miércoles, octubre 08, 2008
Abofeteando a los mercados (II)
Algunas respuestas a los comentarios del post anterior:
Depositos bancarios
Los depositos están seguros. No hay peligro real de quiebras bancarias masivas en España, en parte porque los bancos están bien, en parte porque Zapatero no es idiota. En el caso en que un banco se fuera al garete el gobierno lo nacionalizaría y punto.
Los bancos no quiebran. Si algo se aprendió en el 29 es que no se les deja quebrar. El estado expropiará y arruinará accionistas, pero los depositos están seguros.
Solidez de la banca española
Este es uno de los motivos sobre por qué esta crisis es tan insidiosa. Los bancos españoles son perfectamente solventes de por sí, y no deberían tener problemas en condiciones normales. El problema es que no vivimos en condiciones normales.
No es que el interbancario funcione mal. Sencillamente, está total y absolutamente muerto. No hay nada. Zilch. Cero. Los bancos españoles pueden vivir en tiempos de crisis, siempre que el sistema financiero internacional no esté completamente muerto. El problema es que lo está. No hay crédito para nadie, no importa lo sano que esté.
Un ejemplo: gobiernos estatales. California, un estado que él solito es la octava economía del planeta, intentó vender bonos la semana pasada; 12.000 millones de ellos. Es como operan normalmente los gobiernos en todas partes, deuda a corto plazo hasta que llega la siguiente remesa de impuestos.
Bueno, no vendió ni uno. Si California, que tiene una de las mejores bases fiscales del mundo, no puede emitir deuda, imagina un banco español, por muy sano y bien regulado que esté.
Sí, los bancos son sólidos... si los miramos desde el prisma de una crisis normal. Estamos hablando de un desastre absoluto, sin embargo. Es como pedirle a Michael Phelps que cruce un río de lava nadando.
¿Dónde va el dinero?
La gran ironía de todo esto es que los mercados, ahora mismo, sólo se atreven a prestar dinero sin sudores fríos a un actor: los estados. Al tipo de interés que sea; los bonos americanos a corto plazo tienen de hecho interés cero (negativo en términos reales) estos días.
Hay tanto miedo que los prestamistas están dispuestos a perder dinero a patadas sólo para sacarse la pasta de encima. No tienen miedo ni del excesivo endeutamiento de los gobiernos o que les paguen a base de imprimir moneda e inflación. El ataque de pánico está a esos niveles.
Sonará mal, pero yo si fuera gobernante casi que sacaría la tarjeta de crédito y a vivir, oiga.
Depositos bancarios
Los depositos están seguros. No hay peligro real de quiebras bancarias masivas en España, en parte porque los bancos están bien, en parte porque Zapatero no es idiota. En el caso en que un banco se fuera al garete el gobierno lo nacionalizaría y punto.
Los bancos no quiebran. Si algo se aprendió en el 29 es que no se les deja quebrar. El estado expropiará y arruinará accionistas, pero los depositos están seguros.
Solidez de la banca española
Este es uno de los motivos sobre por qué esta crisis es tan insidiosa. Los bancos españoles son perfectamente solventes de por sí, y no deberían tener problemas en condiciones normales. El problema es que no vivimos en condiciones normales.
No es que el interbancario funcione mal. Sencillamente, está total y absolutamente muerto. No hay nada. Zilch. Cero. Los bancos españoles pueden vivir en tiempos de crisis, siempre que el sistema financiero internacional no esté completamente muerto. El problema es que lo está. No hay crédito para nadie, no importa lo sano que esté.
Un ejemplo: gobiernos estatales. California, un estado que él solito es la octava economía del planeta, intentó vender bonos la semana pasada; 12.000 millones de ellos. Es como operan normalmente los gobiernos en todas partes, deuda a corto plazo hasta que llega la siguiente remesa de impuestos.
Bueno, no vendió ni uno. Si California, que tiene una de las mejores bases fiscales del mundo, no puede emitir deuda, imagina un banco español, por muy sano y bien regulado que esté.
Sí, los bancos son sólidos... si los miramos desde el prisma de una crisis normal. Estamos hablando de un desastre absoluto, sin embargo. Es como pedirle a Michael Phelps que cruce un río de lava nadando.
¿Dónde va el dinero?
La gran ironía de todo esto es que los mercados, ahora mismo, sólo se atreven a prestar dinero sin sudores fríos a un actor: los estados. Al tipo de interés que sea; los bonos americanos a corto plazo tienen de hecho interés cero (negativo en términos reales) estos días.
Hay tanto miedo que los prestamistas están dispuestos a perder dinero a patadas sólo para sacarse la pasta de encima. No tienen miedo ni del excesivo endeutamiento de los gobiernos o que les paguen a base de imprimir moneda e inflación. El ataque de pánico está a esos niveles.
Sonará mal, pero yo si fuera gobernante casi que sacaría la tarjeta de crédito y a vivir, oiga.
Abofeteando a los mercados (I)
La imagen mental que tengo estos días es la de los gobiernos de Europa y Estados Unidos sentados al lado de un paciente que ha perdido el conocimiento y está dejando de respirar, tratando de resucitarlo a base de darle bofetones, masajes cardiacos y tirarle cubos de agua fría en la cara a ver si reacciona. El paciente es el sistema financiero global, especialmente el mercado de crédito, y los "remedios" van desde planes de rescate a recortes de los tipos de interés, un poco a la desesperada.
En Estados Unidos la reacción ha sido especialmente preocupante. El gobierno federal está actuando en la más pura tradición de la administración Bush; confundido, torpe, con aire dramático y tratando de arreglar el problema equivocado. Sólo la Reserva Federal parece saber qué está haciendo, pero sin su hermano mayor político no puede llegar demasiado lejos. Los europeos mientras tanto están de acuerdo sobre quién es el culpable (Estados Unidos) y tienen una idea esencialmente correcta sobre qué está pasando, pero siguen discutiendo acaloradamente cómo curar al paciente y probando soluciones cuando nadie les mira. Japón parece estar admirando la belleza del colapso con espíritu zen.
De momento el órdago de posibles soluciones es difícil de seguir; miraré de comentar un poco caso por caso.
1. Nacionalización parcial en Inglaterra: es algo parecido a lo que muchos economistas americanos proponían para el plan de rescate en Estados Unidos; la diferencia es que un Primer Ministro puede aprobar estas cosas de forma rápida y eficiente. Me parece una buena idea: los bancos consiguen más capital gracias a la inversión del estado, y los contribuyentes a medio plazo recuperarán el dinero, ya que son de hecho accionistas. El estado puede "tapar" con su inversión las hipotecas malas, recuperando la confianza del mercado en esas entidades. El problema es que es una solución con cierto riesgo (como cualquier inversión) y puede ser difícil de gestionar; el estado no es el mejor de los banqueros. Hecho bien, sin embargo, es una muy buena idea.
2. Compra de activos de calidad en España: según cuentan las crónicas, el sistema bancario español no tiene un problema demasiado grave en cuanto a activos basura en sus cuentas; el gran problema es la falta de liquidez en los mercados. Están sanos, pero nadie da crédito a nadie en ningún sitio, así que no pueden sacar dinero con facilidad, y operan entre chirridos, como si les faltara aceite. Si esta explicación es cierta, la idea del gobierno español es en teoría correcta; el gobierno invierte en activos de los bancos a cambio de dar esa liquidez. A medio plazo esas inversiones se recuperarán bien. Parece una buena idea.
3. Bajada de tipos: porque los mercados están llenos de frikis bipolares. En teoría no son el origen del problema, pero las bolsas tienen el automatismo de subir cuando bajan los tipos. Reducirá el pánico y hará el trabajo de los gobiernos algo más fácil, ya que tendrán que trabajar un poco menos para desatascar el crédito, pero no es un gesto demasiado significativo, más allá de su fuerza simbólica para paranoicos.
El plan de Estados Unidos es bastante torpe y chapucero, y requiere más discusión. Lo explico mejor luego. Por desgracia, tiene el pequeño problema que si no funciona bien puede hacer todo lo visto arriba totalmente inútil. La protección de los depositos es buena idea, pero un poco marginal; hablaré más luego.
En Estados Unidos la reacción ha sido especialmente preocupante. El gobierno federal está actuando en la más pura tradición de la administración Bush; confundido, torpe, con aire dramático y tratando de arreglar el problema equivocado. Sólo la Reserva Federal parece saber qué está haciendo, pero sin su hermano mayor político no puede llegar demasiado lejos. Los europeos mientras tanto están de acuerdo sobre quién es el culpable (Estados Unidos) y tienen una idea esencialmente correcta sobre qué está pasando, pero siguen discutiendo acaloradamente cómo curar al paciente y probando soluciones cuando nadie les mira. Japón parece estar admirando la belleza del colapso con espíritu zen.
De momento el órdago de posibles soluciones es difícil de seguir; miraré de comentar un poco caso por caso.
1. Nacionalización parcial en Inglaterra: es algo parecido a lo que muchos economistas americanos proponían para el plan de rescate en Estados Unidos; la diferencia es que un Primer Ministro puede aprobar estas cosas de forma rápida y eficiente. Me parece una buena idea: los bancos consiguen más capital gracias a la inversión del estado, y los contribuyentes a medio plazo recuperarán el dinero, ya que son de hecho accionistas. El estado puede "tapar" con su inversión las hipotecas malas, recuperando la confianza del mercado en esas entidades. El problema es que es una solución con cierto riesgo (como cualquier inversión) y puede ser difícil de gestionar; el estado no es el mejor de los banqueros. Hecho bien, sin embargo, es una muy buena idea.
2. Compra de activos de calidad en España: según cuentan las crónicas, el sistema bancario español no tiene un problema demasiado grave en cuanto a activos basura en sus cuentas; el gran problema es la falta de liquidez en los mercados. Están sanos, pero nadie da crédito a nadie en ningún sitio, así que no pueden sacar dinero con facilidad, y operan entre chirridos, como si les faltara aceite. Si esta explicación es cierta, la idea del gobierno español es en teoría correcta; el gobierno invierte en activos de los bancos a cambio de dar esa liquidez. A medio plazo esas inversiones se recuperarán bien. Parece una buena idea.
3. Bajada de tipos: porque los mercados están llenos de frikis bipolares. En teoría no son el origen del problema, pero las bolsas tienen el automatismo de subir cuando bajan los tipos. Reducirá el pánico y hará el trabajo de los gobiernos algo más fácil, ya que tendrán que trabajar un poco menos para desatascar el crédito, pero no es un gesto demasiado significativo, más allá de su fuerza simbólica para paranoicos.
