordada, con gente hablando que la paliza fue un cambio substancial en la campaña.
A ver, no negaré que fue una soberana paliza. Solbes tiene que ser muy buena persona, porque un político con más mala leche hubiera sacado a Pizarro llorando del plató con lo perdido que estuvo a ratos. Pero debemos recordar varias cosas. Para empezar lo que decía el otro día, que los debates valen poco. Los cinco millones de espectadores que lo vieron son (no lo neguéis) probablemente hinchas frikis de un partido político, más interesados en ver quién gana o quién pierde y apoyar a su equipo que en dejarse convencer. Pensad sobre cuánta gente mira un Sevilla - Atlético de Madrid por la tele (una cifra parecida) y cuántos de estos espectadores lo estan mirando para decidir quién pondrán en la quiniela la semana siguiente.
Segundo, esto es una campaña electoral, y las cosas se deciden y mueven lenta y pausadamente. Si no hay un suceso o pifia extraordinario, un electorado cambia de opinión poco a poco, de uno en uno y desde luego no porque los políticos se entusiasmen porque el rival ha perdido la iniciativa táctica. La decisión de voto es mucho menos barroca y rebuscada de lo que se pretende, y desde luego mucho menos ordenadita, racional y uniforme de lo que vemos en los medios.
Hablaré más sobre ello mañana.
A ver, no negaré que fue una soberana paliza. Solbes tiene que ser muy buena persona, porque un político con más mala leche hubiera sacado a Pizarro llorando del plató con lo perdido que estuvo a ratos. Pero debemos recordar varias cosas. Para empezar lo que decía el otro día, que los debates valen poco. Los cinco millones de espectadores que lo vieron son (no lo neguéis) probablemente hinchas frikis de un partido político, más interesados en ver quién gana o quién pierde y apoyar a su equipo que en dejarse convencer. Pensad sobre cuánta gente mira un Sevilla - Atlético de Madrid por la tele (una cifra parecida) y cuántos de estos espectadores lo estan mirando para decidir quién pondrán en la quiniela la semana siguiente.
Segundo, esto es una campaña electoral, y las cosas se deciden y mueven lenta y pausadamente. Si no hay un suceso o pifia extraordinario, un electorado cambia de opinión poco a poco, de uno en uno y desde luego no porque los políticos se entusiasmen porque el rival ha perdido la iniciativa táctica. La decisión de voto es mucho menos barroca y rebuscada de lo que se pretende, y desde luego mucho menos ordenadita, racional y uniforme de lo que vemos en los medios.
Hablaré más sobre ello mañana.
Elecciones Estepaís (VII): la tontería de la limitación de mandatos
Ignacio Urquizu, buen amigo y escribidor ocasional por esta bitácora, publica hoy un magnífico artículo en El País sobre una de las más extrañas obsesiones de la derecha española, la limitación de mandatos.
Nada que los lectores fieles de esta bitácora no sepan, vamos. Pero el artículo es excelente. No se dice a menudo, pero sí, puede que sea algo que debilita los partidos. Hay mucho listillo por ahí que se cree imprescindible y quiere que eso que "tras mi salida, el desastre" sea totalmente cierto.
Nada que los lectores fieles de esta bitácora no sepan, vamos. Pero el artículo es excelente. No se dice a menudo, pero sí, puede que sea algo que debilita los partidos. Hay mucho listillo por ahí que se cree imprescindible y quiere que eso que "tras mi salida, el desastre" sea totalmente cierto.
lunes, febrero 18, 2008
Elecciones Estepaís (VI): hablando de economía
Leyendo las encuestas y las noticias de campaña desde España, andaba yo pensando por qué el PSOE está insistiendo en una estrategia que parece quitarles la iniciativa. Me refiero a cómo está reaccionando el gobierno a las noticias negativas sobre la evolución de la economía.
La reacción natural de los políticos (y opinadores asociados; no es que yo no haga lo mismo) cuando llegan malas noticias sobre la evolución de la economía es decir que es una cosa pasajera, una pequeña aberración estadística que durará unos meses pero que no debe preocuparnos. No deja de ser cierto, pero como estrategia de comunicación te crea el problema que te obliga a responder lo mismo un mes tras otro hasta que el bache pasa y la economía se recupera. Si la cosa dura poco eso no es problema, pero si se alarga acabarás con una cara de tonto de espanto, y lo que es peor, la inciativa de tu campaña la tendrá el Instituto Nacional de Estadística, no tu gobierno.
