jueves, noviembre 29, 2007
El desarrollo imposible: Zimbabwe
Pongamos el caso de Zimbabwe. Durante el mes de septiembre, la inflación en este país africano de 12 millones de habitantes fue de un 8.000%. Sí, ocho mil. Los precios en un mes se multiplicaron por 80, algo que hace la compra como mínimo interesante. El problema es que este dato es ya lo de menos; el responsable de estadística del país ya ha dicho que para octubre no hay datos. No hay tiendas que vendan nada, vamos. Para qué calcular.
¿Qué narices lleva a un país como Zimbabwe a tener la economía destrozada de esta manera? La verdad, la respuesta es más sencilla de lo que parece; uno puede decir que cualquier error imaginable, idea alocada, cretinez corrupta, maldad, desastre e incompetencia posible han azotado el país de un modo u otro, y la verdad, el país está tan hecho una mierda que uno no sabe por donde empezar. Quizás tratar de combatir una tasa de inflación del 100.000% (estimado) es una buena idea, pero con los "instrumentos" a mano del "estado" de Zimbabwe es como tratar de hundir un acorazado con un matamoscas.
Con la inmensa mayoría de la población recurriendo al trueque, emigración, uso de moneda enviada desde el exterior o pasándose al rollo cazadores-recolectores, el estado en este país africano básicamente ha dejado de existir. La moneda, en esencia, no tiene valor alguno; toda la economía está lanzándose como puede a operar en dinero negro, sin que el estado tenga la más remota capacidad de recaudar o regular nada. Mugabe y los suyos, de hecho, están más preocupados en actuar como bandidos puros que cualquier otra cosa, el escaso poder estatal (basado en el más puro matonismo a estas alturas) se concentra simplemente en tratar de robar todo lo que puedan al desgraciado que les pase cerca, sea nacional, foráneo, pobre o rico.
El regimen de Mugabe, de hecho, ha sido básicamente una máquina de redistribuir renta de quien la tiene (sea poca o mucha) a los bolsillos de la dictadura. Este comportamiento ha destruido todas las bases de la existencia de una economía capitalista funcional: las reglas son arbitrarias, los derechos de propiedad no son respetados, el entorno no es estable, la información sobre el futuro sólo está en manos de unos pocos ladrones, y el éxito o fracaso de una empresa se basa no en su mérito económico sino en lo bien que caiga a la dictadura y el tamaño de los cañones que la respalden. Todo ello, evidentemente, con una ámplia dosis de cinismo, total falta de racionalidad económica y alegre desprecio a todo lo que no sea el lujo propio.
La verdad a estas alturas es difícil decir que Zimbabwe, como tal, exista. El estado esencialmente no está allí; el gobierno es un pequeño colectivo de matones armados capaz de mantenerse en el poder, pero nada de lo que hace tiene nada que ver con la realidad. El dinero que imprime no vale nada. Los controles de precios son inútiles. Y por mucho que encarcele a "especuladores", de hecho todo el país está haciendo exáctamente lo mismo. Las estadísticas que da el gobierno no tienen sentido, el control sobre el territorio es nulo, no hay estado.
Y eso sin hablar de SIDA (de lejos el país con las peores cifras en este sentido), las cada vez más frecuentes sequías, y el hecho que todo esto no le importa una mierda a nadie. Ni las multinacionales rapaces están ya por hacer nada; total, para que las nacionalicen, el país se meta en guerra civil o que ellas tengan que ejercer de estado por sí sólas, no tienen nada que hacer...
¿Cómo puede salir un país así de esta clase de pozo? La verdad, nadie sabe ya que hacer con ellos. No hay nada que funcione. Sólo derribando el gobierno actual, fusilando todos los responsables y milicianos, imponiendo el órden y creando una burocracia y un marco jurídico y funcional razonablemente cercano al de una república bananera se podría hablar de hacer reformas, y eso implicaría o bien un milagro de bondad eterna por parte de cualquier opositor que tome el poder, o una intervención militar neocolonial hecha por un ejército de elfos cantores. O eso, o el país sigue implosionando hasta que no queda nada y se han ido todos, y se puede empezar de cero, metafóricamente.
Puede que Bolivia lo tenga chungo. Es más, es posible que sea la mismísima Britney. Pero los bolivianos, al menos, tienen un gobierno que al menos tiene un relativo control del territorio a ratos, pretende (aunque sea en plan tarugo) tirar el país adelante, y bandidos que aprietan pero no ahogan.
El problema de África va más allá de vacunas, comida, comercio justo (aunque la verdad, eliminar todos los aranceles a imporataciones de países de la región sería el mejor regalo que podríamos darles) y Bono cantándoles baladas llenas de esperanza. En muchos, demasiados países, estamos hablando de empezar del cero más absoluto.
Un día de estos, con tiempo, será cuestión de repasar el origen del fracaso del África postcolonial y el origen de estos estados fallidos y dictaduras de rapacidad extrema. Lo que es importante tener en mente, sin embargo, es que el problema es más político que cualquier otra cosa, y muchas veces totalmente autoinflingido. Cuando la cosa es estructural, no podemos hablar de ayudas; sirven de bien poco.
martes, noviembre 27, 2007
Notas rápidas sombre el céntimo ecológico
Actualización: José Blanco es tonto. Especialmente porque si hay alguna forma relativamente poco complicada de combatir el cambio climático es mediante impuestos sobre externalidades. Melón, que es un melón. En fin, otro partido al que le entra un ataque de cagarrinas cuando se trata de proponer políticas públicas más o menos racionales.
Tonterías televisivas variadas
Resulta que las televisiones emiten a horas en que esos pobres bichitos están despiertos programas escandalosos, horribles, terribles, espantosos. Tan malos, tan malos, que los pobres engendros al verlos sentirán un terrible dolor producido por su pobre cerebro derritiéndose. El horror.
En fin. Para empezar, no hay nadie en casa de todos los padres de España que esté obligándolos a punta de pistola a tener a los críos sentados delante del televisor. Aunque parezca mentira, los niños no tienen por qué estar todo el día sentados delante del trasto ese, absorbiendo cantidades ingentes de maldad, pornografía, inmoralidad y violencia. Desde luego, no creo que sea una obligación legal tener al chaval 140 minutos de media diariamente delante del televisor; es más, hay un instrumento muy potente, mágico, increíblemente efectivo al alcance de los padres que consiste básicamente en mantener el estúpido aparato fuera del alcance de los niños. Si pueden hacerlo con el prozac y el pegamento, lo pueden hacer con el mando a distancia.
Más allá de eso, el tener un televisor que yo sepa no es nada obligatorio. Dentro de las múltiples opciones disponibles en el mercado para comprar basura electrónica, los televisores son un aparato rotundamente opcional. Exceptuando cuatro o cinco profesiones ligeramente rarillas (publicista, todólogo radiofónico, famoso de segunda...), uno puede vivir, pensar e incluso entretenerse sin el cacharro en cuestión. Hay muchas, deliciosas alternativas; usted estimado lector está disfrutando de una de las mejores del mercado leyendo esta magnífica bitácora.