El plan de Estados Unidos es bastante torpe y chapucero, y requiere más discusión. Lo explico mejor luego. Por desgracia, tiene el pequeño problema que si no funciona bien puede hacer todo lo visto arriba totalmente inútil. La protección de los depositos es buena idea, pero un poco marginal; hablaré más luego.
martes, octubre 07, 2008
Otras opiniones sobre la crisis
Estoy muy liado, así que en vez de hablar de la crisis otra vez, me remitiré a las opiniones de otros más sabios hoy. Por un lado, Kantor da un buen resumen de lo sucedido, con el que estoy en general de acuerdo (yo creo que se puede explicar lo sucedido sólo con argumentos neoclásicos, pero su explicación es excelente).
Por otro lado, Michele Bodrin tiene un excelente artículo en El País con otra explicación excelente, en donde señala un tema clave: no son las hipotecas; el problema es la enorme sopa de letras de derivados y cacharros de inversión exóticos que han multiplicado su efecto. Es apalancamiento no sobre poco capital, sino sobre patéticas excusas de colateral utilizando absurdos engendros que no entiende nadie. En serio, leer qué es un CDS (Collateralized Default Swap); calcular el riesgo de estas cosas es una pesadilla.
Por otro lado, Michele Bodrin tiene un excelente artículo en El País con otra explicación excelente, en donde señala un tema clave: no son las hipotecas; el problema es la enorme sopa de letras de derivados y cacharros de inversión exóticos que han multiplicado su efecto. Es apalancamiento no sobre poco capital, sino sobre patéticas excusas de colateral utilizando absurdos engendros que no entiende nadie. En serio, leer qué es un CDS (Collateralized Default Swap); calcular el riesgo de estas cosas es una pesadilla.
domingo, octubre 05, 2008
Negociaciones y rescates
Imaginad la situación siguiente. Tenemos dos personas, Ana y Pepe, que tienen que decidir cómo se reparten $100. El método escogido para decidir qué le corresponde a cada uno es una negociación un poco acelerada: Ana propone un reparto del dinero, y Pepe decide si acepta la propuesta o no. Si Pepe acepta, el dinero es repartido según la propuesta de Ana; si Pepe dice no, ninguno de los dos recibe nada. La pregunta obvia en este caso es: ¿Qué propuesta debe hacer Ana, y qué reación conviene a Pepe?
La respuesta para Pepe es en teoría bastante sencilla: si Ana le está dando algo de dinero, no importa la cantidad, siempre estará mejor diciendo que sí a la propuesta que diciendo que no. Aún cuando Ana le ofrece un cochino dólar, con una respuesta afirmativa está ganando dinero. Ana no es tonta; sabe que basta darle algo a Pepe para mejorar su situación inicial, así que lo racional para ella será proponer $99 a $1, y aprovechar la situación.
Esa es la estrategia más racional, si miramos el problema desde un punto de vista puramente economicista. El problema es que cuando este juego (juego del ultimatum) es puesto a prueba de forma experimental, Ana y Pepe parecen ser un poco menos racionales. En el mundo real la mayoría de Pepes ahí fuera no tienen el más mínimo problema en decir que no a propuestas de 99-1 de forma consistente (sobre un 80% de los casos), y no acostumbran a aceptar ofertas hasta que no reciben ofertas más o menos justas (un 20% o más) en el reparto. Parece que al tomar decisiones económicas, la mayoría de gente no sólo se centra en motivos puramente racionales, sino que exigen también un cierto nivel de justicia en la toma de decisiones.
Repasando la accidentada aprobación del plan de rescate financiero esta semana, una de las cosas que más me ha sorprendido es la torpeza de la administración al vender la idea, ignorando las lecciones de este pequeño juego. El plan era necesario, pero Paulson nunca se paró a explicar por qué el rescate financiero iba más allá de ser un regalo de 700.000 millones a Wall Street; el reparto no era en ningún caso 99-1 respecto al resto de la economía, pero el plan presentado no incluía garantías explícitas que hablaran de un reparto más justo. El resultado fue un plan tremendamente impopular, que se estrelló con poco ceremonia en un Congreso escéptico.
El plan finalmente ha pasado, con el añadido de toneladas de regalos fiscales y medidas más o menos populistas. Lo que parece obvio, sin embargo, es que los políticos americanos no pueden pretender ya que cualquier "regalo" o programa que favorezca a los ricos, dándo por sentado que los votantes están dispuestos a aceptar repartos injustos. La economía va mal, y los votantes se están tomando esto en serio. Quizás Estados Unidos está cambiando realmente.
La respuesta para Pepe es en teoría bastante sencilla: si Ana le está dando algo de dinero, no importa la cantidad, siempre estará mejor diciendo que sí a la propuesta que diciendo que no. Aún cuando Ana le ofrece un cochino dólar, con una respuesta afirmativa está ganando dinero. Ana no es tonta; sabe que basta darle algo a Pepe para mejorar su situación inicial, así que lo racional para ella será proponer $99 a $1, y aprovechar la situación.
Esa es la estrategia más racional, si miramos el problema desde un punto de vista puramente economicista. El problema es que cuando este juego (juego del ultimatum) es puesto a prueba de forma experimental, Ana y Pepe parecen ser un poco menos racionales. En el mundo real la mayoría de Pepes ahí fuera no tienen el más mínimo problema en decir que no a propuestas de 99-1 de forma consistente (sobre un 80% de los casos), y no acostumbran a aceptar ofertas hasta que no reciben ofertas más o menos justas (un 20% o más) en el reparto. Parece que al tomar decisiones económicas, la mayoría de gente no sólo se centra en motivos puramente racionales, sino que exigen también un cierto nivel de justicia en la toma de decisiones.
Repasando la accidentada aprobación del plan de rescate financiero esta semana, una de las cosas que más me ha sorprendido es la torpeza de la administración al vender la idea, ignorando las lecciones de este pequeño juego. El plan era necesario, pero Paulson nunca se paró a explicar por qué el rescate financiero iba más allá de ser un regalo de 700.000 millones a Wall Street; el reparto no era en ningún caso 99-1 respecto al resto de la economía, pero el plan presentado no incluía garantías explícitas que hablaran de un reparto más justo. El resultado fue un plan tremendamente impopular, que se estrelló con poco ceremonia en un Congreso escéptico.
El plan finalmente ha pasado, con el añadido de toneladas de regalos fiscales y medidas más o menos populistas. Lo que parece obvio, sin embargo, es que los políticos americanos no pueden pretender ya que cualquier "regalo" o programa que favorezca a los ricos, dándo por sentado que los votantes están dispuestos a aceptar repartos injustos. La economía va mal, y los votantes se están tomando esto en serio. Quizás Estados Unidos está cambiando realmente.
viernes, octubre 03, 2008
Debate vicepresidencial
Lo cubro en Barras y Estrellas. La previa del debate, aquí. Mi triunfante repetición de lo obvio, dándome la razón sobre el tema, aquí.
Por cierto: las encuestas dan ganador a Biden.
Por cierto: las encuestas dan ganador a Biden.
jueves, octubre 02, 2008
Desde el principio: la crisis para niños
Hablo mucho de la crisis. Estos días, sin embargo, me parece que no estoy dando sin embargo una idea demasiado clara sobre por qué el rescate es necesario; así que me he planteado escribir un explicación más o menos sencilla sobre cómo justificar por qué esos 700.000 millones de dólares no son una tontería absurda. Dicho en otras palabras, cómo un político americano debería vender la idea del rescate financiero; no es demasiado preciso, pero creo que en general es correcto.
Las noticias estas últimas semanas no son buenas; la crisis financiera sobre la que hablan los medios es bien real y cierta. Aún así, si uno mira a su alrededor, pregunta a sus vecinos, la mayoría le dirán que sí, las cosas no andan tan bien como deberían, pero la verdad, hace tiempo que esto es así; todos esos banqueros tienen poco que ver. Lo realmente frustrante es que los políticos sólo se hayan vuelto locos buscando (y no encontrando) soluciones cuando son los genios de las finanzas los que están en problemas, y no antes.
El enfado es hasta cierto punto natural: el Congreso ha sido un avispero mal avenido estas últimas semanas, trabajando como locos para salvar bancos. Parece que si no tienes dinero, nadie te ayuda. Sin embargo, mal que nos pese, este plan de rescate financiero es necesario, o las cosas irán aún peor.
Los bancos son entidades básicamente antipáticas. Su trabajo consiste básicamente recoger dinero en una ventanilla, prometiendo guardar nuestros ahorros a cambio de un pequeño interés, mientras prestan ese mismo dinero en otra, cobrando un interés un poco mayor. De hecho, un banco no tiene demasiado dinero; es un intermediario entre los que tienen más ahorros que gastos y los que tienen más gastos que ahorros.
Los bancos prestan dinero a mucha gente, para muchas cosas: hipotecas cuando una compra una casa, préstamos para quien tiene un negocio, incluso dinero a otros bancos que necesitan más dinero del que tienen a mano para dar préstamos. Por una serie de problemas que no vienen al caso (derivados de esas dichosas hipotecas subprime) estos días hay bastantes bancos que tienen muchos préstamos malos, prestando dinero que no será devuelto.
Eso en principio no parece que sea un problema; el banco ganará menos dinero y listos. La cuestión es, muchas veces los bancos necesitan dinero constantemente; sus clientes recogen ahorros, tienen que conceder créditos, y pagar a sus empleados, así que muchas veces piden créditos a otros bancos. En condiciones normales, esto no es demasiado difícil, pero estos días todo el mundo anda un poco asustado ¿Cómo sé que este banco que me está pidiendo un préstamo no es uno de los que tiene pérdidas? ¿Y si resulta que no me devuelve el préstamo? Mejor andar sobre seguro, y pedir un interés mayor para compensarme por ese riesgo que estoy tomando.
Ahora imaginemos esto, pero en el mercado en general. Nadie sabe realmente qué bancos son “sanos” y cuáles no lo son. La reacción natural de los prestamistas es ir con muchísimo cuidado, y no prestar dinero a nadie, a no ser que paguen un interés alto. Los bancos tienen problemas para funcionar, ya que no pueden conseguir capital rápidamente; como resultado, todo dinero que prestan es precioso, y sí, cobran intereses altos. El resultado es una situación en que nadie deja dinero a nadie, y si uno quiere un crédito para montar un negocio, comprar una casa o cambiarse el coche, es muy, muy difícil conseguir dinero.