¿Qué alternativas tiene un gobierno que afronta unas elecciones metido en una crisis económica? Sonará bizarro, pero a veces decir la verdad es una buena idea. Llamémosle apelar al masoquismo del electorado, en cierto modo. El gobierno debe decir con claridad qué sucede: la economía mundial va mal; una mala gestión del mercado de crédito por parte de las autoridades americanas, sumada a la insaciable demanda de petroleo de China e India y el final de una burbuja inmobiliaria heredada del PP y los tipos bajos del BCE nos han puesto en un problema. Todo eso es cierto.
Lo que debe decir el gobierno con fuerza, sin embargo, es que todo esto lo teníamos previsto, tenemos margen presupuestario, sabemos cómo afrontarlo, y aquí tenéis un montón de políticas públicas, iniciativas de progreso, programas de empleo y prestaciones específicas para quien lo está pasando mal para asegurar que todos juntos capeamos el temporal. Es duro y tocará apretar los dientes un rato, pero nosotros somos el médico adecuado para cuidar al enfermo durante la enfermedad, honesto, directo y bien preparado, no como el lunático que grita en la puerta alegrándose cada vez que alguien se va al paro.
La estrategia le funcionó a González en 1993, a los conservadores británicos (contra todo pronóstico) tras cargarse a Thatcher y Schroeder en Alemania en el 2002, entre otros distinguidos supervivientes. Joder, los laboristas británicos se pasaron 13 o 14 años ganando elecciones usando el berrido al electorado como estrategia política. ¿Es una infalible? Evidentemente, no. Para poder usar esa retórica el gobierno tiene que haber sido relativamente previsor al hablar de economía (no lo ha sido) y tener una figura creíble, adusta y que pueda ejercer de cirujano duro pero compasivo (la tienen: Solbes).
Lo que es seguro es que es mejor ser proactivo y dar una imagen de control y fuerza que no tirarse a cubierto cada vez que salen los datos del paro.
La reacción natural de los políticos (y opinadores asociados; no es que yo no haga lo mismo) cuando llegan malas noticias sobre la evolución de la economía es decir que es una cosa pasajera, una pequeña aberración estadística que durará unos meses pero que no debe preocuparnos. No deja de ser cierto, pero como estrategia de comunicación te crea el problema que te obliga a responder lo mismo un mes tras otro hasta que el bache pasa y la economía se recupera. Si la cosa dura poco eso no es problema, pero si se alarga acabarás con una cara de tonto de espanto, y lo que es peor, la inciativa de tu campaña la tendrá el Instituto Nacional de Estadística, no tu gobierno.
¿Qué alternativas tiene un gobierno que afronta unas elecciones metido en una crisis económica? Sonará bizarro, pero a veces decir la verdad es una buena idea. Llamémosle apelar al masoquismo del electorado, en cierto modo. El gobierno debe decir con claridad qué sucede: la economía mundial va mal; una mala gestión del mercado de crédito por parte de las autoridades americanas, sumada a la insaciable demanda de petroleo de China e India y el final de una burbuja inmobiliaria heredada del PP y los tipos bajos del BCE nos han puesto en un problema. Todo eso es cierto.
Lo que debe decir el gobierno con fuerza, sin embargo, es que todo esto lo teníamos previsto, tenemos margen presupuestario, sabemos cómo afrontarlo, y aquí tenéis un montón de políticas públicas, iniciativas de progreso, programas de empleo y prestaciones específicas para quien lo está pasando mal para asegurar que todos juntos capeamos el temporal. Es duro y tocará apretar los dientes un rato, pero nosotros somos el médico adecuado para cuidar al enfermo durante la enfermedad, honesto, directo y bien preparado, no como el lunático que grita en la puerta alegrándose cada vez que alguien se va al paro.
La estrategia le funcionó a González en 1993, a los conservadores británicos (contra todo pronóstico) tras cargarse a Thatcher y Schroeder en Alemania en el 2002, entre otros distinguidos supervivientes. Joder, los laboristas británicos se pasaron 13 o 14 años ganando elecciones usando el berrido al electorado como estrategia política. ¿Es una infalible? Evidentemente, no. Para poder usar esa retórica el gobierno tiene que haber sido relativamente previsor al hablar de economía (no lo ha sido) y tener una figura creíble, adusta y que pueda ejercer de cirujano duro pero compasivo (la tienen: Solbes).