El factor crucial, el más importante, es el hecho que no hace falta ser drástico. Uno de los grandes beneficios del capitalismo pre-mega-monopolio de Prisa/Rupert Murdoch (táchese lo que no proceda) es el hecho que oh cielos, tenemos más de un canal. Aún más impresionante, somos libres de cambiar cuando queramos. En una situación de emergencia, como por ejemplo cuando nos percatemos que uno de nuestros tiernos, idiotizados retoños tiene los sesos echando humo debido a la extemporánea, infame, letal contemplación de una teta (¡tetas! ¡cielos!) en su televisor, siempre podemos correr y poner la 2, que seguro está echando alguna chorrada intelectual inofensiva.
Y oye, si quiere control total, no conecte el televisor a la antena. No contrate cable. Sea una isla. Compre todos los DVD de los Teletubbies que quiera, una urna de cristal, una escafandra, y encierre el niño en un entorno perféctamente estéril. Puro. Protegido.
Porque ya se sabe, forma parte del trabajo del estado asegurarse que todos aquellos adultos descerebrados, violentos, alienados y machistas sin hijos no puedan ver sus pelis de tiros a media tarde. Es una tarea derivada de la enorme, gigantesca tarea estatal consistente en asegurarse que los padres que usen el televisor de niñera no conviertan a sus tiernos enanos en una pila de psicópatas irresponsables.
No importa que toda esa basura lisérgica que pretende pasar por programas educativos parece ser una fábrica de crear imbéciles. No importa que cualquier crío de ocho o nueve años la verdad tiene muchísimas cosas más interesantes que hacer en la vida que mirar la tele. No importa que la evidencia sobre los efectos de la violencia en los medios en el desarrollo de los niños sea como mínimo dudosa.
Y joder, más videojuegos violentos, juegos de rol y pelis de Van Damme que me tragué yo cuando era crío, y mira lo normal que he salido. O no.
Por cierto, el pelotón de padres preocupados que no me vengan con eso de "Egócrata, que no lo entiendes, que lo de tener un niño no es fácil". Lo entiendo perféctamente. Por eso no tengo uno.
lunes, noviembre 26, 2007
La pesadilla del Rajoy centrista
Lo cierto es que no sólo es perfectamente posible, sino que además es incluso razonable. Más allá de eso, es probable que Rajoy sea el líder centrista de un partido mayoritariamente moderado que tiene la desgracia de tener una ala derecha muy ruidosa, y que el hecho que Rajoy no les mande callar sea una decisión perféctamente lógica y racional. Bienvenidos a la más disfuncional de todas las instituciones políticas en una democracia, los partidos políticos.
Un partido político es un monstruo extraño. Si bien en democracia el electorado escoge quién va a mandar, los candidatos son escogidos casi en exclusiva dentro de unos clubes semi-públicos que llamamos partidos políticos. Los votantes son en gran medida conscientes de este papel crucial que estas organizaciones juegan en el sistema, y tienden a vigilarlos con cierto esmero: transmiten culpas de un político a su sucesor en el partido (Rajoy, comiéndose el marrón de Aznar), desconfian cuando sus miembros de corren a gorrazos (Almunia, Borrell, Almunia, y consiguiente masacre electoral) y parecen en general seguir la política en base a criterios partidistas.
Cuando Rajoy asume el control pleno en el PP en marzo del 2004 se enfrenta a varios problemas. El primero, y más importante, es que ha perdido las elecciones. No hay ministerios, no hay cargos, no hay coches oficiales; el partido está en la fría y triste oposición. Eso significa que como líder, Rajoy tiene poca capacidad para dar premios o comprar lealtades; nada de dar a un miembro de la ejecutiva reticente un ministerio o empresa a privatizar a cambio de tener un poco de tranquilidad. Nada de dar políticas públicas que demuestren a un sector del partido que realmente te preocupas por ellos (cof -plan hidrológico- cof).
El segundo problema, igualmente serio, es el hecho que Rajoy no ha escogido su equipo; lo ha heredado. Aznar en los dos o tres últimos años al frente del PP se identificó con un determinado sector del partido, y designar un sucesor se aseguró que ese sector siguiera teniendo voz y voto. Su sucesor, sabiendo que aceptando el cargo sin rechistar tendría al alcance de la mano el sueño dorado de cualquier político de carrera, tragó con todo por la oportunidad, confiando que una vez en el poder podría hacer y desacer a voluntad. Claro, no pudo.
El tercer problema es el hecho que si bien es más que probable que Rajoy tenga una extensa base de apoyo dentro del partido, nadie tiene ni puñetera idea lo grande que es. Es el problema que tiene escoger líder mediante dedazo; nadie sabe exactamente quién está contigo y quién conspira contra tí.
Estos tres pequeños problemas serían graves para cualquier líder tratando de controlar un grupo de maníacos ambiciosos en el paro, pero cuando hablamos de partidos las cosas son un poco más complicadas. El electorado, esa fuerza primordial que te cerró la puerta al paraiso, está ahí fuera, vigilando, mirando con un bien poco disimulado cinismo a ver si esa organización que castigaron en las elecciones es digna de llegar al poder. Si Rajoy trata de resolver los problemas expuestos arriba, tiene que hacerlo de un modo que no genere desconfianza en el electorado; si saca un bate y se lía a tortas con sus dos subalternos, por mucho que lleve la razón no es probable que eso le de votos.
Pero no os preocupeis, las cosas no se quedan aquí. Por si las desgracias de Rajoy no fueran bastantes, todos los subalternos que ha heredado y que parecen emperrados en llevarle la contraria son objetos de un amor y adoración ilimitados por todos los medios de tu cuerda. Medios que por cierto echan de menos a su antecesor algo serio, y que parecen estar emperrados en adorar toda política polarizante e impopular que el tipo llevó a la practica. Y para añadir sal a la herida, alguno de los histéricos que te llevan la contraria han ganado elecciones por su cuenta, así que pueden premiar a su facción (y medios de comunicación) y son inmunes a acciones disciplinarias del partido al tener cargos por su cuenta.
¿Qué opciones tiene Rajoy? Suponiendo que el hombre sea moderado, el líder del PP tenía básicamente dos salidas. Por un lado puede tratar de modelar el partido y sus posiciones a su imagen y semejanza, liándose a trompazos con todo aquel que le lleva la contraria. Por otro, puede tragar, apretar los dientes, y seguir la corriente, dándole una patina de centrismo ocasional a sus palabras pero sin confrontar a los rebeldes.