Esto se ve en situaciones muy concretas, a todos los niveles. Es más difícil comprarse una casa. El estado tiene problemas emitiendo deuda; Connecticut hace unos días no pudo conseguir que nadie le prestara dinero. No hace falta decirlo que este problema de los bancos tiene un efecto claro, fuerte y muy doloroso en mucha gente que no tiene nada que ver con el sector financiero, y hace un daño económico enorme. Las casas no se venden, los buenos negocios no pueden conseguir dinero. La crisis de vuelve peor.
¿Es el rescate necesario? Sí, lo es. La situación así lo exige. Es triste que paguen justos por pecadores, y que los excesos de los bancos tengan que ser pagados con los impuestos de todos, pero la alternativa es mucho peor. La hora de pasar cuentas vendrá después, pero ahora es necesario arreglar el problema.
Las noticias estas últimas semanas no son buenas; la crisis financiera sobre la que hablan los medios es bien real y cierta. Aún así, si uno mira a su alrededor, pregunta a sus vecinos, la mayoría le dirán que sí, las cosas no andan tan bien como deberían, pero la verdad, hace tiempo que esto es así; todos esos banqueros tienen poco que ver. Lo realmente frustrante es que los políticos sólo se hayan vuelto locos buscando (y no encontrando) soluciones cuando son los genios de las finanzas los que están en problemas, y no antes.
El enfado es hasta cierto punto natural: el Congreso ha sido un avispero mal avenido estas últimas semanas, trabajando como locos para salvar bancos. Parece que si no tienes dinero, nadie te ayuda. Sin embargo, mal que nos pese, este plan de rescate financiero es necesario, o las cosas irán aún peor.
Los bancos son entidades básicamente antipáticas. Su trabajo consiste básicamente recoger dinero en una ventanilla, prometiendo guardar nuestros ahorros a cambio de un pequeño interés, mientras prestan ese mismo dinero en otra, cobrando un interés un poco mayor. De hecho, un banco no tiene demasiado dinero; es un intermediario entre los que tienen más ahorros que gastos y los que tienen más gastos que ahorros.
Los bancos prestan dinero a mucha gente, para muchas cosas: hipotecas cuando una compra una casa, préstamos para quien tiene un negocio, incluso dinero a otros bancos que necesitan más dinero del que tienen a mano para dar préstamos. Por una serie de problemas que no vienen al caso (derivados de esas dichosas hipotecas subprime) estos días hay bastantes bancos que tienen muchos préstamos malos, prestando dinero que no será devuelto.
Eso en principio no parece que sea un problema; el banco ganará menos dinero y listos. La cuestión es, muchas veces los bancos necesitan dinero constantemente; sus clientes recogen ahorros, tienen que conceder créditos, y pagar a sus empleados, así que muchas veces piden créditos a otros bancos. En condiciones normales, esto no es demasiado difícil, pero estos días todo el mundo anda un poco asustado ¿Cómo sé que este banco que me está pidiendo un préstamo no es uno de los que tiene pérdidas? ¿Y si resulta que no me devuelve el préstamo? Mejor andar sobre seguro, y pedir un interés mayor para compensarme por ese riesgo que estoy tomando.
Ahora imaginemos esto, pero en el mercado en general. Nadie sabe realmente qué bancos son “sanos” y cuáles no lo son. La reacción natural de los prestamistas es ir con muchísimo cuidado, y no prestar dinero a nadie, a no ser que paguen un interés alto. Los bancos tienen problemas para funcionar, ya que no pueden conseguir capital rápidamente; como resultado, todo dinero que prestan es precioso, y sí, cobran intereses altos. El resultado es una situación en que nadie deja dinero a nadie, y si uno quiere un crédito para montar un negocio, comprar una casa o cambiarse el coche, es muy, muy difícil conseguir dinero.
Esto se ve en situaciones muy concretas, a todos los niveles. Es más difícil comprarse una casa. El estado tiene problemas emitiendo deuda; Connecticut hace unos días no pudo conseguir que nadie le prestara dinero. No hace falta decirlo que este problema de los bancos tiene un efecto claro, fuerte y muy doloroso en mucha gente que no tiene nada que ver con el sector financiero, y hace un daño económico enorme. Las casas no se venden, los buenos negocios no pueden conseguir dinero. La crisis de vuelve peor.
¿Es el rescate necesario? Sí, lo es. La situación así lo exige. Es triste que paguen justos por pecadores, y que los excesos de los bancos tengan que ser pagados con los impuestos de todos, pero la alternativa es mucho peor. La hora de pasar cuentas vendrá después, pero ahora es necesario arreglar el problema.
miércoles, octubre 01, 2008
Dos detalles sobre la crisis
Dos apuntes sobre la crisis. Primero, ignorad la evolución de la bolsa estos días. La crisis no está afectando los movimientos a corto plazo de estos índices, al menos de momento. El problema real, y lo que debe dar mucho miedo, son los mercados de crédito, e índices como el LIBOR, el tipo de interés de referencia para préstamos interbancarios, o el TED spread, la diferencia entre el LIBOR y el retorno de las letras del tesoro americano.
Dicho rápido y sucio, nadie se fía de nadie a la hora de prestar dinero. Si los bancos no se fían te cobran un interés alto; si los bancos se cobran intereses altos unos a otros, pedir créditos es carísimo para todo el mundo. Si el TED es grande, eso significa que nadie se atreve a invertir ni borracho; el "coste" que pedimos para dejarte dinero es enorme, ya que preferimos la seguridad de la deuda pública al riesgo que no nos devuelvas el crédito.
Hoy estos índices están fuera de la escala; en posición de pánico histérico horrendo. No hay liquidez. La crisis está aquí.
El segundo, algunos conservadores americanos (y no americanos) dicen que el origen del problema es esta manía de los demócratas de forzar que todos los bancos den dinero a todo el mundo para que todos tengan casa, se lo puedan permitir o no. Todos esos pobres (y minorías) sin dinero sacaron hipotecas basura y nos han arruinado a todos.
Este argumento es básicamente falaz, estúpido y (por qué negarlo) prácticamente racista. "La culpa es de esos negros e hispanos, que tienen hipotecas de discriminación positiva". Basta mirar los números y ver que de hecho ni Fannie Mae ni Freddie Mac daban hipotecas basura (entre otros muchos datos; leed los enlaces) para ver que es una explicación estúpida.
Dicho rápido y sucio, nadie se fía de nadie a la hora de prestar dinero. Si los bancos no se fían te cobran un interés alto; si los bancos se cobran intereses altos unos a otros, pedir créditos es carísimo para todo el mundo. Si el TED es grande, eso significa que nadie se atreve a invertir ni borracho; el "coste" que pedimos para dejarte dinero es enorme, ya que preferimos la seguridad de la deuda pública al riesgo que no nos devuelvas el crédito.
Hoy estos índices están fuera de la escala; en posición de pánico histérico horrendo. No hay liquidez. La crisis está aquí.
El segundo, algunos conservadores americanos (y no americanos) dicen que el origen del problema es esta manía de los demócratas de forzar que todos los bancos den dinero a todo el mundo para que todos tengan casa, se lo puedan permitir o no. Todos esos pobres (y minorías) sin dinero sacaron hipotecas basura y nos han arruinado a todos.
Este argumento es básicamente falaz, estúpido y (por qué negarlo) prácticamente racista. "La culpa es de esos negros e hispanos, que tienen hipotecas de discriminación positiva". Basta mirar los números y ver que de hecho ni Fannie Mae ni Freddie Mac daban hipotecas basura (entre otros muchos datos; leed los enlaces) para ver que es una explicación estúpida.
martes, septiembre 30, 2008
¿Y ahora qué?
En vista del fracaso del plan de rescate hoy, toca sentarse a esperar a ver qué pasa... y rezar porque Nouriel Roubini, que tiene la irritante manía de tener razón, esté equivocado esta vez.
Si acierta de nuevo, basta con decir que Roubini es como un dementor disfrazado de economista; el tipo absorbe toda la felicidad, alegría y buenos pensamientos del mundo y los arrastra un lugar frío, oscuro y muy, muy, muy doloroso.
Con suerte, y si los políticos no hacen nada de provecho, tendremos una recesión de las buenas. Sin suerte, la cosa dolerá aún más. El plan de rescate puede que no funcionara, de acuerdo. Ahora veremos cómo funciona una economía cuando uno destruye los mercados de crédito.
Mañana es ese día en que los mercados realmente salen al exterior y descubren que están en un sitio extraño, desconocido, al que ningún político se ha atrevido a llevar su economía jamás. Veremos si los temores de los expertos eran ciertos o no; no sé si será un desastre a cámara lenta, un trompazo en toda regla, o no sucederá nada. A saber.
Si acierta de nuevo, basta con decir que Roubini es como un dementor disfrazado de economista; el tipo absorbe toda la felicidad, alegría y buenos pensamientos del mundo y los arrastra un lugar frío, oscuro y muy, muy, muy doloroso.
Con suerte, y si los políticos no hacen nada de provecho, tendremos una recesión de las buenas. Sin suerte, la cosa dolerá aún más. El plan de rescate puede que no funcionara, de acuerdo. Ahora veremos cómo funciona una economía cuando uno destruye los mercados de crédito.
Mañana es ese día en que los mercados realmente salen al exterior y descubren que están en un sitio extraño, desconocido, al que ningún político se ha atrevido a llevar su economía jamás. Veremos si los temores de los expertos eran ciertos o no; no sé si será un desastre a cámara lenta, un trompazo en toda regla, o no sucederá nada. A saber.
Noticias de un desastre político
Si queréis una buena explicación sobre el por qué ha fracasado el plan de rescate hoy en el Congreso, hablo de ello en Barras y Estrellas en detalle.
Tras diez días de negociaciones frenéticas, gestos grandilocuentes e muchísima confusión, la Cámara de Representantes votaba hoy el plan de rescate financiero pactado entre demócratas, republicanos y la Casa Blanca. El plan de por sí no era demasiado malo, aunque tenía sus problemas; como parche urgente pre-electoral para evitar que el sistema financiero se hundiera antes de las elecciones era relativamente aceptable. Todo parecía atado y bien atado; todas las partes están de acuerdo, tenemos un programa, es hora de llevarlo a la práctica.
El problema, claro está, es que el plan era una mierda. La cámara de representantes ha votado en contra, llevando los mercados financieros en todo el mundo a un ataque de pánico histérico incontrolable.
lunes, septiembre 29, 2008
Tenemos rescate (...err... no)
Tras algo que habrá parecido una eternidad a más de uno, pero que de hecho es lo más parecido a una negociación relámpago nunca visto en el Congreso americano, finalmente tenemos un plan de rescate financiero. La factura es aún difícil de decir, pero parece que estará en los 700.000 millones, a pagar en cómodos plazos empezando con una entrada de 350.000 milloncejos.