Lo que es seguro es que es mejor ser proactivo y dar una imagen de control y fuerza que no tirarse a cubierto cada vez que salen los datos del paro.
sábado, febrero 16, 2008
Elecciones estepaís (V): debates
Habrá debate en España. Es lo más normal del mundo en todas partes, pero en España es noticia; por algún motivo extraño los políticos españoles temen el debate, viéndolo como una especie de horror gótico a evitar.
La verdad, aunque son imprescindibles (aunque sea para abaratar las campañas electorales) no son tan relevantes, y aún menos en un sistema político como el español. Y en contra de la absurda mitificación de algunos, para un candidato mínimamente competente no son un "desafio", "duelo" o "reto" tan complicado. Un político profesional (y más en un sistema parlamentario como España) lleva toda la vida haciendo esas cosas, que por cierto si pueden ser entrenadas.
¿Qué efectos sobre el voto tiene un debate entre candidatos? Pues la verdad, exceptuando casos en que alguien comete un error atroz (pegar una bofeta al openente, desnudarse, chillar como un lunático, preguntar dónde está y qué está haciendo aquí), el efecto es en general muy, muy limitado. Por lo que sabemos, un debate tiene dos efectos más o menos relevantes: por un lado da a conocer a los candidatos, y por el otro refuerza las impresiones de los espectadores.
El primero es importante sobretodo en un país como Estados Unidos, dónde los candidatos pueden ser relativamente desconocidos. Para no pocos espectadores la primera vez que oyen hablar a un candidato durante más de dos minutos (especialmente para el que se presenta contra un presidente en activo) es en el debate presidencial. El efecto es relativamente limitado, pero es importante; para algunos votantes el debate es la primera impresión.
En España, sin embargo, este efecto es más limitado. El presidente del gobierno es bien conocido, evidentemente, pero en un sistema parlamentario el jefe de la oposición también es una figura bastante visible. Habrá muy poca gente que vea a Rajoy por primera vez en el debate, y quienes no lo hayan oído hablar demasiado antes, seguramente tendra una vaga idea sobre quién es, y una cierta opinión formada.
Lo que me lleva al segundo punto, el debate como reforzador de percepciones. La mayoría de votantes se sientan delante del televisor con una série de ideas preconcebidas; tienen una opinión de Zapatero, una opinión de Rajoy, se ven a si mismo de una determinada manera y tienen unas determinadas creencias e ideología. Cuando escuchamos un discurso, no importa lo racionales que seamos, interpretamos y evaluamos las ideas según el prisma de ideas y creencias previo. Si yo creo que todos los inmigrantes son unos criminales la idea de un examen no me parecerá mal; si creo que el PP me va a privatizar la sanidad, cuando oiga "racionalizar" en boca de Rajoy lo interpretaré como un ataque inminente a los hospitales públicos.
Eso se traduce que con muy pocas excepciones, un votante acabará el debaté más convencido de votar a su candidato o decepcionado que su candidato ha perdido el debate, pero raramente considerando cambiar de acera. Incluso en las palizas más obvias, descaradas y evidentes en debates en los últimos años (como la histórica masacre en los tres debates Bush-Kerry en el 2004) cambiaron pocos votos; los que creían que Bush era mejor se encogieron de hombros y pensaron que Kerry era un pedante, y los que votaban a Kerry se convencieron aún más que Bush era burro.
¿Son los debates irrelevantes? No, en absoluto. Tienen un efecto en la campaña, pero de forma mucho más sutil que el convencimiento directo de votantes. El más relevante es el hecho que afectan la agenda de los medios; se dice a menudo que un debate no se "gana" o "pierde" en la mesa, si no después, cuando los "expertos" opinan sobre quién ha ganado. El efecto no es tanto en la percepción de victoria o derrota, sino cómo la discusión sobre el debate afecta a los temas de campaña; si un candidato ha quedado especialmente mal hablando de un tema específico (terrorismo, sanidad, cambio climático) ese tema va a ser machacado sin compasión durante los días posteriores.
Eso puede ser bueno a veces para el perdedor del debate. Volviendo al 2004 John Kerry puso en ridículo de forma repetida a Bush hablando de política exterior, algo de lo que se habló muchísimo en los días sucesivos. Antes (y después) del debate, por desgracia, la mayoría de los votantes creían que Bush era mejor en ese tema, así que Kerry perdió la oportunidad que en la campaña se hablara de problemas en los que él era más fuerte. A pesar que la opinión del electorado sobre las credenciales en política exterior de Kerry mejoraron, no fue suficiente como para ponerle por delante.