Confrontar a los rebeldes tiene como potenciales beneficios que Rajoy se haga suyo el partido, aumentar la probabilidad de ganar las elecciones al estar más cerca un electorado moderado, y hacer que la organización sea un poco menos disfuncional. El listado de catástrofes potenciales, sin embargo, es enorme: el partido puede meterse en una guerra civil que haga añicos la confianza de los votantes, Rajoy puede perder la guerra y el cargo, y en el peor de los mundos posibles, el partido podría sufrir una escisión.
Lo que Rajoy ha hecho, básicamente, es evitar estos problemas potenciales. El tipo miró las encuestas, y vio que una tras otra el partido se mantenía a tiro de los socialistas. Después miró la enorme, gigantesca lista de obstaculos y problemas potenciales que una guerra santa contra los integristas del partido y toda la constelación mediática representaría, suspiró con resignación, y cogió su pancarta camino de la manifestación del mes.
No importa que el ala vociferante del PP representen cuatro, diez, o setenta por ciento del partido. No importa que Rajoy sea el líder natural del partido o un pobre pelagatos. El problema para Rajoy, y para el PP, es que el riesgo electoral de un conflicto interno hace un giro al centro algo mucho más difícil.
Una paradoja: como más duro e intransigente sean los votantes con los conflictos internos en los partidos políticos, más reacios serán los líderes a adoptar posiciones cercanas a los votantes y contrarias a las minorías intransigentes dentro de su formación. La democracia interna, si es demasiado ruidosa, puede hacerte más torpe ganando elecciones.
viernes, noviembre 23, 2007
Primary Colors (XIX): La ruleta de Iowa
Debido a arcanas tradiciones bizarras (nacidas del hecho que hasta hace relativamente poco las primarias eran de hecho irrelevantes), Iowa es habitualmente el primer estado en votar por un candidato en las primarias casi cada ciclo electoral, especialmente para los demócratas. El sistema de elección, sin embargo, no es un simple voto para ninguno de los dos partidos, para exasperación de estrategas y eterna confusión de periodistas y "expertos".
Empezaremos por los republicanos, que usan un sistema más sencillito. Iowa no siempre es el primer estado en votar para ellos (Alaska y Hawaii a menudo lo hacen antes), pero es el primero ligeramente relevante en hacerlo. El sistema es en teoría un caucus (ahora explico de qué va a eso) no vinculante; aún así, los miembros del partido votan en una "elección de paja" que sí acaba determinando qué delegados el congreso del partido escogerá. En el fondo, las encuestas en un sistema así tienen cierto valor (ya que te predicen voto simple bien), pero el hecho que los militantes se supone que debaten entre ellos antes de votar añade un factor impredecible complejo.
Los demócratas, por otro lado, tienen un sistema realmente rebuscado. Los caucus, palabra intraducible donde las haya, consisten en reuniones de militantes y simpatizantes del partido en locales sociales (iglesias, centros cívicos) por todo el estado. En estos encuentros los demócratas deben primero declarar su candidato preferido (o declararse indecisos); tras ellos se ponen a hablar y discutir con otros en corrillos o en plan minitenero (como quieran) durante media horita. ¿Qué hacen entonces? Se para, y otra vez cada uno va al lugar de la habitación marcado para expresar apoyo por un candidato. Según el número de delegados a escoger en su condado, los organizadores establecen un corte (de un 15% a un 25% de asistentes), y todo los candidatos por debajo de ese límite dejan de estar en consideración.
Ahora es cuando las cosas se ponen interesantes. Cuando a un militante le eliminan su candidato, no tiene por qué marcharse; tras las eliminaciones hay otro turno de 30 minutos de debate, y puede quedarse a ver si le convence alguien. O pueden irse al rincón de los no declarados. O pueden unir fuerzas con otro perdedor y hacer que uno de los dos perdedores siga en liza. Tras este segundo ciclo, finalmente se cuenta qué apoyo tiene cada candidato y se escogen delegados por mayoría simple.
¿Qué efectos tiene este sistema? Para horror de los amantes de los votos simples, en Iowa es casi tan importante ser amado como no ser odiado; o en otras palabras, ser la segunda opción para muchísimos votantes es siempre mejor que ser la primera opción para una mayoría simple y odiado por el resto. Un candidato no sólo tiene que ganar apoyos, no puede arriesgarse a alienarlos. O, dicho en otras palabras, una auténtica pesadilla para un candidato que sea polarizador, y de forma más precisa, para Hillary Clinton.
La noticia, estos últimos días, es que Clinton de hecho no sólo no va primera en la última encuesta, sino que de forma aún más preocupante, está bastante lejos cuando se pregunta por quién sería su segunda opción. Lo que parece estar salvando a Clinton de estar más claramente por detrás es el hecho que hay tres candidatos, y Edwards parece estar quitando votos anti-Clinton a Obama.
¿Significa esto que Hillary está perdida? No, ni de lejos. A nivel nacional Clinton sigue por delante con un margen más que considerable. Una derrota clara en Iowa, sin embargo, no sería en ningún modo algo inofensivo para ella; cuando el favorito se estrella con ganas a plena luz del día eso acostumbra a doler. Si uno tiene en cuenta que la ventaja de Hillary en New Hampshire, el siguiente estado en votar, es amplia pero no decisiva (y el hecho que un hipotético ganador en Iowa arrastraría para sí el voto anti-Clinton), el escenario de dos resbalones consecutivos echando a perder la campaña presidencial de la senadora no es del todo descabellado.
El resultado: cuando decía que una campaña presidencial es una ruleta absurda, hablaba en serio. Lo más fustrante, de todos modos, es el hecho que estos efectos de elecciones consecutivas son tan rematadamente difíciles de predecir y medir, y que dependen tanto en los efectos perniciosos de la oligofrénica cobertura de las campaña que hacen los medios. Un dolor de cabeza, y la verdad, no creo que sea la mejor manera de dirigir una superpotencia.
martes, noviembre 20, 2007
A la rica bitácora de piña
Veamos, veamos. En un principio, dado que el objetivo de esta bitácora es hacerme famoso y que me contrate algún grupo mediático ominoso y gigantesco y/o partido político con ansias de dominar el mundo, la idea de ponerme un precio no es para mí una broma.
Leches, quiero estar a sueldo del poder. No lo oculto para nada. Venid a comprarme ya, leches.
Aún así, el hecho que mi alma esté cláramente en venta no significa que acepte cualquier cosa, así que es cuestión de mirar. Precios en euros para partidos europeos, dólares para americanos.
Partido Socialista (versión española): la verdad, ya les hago la pelota gratis. Si me dieran cualquier chuchería haría piruetas, como bonito perrito entrenado. Si quieren que vaya a Madrid a ayudar, con el más triste de los salarios de subsistencia creo que iría. Uno es así de patético, que se le va a hacer.
