También conocido como el plan del fin del mundo, si hacemos caso a los montañeses de siempre. Se habla de "desafio al estado", "delirio", y una pila de términos altisonantes y terroríficos. ¿Es el plan Ibarretxe todo eso? Bien, veamos.
Primero, el plan. Como decía en otro post el año pasado, lo de comunidad nacional, ensalada de lechuga o estado libre asociado es palabrería para teóricos, pero a los ciudadanos del planeta tierra les debe importar poco. Se exclaman mucho que se habla de ciudadanía vasca y tonterías así, cuando al fin y al cabo lo de ser ciudadano español tampoco es que valga mucho la pena, siendo miembro de la Unión Europea. Si mirais el pasaporte, Unión Europea va encima de España ya. Mientras eso sea así, no tiene que importar si uno es Belga, Murciano o de Honduras, en el improbable caso que entren. Para ser "vasco", por cierto, bastaría con estar empadronado allí. Muy poco racial, por mucho que digan.
Lo que se tiene que mirar es, sobretodo, la chicha competencial. Aquí el plan es una cosa bastante chapucera, ya que no deja de ser un plagio altisonante del estatuto foral de Navarra, con un par de pegotes. Los más relevantes son aeropuertos y puertos, un muy ambiguo sistema judicial vasco (que no es incompatible del todo con la constitución, por cierto, con muy pocos retoques) y alguna petición un poco absurda, como competencias en mercados financieros (¿ein?) y comercio, que son ya Europeas. Es de hecho un estatuto maximalista, pero que no de va mucho más lejos de lo que ya tienen sus vecinos, o ellos mismos.
¿Cuál es el gran problema, entonces, que preocupa a todo el mundo? El plan tiene dos cosas que ponen a la gente histérica. Uno, que se autootorga el derecho a la autodeterminación. No es un plan secesionista (si lo aprueban, aparte de burradas nominativas exóticas y un poco más de Kafka en los tribunales, no pasaría nada), pero dice si los vascos quieren, se largan. La respuesta sencilla es "pues bueno". Se tiene que ser muy cafre para seguir casado con una mujer que te odia, creo yo. Si se quieren ir, que se vayan.
El problema es, claro, que es muy ambiguo. Nunca habla de secesión. Lo de estado libre asociado es un eufemismo de república bananera (Puerto Rico, vamos), y no dice cómo narices deciden si se largan o no. Básicamente, marean un montón la perdiz, pero no dicen nada. ¿Se van? ¿Qué mayoría necesitan? ?Qué pasa si Alava dice que no? ¿O si San Sebastian dice que se queda? ¿Qué nos dan al resto, con todas las infraestructuras del estado que se quedan? No lo dicen.
Es una chapuza de plan, de hecho. La misma ambigüedad de siempre. Ni nos vamos ni nos quedamos, pero el ruido que hacemos es de aupa. La verdad, la respuesta del congreso tendría que ser "mira, para de vacilar y dinos si te quedas o no. Si no, para de llorar y calla". Lo que está claro es que o se empiezan a decir las cosas por su nombre, o esto no lleva a ningún sitio.
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