Primero de todo, enlazo el plan, para el masoquista que tenga ganas de leerlo entero. Es excitante y divertido. Los demócratas han hecho pasar por el aro a la administración algo serio; recordad que el primer borrador presentado por Paulson ocupaba tres páginas escasas. Es un plan complejo, no especialmente elegante; aún con los numerosos cambios y añadidos, es un poco un frankenrescate, una mezcla de varias piezas y principios rectores en el que la mano de Paulson, Dodd, Frank e incluso congresistas republicanos montañeses están presentes.
Como toda ley de este tamaño (y creedme, es un plan gigantesco; mirad este gráfico de costes), uno tiene que hacerse dos preguntas. Primero, y más importante, si es una buena ley. Segundo, y algo menos significativo, quién sacará réditos políticos de todo esto. Los medios americanos van a hablar básicamente de lo segundo (los economistas les dan miedo) así que supongo que tendré que responder más la primera.
La verdad, no me atrevo a decir con total seguridad si es un buen o mal plan. Marc Vidal cree que es un parche para retrasar lo inevitable, básicamente un arreglo insuficiente, y puede que tenga algo de razón. La verdad, si sólo consigue hacer eso, ya me parece un buen plan. Las elecciones son dentro de 37 días; sea quien sea el presidente (y la verdad, el ganador empieza a perfilarse bien) tendrá un margen de maniobra mucho mayor. Paulson no deja de ser un hombre de Bush; es un tipo inteligente que no ha cometido demasiados errores graves, pero hay algunas líneas que no cruzará nunca. Si lo que necesita el sistema financiero es algo mucho más radical y ambicioso, como la nacionalización que sugiere Brad DeLong (o Roubini, que ha acertado más que nadie estos últimos meses), es necesario tener otro inquilino en la Casa Blanca.
Aún así, soy de la opinión que el plan de rescate sin ser bueno es relativamente aceptable. Como dice Krugman, da tres herramientas al Departamento del Tesoro: una irrelevante (el plan de seguros que tanto excita a los republicanos), una probablemente equivocada (comprar deuda mala sin más) y una relativamente aceptable (comprar acciones cuando se compra mala deuda). Aunque no es el mejor de los diseños posibles y seguramente había formas menos arriesgadas y más baratas de arreglar el desaguisado, el engendro tiene una probabilidad aceptable de funcionar. Roubini está en lo cierto que el plan tiene bastante de "estado del bienestar para banqueros", pero con esta Casa Blanca no se puede pedir demasiado más; al menos la puerta está abierta para que el sucesor de Paulson pueda nacionalizar alegremente si eso es lo que realmente hace falta.
Lo que es bastante obvio es que esto no se ha acabado. Suceda lo que suceda (y la verdad, el sistema financiero se puede ir a la mierda mañana igual perfectamente; Wall Street está lleno de bipolares egocéntricos en ataque de histeria) el pobre diablo que llegue a la Casa Blanca en enero tendrá muchísimo trabajo pendiente. El nuevo Secretario del Tesoro tendrá la poca envidiable tarea de gobernar un país los problemas fiscales de Brasil (en un mal día) y lleno de tipos alérgicos a las subidas de impuestos (que son, por cierto, bastante bajos), y eso si todo sale bien. Buena suerte.
Sobre ganadores y perdedores políticos... difícil decirlo. Depende en gran parte de cómo sale la votación mañana, y lo cínicos que sean los republicanos hablando del rescate si deciden votar en contra. Hablaré más de eso mañana en Barras y Estrellas, si tengo tiempo.
Para cerrar, echadle un vistazo al estupendo resumen de la crisis y sus orígenes que Barry Ritholz publicaba hoy en Barron´s. Nada que no sea conocido, pero es tristemente cierto. La culpa es de todos, no sólo de los bancos.
Primero de todo, enlazo el plan, para el masoquista que tenga ganas de leerlo entero. Es excitante y divertido. Los demócratas han hecho pasar por el aro a la administración algo serio; recordad que el primer borrador presentado por Paulson ocupaba tres páginas escasas. Es un plan complejo, no especialmente elegante; aún con los numerosos cambios y añadidos, es un poco un frankenrescate, una mezcla de varias piezas y principios rectores en el que la mano de Paulson, Dodd, Frank e incluso congresistas republicanos montañeses están presentes.
Como toda ley de este tamaño (y creedme, es un plan gigantesco; mirad este gráfico de costes), uno tiene que hacerse dos preguntas. Primero, y más importante, si es una buena ley. Segundo, y algo menos significativo, quién sacará réditos políticos de todo esto. Los medios americanos van a hablar básicamente de lo segundo (los economistas les dan miedo) así que supongo que tendré que responder más la primera.
La verdad, no me atrevo a decir con total seguridad si es un buen o mal plan. Marc Vidal cree que es un parche para retrasar lo inevitable, básicamente un arreglo insuficiente, y puede que tenga algo de razón. La verdad, si sólo consigue hacer eso, ya me parece un buen plan. Las elecciones son dentro de 37 días; sea quien sea el presidente (y la verdad, el ganador empieza a perfilarse bien) tendrá un margen de maniobra mucho mayor. Paulson no deja de ser un hombre de Bush; es un tipo inteligente que no ha cometido demasiados errores graves, pero hay algunas líneas que no cruzará nunca. Si lo que necesita el sistema financiero es algo mucho más radical y ambicioso, como la nacionalización que sugiere Brad DeLong (o Roubini, que ha acertado más que nadie estos últimos meses), es necesario tener otro inquilino en la Casa Blanca.
Aún así, soy de la opinión que el plan de rescate sin ser bueno es relativamente aceptable. Como dice Krugman, da tres herramientas al Departamento del Tesoro: una irrelevante (el plan de seguros que tanto excita a los republicanos), una probablemente equivocada (comprar deuda mala sin más) y una relativamente aceptable (comprar acciones cuando se compra mala deuda). Aunque no es el mejor de los diseños posibles y seguramente había formas menos arriesgadas y más baratas de arreglar el desaguisado, el engendro tiene una probabilidad aceptable de funcionar. Roubini está en lo cierto que el plan tiene bastante de "estado del bienestar para banqueros", pero con esta Casa Blanca no se puede pedir demasiado más; al menos la puerta está abierta para que el sucesor de Paulson pueda nacionalizar alegremente si eso es lo que realmente hace falta.
Lo que es bastante obvio es que esto no se ha acabado. Suceda lo que suceda (y la verdad, el sistema financiero se puede ir a la mierda mañana igual perfectamente; Wall Street está lleno de bipolares egocéntricos en ataque de histeria) el pobre diablo que llegue a la Casa Blanca en enero tendrá muchísimo trabajo pendiente. El nuevo Secretario del Tesoro tendrá la poca envidiable tarea de gobernar un país los problemas fiscales de Brasil (en un mal día) y lleno de tipos alérgicos a las subidas de impuestos (que son, por cierto, bastante bajos), y eso si todo sale bien. Buena suerte.
Sobre ganadores y perdedores políticos... difícil decirlo. Depende en gran parte de cómo sale la votación mañana, y lo cínicos que sean los republicanos hablando del rescate si deciden votar en contra. Hablaré más de eso mañana en Barras y Estrellas, si tengo tiempo.
Para cerrar, echadle un vistazo al estupendo resumen de la crisis y sus orígenes que Barry Ritholz publicaba hoy en Barron´s. Nada que no sea conocido, pero es tristemente cierto. La culpa es de todos, no sólo de los bancos.
Actualización: el voto fracasa en el Congreso. Agarraos que vienen curvas.
domingo, septiembre 28, 2008
Para opiniones sobre el debate...
Os remito a Barras y Estrellas:
Empezaré con algo bastante obvio: los debates tienen mucho de test de Roscharch. Dicho en otras palabras, cada espectador tiende a ver en la discusión aquello que refuerza sus percepciones. Un demócrata verá a Obama como el candidato que ha “ganado” la discusión, un republicano dirá que es McCain. Si yo digo que me parece que Obama ha ganado este debate, el lector avispado debe ser consciente que no soy siempre imparcial.
viernes, septiembre 26, 2008
Para quien lleva la cuenta...
Estados Unidos bate otro récord, con la quiebra del banco más grande del país hasta el momento: Washington Mutual, entidad que junto el (ya difunto) Countrywide se dedicó más que nadie a llenar el mundo de hipotecas basura, estira la pata.
JP Morgan Chase, como ya hizo con Bear Sterns, se hará cargo del funeral. Seguramente hará una burrada de pasta, otra vez, aprovechándose de la estupidez de otros.
El plan de rescate, por cierto, anda dando tumbos por Washington, a la espera que John McCain se canse de tocar las pelotas al respetable. Como contribuyente del fisco americano, me muero de ganas de jugarme 700.000 millones de dólares con el resto de pringados. Sí, es necesario, blah, blah, blah. Sigue jodiendo pero bien.
JP Morgan Chase, como ya hizo con Bear Sterns, se hará cargo del funeral. Seguramente hará una burrada de pasta, otra vez, aprovechándose de la estupidez de otros.
El plan de rescate, por cierto, anda dando tumbos por Washington, a la espera que John McCain se canse de tocar las pelotas al respetable. Como contribuyente del fisco americano, me muero de ganas de jugarme 700.000 millones de dólares con el resto de pringados. Sí, es necesario, blah, blah, blah. Sigue jodiendo pero bien.
jueves, septiembre 25, 2008
Soluciones -más serias-
Hablando más en serio, me remito a Paul Krugman para hablar sobre qué pinta debería tener el plan de rescate financiero.
La idea de comprar las hipotecas basura si más es como mínimo arriesgada: si el gobierno no paga lo suficiente, los bancos y compañía estarán tragándose unas pérdidas enormes; aún con el rescate, más de uno se irá a la bancarrota igualmente. Si el gobierno paga demasiado, sin embargo, el contribuyente estará dando una burrada de millones a los bancos por papelajos que no valen nada; dicho en plata, pagando oro por mierda en la subvención a los ricos más descarada de la historia. No está nada claro que el gobierno pueda dar con el precio adecuado (y los bancos no tienen ningún incentivo en darlo); de hecho, es perfectamente posible que no exista, ya que toda esa deuda radioactiva es rematadamente difícil de evaluar.