Partido Socialista (versión catalana): agh, que pereza. Seguir la política catalana desde EUA es complicado, así que estos me tendrían que abonar los costes de traslado; evidentemente mis servicios en Barcelona serían más efectivos y podría hacer un montón de cosas. Cafés. Fotocopias. Informes. Claro, el cruzar el Atlántico me tiene que valer la pena, así que de 2.000 al mes no bajo.
ERC: es aplicable lo mismo que al PSC, con la diferencia que el barretinismo cumbayá no me va, ni el pasarse la vida con cara de niño malcriado arrogante tampoco. Les cae un recargo; 500 euros. Por añadido, el ser un partido regional hace que mis ambiciones de llegar a ministro de fomento se esfumen; 500 por la broma. Señores de ERC, 3.000 al mes.
CiU: lo mismo que los anteriores, aunque en el caso de CiU, me falta la cara de burgués. Es más fácil que Duran me haga ministro de fomento y de hecho tengo algo de pequeñoburgués así que el recargo es más bajo; 2.500 y estoy en Barcelona a su disposición. Aún así, no se me hagan soberanistas, o les subo la cuota.
PP: para hacerle la pelota a estos, aunque sea desde la distancia, uno no necesita un sueldo, necesita una lobotomía. Aún así, la carne es débil. Sin traslado transoceánico necesario, unos 1.000 al mes me harían cambiar de opinión en mis escritos. Si tengo que estar por Madrid con ellos, 3.000 mínimo.
Izquierda Unida: Lo siento, pero como he dicho antes, uno quiere estar al sueldo del poder. Estar a sueldo del vagabundo que grita obscenidades en la esquina no me motiva, y la verdad, es un sueldo con poco futuro. La versión catalana sobrevivirá, alimentada de colectivo gafapasta inmortal barcelonés; apliquense la tarifa de 2.50o como ERC.
Para los partidos americanos, eso iría según candidato; empezando por $500 (Biden, Richardson, Obama), pasando por $1.000 (Hillary, Edwards, Giuliani) y subiendo a $1.500 (McCain, Romney), o incluso $2.000 (Thompson, Huckabee, Tancredo, etcétera).
¿A quién reboto el meme? Pongamos a Citoyen y la tropa de La Moqueta Verde.
Economía de la licencia urbana (actualizado)
Es por eso que el último artículo del Gran Wyoming es a su manera una curiosa muestra de Ciencia Política en estado puro. Wyoming describe algo muy sencillo: como un grupo de funcionarios se dedicaban a hacerse ricos a base de hacerse imprescindibles, aprovechando la combinación de regulación sin norte y unos tribunales excepcionalmente torpes.
El político en cuestión usa el poder del estado para abrir paso a a sus amigos a golpe de regulación, a la vez que pone todos los inconvenientes burocráticos posibles a los que no le pasan pasta. No importa que los pleitos que pone sean absurdos; el ayuntamiento tiene sencillamente todo el tiempo y recursos del mundo, y acaba por sacar a los desleales del mercado a base de generar puro, pesado, intolerable aburrimiento y carísimas facturas legales.
El sistema cumple sus objetivos de forma admirable: es difícil de demostrar su existencia (el político corrupto no hace más que "hacer cumplir la ley"), es efectivo discriminando entre leales y desleales, enriquece al político divinamente, y tiene como único punto de riesgo el mecanismo para recoger los beneficios, algo que no deja de ser un problema de contabilidad creativa.
Más allá de eso, un sistema así es algo realmente estupendo para un político emprendedor. De golpe y porrazo el hombre tiene una red de amigos que le deben favores; infinitos, deliciosos contactos que donarán dinero al partido, hablarán bien de él, y se portarán bien y apoyarán a los buenos pase lo que pase. Los líderes no hace falta que sepan nada; si uno no pregunta a los pobres pelagatos que cierran fustrados, de lejos no hay nada "demasiado" raro, y oye, el tipo este nos trae muchos, muchos amigos.
¿Hay alguna manera de combatir un engendro de este estilo? Bueno, estos días vemos que sí. Para bien o para mal, un ayuntamiento en España tiene competencias extensas, pero no es el encargado de vigilarse a sí mismo; un estado central o autonomía activa puede husmear con rabia.
Aparte de esto, un sistema de estas características tiene ciertas limitaciones de naturaleza económica. La red de control de licencias es esencialmente un mecanismo para imponer barreras a la entrada a un mercado de forma selectiva a base de incrementar los costes de las empresas; cada puerta burocrática aumenta los costes fijos de quienes se la encuentran, reduciendo márgenese de beneficio.
Estas barreras no siempre son efectivas; si un mercado es lo suficiente lucrativo, un empresario tozudo estará dispuesto a tragarse el coste en abogados para llegar a esos beneficios potenciales. Por añadido, un político siempre corre el riesgo de "pinchar en hueso"; si en su alegre mecanismo de extorsión se encuentra a alguien muy tozudo, con recursos de sobras y mucho tiempo que perder puede verse obligado a ceder de vez en cuando. Como más lucrativo es el mercado, mayor será la probabilidad de encontrar huesos, y menos creíble la capacidad de poner barreras del político.
Como en todo, la credibilidad es importante. Una red de corrupción es rentable porque puede machacar con legislación a quien no paga; la amenaza de ser echado a golpe de ordenanza municipal basta para mantener a mucha gente fuera. El problema para el político es que su capacidad de intimidación no es ilimitada; si un grupo significativo de gente entra y resiste, no tendrá realmente capacidad de extorsionar a todo el mundo de forma efectiva. Cada negocio que se escape sin pasar por caja es un incentivo extra para entrar, y un problema añadido a su pequeña gran red. Uno sólo puede usar un cierto nivel de presión antes de hacerse demasiado visible, y eso es lo último que quieres encontrarte.
Es por estos motivos que estas redes tienen un poder limitado. Para empezar, sólo pueden vampirizar sectores con márgenes de beneficio relativamente limitados; si uno negocio es lo suficiente rentable no podrán añadir suficientes costes. Segundo, como más grande es la ciudad, más difícil es mantener el control, al aumentar los costes de control para la red. Tercero, como más visible es un negocio, más difícil será hacerle daño. Si una empresa es capaz de llamar a los medios y tener cobertura, será básicamente inmune a largo plazo.
A todo esto, eso explica bastante de cómo son algunas ciudades americanas. Cuando os pregunteis como en una ciudad como New Haven (municipio en que disolvieron el departamento de narcóticos de la policia, por excesiva podedumbre) el alcalde gana con un 72% del voto, este es uno de los motivos.
El informe más maravilloso del mundo
1. El Frente de Liberación de Gnomos del Jardín se ha reunido con el Partido Unitario Poldavo en algún lugar entre Austria y Alemania.