Evidentemente, hay indecisos. Algunos de ellos incluso se sientan a ver el debate con la intención sincera de ser convencidos por algún político. Y sí, algunos deciden su voto gracias al debate. Pero en agregado, el efecto real de hablar dos horas en la tele es más bien limitado. Sinceramente, no hay tanto votante friki prestándoles atención de veras. Joder, el ejemplo que citan en LD es el de un debate que no le dió la victoria electoral a quien lo ganó...
La verdad, aunque son imprescindibles (aunque sea para abaratar las campañas electorales) no son tan relevantes, y aún menos en un sistema político como el español. Y en contra de la absurda mitificación de algunos, para un candidato mínimamente competente no son un "desafio", "duelo" o "reto" tan complicado. Un político profesional (y más en un sistema parlamentario como España) lleva toda la vida haciendo esas cosas, que por cierto si pueden ser entrenadas.
¿Qué efectos sobre el voto tiene un debate entre candidatos? Pues la verdad, exceptuando casos en que alguien comete un error atroz (pegar una bofeta al openente, desnudarse, chillar como un lunático, preguntar dónde está y qué está haciendo aquí), el efecto es en general muy, muy limitado. Por lo que sabemos, un debate tiene dos efectos más o menos relevantes: por un lado da a conocer a los candidatos, y por el otro refuerza las impresiones de los espectadores.
El primero es importante sobretodo en un país como Estados Unidos, dónde los candidatos pueden ser relativamente desconocidos. Para no pocos espectadores la primera vez que oyen hablar a un candidato durante más de dos minutos (especialmente para el que se presenta contra un presidente en activo) es en el debate presidencial. El efecto es relativamente limitado, pero es importante; para algunos votantes el debate es la primera impresión.
En España, sin embargo, este efecto es más limitado. El presidente del gobierno es bien conocido, evidentemente, pero en un sistema parlamentario el jefe de la oposición también es una figura bastante visible. Habrá muy poca gente que vea a Rajoy por primera vez en el debate, y quienes no lo hayan oído hablar demasiado antes, seguramente tendra una vaga idea sobre quién es, y una cierta opinión formada.
Lo que me lleva al segundo punto, el debate como reforzador de percepciones. La mayoría de votantes se sientan delante del televisor con una série de ideas preconcebidas; tienen una opinión de Zapatero, una opinión de Rajoy, se ven a si mismo de una determinada manera y tienen unas determinadas creencias e ideología. Cuando escuchamos un discurso, no importa lo racionales que seamos, interpretamos y evaluamos las ideas según el prisma de ideas y creencias previo. Si yo creo que todos los inmigrantes son unos criminales la idea de un examen no me parecerá mal; si creo que el PP me va a privatizar la sanidad, cuando oiga "racionalizar" en boca de Rajoy lo interpretaré como un ataque inminente a los hospitales públicos.
Eso se traduce que con muy pocas excepciones, un votante acabará el debaté más convencido de votar a su candidato o decepcionado que su candidato ha perdido el debate, pero raramente considerando cambiar de acera. Incluso en las palizas más obvias, descaradas y evidentes en debates en los últimos años (como la histórica masacre en los tres debates Bush-Kerry en el 2004) cambiaron pocos votos; los que creían que Bush era mejor se encogieron de hombros y pensaron que Kerry era un pedante, y los que votaban a Kerry se convencieron aún más que Bush era burro.
¿Son los debates irrelevantes? No, en absoluto. Tienen un efecto en la campaña, pero de forma mucho más sutil que el convencimiento directo de votantes. El más relevante es el hecho que afectan la agenda de los medios; se dice a menudo que un debate no se "gana" o "pierde" en la mesa, si no después, cuando los "expertos" opinan sobre quién ha ganado. El efecto no es tanto en la percepción de victoria o derrota, sino cómo la discusión sobre el debate afecta a los temas de campaña; si un candidato ha quedado especialmente mal hablando de un tema específico (terrorismo, sanidad, cambio climático) ese tema va a ser machacado sin compasión durante los días posteriores.
Eso puede ser bueno a veces para el perdedor del debate. Volviendo al 2004 John Kerry puso en ridículo de forma repetida a Bush hablando de política exterior, algo de lo que se habló muchísimo en los días sucesivos. Antes (y después) del debate, por desgracia, la mayoría de los votantes creían que Bush era mejor en ese tema, así que Kerry perdió la oportunidad que en la campaña se hablara de problemas en los que él era más fuerte. A pesar que la opinión del electorado sobre las credenciales en política exterior de Kerry mejoraron, no fue suficiente como para ponerle por delante.