¿Cuál es la alternativa? De hecho, algo que Paulson y Bernanke ya hicieron con AIG: si tienen problemas de liquidez y/o insolvencia, el gobierno federal puede ejercer de caballero blanco y entrar a saco como inversor con capital: a cambio de dar dinero, tiene opción sobre acciones. Las entidades semi-nacionalizadas tienen automáticamente buen crédito gracias a este respaldo, y el gobierno federal recupera la inversión con relativa facilidad: si las cosas salen bien, la entidad puede pagar el prestamo, y si salen mal, se queda con los activos y puede revenderlos.
Este es, por cierto, el plan de Chris Dodd, líder demócrata en el Senado. Parece que poco a poco, es el plan que se está imponiendo. Sí, la presencia de McCain no es realmente demasiado útil.
La idea de comprar las hipotecas basura si más es como mínimo arriesgada: si el gobierno no paga lo suficiente, los bancos y compañía estarán tragándose unas pérdidas enormes; aún con el rescate, más de uno se irá a la bancarrota igualmente. Si el gobierno paga demasiado, sin embargo, el contribuyente estará dando una burrada de millones a los bancos por papelajos que no valen nada; dicho en plata, pagando oro por mierda en la subvención a los ricos más descarada de la historia. No está nada claro que el gobierno pueda dar con el precio adecuado (y los bancos no tienen ningún incentivo en darlo); de hecho, es perfectamente posible que no exista, ya que toda esa deuda radioactiva es rematadamente difícil de evaluar.
¿Cuál es la alternativa? De hecho, algo que Paulson y Bernanke ya hicieron con AIG: si tienen problemas de liquidez y/o insolvencia, el gobierno federal puede ejercer de caballero blanco y entrar a saco como inversor con capital: a cambio de dar dinero, tiene opción sobre acciones. Las entidades semi-nacionalizadas tienen automáticamente buen crédito gracias a este respaldo, y el gobierno federal recupera la inversión con relativa facilidad: si las cosas salen bien, la entidad puede pagar el prestamo, y si salen mal, se queda con los activos y puede revenderlos.
Este es, por cierto, el plan de Chris Dodd, líder demócrata en el Senado. Parece que poco a poco, es el plan que se está imponiendo. Sí, la presencia de McCain no es realmente demasiado útil.
Soluciones a la crisis: el patrón hombre
Los problemas financieros de Estados Unidos tienen su origen en el malvado dinero fiduciario. Los bancos no trabajan con dinero, trabajan con ese oscuro fraude que es el falso dinero de los bancos centrales; el especular con ese papel mojado es el origen de todos los problemas.
Debemos recuperar el dinero fuerte, el dinero con valor, pero no podemos ni debemos ir a arreglos arbitrarios. El oro no es más que un metal, frío, vacio, anticuado. No es más deposito de valor que el dinero actual, un mineral que no tiene más valor que el que nosotros le damos. No, tenemos que volver al dinero real, uno que 100% respaldado por algo que tiene un valor universal: el hombre.
Propongo utilizar el patrón hombre. Cada moneda, cada divisa, estará denominada en relación a seres humanos. El mercado sabrá claramente, sin dudas, cuántos euros vale un europeo, un keniata o un argentino; su moneda estará respaldada por su población. Si un país tiene problemas de balanza de pagos, no perderá reservas de oro o divisas o estas chorradas irrelevantes: deberá enviar ciudadanos de forma forzada al país vecino, para pagar con almas su inutilidad monetaria. Si no quiere exportar gente para compensar su voracidad importadora, siempre le queda ajustar a golpe de deflación; menos moneda en circulación, menos dinero para los súbditos, y a aguantar.
Claro, también puedes devaluar, que bien es sabido que no todos los seres humanos son iguales. Si un país devalúa, todo el mundo sabrá que sus habitantes son unos mierda que no valen nada.
Evidentemente, esto tiene también se aplica al caso contrario: si exportas demasiado, tienes que o importar gente de esos países débiles que no pueden competir contigo, por cutres, o tener un poco de inflación. Aunque si eres presumido, siempre puedes dejar que tu moneda se reevalue, dejando claro que tus habitantes valen más que nadie, y eres obviamente un pueblo superior. Quién sabe, quizás puedas comprar una pila de gente de esos países cutres, que están a precio de saldo. Todo tiene un precio en un mercado perfecto e inmutable.
Nota: post-homenaje a todos aquellos que dicen que el capitalismo apesta. Ya os digo que puede ser peor.
Nota 2: para los que no tienen sentido del humor, esto es una broma. Si queréis análisis más en serio del a crisis, hoy toca en Barras y Estrellas, que hay rollo presidencial complicado.
Debemos recuperar el dinero fuerte, el dinero con valor, pero no podemos ni debemos ir a arreglos arbitrarios. El oro no es más que un metal, frío, vacio, anticuado. No es más deposito de valor que el dinero actual, un mineral que no tiene más valor que el que nosotros le damos. No, tenemos que volver al dinero real, uno que 100% respaldado por algo que tiene un valor universal: el hombre.
Propongo utilizar el patrón hombre. Cada moneda, cada divisa, estará denominada en relación a seres humanos. El mercado sabrá claramente, sin dudas, cuántos euros vale un europeo, un keniata o un argentino; su moneda estará respaldada por su población. Si un país tiene problemas de balanza de pagos, no perderá reservas de oro o divisas o estas chorradas irrelevantes: deberá enviar ciudadanos de forma forzada al país vecino, para pagar con almas su inutilidad monetaria. Si no quiere exportar gente para compensar su voracidad importadora, siempre le queda ajustar a golpe de deflación; menos moneda en circulación, menos dinero para los súbditos, y a aguantar.
Claro, también puedes devaluar, que bien es sabido que no todos los seres humanos son iguales. Si un país devalúa, todo el mundo sabrá que sus habitantes son unos mierda que no valen nada.
Evidentemente, esto tiene también se aplica al caso contrario: si exportas demasiado, tienes que o importar gente de esos países débiles que no pueden competir contigo, por cutres, o tener un poco de inflación. Aunque si eres presumido, siempre puedes dejar que tu moneda se reevalue, dejando claro que tus habitantes valen más que nadie, y eres obviamente un pueblo superior. Quién sabe, quizás puedas comprar una pila de gente de esos países cutres, que están a precio de saldo. Todo tiene un precio en un mercado perfecto e inmutable.
Nota: post-homenaje a todos aquellos que dicen que el capitalismo apesta. Ya os digo que puede ser peor.
Nota 2: para los que no tienen sentido del humor, esto es una broma. Si queréis análisis más en serio del a crisis, hoy toca en Barras y Estrellas, que hay rollo presidencial complicado.
lunes, septiembre 22, 2008
Emergencias
Parece que Paulson y la Casa Blanca están siguiendo una táctica vieja al hablar del plan de rescate financiero y tratar de conseguir que el Congreso lo apruebe: "la situación es muy peligrosa, tenemos que actuar muy, muy rápido, confiad en mí, que sé lo que me hago". Traducido, es algo como decir "Creedme, Wall Street tiene armas de destrucción financiera masiva, y necesito 700.000 millones de dólares para destruirlas".
Parece que esta vez, en contra de lo que comentaba el otro día por aquí, la cosa no va a ser tan sencilla de aprobar. Hoy, sin ir más lejos, tenemos a Krugman (economista de centro-izquierda) y Kristol (neoconservador de referencia) en el NYT poniendo a parir el plan. Cierto, lo hacen por motivos y bajo persepectivas distintas, pero la reacción airada de no pocos comentaristas ha despertado un cierto espíritu de resistencia en la clase política. Parece que finalmente han aprendido que dar un cheque en blanco al ejecutivo (y más a uno con el glorioso historial de Bush) en un plan que es literalmente un boceto es poco recomendable.
La verdad, estamos en una de esas situaciones maravillosas en que los políticos saben que hay un problema, saben quién se benefició más que nadie cuando este emergió, pero nadie tiene una idea cierta de cómo solucionarlo o cómo asegurar que los culpables del problema salgan beneficiados. No hay precedentes, ni manual, ni nada por el estilo; hay buenas explicaciones teóricas, pero los datos concretos sobre el alcance del problema están más que ofuscados.
¿Es arreglar el desaguisado tan urgente que es necesario improvisar ahora antes que sea tarde? ¿Es mejor pararse a pensar sobre cómo arreglarlo? ¿Realmente es sensato dar carta blanca a un ejecutivo al que le quedan tres meses de mandato? ¿Por qué somos tan gafes que este pollo suceda en un año electoral, cuando todo el mundo tiene problemas para actuar de forma sensata?
En fin, la cosa no es nada sencilla. El plan, como lo ha propuesto Paulson, no me sonaba bien el viernes, y por lo que he leído por ahí, parece que no soy el único escéptico; gente mucho más lista que yo tiene serias dudas. Si esto no es sólo una crisis de liquidez (algo que algunos comentaban ya en Agosto del año pasado) y el sistema de hecho tiene problemas de solvencia, no hará absolutamente nada. En vista de los muy limitados efectos que las inyecciones monetarias casi desesperadas de los bancos centrales han tenido en el mercado de crédito, uno diría que debemos temernos lo peor, y tener en mente algo más radical y ambicioso (y potencialmente más rentable): no rescate, sino entrar como accionista en el sistema.
De momento, por cierto, vemos que el sistema financiero pasará a estar más regulado, con los bancos de inversión pasando a ser bancos comerciales. Es el viejo pacto con el diablo de los bancos que siempre menciona Kantor: acepto más regulación y menores beneficios a cambio de más estabilidad y la posibilidad de ser rescatado si tengo problemas. El sistema financiero va a tener que comprar de nuevo el seguro estatal si quiere ser rescatado. Ya era hora.
Parece que esta vez, en contra de lo que comentaba el otro día por aquí, la cosa no va a ser tan sencilla de aprobar. Hoy, sin ir más lejos, tenemos a Krugman (economista de centro-izquierda) y Kristol (neoconservador de referencia) en el NYT poniendo a parir el plan. Cierto, lo hacen por motivos y bajo persepectivas distintas, pero la reacción airada de no pocos comentaristas ha despertado un cierto espíritu de resistencia en la clase política. Parece que finalmente han aprendido que dar un cheque en blanco al ejecutivo (y más a uno con el glorioso historial de Bush) en un plan que es literalmente un boceto es poco recomendable.
La verdad, estamos en una de esas situaciones maravillosas en que los políticos saben que hay un problema, saben quién se benefició más que nadie cuando este emergió, pero nadie tiene una idea cierta de cómo solucionarlo o cómo asegurar que los culpables del problema salgan beneficiados. No hay precedentes, ni manual, ni nada por el estilo; hay buenas explicaciones teóricas, pero los datos concretos sobre el alcance del problema están más que ofuscados.