2. La reunión fue un dia cualquiera de finales de octubre.
3. No tengo ni idea quien estuvo en la reunión, pero ese tipo, Egócrata, es sociable que te cagas y conoce a todo el mundo.
4. Aún así, la estrategia secreta, secreta, secreta que se discutió en esta reunión que no sé qué día sucedió, en un lugar cuyo nombre no quiero acordarme y que por cierto, este tipo Egócrata puede que conozca a alguien consiste en que el FLGJ finja rendirse un ratito a cambio que el PUP le dé todo el mundo mundial, un polo de menta y un pony.
5. Porque, por cierto, el dia 8 de octubre un tipo dijo en un juicio dijo que el FLGJ aún vive.
6. Por cierto, este tipo que el FLGJ expulsó hace dos años, cerebro total del evento.
Todo en una sóla página, evidentemente, para que cualquier periodista con poco tiempo libre pueda leerlo bien fácil. Y por cierto, es todo secreto. Evidentemente, el nivel periodístico de una información de esta calidad y nivel, que es como una especie de sueño erótico de Jaime Mayor Oreja hecho papel oficial, es más bien escaso, y exige más que unas cuantas citas alegres de un periodista para ser creíble. Afirmaciones extraordinarias exigen evidencia extraordinaria, y no ir por el mundo exigiendo que el gobierno demuestre su inocencia.
Aunque claro, cuando haces el troll eso realmente no tiene para tí la más mínima importancia.
Actualización: pues sí, era un trolleo puro y duro, plantado por alguien de la AVT, y que la policía consideró una invención sin fundamento. El Mundo, para variar, hace e alarde de periodismo basura.
lunes, noviembre 19, 2007
Primary Colors (XVIII): Dramatis Personae
El problema, sin embargo, es que la cobertura sobre estos debates es sencillamente horripilante, hasta el punto que resulta totalmente inútil para cualquiera que quiera decidir su voto.
El ejemplo más reciente, y horroroso, fue el debate esta semana de los candidatos demócratas en Las Vegas. Aún con las preguntas de vuelo gallináceo de Wolf Blitzer (uno de esos tipos que uno se pregunta qué coño hace en CNN), los candidatos hablaron de vez en cuando de propuestas concretas y opiniones políticas de calado. No demasiado a menudo, no penseis (apenas se habló de la preocupación numero uno de los americanos, la sanidad), pero se tocaron temas como comercio internacional, energía, política exterior y derechos civiles, a menudo con cierto criterio.
Muy interesante, ciertamente, para los que vimos el debate. Sin embargo, como se dice a menudo, un evento de este tipo no se gana o se pierde en la tribuna de oradores, sino en la cobertura posterior, cuando todos los opinadores profesionales hablan de manera incesante hasta llegar a un "consenso" sobre quién estuvo mejor. En el caso de este debate vuestro muy masoquista bloguero de guardia se tragó tanta cobertura a posterior como pudo, y la verdad, es para echarse a llorar.
Los periodistas, aquí más que en ningún otro sitio, operan a base de crear historias y personajes dramáticos. En las primeras semanas de campaña se forman una opinión de cada potencial candidato, y operan bajo la influencia de este cliché hasta el fin de los días. Así en el lado demócrata tienen tres favoritos, Hillary, Obama y Edwards, que aún siendo los tres tipos con menos experiencia son los únicos vistos con posibilidades, dos "vicepresidenciables", Biden y Richardson, que aún siendo carismáticos, inteligentes y experimentados nunca se les trata más allá de graciosos comparsas, y el resto son ruido de fondo. Sobre estos arquetipos, cada candidato tiene una descripción de dos o tres atributos, y a partir de ese momento todo, absolutamente todo, es visto según ese prisma.
Así, Hillary es la "mujerísima" y "principal favorita", que es "muy buena haciendo campañas". Obama es "negro", "carismático", "bueno en discursos, malo en debates". Edwards es "encanto sureño", "liberal agresivo cabreado" con una "mujer con cáncer". Biden es el "senador que habla demasiado", y Richardson el "latino con mucho experiencia". Adivinad cuál ha sido el análisis de casi todo el mundo al acabar los debates...
Hillary es la "favorita" que "debate muy bien", el "carisma" de Obama "no le sirvió en el debate", Edwards estaba demasiado "enfadado", Biden "habla demasiado" y Richardson "sabe de lo que habla". El ejemplo de Obama debatiendo mal es cuando no contestó directamente una pregunta absurda de Blitzer, Hillary estuvo magistral cuando acusó a Edwards de hacer una campaña sucia (por criticarle su apoyo a la guerra, nada menos), y Edwards, evidentemente, hizo critica muy agresiva. La discusión sobre el debate se limitó, una y otra vez, a un reguero de estereotipos, contar minutos de cobertura, y una surrealista e interminable conversación sobre quién gana y quien pierde.
¿Las posiciones de los candidatos?. Si fuera por lo oido después del debate, sé que a Hillary le gustan tanto las perlas como los diamantes, que Iowa es clave por razones tácticas para Edwards, y que Obama es muy bueno haciendo discursos y peca de buenismo. La eterna obsesión por la anécdota, hablar de la política o bien como una batalla o bien como una carrera de caballos, y una repetición constante de irrelevancias. Entre poco y nada.
A los medios le van las novelas, los personajes, el drama y la competición deportiva. El hecho que los candidatos tienen ideas sobre qué hacer con el país y políticas públicas, la verdad, es mucho menos interesante para ellos que el peinado o la joyería de los candidatos. Así les va.
domingo, noviembre 18, 2007
Notas tributarias
1. Si se rebajan los impuestos por esta cantidad ¿Cómo pretender pagarlo?. Deduzco que la idea del PP es sencillamente eliminar el superávit, ya que no han mencionado ningún recorte de gasto.
2. Si realmente sacan este dinero del superávit, ¿Qué ideas tiene el PP para combatir la inflación?. Están poniendo en la economía un estímulo fiscal considerable, algo que es inflacionario. Si, como dice Rajoy, la inflación es mala, supongo que alguna idea tendrán sobre ello.
3. ¿Por qué dar servicios de carácter universal es ser populista, y reducir impuestos no lo es? Me parece muy divertido que se hable tanto de ese populismo venezolano que "subvenciona a todos", y nunca se menciona que si hay algo que distingue a estos populismos es que viven en gran medida de no recaudar impuestos a nadie. Es curioso, pero una de las mejores maneras que conozco para que la gente preste atención a la política en serio es hacerles pagar impuestos. La gente que paga poco casi invariablemente está pagando menos de los que recibe a cambio (sanidad, transportes, seguridad, etcétera), pero el hecho que paga le compromete.