Evidentemente, hay indecisos. Algunos de ellos incluso se sientan a ver el debate con la intención sincera de ser convencidos por algún político. Y sí, algunos deciden su voto gracias al debate. Pero en agregado, el efecto real de hablar dos horas en la tele es más bien limitado. Sinceramente, no hay tanto votante friki prestándoles atención de veras. Joder, el ejemplo que citan en LD es el de un debate que no le dió la victoria electoral a quien lo ganó...
domingo, febrero 10, 2008
Elecciones estepaís (IV): discursos
Tanto hablar, escuchar y alabar discursos de políticos americanos me ha llevado a pensar en un par de cosas. Para empezar, para qué sirve ser un buen orador. Todo el mundo lo valora mucho, pero la verdad, hemos visto muchos políticos incapaces en esta materia ganando elecciones; vale pena pararse a pensar qué aporta tener labia. Una vez despejada esa duda, por qué los discursos en España son tan flojos. Y para terminar, una propuesta a todos estos adictos a la política que corren por la red, para un bonito concurso de redacción.
La primera pregunta y la segunda van parejas. Ser un gran orador es útil en política; sospecho, sin embargo, que los beneficios de agitar a las masas con tu inflamada retórica son distintos según el sistema político en el que nos movemos.
Lo comentaba el otro día, pero en Estados Unidos todo el mundo anda muy obsesionado con la idea de liderazgo. Todo necesita un líder que controle, empuje, inspire y dirija incluso el proceso más insignificante. Departamentos enteros se disuelven porque no se dejan liderar y viven demasiado anclados en el procedimiento burocrático. Un político tiene que ser un líder, una especie de causa primera que mueve sin ser movido, que empuja a otros actuar gracias a su mera presencia.
La verdad, en parte tienen razón; con la manía que tienen los americanos de atomizar cualquier manifestación de autoridad administrativa hasta lo más minúsculo, la capacidad de convencer a gente que haga lo que digas sin que estén en una posición subalterna es muy importante. Esto se extiende a todos lo niveles, incluyendo en nivel más alto del gobierno federal; el presidente no es el jefe de ningún partido en el Congreso, y no tiene disciplina de voto que valga para pasar leyes. Para poder pasar leyes de su gusto, debe ser capaz de empujar, apretar, convencer y torturar a cientos de representantes y senadores, sin tener otra autoridad que la de su púlpito y el hecho de haber ganado unas elecciones distintas.
Y aquí entra probablemente la necesidad de ser un buen orador, especialmente en un sistema como el americano. Un presidente o jefe de mayoría del Congreso gana o pierde batallas en las cámaras, pero la guerra la gana a menudo en la opinión pública. Cuando Bush trató de reformar el sistema de pensiones (con una propuesta atroz, por cierto), el hombre se lanzó a dar discursos por medio país, parando en los distritos de senadores y representantes que tenían dudas sobre qué votar. La idea era, evidentemente, convencer a los votantes para que los políticos cambiaran su voto, siguiendo las encuestas; mientras tanto los que se oponían a la reforma bombardearon esos mismos distritos con publicidad y actos en contra.
Bush, no hace falta que lo repita mucho, es un orador entre triste y patético... y no acabó convenciendo a nadie. Una vez se diluyó el efecto del 11-S y la euforia militarista que llevó el país a Irak, el tipo realmente no ha sido capaz de pasar un miserable reforma, en gran parte porque no tiene una capacidad real de convencer a nadie de nada.
¿Qué sucede en un sistema como el español? Bueno, ser un buen orador te da una pequeña ventaja, pero muy relativa. Durante la campaña electoral tus discursos salen por la tele de vez en cuando, a trocitos dispersos. Quedar bien y salir todo presidencial te da puntos, pero el efecto real sobre el voto es probablemente marginal, uno de las decenas de elementos del carácter de los candidatos que los votantes tienen en cuenta.
Una vez pasadas las elecciones, sin embargo, la importancia de dar discursos disminuye. Zapatero cuando quieres pasar legislación no tiene que convencer a casi nadie; negocia con unas élites pequeñitas de unos partidos que tienen unos intereses claros y más o menos complementarios, pero no tiene que recurrir a la labia y a hablar al electorado demasiado a menudo. Sólo en algunos temas muy específicos que necesitan de amplio consenso o negociación con agencias y gobiernos no subalternos (autonomías, vamos) un presidente del gobierno tiene que asegurarse que la opinión pública le apoya, evitando así que otros partidos hagan sangre.