¿Es arreglar el desaguisado tan urgente que es necesario improvisar ahora antes que sea tarde? ¿Es mejor pararse a pensar sobre cómo arreglarlo? ¿Realmente es sensato dar carta blanca a un ejecutivo al que le quedan tres meses de mandato? ¿Por qué somos tan gafes que este pollo suceda en un año electoral, cuando todo el mundo tiene problemas para actuar de forma sensata?
En fin, la cosa no es nada sencilla. El plan, como lo ha propuesto Paulson, no me sonaba bien el viernes, y por lo que he leído por ahí, parece que no soy el único escéptico; gente mucho más lista que yo tiene serias dudas. Si esto no es sólo una crisis de liquidez (algo que algunos comentaban ya en Agosto del año pasado) y el sistema de hecho tiene problemas de solvencia, no hará absolutamente nada. En vista de los muy limitados efectos que las inyecciones monetarias casi desesperadas de los bancos centrales han tenido en el mercado de crédito, uno diría que debemos temernos lo peor, y tener en mente algo más radical y ambicioso (y potencialmente más rentable): no rescate, sino entrar como accionista en el sistema.
De momento, por cierto, vemos que el sistema financiero pasará a estar más regulado, con los bancos de inversión pasando a ser bancos comerciales. Es el viejo pacto con el diablo de los bancos que siempre menciona Kantor: acepto más regulación y menores beneficios a cambio de más estabilidad y la posibilidad de ser rescatado si tengo problemas. El sistema financiero va a tener que comprar de nuevo el seguro estatal si quiere ser rescatado. Ya era hora.
domingo, septiembre 21, 2008
De democracias y dictadores
Citoyen, que me quiere mal, me pregunta por qué las democracias existen. Es una pregunta que parece tonta, pero no lo es en absoluto; lo cierto es que el hecho que los militares de todo el mundo no anden sacando tanques a la calle cada vez que algo no les gusta es un poco sorprendente.
Con lo que está cayendo estos días en los mercados financieros en Estados Unidos (un vistazo al lado político del asunto aquí) no es que tenga demasiado tiempo, pero intentaré dar una respuesta más o menos coherente. Veamos.
Empezaré por la razón que no funciona en absoluto: nada que tenga que ver con valores morales, cultura política o patriotismo constitucional es una buena explicación. Básicamente le veo dos problemas: por un lado, no explica bien por qué alguien puede preferir una dictadura a una democracia, más allá de decir que "cada uno es cada uno", y segundo, y más importante, no da un mecanismo causal que explique los cambios de régimen. Chile fue una democracia más o menos decente hasta la caida de Allende; ¿sufrieron los militares un cruce de cables? ¿Se volvieron unos blandos años más tarde, cuando Pinochet dejó el poder? Misterios.
Mi explicación es -en principio- un poco más sencilla. Las democracias se sostienen porque es básicamente racional tener una. En política la gente actua de forma básicamente racional, tratando de moldear el mundo a sus preferencias; eso implica que existe una democracia en aquellos lugares en que los militares creen que los costes de mantenerse en el poder por la fuerza dejan de valer la pena.
Reprimir y encarcelar gente es relativamente sencillo, pero no es necesariamente barato. Los militares tienen que perder tiempo y dinero poniendo policías en la calle, las fábricas cierran, hay huelga, la economía se debilita ante la inestabilidad de las protestas... es algo bastante feo, ciertamente. Cuando la presión social pidiendo democracia aumenta demasiado, los beneficios de ser un dictador absoluto (riqueza, poder, mandar mucho) empiezan a perder su especial brillo, especialmente cuando tus subalternos se empiezan a cansar de pegar tiros a civiles y tienen dudas sobre su futuro. Las revoluciones tienden a ejecutar a gente sin demasiadas ceremonias cuando triunfan, más que nada. Si mantener el control deja de valer la pena, los militares tenderán a retirarse.
Esto, obviamente, crea una pregunta de segundo orden: ¿Cuándo una dictadura deja de ser rentable para sus líderes? Para todos los que han vivido en un régimen autoritario, es bastante obvio que no sólo los militares se benefician de la opresión. En la población siempre hay grupos que andan bastante cómodos con los generales al mando, básicamente porque su autoritarismo les permite mantener un determinado arreglo social que les favorece. Los grandes terratenientes no son expropiados. Los jeques con pozos de petróleo pueden disfrutar de toda la riqueza e inversión del estado. La gran industria no tiene que aguantar esos irritantes sindicalistas.
El apoyo no se ve limitado a élites solamente; las clases medias pueden estar encantadas con el sistema. Si el dictador mantiene un sistema fiscal básicamente regresivo, con impuestos sobre la renta bajos e impuestos indirectos altos, además de mecanismos que hacen la movilidad social difícil (los hijos de obrero lo tienen difícil para llegar a la universidad, abrir negocios es caro y requiere enchufes, etcétera), no habrá pocos contables, tenderos y profesionales que estarán básicamente a gusto en una dictadura.
El problema para los dictadores, sin embargo, es que esta clase de arreglos tiene algunos límites. Para empezar, tenemos gente como los banqueros o la industria financiera. Esta gente tiene poco miedo a la democracia, ya que es difícil que les expropien nada; si el frente popular gana las elecciones, ellos se largan con el dinero a las Islas Caimán y listos. Por añadido, son industrias que necesitan un sistema fiscal transparente, ordenado y más o menos justo, aparte de regulaciones ordenadas; las dictaduras, que tienden a ser mucho más corruptas, acostumbran a ser incómodas. Los banqueros no son las únicas industrias o sectores que prefieren sistemas más abiertos, por supuesto: una empresa que se base en trabajo cualificado necesita gente bien preparada y mucha flexibilidad, algo que las dictaduras no ofrecen (de nuevo, la corrupción); amplios sectores de nuevas clases medias preferirán un sistema que genere más movilidad social.
En otras palabras, la economía y la sociedad pueden cambiar, creando condiciones en que los militares tengan problemas para formar una coalición de intereses que apoye una dictadura. Los costes de reprimir, sumados a los costes intrínsecos de mantener un sistema autoritario, son demasiado altos. Si a eso le añadimos que cuanto más moderna es una economía, más difícil es expropiar a los ricos (en un país agrario o minero, estos no se pueden llevar sus juguetes a otra parte; en un país con industria avanzada, lo raro es que tengan la fábrica cerca), la gente que tendrá miedo que los malvados comunistas ganen las elecciones y les quiten todo será más bien poca.
Esto crea, por cierto, un par de paradojas curiosas. Primero, uno no tiene que ser un país realmente avanzadísimo para ser una democracia; basta con que los ricos tengan poco que temer a uno. El ejemplo más obvio serían las repúblicas comerciales de la antigüedad: los mercaderes de la Grecia de Pericles se podían ir con los barcos a otra parte, así que no tenían nada que temer en una democracia. Segundo, si la distribución de la renta es relativamente igualitaria de origen (muchos pequeños terratenientes), es relativamente fácil ser una democracia; nadie tiene miedo de expropiaciones, así que todos pueden aceptar un sistema representativo. Este sería el caso de los viejos sistemas semirepresentativos de las trece colonías americanas, o las proto-democracias escandinavas en la Edad Media.
Resumiendo: la democracia no es un milagro; es básicamente algo que tiene sentido para todos los implicados. Es un sistema básicamente racional, en el lugar y momento adecuados; y sí, eso significa que en no pocos sitios es básicamente insostenible. Irak, por ejemplo.
Con lo que está cayendo estos días en los mercados financieros en Estados Unidos (un vistazo al lado político del asunto aquí) no es que tenga demasiado tiempo, pero intentaré dar una respuesta más o menos coherente. Veamos.
Empezaré por la razón que no funciona en absoluto: nada que tenga que ver con valores morales, cultura política o patriotismo constitucional es una buena explicación. Básicamente le veo dos problemas: por un lado, no explica bien por qué alguien puede preferir una dictadura a una democracia, más allá de decir que "cada uno es cada uno", y segundo, y más importante, no da un mecanismo causal que explique los cambios de régimen. Chile fue una democracia más o menos decente hasta la caida de Allende; ¿sufrieron los militares un cruce de cables? ¿Se volvieron unos blandos años más tarde, cuando Pinochet dejó el poder? Misterios.
Mi explicación es -en principio- un poco más sencilla. Las democracias se sostienen porque es básicamente racional tener una. En política la gente actua de forma básicamente racional, tratando de moldear el mundo a sus preferencias; eso implica que existe una democracia en aquellos lugares en que los militares creen que los costes de mantenerse en el poder por la fuerza dejan de valer la pena.
Reprimir y encarcelar gente es relativamente sencillo, pero no es necesariamente barato. Los militares tienen que perder tiempo y dinero poniendo policías en la calle, las fábricas cierran, hay huelga, la economía se debilita ante la inestabilidad de las protestas... es algo bastante feo, ciertamente. Cuando la presión social pidiendo democracia aumenta demasiado, los beneficios de ser un dictador absoluto (riqueza, poder, mandar mucho) empiezan a perder su especial brillo, especialmente cuando tus subalternos se empiezan a cansar de pegar tiros a civiles y tienen dudas sobre su futuro. Las revoluciones tienden a ejecutar a gente sin demasiadas ceremonias cuando triunfan, más que nada. Si mantener el control deja de valer la pena, los militares tenderán a retirarse.
Esto, obviamente, crea una pregunta de segundo orden: ¿Cuándo una dictadura deja de ser rentable para sus líderes? Para todos los que han vivido en un régimen autoritario, es bastante obvio que no sólo los militares se benefician de la opresión. En la población siempre hay grupos que andan bastante cómodos con los generales al mando, básicamente porque su autoritarismo les permite mantener un determinado arreglo social que les favorece. Los grandes terratenientes no son expropiados. Los jeques con pozos de petróleo pueden disfrutar de toda la riqueza e inversión del estado. La gran industria no tiene que aguantar esos irritantes sindicalistas.
El apoyo no se ve limitado a élites solamente; las clases medias pueden estar encantadas con el sistema. Si el dictador mantiene un sistema fiscal básicamente regresivo, con impuestos sobre la renta bajos e impuestos indirectos altos, además de mecanismos que hacen la movilidad social difícil (los hijos de obrero lo tienen difícil para llegar a la universidad, abrir negocios es caro y requiere enchufes, etcétera), no habrá pocos contables, tenderos y profesionales que estarán básicamente a gusto en una dictadura.