Quizás al PP eso le importa poco.
jueves, noviembre 15, 2007
Isabel San Sebastián es "eso"
A las 19:50 h. de hoy he recibido un mensaje de correo electrónico automáticamente generado por este blog, donde se me comunica el siguiente comentario:
Apreciado señor
Soy abogado del buffette Roca y le notifico que esta tarde hemos presentado un requerimiento contra su blog y contra Las Ideas por injurias a mi clienta, la señora […], a la que califica literalmente de fascista.
Le rogamos cierre de inmediato Las Ideas y este post, sin que ello anule el derecho legítima de mi defendida de iniciar los corresponidentes procesos judiciales.Inmediatamente he puesto bajo clave dicho post (no me la pidan, que no la voy a facilitar) y he escrito este otro para que sustituya al que figuraba en LasIdeas.es.
Malos tiempos para la lírica. Mientras tanto, como socialdemócrata, tengo que permitir que me vinculen a la ETA, a Stalin, a Castro…
Por desgracia, dado que en Las Ideas parece que está prohibido el uso de adjetivos calificativos con cualquier connotación vagamente ideológica, me limito a referiros a este artículo, y comentar que Isabel San Sebastián es mujer, especie Homo Sapiens (presuntamente), que habita en España y sale por televisión de vez en cuando. Además, Isabel San Sebastián tiene abogados, y gusta de enviar cartas pidiendo cosas a autores de bitácoras por todo el país y a otras personas.
El contenido de esas cosas es, evidentemente, totalmente incalificable, ya que la descripción es un negocio peligroso estos días. No hable, o mi abogado dispara.
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"Oda" al votante entusiasta
Lo más curioso, e irritante, es que si uno mira las encuestas realmente no parece que haya demasiado que discutir. Los americanos en general parecen estar de acuerdo en que el aborto debe ser legal, con algunas restricciones más o menos razonables. Una posición relativamente moderada... que tiene muy poco que ver con la enorme, enloquecida cantidad de retórica que los políticos sueltan de forma constante.
¿Por qué sucede esto? ¿Qué tienen estos temas (aborto, control de armas, derechos homosexuales, discriminación positiva...) que les lleva a estar en el debate político constantemente, sin que llegar nunca a ninguna parte? La respuesta tiene mucho que ver con los problemas y distorsiones derivados de la representación política.
El voto, no hace falta decirlo, es un instrumento de participación relativamente poco sofisticado. Cuando uno pasa por las urnas en unas elecciones está respondiendo a una pregunta demasiado sencilla para lo complicado de las materias a tratar. El votante medio, en la mayoría de ocasiones, debe decir qué candidato entre todos los posibles es el que le parece mejor. Cada político ofrece un determinado "paquete" de ideas, posiciones y diatribas variadas, y el pobre ciudadano mira lo que le ponen delante y escoge la oferta más cercana a sus ideas.
Evidentemente, no todo el mundo escoge mirando a los políticos de la misma forma. Cada votante tiene su particular lista de obsesiones y problemas, y ve algunos problemas como totalmente cruciales y otros como totalmente irrelevantes. Uno puede estar obsesionado con la política de transportes, y escoger a su candidato en base a quien promete más kilómetros de metro, mientras que otro puede creer que la defensa de las selecciones autonómicas es lo que me define como persona. Hay gente para todo.
Hay algunos temas que siguen, sin embargo, una distribución de votantes curiosa. Si bien la mayor parte de la población no tendría ningún problema en llegar a un relativo consenso, o existe incluso un acuerdo amplio sobre qué solución es la correcta, hay un grupo de votantes con una postura muy clara, muy firme, y que están muy, muy, muy preocupados por que las cosas sean como ellos dicen. En otras palabras, no sólo tienen las cosas claras, sino que deciden qué votan sólo en base a la posición del político en ese tema en particular.
Es lo que en Estados Unidos llaman los "values voters" o "issue voters"; dicho de forma un poco menos educada los podríamos llamar los pesados monotema. Tipos que votan en bloque, todos a una, siguiendo únicamente uno, dos o tres temitas. Son los votantes evangélicos en Estados Unidos, por ejemplo; un 10%-20% de los votantes (según a quien preguntes) y que hacen todo lo que pueden para estar todo el día en la tele.
Sus posturas no son mayoritarias, pero son capaces de condicionar las acciones de los políticos. La inmensa mayoría de los votantes pueden no estar de acuerdo con lo que defienden, pero a diferencia de los pesados monotema, no deciden su voto según ese dilema y nada más. Es decir, puede que no esté de acuerdo con ese político por lo que respecta al tema X, pero el paquete entero me gusta más que el de ese otro tipo que si defiende lo que creo respecto a este tema.
El resultado es resultados absurdamente contradictorios. Nadie vota contra los políticos antiabortistas, pero mucha gente vota a favor; como resultado, hay muchos más antiabortistas saliendo elegidos de lo que se deduciría de las encuestas. Lo mismo vale para cosas como la inmigración, el antiterrorismo histérico, el control de armas, la discriminación positiva, los derechos de los homosexuales, y alguno otro que se me olvida.
No hace falta ser demasiado brillante para darse cuenta que la mayoría de esos temas están dentro de la agenda conservadora. Para los republicanos, de hecho, ha sido una maniobra sorprendentemente efectiva hasta hace muy poco; confiar en las minorías decididas para ganar elecciones. La política americana, en cambio, no ha hecho más que meterse en un espiral centrífugo que no ha hecho más que polarizar el debate.
¿Suena familiar? La derecha española lleva una temporada tratando de usar la misma táctica. Si en España hablamos tanto de educación para la ciudadanía, la unidad de España, el peligro del separatismo y el malvado, malvado, malvado comunismo ecologista es por algo. el problema para el PP, me temo, es que los españoles son bastante ácratas.
martes, noviembre 13, 2007
Diplomacia de país serio
Quizás hablar del imperio es dar a España demasiado crédito. En el año 2006, Chávez llamó imperialista a Tony Blair, diciendo que se fuera al infierno. ¿Llamó el Reino Unido a su embajador? No, Catherine Royle sigue ahí. Tampoco hicieron nada, por cierto, después de que cierto ministro de defensa español llamará a su primer ministro "perfecto gilipollas", cosa que no deja de ser una afrenta.
¿Qué clase de país llama su embajador a consultas por esta clase de conflictos? Turquía, cuando la acusan de haber cometido un (muy obvio) genocidio hace 90 años. Polonia, cuando alguien les llamó homófobos. Marruecos, cuando un jefe de estado visita dos ciudades autónomas. Todo países serios, sólidos y que practican la diplomacia al más alto nivel. En otras palabras, el PP está pidiendo que España se dedique a llevar sus relaciones internacionales con el mismo estilo y elegancia que un niño en plena pataleta.
domingo, noviembre 11, 2007
El Rey pluscuamperfecto
Primero de todo, el Rey no estuvo en su papel. Juan Carlos no es un cargo electo, y no tiene autonomía ni autoridad para ir por el mundo tomando decisiones sobre política exterior. En cumbres de este estilo, el Rey es un repetidor solemne de las líneas que le pasan desde Moncloa y el ministerio de exteriores, y listo. Lo de ayer, por mucho que Chávez sea un imbécil, no es algo que deberíamos haber visto. Fue una reacción cascarrabias y lejos de la solemnidad del evento. Por mucho que el presidente venezolano sea un impresentable, el jefe de estado no debe comportarse como uno que está hablando de política en un bar.
