Isidoro señala, y con mucha razón, que entre tanto jolgorio estatutario se nos ha pasado a todo el mundo el nuevo proyecto de ley de universidades.
A falta de leerla en profundidad, adelantar que por mucho que los rectores se manifestaran contra el PP, si apoyan esta ley será mala señal. La universidad en España, con muy contadas excepciones, no funciona. No hace falta que insista en que los beneficios de una buena universidad van mucho más allá de los estríctamente académicos; la investigación genera toda una serie de economías de escala externas que favorecen, y mucho, a la economía de la región donde están situadas.
En fin, a la espera de ver cómo acaba concretándose, esperemos que la cosa mejore, y no sólo en regulación (que es cierto que hay demasiada), sino también en dinero.
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