No hace falta decirlo, pero cuando el gobierno del PSOE ha necesitado consenso, con la excepción de la ley de (enormemente popular) ley de dependencia no ha conseguido hacer gran cosa de forma limpia o elegante. No diré que es exclusivamente por la falta de capacidad oratoria de Zapatero (al PP ya le podías tocar la lira esta legislatura en muchos temas, que no se darían por aludidos), pero me parece curioso que el partido socialista no haya parecido entender el hecho que a veces se tiene que ser más activo hablando con el electorado.
Los políticos en España por tanto tienden a dar menos valor a la oratoria por un buen motivo: dar buenos discursos no es tan importante en España como lo es en otros sistemas políticos. Eso no significa, sin embargo, que tengan que olvidar la poesía como hacen ahora; aunque sea por piedad con los artistas que les cantan (snif) o con los matados que nos tragamos todo lo que dicen (presente) no estaría mal que se explayaran un poco.
Aquí va entonces, una propuesta/concurso para la blogosfera, para todos aquellos potenciales políticos que andan ahí fuera. Escribid un discurso para un candidato. Me da igual para quién; si es para vuestro candidato mejor. Seguid el modelo de duración de la era Youtube; de cuatro a siete minutos (cinco o seis párrafos), apto para ser televisado y que tenga el tono inspirador, épico y magnífico que echáis de menos en España. Tiene que ser siguiendo las líneas de campaña de los candidatos (es decir, que si Zapatero lo quiere usar, pueda hacerlo), así que nada de ideas absurdas.
A ver si os animais; víctimas para hoy son Geógrafo Subjetivo, Citoyen, y el mismo Diablo. Si, os quiero mal.
La primera pregunta y la segunda van parejas. Ser un gran orador es útil en política; sospecho, sin embargo, que los beneficios de agitar a las masas con tu inflamada retórica son distintos según el sistema político en el que nos movemos.
Lo comentaba el otro día, pero en Estados Unidos todo el mundo anda muy obsesionado con la idea de liderazgo. Todo necesita un líder que controle, empuje, inspire y dirija incluso el proceso más insignificante. Departamentos enteros se disuelven porque no se dejan liderar y viven demasiado anclados en el procedimiento burocrático. Un político tiene que ser un líder, una especie de causa primera que mueve sin ser movido, que empuja a otros actuar gracias a su mera presencia.
La verdad, en parte tienen razón; con la manía que tienen los americanos de atomizar cualquier manifestación de autoridad administrativa hasta lo más minúsculo, la capacidad de convencer a gente que haga lo que digas sin que estén en una posición subalterna es muy importante. Esto se extiende a todos lo niveles, incluyendo en nivel más alto del gobierno federal; el presidente no es el jefe de ningún partido en el Congreso, y no tiene disciplina de voto que valga para pasar leyes. Para poder pasar leyes de su gusto, debe ser capaz de empujar, apretar, convencer y torturar a cientos de representantes y senadores, sin tener otra autoridad que la de su púlpito y el hecho de haber ganado unas elecciones distintas.
Y aquí entra probablemente la necesidad de ser un buen orador, especialmente en un sistema como el americano. Un presidente o jefe de mayoría del Congreso gana o pierde batallas en las cámaras, pero la guerra la gana a menudo en la opinión pública. Cuando Bush trató de reformar el sistema de pensiones (con una propuesta atroz, por cierto), el hombre se lanzó a dar discursos por medio país, parando en los distritos de senadores y representantes que tenían dudas sobre qué votar. La idea era, evidentemente, convencer a los votantes para que los políticos cambiaran su voto, siguiendo las encuestas; mientras tanto los que se oponían a la reforma bombardearon esos mismos distritos con publicidad y actos en contra.
Bush, no hace falta que lo repita mucho, es un orador entre triste y patético... y no acabó convenciendo a nadie. Una vez se diluyó el efecto del 11-S y la euforia militarista que llevó el país a Irak, el tipo realmente no ha sido capaz de pasar un miserable reforma, en gran parte porque no tiene una capacidad real de convencer a nadie de nada.
¿Qué sucede en un sistema como el español? Bueno, ser un buen orador te da una pequeña ventaja, pero muy relativa. Durante la campaña electoral tus discursos salen por la tele de vez en cuando, a trocitos dispersos. Quedar bien y salir todo presidencial te da puntos, pero el efecto real sobre el voto es probablemente marginal, uno de las decenas de elementos del carácter de los candidatos que los votantes tienen en cuenta.