Lo aún más triste es el hecho que los medios estén dando toda la coba del mundo al Rey, y estén ignorando a quien realmente tomó la palabra y estaba poniendo las cosas en su sitio, Zapatero. Esto sonará a socialista pelota desbocado, pero me parece bastante obvio: el presidente español estaba defendiendo con buenas maneras a un tipo que le ha llamado de peligro público para arriba, y realmente estaba poniendo a Chávez en su sitio. Para un populista patético como es el venezolano, que la aristrocracia más alta de la antigua potencia colonial te diga que te calles es casi un regalo del cielo. Zapatero estaba haciendo lo que debía, no el Rey.
Y no, todo esto no es culpa de Zapatero. La reacción del PP es sencillamente absurda. La culpa que el presidente de Venezuela sea un imbécil, aunque parezca mentira, no es del inquilino de la Moncloa.
viernes, noviembre 09, 2007
La crisis financiera se vuelve "interesante"
Por una vez, no todo es culpa de las hipotecas. Estan han jugado un papel importante, pero parte el tremendo cambio en los tipos de cambio en los últimos meses viene de fuera de Estados Unidos; más concretamente de China, y su cada vez más tozudo aprecio por mantener su moneda ridículamente depreciada.
A china le gusta que el yuan, su moneda, no sea demasiado cara. Los costes de sus fábricas son en su propia moneda, y el crecimiento de su economía se basa en exportar tanto como pueden. Si a la ventaja competitiva de tener salarios bajos se le añade tener una moneda que es un saldo los productos que exportan se venden sólos.
El problema, claro está, es que mantener la moneda artificialmente baja genera desequilibrios. China exporta muchísimo; eso se traduce en una balanza de pagos con un superávit enorme. En condiciones normales, todas estas divisas que el país recibe cuando otros compran sus trastos entrarían en la economía y se convertirían a moneda local. Esto crea una demanda de yuanes, ya que hay gente que quiere cambiar sus dólares o euros a esta moneda para poder gastarlo dentro del país, más demanda, sube el precio, y la moneda gana valor.
El problema es que las autoridades chinas no quieren que eso suceda, al menos de momento. El país se está haciendo de oro a base de exportar, ¿para qué frenar este crecimiento con una apreciación que genera paro?. Lo que hace el banco central chino en este caso es coger las divisas, quedárselas, e imprimir más moneda china, sin "pagar", digamos, el precio derivado de la mayor demanda en moneda local. No convierten divisas en yuanes, imprimen nueva moneda, manteniendo la moneda depreciada a base de crear liquidez e inflación. Dado que el crecimiento de la productividad en China es considerable, los precios si bien han subido no se han salido de madre (con excepciones; el mercado inmobiliario parece Benidorm), pero eso no puede durar eternamente.
¿Cuál es el resultado de todo esto? Si hay un desequilibrio y uno de los dos lados de la ecuación no está ajustando, es obvio que el peso del cambio caerá únicamente en el otro. Estados Unidos, importador feroz hasta hace no mucho tiempo (y con un déficit comercial gigante, gracias a su sobrevalorada moneda) ha empezado el ajuste: si China exporta demasiado y no aprecia su moneda, seremos nosotros los que tenemos una depreciación monstruosa.
Mientras tanto la zona euro, otra región tradicionalmente exportadora, ve como su moneda ajusta al alza de manera desproporcionada; China está "secando" el mercado de divisas, pero Europa no lo hace, así que su moneda toma digamos un rebote "doble" siguiendo el ajuste del dólar. No es que el euro esté muy, muy fuerte; es el hecho que el dólar está depreciándose más de lo que lo haría normalmente dada la tozudez de los chinos.
¿Escenarios de futuro? Bueno, no soy tan bueno; aquí si que no llego. El problema es saber qué haran las autoridades chinas: si ajustan pronto, y con suavidad, tendrán algo de paro, y cierto frenazo económico, y relativamente poco daño. Si ajustan más tarde, corren el riesgo de meterse en hiperinflación y en una contracción dura. Si siguen ahogando la inflación, el desequilibrio continúa, y el riesgo es que metan al resto del mundo a depreciar sus monedas con ganas, forzándoles a ajustar por las malas.
Todo depende, como comenta Brad DeLong, en cómo deciden las autoridades chinas y qué quieren primar: ¿pleno empleo? ¿bajos salarios? ¿inflación baja? ¿mayor consumo?. Tarde o temprano la ley de la gravedad les forzará a tomar decisiones, así que veremos cómo va.
jueves, noviembre 08, 2007
Diciendo la verdad
En fin, por Debate Callejero supongo que dirán más sobre esto, pronto o tarde. Hay pocos que recuerdan quienes eran los que estaban dando la cara en los ochenta. Bien pocos de los que gritan tanto ahora estaban ahí fuera; y ahora se dedican a insultar los que sí se arriesgaron de veras. Que cabrón tiene uno que ser para ir por el mundo pegando patadas en la boca a los héroes.
martes, noviembre 06, 2007
Queriendo que ganen los ¿buenos?
Lo más triste del desastre en cámara lenta que vemos estos días, sin embargo, no es tanto la represión, los potenciales gobiernos horribles que pueden emerger o el hecho que todo el desaguisado parece patéticamente inevitable. El gran problema es la cara de tonto profundo que se le ha quedado al líder del mundo libre al darse cuenta que haga lo que haga, estará probablemente mintiendo, metiendo la pata y/o haciendo algo contraproducente, básicamente porque se han metido en un callejón sin salida.
La fuerza retórica, el justificante moral que guía a Estados Unidos estos días es la democracia. El problema es que ahora se ven en la tesitura de estár apoyando un tipo que es cláramente un mal menor (en comparación a lo que sería el riesgo de otra república islámica), pero que no deja de ser un dictador. Haciendo las cosas peores, viven en una situación de mal si apoyan, mal si dejan de hacerlo; cada día que la dictadura continúa, los radicales ganan fuerza moral al acusar a Estados Unidos de hipocresia, pero si la dictadura cae, no hay nadie que se atreva a predecir dónde el país irá a parar.