El problema para los dictadores, sin embargo, es que esta clase de arreglos tiene algunos límites. Para empezar, tenemos gente como los banqueros o la industria financiera. Esta gente tiene poco miedo a la democracia, ya que es difícil que les expropien nada; si el frente popular gana las elecciones, ellos se largan con el dinero a las Islas Caimán y listos. Por añadido, son industrias que necesitan un sistema fiscal transparente, ordenado y más o menos justo, aparte de regulaciones ordenadas; las dictaduras, que tienden a ser mucho más corruptas, acostumbran a ser incómodas. Los banqueros no son las únicas industrias o sectores que prefieren sistemas más abiertos, por supuesto: una empresa que se base en trabajo cualificado necesita gente bien preparada y mucha flexibilidad, algo que las dictaduras no ofrecen (de nuevo, la corrupción); amplios sectores de nuevas clases medias preferirán un sistema que genere más movilidad social.
En otras palabras, la economía y la sociedad pueden cambiar, creando condiciones en que los militares tengan problemas para formar una coalición de intereses que apoye una dictadura. Los costes de reprimir, sumados a los costes intrínsecos de mantener un sistema autoritario, son demasiado altos. Si a eso le añadimos que cuanto más moderna es una economía, más difícil es expropiar a los ricos (en un país agrario o minero, estos no se pueden llevar sus juguetes a otra parte; en un país con industria avanzada, lo raro es que tengan la fábrica cerca), la gente que tendrá miedo que los malvados comunistas ganen las elecciones y les quiten todo será más bien poca.
Esto crea, por cierto, un par de paradojas curiosas. Primero, uno no tiene que ser un país realmente avanzadísimo para ser una democracia; basta con que los ricos tengan poco que temer a uno. El ejemplo más obvio serían las repúblicas comerciales de la antigüedad: los mercaderes de la Grecia de Pericles se podían ir con los barcos a otra parte, así que no tenían nada que temer en una democracia. Segundo, si la distribución de la renta es relativamente igualitaria de origen (muchos pequeños terratenientes), es relativamente fácil ser una democracia; nadie tiene miedo de expropiaciones, así que todos pueden aceptar un sistema representativo. Este sería el caso de los viejos sistemas semirepresentativos de las trece colonías americanas, o las proto-democracias escandinavas en la Edad Media.
Resumiendo: la democracia no es un milagro; es básicamente algo que tiene sentido para todos los implicados. Es un sistema básicamente racional, en el lugar y momento adecuados; y sí, eso significa que en no pocos sitios es básicamente insostenible. Irak, por ejemplo.
viernes, septiembre 19, 2008
Nota rápida
La gente de LD, esos ideólogos entrañables, dicen que el culpable de la crisis es la regulación de los bancos y la malvada Reserva Federal. La regulación de los bancos ha hecho que el sistema se hunda; los malvados progresistas no tienen razón cuando piden que se regulen los hedge funds y bancos de inversión, ya que la legislación ha provocado la crisis.
Pequeño problema con el argumento: el sistema bancario, muy regulado, goza de una salud aceptable y no ha causado problemas graves en esta crisis. Los bancos que han quebrado lo han hecho de forma ordenada y racional, sin demasiados problemas derivados. El sistema financiero no-bancario, todo ese mundo de semi-bancos, intermediarios de deuda y cosas raras similares, que está muchísimo menos regulado, es el que ha estado haciendo el mandril y generado todos los problemas.
Si el intervencionismo es el origen del problema, ¿Por qué los sectores más intervenidos no han dado problemas? Preguntas sin respuesta.
Pequeño problema con el argumento: el sistema bancario, muy regulado, goza de una salud aceptable y no ha causado problemas graves en esta crisis. Los bancos que han quebrado lo han hecho de forma ordenada y racional, sin demasiados problemas derivados. El sistema financiero no-bancario, todo ese mundo de semi-bancos, intermediarios de deuda y cosas raras similares, que está muchísimo menos regulado, es el que ha estado haciendo el mandril y generado todos los problemas.
Si el intervencionismo es el origen del problema, ¿Por qué los sectores más intervenidos no han dado problemas? Preguntas sin respuesta.
Arriba es abajo
Si uno echa un vistazo a los mercados financieros hoy, se puede decir sin niguna duda que estamos en la dimensión desconocida. Es un mundo extraño, inquietante, un lugar dónde el Dow Jones ha subido más de 400 puntos en media debido a un rumor de rescate global del sistema, dónde los bonos del tesoro a corto plazo tienen un tipo de interés parecido al de guardar el dinero bajo el colchón, y dónde realmente nadie parece tener puñetera idea sobre qué va a suceder.
Parece que los políticos tienen un plan. Y la verdad, no sé si es un trabajo de genios, una especie de plan desesperado estilo poner un chicle en una presa que se está agrietando, una especie de chapuza nihilista en que se hace algo a saco a ver si funciona, o un grave brindis al sol para que al menos parezca que hacían algo mientras Roma ardía. Ni idea. Contando que el plan parece haber sido pergueñado en unas pocas horas en un día en que parece que el único actor en los mercados de todo el mundo que daba créditos eran los bancos centrales (y lo hacían como locos. Y ni así nada se movía), lo cierto es que no es que me dé excesiva confianza.
¿En qué consiste el invento? Paul Krugman habla del camarada Paulson llevando la economía a excelsas alturas; si uno lee el plan por encima, parece que la República Popular de Amérika no está tan lejos (o, como le llama Roubini, la República de los Estados Unidos Socialistas de América). La idea es crear un engendro en forma de agencia estatal que compre a los bancos, fondos, inversores y pelagatos financieros la deuda mala que tienen en sus libros a precio de saldo, y tras aclarar qué narices hay en esos extraños bonos, subastarlos a quién los quiera comprar, presumiblemente a mejor precio.
Básicamente, la idea es apostar a que el problema del sistema es que la gente no sabe quién tiene qué deuda basura. Si eso es cierto, una vez quede claro que toda la tiene el gobierno, la agencia federal en cuestión la podrá recolocar a un precio razonable, ya que de hecho no hay tanta mierda en el sistema como parece. Es una asunción hasta cierto punto lógica (y de hecho, mi teoría era la de falta de información como uno de los orígenes del problema) pero que exige unos cuantos saltos de fe realmente aterradores para poder decir que es una buena idea.
Primero, uno tiene que aceptar la idea que la deuda mala es de hecho algo fácilmente identificable y revendible. Los instrumentos financieros nacidos de la desregulación de estos días son cualquier cosa menos sencillos de entender. De hecho, si miramos algunos de los extraños cacharros de deuda que algunos inventaron, saber qué tiene que vender un banco que sea tóxico puede ser complicado. Podemos estar en un escenario en que la noticia que alguien se saca de encima un CDS provoque un pánico sobre otros activos en otros sitio que parecían seguros pero tenían alguna extraña conexión poco implícita, causando una cadena extraña que siga cargándose el sistema igual.
Segundo, y más complicado todavía, la fuente del problema tiene que ser la falta de información, y no el hecho que los bancos y familia están endeudados hasta las cejas de forma totalmente insostenible. Si el sistema realmente es víctima de un exceso de apalancamiento galopante, los contribuyentes americanos acabarán (acabaremos...) con una factura absolutamente espantosa de deuda horrenda que costará lo indecible de sacarse de encima, si no se lleva las cuentas federales por delante.
Hay cientos de razones por las que este invento puede fracasar de forma horrible, creando una factura enorme a los contribuyentes, una continuación del desastre crediticio y una invasión de los Hongos de Yuggoth. El hecho que la SEC vaya prohibiendo chorradas estos días, sin embargo, no es que genere demasiada confianza. Por no hablar del hecho que a la práctica estaríamos poniendo dinero público para salvar a una pila de "genios financieros" de sí mismos, con todos los problemas de riesgo moral que vienen asociados.
¿La verdad? A lo mejor funciona y todo. A saber. Como andan las cosas, no es que tengan demasiado que hacer, y la verdad, ver como la economía entera se va al carajo sin hacer nada no es que fuera una opción agradable.
Un último detalle: por mucho que hablemos de rescates públicos heróicos, fallos de mercado y desastre financiero, esto no quiere decir que el capitalismo sea algo horrible y tengamos que cargar todo de regulaciones y agencias públicas para sobrevivir. Una cosa es el libre mercado, y la otra es la horrenda implementación y falta de control que hemos visto estos últimos años. Los mercados son entes delicados, que necesitan cuidado y buenas leyes. Pero eso es para otro día.
Parece que los políticos tienen un plan. Y la verdad, no sé si es un trabajo de genios, una especie de plan desesperado estilo poner un chicle en una presa que se está agrietando, una especie de chapuza nihilista en que se hace algo a saco a ver si funciona, o un grave brindis al sol para que al menos parezca que hacían algo mientras Roma ardía. Ni idea. Contando que el plan parece haber sido pergueñado en unas pocas horas en un día en que parece que el único actor en los mercados de todo el mundo que daba créditos eran los bancos centrales (y lo hacían como locos. Y ni así nada se movía), lo cierto es que no es que me dé excesiva confianza.
¿En qué consiste el invento? Paul Krugman habla del camarada Paulson llevando la economía a excelsas alturas; si uno lee el plan por encima, parece que la República Popular de Amérika no está tan lejos (o, como le llama Roubini, la República de los Estados Unidos Socialistas de América). La idea es crear un engendro en forma de agencia estatal que compre a los bancos, fondos, inversores y pelagatos financieros la deuda mala que tienen en sus libros a precio de saldo, y tras aclarar qué narices hay en esos extraños bonos, subastarlos a quién los quiera comprar, presumiblemente a mejor precio.
Básicamente, la idea es apostar a que el problema del sistema es que la gente no sabe quién tiene qué deuda basura. Si eso es cierto, una vez quede claro que toda la tiene el gobierno, la agencia federal en cuestión la podrá recolocar a un precio razonable, ya que de hecho no hay tanta mierda en el sistema como parece. Es una asunción hasta cierto punto lógica (y de hecho, mi teoría era la de falta de información como uno de los orígenes del problema) pero que exige unos cuantos saltos de fe realmente aterradores para poder decir que es una buena idea.
Primero, uno tiene que aceptar la idea que la deuda mala es de hecho algo fácilmente identificable y revendible. Los instrumentos financieros nacidos de la desregulación de estos días son cualquier cosa menos sencillos de entender. De hecho, si miramos algunos de los extraños cacharros de deuda que algunos inventaron, saber qué tiene que vender un banco que sea tóxico puede ser complicado. Podemos estar en un escenario en que la noticia que alguien se saca de encima un CDS provoque un pánico sobre otros activos en otros sitio que parecían seguros pero tenían alguna extraña conexión poco implícita, causando una cadena extraña que siga cargándose el sistema igual.