Una vez pasadas las elecciones, sin embargo, la importancia de dar discursos disminuye. Zapatero cuando quieres pasar legislación no tiene que convencer a casi nadie; negocia con unas élites pequeñitas de unos partidos que tienen unos intereses claros y más o menos complementarios, pero no tiene que recurrir a la labia y a hablar al electorado demasiado a menudo. Sólo en algunos temas muy específicos que necesitan de amplio consenso o negociación con agencias y gobiernos no subalternos (autonomías, vamos) un presidente del gobierno tiene que asegurarse que la opinión pública le apoya, evitando así que otros partidos hagan sangre.
No hace falta decirlo, pero cuando el gobierno del PSOE ha necesitado consenso, con la excepción de la ley de (enormemente popular) ley de dependencia no ha conseguido hacer gran cosa de forma limpia o elegante. No diré que es exclusivamente por la falta de capacidad oratoria de Zapatero (al PP ya le podías tocar la lira esta legislatura en muchos temas, que no se darían por aludidos), pero me parece curioso que el partido socialista no haya parecido entender el hecho que a veces se tiene que ser más activo hablando con el electorado.
Los políticos en España por tanto tienden a dar menos valor a la oratoria por un buen motivo: dar buenos discursos no es tan importante en España como lo es en otros sistemas políticos. Eso no significa, sin embargo, que tengan que olvidar la poesía como hacen ahora; aunque sea por piedad con los artistas que les cantan (snif) o con los matados que nos tragamos todo lo que dicen (presente) no estaría mal que se explayaran un poco.
Aquí va entonces, una propuesta/concurso para la blogosfera, para todos aquellos potenciales políticos que andan ahí fuera. Escribid un discurso para un candidato. Me da igual para quién; si es para vuestro candidato mejor. Seguid el modelo de duración de la era Youtube; de cuatro a siete minutos (cinco o seis párrafos), apto para ser televisado y que tenga el tono inspirador, épico y magnífico que echáis de menos en España. Tiene que ser siguiendo las líneas de campaña de los candidatos (es decir, que si Zapatero lo quiere usar, pueda hacerlo), así que nada de ideas absurdas.
A ver si os animais; víctimas para hoy son Geógrafo Subjetivo, Citoyen, y el mismo Diablo. Si, os quiero mal.
sábado, febrero 09, 2008
Elecciones estepaís (III): videos de segunda
Hace unos días enlazaba el magnífico, emocionante, vibrante video que un grupo de artistas americanos habían grabado para dar su apoyo a la candidatura de Obama. Hoy me encuentro que un grupo de artistas españoles han hecho algo parecido, dedicándole a Zapatero una potita canción con letra de un poema de Benedetti.
A ver. La intención es lo que cuenta, el entusiasmo y el tiempo empleado es encomiable y todos están guapísimos, pero el video es más bien malo, tirando a ligeramente atroz. Me pongo el sombrero de politólogo en esto y sé que estoy hilando fino, pero como anuncio de campaña no vale nada.
Primero, no está mostrando al candidato. La belleza del video de Obama es que el protagonista del video no es el famoseo, sino el político. El video está editado de modo que nadie está en pantalla en solitario demasiado tiempo, y cuando lo están, la voz no es únicamente suya, sino compartida con el candidato. Segundo, y crucial, los artistas no están cantando un texto cualquiera que les gusta mucho a ellos; están recitando y cantando un discurso inspirador del candidato. No es un grupo de gente todo contenta de conocer al presidente y que le dedican una canción de amor; es un grupo de ciudadanos (al ser el video mucho más coral) que comparten emocionados las palabras de un tipo que admiran.
El resultado, no hace falta decirlo, es muy distinto. Acabé de ver el video español por puro masoquismo profesional, pero no creo que le envíe a nadie una copia por lo mucho que me ha gustado; en el fondo parece una reunión de tipos encantados de haberse conocido y ser tan estupendos. El video de Obama, en cambio, lo tuve que colgar en la bitácora, lo he enviado a todo americano que conozco que está remótamente interesando en política, y la verdad, me emociona un poquito.
A ver, entiendo que hacer un video de campaña basado en un discurso de Zapatero es más difícil. No sé quién escribe sus discursos, pero no es precisamente un poeta. Y aún siendo un orador más que decente, no es Obama. Por añadido, es más difícil ejercer de candidato inspirador mesiánico desde la presidencia del gobierno que siendo un joven senador que llega de ninguna parte. Eso no quiere decir que no se pueda hacer un buen video; simplemente, el concepto creativo que utilicemos tiene que ser radicalmente distinto.
