miércoles, octubre 12, 2005

Contra de la limitación de mandatos

Entre todas las malas ideas que se aplican demasiado a menudo, la limitación de mandatos es una de las menos inteligentes. En democracia, o al menos en la democracia tal como la conocemos, hay dos mecanismos para asegurar que los políticos hacen lo que queremos que hagan. Uno, que nos expliquen qué pretenden hacer durante las campañas electorales, y nosotros decidamos votarles o no en función de lo que nos gusta y lo creíble de suenen. El segundo, y más importante, es que al cabo de unos años el elegido va a volver a pasar por las urnas, y tiene que convencernos que vale la pena votarlo de nuevo.

La limitación de mandatos rompe esta cadena. Cualquier político en su último mandato vive alegremente instalado en eso que será juzgado por Dios y por la Historia, nadie más que ellos. Si tiene ideas raras, aires de grandeza, o sencillamente le importa un rábano la opinión pública, se dedicará a hacer lo que le plazca, sin que eso tenga demasiada relación con lo que había prometido. En otras palabras, deja de ser electoralista, en el peor de los casos, dejando de tener en cuenta a los votantes. Mala cosa, en especial cuando uno puede dejar el país endeudado a morirse, nominar jueces vitalicios, meter al país en guerras, o alguna burrada semejante, y no tiene que pagar el pato porque se larga.

Más allá de eso, la limitación de mandatos también es muchas veces una manera absurda de malgastar talento. Si un político es bueno, o joven y aún bien amado, o ambas cosas a la vez, y está haciendo un buen trabajo, ¿por qué debería irse?. Bill Clinton podría haber ganado un tercer mandato de calle en el año 2000, cuando deja la presidencia con un 65% de popularidad (la mayor nunca registrada en un presidente saliente en 70 años de encuestas), tras demostrar ser un gran gestor. ¿Por qué desperdiciarlo?. Ahora mismo Estados Unidos tiene posiblemente el mayor talento político ambulante del planeta perdiendo el tiempo, mientras tienen... bueno, a lo que tienen de presidente.

Limitar mandatos es sólo una buena idea en sistemas donde la reelección es demasiado fácil (congreso de Estados Unidos, con más de un 95% de reelecciones) o en cargos nombrados, no electivos (constitucional, TVE), no en otras cosas. Si no, es aplicar una idea poética, pero mala, a un sistema que no lo necesita.

4 comentarios:

Anónimo dijo...
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Chriswab dijo...
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Unknown dijo...

Totalmente de acuerdo. Es que a veces, partimos desde un punto de vista ( desde la política) contrario a la política, cuando hay buenos políticos. Y el debate sobre la profesionalización de la política, yo opino...¿ y por qué no?

Excelente post.

Anónimo dijo...

pues a mi me gusta la limitacion.
Es una garantia para quien no le ha votada que al menos solo tendra que tragarselo 8 años. (consecutivos)
Y ademas aunque no se vuelva a presentar su partido si y puede ser castigado.
Ademas que un presidente este 20 años seguidos o mas aunque lo quiera el pueblo se parece mas a lo que es fidel castro que tb lo quiere el pueblo.
Por otro lado en ultimo mandato puede tomar desiciones que no son queridas por el votante pero que son necesarias.
Claro si todo esto lo aplicas a Bush , el primer mandato tb fue desastroso y lo re-eligieron quizas si volviera a presentar volveria a ganar.