Segundo, y más complicado todavía, la fuente del problema tiene que ser la falta de información, y no el hecho que los bancos y familia están endeudados hasta las cejas de forma totalmente insostenible. Si el sistema realmente es víctima de un exceso de apalancamiento galopante, los contribuyentes americanos acabarán (acabaremos...) con una factura absolutamente espantosa de deuda horrenda que costará lo indecible de sacarse de encima, si no se lleva las cuentas federales por delante.
Hay cientos de razones por las que este invento puede fracasar de forma horrible, creando una factura enorme a los contribuyentes, una continuación del desastre crediticio y una invasión de los Hongos de Yuggoth. El hecho que la SEC vaya prohibiendo chorradas estos días, sin embargo, no es que genere demasiada confianza. Por no hablar del hecho que a la práctica estaríamos poniendo dinero público para salvar a una pila de "genios financieros" de sí mismos, con todos los problemas de riesgo moral que vienen asociados.
¿La verdad? A lo mejor funciona y todo. A saber. Como andan las cosas, no es que tengan demasiado que hacer, y la verdad, ver como la economía entera se va al carajo sin hacer nada no es que fuera una opción agradable.
Un último detalle: por mucho que hablemos de rescates públicos heróicos, fallos de mercado y desastre financiero, esto no quiere decir que el capitalismo sea algo horrible y tengamos que cargar todo de regulaciones y agencias públicas para sobrevivir. Una cosa es el libre mercado, y la otra es la horrenda implementación y falta de control que hemos visto estos últimos años. Los mercados son entes delicados, que necesitan cuidado y buenas leyes. Pero eso es para otro día.
miércoles, septiembre 17, 2008
República Popular Americana

En una muestra de comunismo militante y fervor revolucionario imponente, el Camarada Bush y el glorioso aparato revolucionario de la Reserva Federal han continuado colectivizando los medios de producción del país para mayor gloria del estado.
O, dicho en otras palabras, la reserva federal acaba de prestar 85.000 millones de dólares a la aseguradora A.I.G, a cambio de obtener el control del 80% de la compañía.
Sí, ya sé, esto entra dentro de esa explicación que dí hace tiempo (y dioses, me estoy cansando de enlazar este artículo) que dice que algunas empresas financieras no pueden irse a la quiebra. Lo que ha hecho la Reserva Federal es perfectamente lógico. De hecho, era probablemente totalmente necesario; no creo que tuvieran otra salida. Si A.I.G, que se dedicó estúpidamente a asegurar contra pérdidas instrumentos exóticos de deuda cargados de hipotecas basura, acababa muriendo de forma horrible, se iba a llevar por delante inevitablemente a medio sistema financiero. ¿Todos esos bancos con mala deuda, real o ficticia? Si el mercado anda paranoico ahora, imaginad cómo sería con todo el mundo haciendo trapecismo sin red.
Esto no quita, sin embargo, que la situación en que se ha metido Estados Unidos estas últimas semanas es francamente extraña. Es francamente bananera, de hecho. A lo tonto, entre la reserva y el gobierno federal, ya han nacionalizado más de la mitad de la deuda hipotecaria, a la compañía de seguros más grande del mundo, tienen en respiración asistida aceptando bonos dudosos como colateral a quién sabe cuantos bancos (vía ventanilla de crédito en la reserva federal), y anda ya haciendo planes para inyectar 50.000 milloncejos a los fabricantes de coches.
Y lo que les queda. La verdad, me parece que incluso Nouriel Roubini (el economista más aguafiestas del mundo, que lleva demasiados días acertando) va paso de quedarse sin ideas sobre ideas catastróficas. El contribuyente americano va camino de ser el orgulloso propietario de una cantidad ingente de dinosaurios financieros (¡soy accionista! ¡Bien!) en bancarrota (errr...), algo que -me parece- es una señal relativamente clara que alguien la ha cagado pero bien en algún sitio.
Lo más espantoso de todo esto es que las recetitas que un servidor daba allá por marzo del 2007 (patéticamente obvias, pero oye, recetitas) ahora no harían una mierda a corto plazo. Los errores regulatorios que dejaron el sistema abierto a una burbuja crediticia alocada, nacida de la falta de transparencia de los mercados deben arreglarse, pero ahora ya es tarde. Las cosas están en modo pánico, alarmas aullando, control de daños, parches contra la descompresión, la nave espacial se precipita al agujero negro a toda pastilla con el contador de autodestrucción berreando y los robots rebelándose contra los humanos mientras el héroe está drogado, herido y prisionero de las malvadas diosas del cuero de Phobos y todo parece perdido.
Fuera de los manuales. En territorio totalmente desconocido. Las cosas puede que vaya a peor, puede que todo implosione, puede que tengamos unos meses de lento descalabro y una recesión medianilla, puede que todo se haya acabado y mañana salga el sol. Ni idea. No he leído ni un articulista o escuchado un experto que se atreva a decir dónde coño vamos.
Que Dios nos pille confesados.
Nota al margen: no os preocupeís por las nacionalizaciones. Los americanos se las arreglaran para hacer que alguien pague el pato, de un modo u otro. Por cierto, nótese que los accionistas de AIG probablemente perderán hasta los calzoncillos. Al menos eso.
domingo, septiembre 14, 2008
¡Caen como moscas!
Esto es de atracción de feria. Hoy domingo, señoras y señores, derriben un banco de su alto pedestal lanzando su hipoteca impagada a un alto, gordo, avaricioso ejecutivo y llévese una moñeca chochona de regalo. Dos banqueros, y gane otro, otro, otro; otro perrito piloto.
En rápida sucesión tenemos Lehman Brothers, ya en respiración asistida, camino de una bien poco gloriosa liquidación, siguiendo al (poco) añorado Bear Sterns. Pisándole los talones pasa el antaño glorioso Merryl Lynch, terror de naciones del tercer mundo, caminito del matadero con igual entusiasmo. Mientras tanto, AIG resiste como puede una lluvia de pedradas hipotecarias con relativa poco fortuna e hinca la rodilla en tierra, parece que gravemente herido. Y mañana lunes es la hora de los lobos, los especuladores ansiosos de apostar a ver quién cae primero, que sin duda traerán consigo más munición y catapultas más grandes para tratar de freir a otro pobre banquero.
Hasta ayer si me preguntábais qué podía pasar aún podía daros una respuesta más o menos lógica. Hoy, la verdad, no me atrevo ya. El ataque de pánico en el sector es sencillamente épico, y parece que no les faltan motivos para estar aterrados. Lo que no sé es qué efecto real tendrá esto fuera de Wall Street, aparte de un endurecimiento aún mayor de las condiciones para obtener un crédito ahí fuera. No que eso sea una idea agradable (preguntadle a los fabricantes de coches americanos, que no pueden invertir un duro estos días), y de hecho creará aún más problemas a una economía que ya tiene demasiados.
Los precios de la vivienda siguen bajando, y cada vez es más difícil conseguir una hipoteca. Con las hipotecas ya concedidas con cada vez menos valor, los bancos pierden más dinero, mueren, y el miedo aumenta. La cosa puede ponerse, muy, muy mal, y la reserva federal no tiene demasiado margen para bajar tipos ya. El fantasma de un ajuste forzoso vía deflación (que duele lo indecible) no es ya algo descabellado.
Sí eso suena a 1929, descuidad. Estamos hablando de lo mismo.
Nota al margen: el artículo de Escolar del domingo, por cierto, es incomprensible. Ni Fannie Mae ni Freddie Mac tienen nada remotamente equivalente en el sistema financiero español (las cajas de ahorros son parientes muy lejanos, pero no se parecen demasiado) ni esa mítica llamada a los bancos tiene ninguna relación con la realidad. Es una de esas piezas de "hablo con todos, no entiendo nada" que tanto abundan por la prensa en España. Ni las disensiones de las que habla son de hecho demasiado relevantes; no es una discusión sobre objetivos, sino sobre medios.
Y de nuevo, el hecho que "mueran" inmobiliarias duele, pero sus efectos no son ni remotamente comparables a una quiebra bancaria, algo que España no parece -de momento- tener en el horizonte.
En rápida sucesión tenemos Lehman Brothers, ya en respiración asistida, camino de una bien poco gloriosa liquidación, siguiendo al (poco) añorado Bear Sterns. Pisándole los talones pasa el antaño glorioso Merryl Lynch, terror de naciones del tercer mundo, caminito del matadero con igual entusiasmo. Mientras tanto, AIG resiste como puede una lluvia de pedradas hipotecarias con relativa poco fortuna e hinca la rodilla en tierra, parece que gravemente herido. Y mañana lunes es la hora de los lobos, los especuladores ansiosos de apostar a ver quién cae primero, que sin duda traerán consigo más munición y catapultas más grandes para tratar de freir a otro pobre banquero.
Hasta ayer si me preguntábais qué podía pasar aún podía daros una respuesta más o menos lógica. Hoy, la verdad, no me atrevo ya. El ataque de pánico en el sector es sencillamente épico, y parece que no les faltan motivos para estar aterrados. Lo que no sé es qué efecto real tendrá esto fuera de Wall Street, aparte de un endurecimiento aún mayor de las condiciones para obtener un crédito ahí fuera. No que eso sea una idea agradable (preguntadle a los fabricantes de coches americanos, que no pueden invertir un duro estos días), y de hecho creará aún más problemas a una economía que ya tiene demasiados.
Los precios de la vivienda siguen bajando, y cada vez es más difícil conseguir una hipoteca. Con las hipotecas ya concedidas con cada vez menos valor, los bancos pierden más dinero, mueren, y el miedo aumenta. La cosa puede ponerse, muy, muy mal, y la reserva federal no tiene demasiado margen para bajar tipos ya. El fantasma de un ajuste forzoso vía deflación (que duele lo indecible) no es ya algo descabellado.
Sí eso suena a 1929, descuidad. Estamos hablando de lo mismo.
Nota al margen: el artículo de Escolar del domingo, por cierto, es incomprensible. Ni Fannie Mae ni Freddie Mac tienen nada remotamente equivalente en el sistema financiero español (las cajas de ahorros son parientes muy lejanos, pero no se parecen demasiado) ni esa mítica llamada a los bancos tiene ninguna relación con la realidad. Es una de esas piezas de "hablo con todos, no entiendo nada" que tanto abundan por la prensa en España. Ni las disensiones de las que habla son de hecho demasiado relevantes; no es una discusión sobre objetivos, sino sobre medios.
Y de nuevo, el hecho que "mueran" inmobiliarias duele, pero sus efectos no son ni remotamente comparables a una quiebra bancaria, algo que España no parece -de momento- tener en el horizonte.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)