En fin, gracias por el bonito intento, pero no funciona. Lo siento.
A ver. La intención es lo que cuenta, el entusiasmo y el tiempo empleado es encomiable y todos están guapísimos, pero el video es más bien malo, tirando a ligeramente atroz. Me pongo el sombrero de politólogo en esto y sé que estoy hilando fino, pero como anuncio de campaña no vale nada.
Primero, no está mostrando al candidato. La belleza del video de Obama es que el protagonista del video no es el famoseo, sino el político. El video está editado de modo que nadie está en pantalla en solitario demasiado tiempo, y cuando lo están, la voz no es únicamente suya, sino compartida con el candidato. Segundo, y crucial, los artistas no están cantando un texto cualquiera que les gusta mucho a ellos; están recitando y cantando un discurso inspirador del candidato. No es un grupo de gente todo contenta de conocer al presidente y que le dedican una canción de amor; es un grupo de ciudadanos (al ser el video mucho más coral) que comparten emocionados las palabras de un tipo que admiran.
El resultado, no hace falta decirlo, es muy distinto. Acabé de ver el video español por puro masoquismo profesional, pero no creo que le envíe a nadie una copia por lo mucho que me ha gustado; en el fondo parece una reunión de tipos encantados de haberse conocido y ser tan estupendos. El video de Obama, en cambio, lo tuve que colgar en la bitácora, lo he enviado a todo americano que conozco que está remótamente interesando en política, y la verdad, me emociona un poquito.
A ver, entiendo que hacer un video de campaña basado en un discurso de Zapatero es más difícil. No sé quién escribe sus discursos, pero no es precisamente un poeta. Y aún siendo un orador más que decente, no es Obama. Por añadido, es más difícil ejercer de candidato inspirador mesiánico desde la presidencia del gobierno que siendo un joven senador que llega de ninguna parte. Eso no quiere decir que no se pueda hacer un buen video; simplemente, el concepto creativo que utilicemos tiene que ser radicalmente distinto.
En fin, gracias por el bonito intento, pero no funciona. Lo siento.
jueves, febrero 07, 2008
Elecciones Estepaís (II): obviedades y chorradas
Una cuantas alegres notas aleatorias de buena mañana:
- El "contrato del inmigrante" de Rajoy es una chorrada electoralista como cualquier otra, especialmente viniendo de un partido presuntamente amigo de la libertad. Un contrato que obliga individuos a hacer cosas. Bien.
- Lo más ridículo, sin embargo, es que todo lo que está en el contrato es o bien chorradas de sentido común (aprender el idioma y buscar trabajo. En serio, ¿el inmigrante va a vivir del aire?) o bien cosas que ya están el los libros (cumplir la ley y respetar a los otros. Los españoles no lo hacen, ¿no?).
- Es una táctica electoral obvia, y sí, tiene tufo xenófobo. Está señalando todo un colectivo como elemento "de riesgo" que necesita ser vigilado; una especie de marca escarlata del departamento de precrimen y la oficina de protección de la verdadera esencia hispánica. El PP pretende que en campaña se hable de inmigración en esos términos, usando la misma técnica del espantajo que ha lanzado contra nacionalistas, homosexuales, gnomos de jardín y una larga serie de chorradas.
- Lo más triste es que si ignoramos esta propuesta (que repito, es atizar la obviedad en términos cuestionables) la política de inmigración del PP y del PSOE no son demasiado distintas. Rajoy en el gobierno también regularizó inmigrantes, etcétera. La política de los dos partidos son razonables, el lenguaje del PP no lo es.
- Entrando en la política no obvia, el PP hoy se pone a prometer arbolitos. Si el PSOE promete eso, las risotadas de FLJ y la jauria de adyacente hubieran sido de leyenda. A ver qué medios en ese lado dicen algo ahora.
- Para chorradas, la de ERC y sus absurdas condiciones sobre el túnel del AVE. Alguien les tiene que recordar a esos luditas que directamente por debajo de la Sagrada Familia pasan dos líneas de metro, que no hay ciudad en el mundo que limite sus túneles a 50 Km/h, y que las obras ya están licitándose, así que pueden hacer el pino que el túnel ya está en marcha. Túnel que aprobó CiU y el PP, por cierto, con ese mismo trazado, cuando eran alguien y mandaban. Después se quejan que el AVE va tarde.
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