Lo más triste de todo, sin embargo, es que la solución menos arriesgada para Estados Unidos (y cualquier país que vea un nido de tarados con la bomba con malos ojos) es de hecho la más moralmente repugnante: dejar que un dictador ejerza de dictador. Pakistán ha sido hasta hace relativamente poco una dictadura relativamente cutre; represiva, pero sin pasarse. Si uno quiere evitar la potencial pesadilla de una república islámica radical, la salida más sencilla es dejar que los Musharraf (o algún nuevo general más popular y "fresco") cargue con todo, reprima con fuerza, y estabilice el país a tortazo limpio.
¿Hay otras salidas? Tratar de mover el país hacia una democracia puede que sea una opción. El problema, sin embargo, es que la democracia era más fácil de implementar hace cinco años que ahora. Pakistán no es que sea una tierra demasiado fértil para un régimen representativo (demasiado pobre, desigual y cerrada al exterior), y ciertamente todo este tiempo con generales controlando el país no harán las cosas más fáciles. Una democracia, sin embargo, tiene la virtud de poner a las minorías en su sitio; es mucho mas difícil para un grupo de radicales clamar que ellos son el pueblo y echarse al monte cuando se cuentan votos que bajo una dictadura.
Evidentemente, eso no quiere decir que el perdedor en un voto acepte el resultado. Y en un país que tiene a los militares controlando el 50% del PIB, parece bastante claro que cualquier candidato que gane deberá cumplir ciertos "requisitos" para no ser víctima de un golpe de estado. Y claro, quien cumpla esas condiciones es probable que tenga la misma clase de oposición, las mismas tentaciones de dictador, etcétera, etcétera, etcétera.
Conclusión: la política exterior de Estados Unidos está rota. Uno no puede luchar una guerra, decir que sólo acepta unos valores, y apoyar alegremente otros sin meterse en problemas. Les pasó con el Irán del Sha, y parecen estar dirigiéndose otra vez al mismo callejón sin salida. Hay motivos muy sólidos y racionales detrás del viejo principio de no injerencia. Evitar crear incentivos perversos a gobiernos en situaciones insostenibles es uno de ellos. Una chapuza -otra más- de la desastrosa política exterior del peor presidente que ha visto Estados Unidos en más de cien años.
lunes, noviembre 05, 2007
El ocaso de la vieja derecha
Mi admiración, y envidia, es que la derecha a menudo tenía las mejores mentes, las más sólidamente ancladas en la realidad, quejándose amargamente que el mundo era una porquería y no había manera de cambiarlo. Cuando los conservadores dan un pasito, lo hacen tras un montón de lloriqueos, pesimismo y estando totalmente seguro que el sólido andamiaje del tejido espacio tiempo y las leyes de la economía no se rompen.
Eso es, claro está, cuando hablamos de esa vieja derecha racional y razonable, que creía que el progreso es bueno siempre que sea pasito a pasito, razonable, y que no hace daño a nadie, que se toma la teoría económica en serio, y que cree firmemente que es mejor ser práctico a tiempo a tener unos principios sólidos que se han quedado atrás.
El sueño de la razón produce monstruos, y en la derecha (como en la izquierda) florecen abundantes. Y por desgracia, desde hace unos años parecen que han tomado el timón del barco. El tomarse las cosas con calma deriva, en muchos casos, en no querer cambios, y el ser un sólido crítico y analista de la realidad se convierte en la negación por sistema. Los sólidos principios de vuelven inflexibles, y la ideología se convierte en una especie de nihilismo bizarro, en que las ideas de uno se definen a base de enviar a parir a todo el mundo.
En esta tesitura vive un sector más que significativo de la derecha en España (y Estados Unidos, cuna de esta malformación), y su patológica obsesión con buscarse enemigos. La cuestión no es dar una argumentación racional a cuándo la redistribución de renta tiene sentido o cuándo no la tiene; la cosa se despacha inventándose una bizarra teoría económica no confirmada y diciendo que todo aquel que no defienda la avaricia es comunista. Del mismo modo, la libertad sólo tiene sentido cuando son ellos cuando la aplican y definen, toda evidencia que contradiga sus ideas está sesgada, y el mundo entero conspira con energía para asegurarse que ellos, los únicos virtuosos que nos aman de verdad, no manden nunca.
En estos casos mi admiración deja de ser a las ideas, y pasa a ser a la manera de construirlas. Me parece admirable que un grupo de tipos que tengan como discurso decir que todo el mundo conspira contra ellos, los muy comunistas, y que si occidente no se ha ido al cuerno es gracias a un heroico grupo de poseedores de la verdad que mantiene el mundo a salvo siga siendo relevante. El problema es que cuando uno lleva años y años clamando que llega el apocalípsis, y al final uno se queda sin enemigos.
Entonces es cuando llegan los símiles absurdos, como el que dice que el ecologismo es la nueva cara del bolchevismo. Los que eran los tradicionales guardianes que la política no contradijera la triste, sólida, deprimente realidad de las leyes de la economía pasan a decir que el hablar de regular externalidades (la más vieja cara de los mercados imperfectos) es, de hecho, comunismo. Porque ya se sabe, todo tiene un precio y nada sale gratis, menos el llenar el planeta de basura.
Efectivamente, el ecologismo no sale gratis; eso es imposible negarlo. Pero una cosa es decir que el precio es este, y afecta a unos u a otros, y otra es enviar todo a parir a base de matar el mensajero, llamar a todos hipócritas y decir que la Unión Soviética y los masones andan detrás de todo.
La izquierda, cuando pierde la cabeza, tiene una patética tendencia al quijotismo; la derecha, tristemente, parece caer en la paranoia. Más que ninguna otra cosa, es hora de hacer una sólida campaña a favor de la vuelta a la realidad, más que discutir sobre ideas. Muchos conservadores ya no tienen ninguna más allá de decir "no".
viernes, noviembre 02, 2007
La tragedia del capitalismo
Una tragedia, una tragedia... me he comprado el Guitar Hero III (versión Wii) y estoy de un viciado que espanta. Qué quereis que os diga, soy un friki. Estoy condenado a caer en la tentación de vez en cuando. Y no, el hecho que esté pegando saltos y actuando como un Dios del Rock con una guitarrita de plástico con botones delante del televisor no me hace un intelectual menos respetable.
Ya te digo.
En cierto sentido estoy ejerciendo de votante medio, una condición mental que la mayoría de analistas políticos olvidan demasiado a menudo. Ayer por la noche, mientras estaba dándole con saña al compañero del metal que todos llevamos dentro, sólo un atentado, guerra, huracán o Aznar saliendo del armario me habrían llevado a leer noticias un ratito. La mentalidad de "no molesten, que hay cosas mucho más interesantes que la política" es algo que todo jefe de gabinete, estudioso de encuestas o sesudo intelectual debe recordar (y participar en) de vez en cuando. Por mucho que nos preocupe la apatía, debemos recordar que dejando de lado los cuatro yonquis del púlpito con bitácoras y los que realmente se juegan los cuartos en la cosa pública, el resto de la población tiene otras opciones mucho más seductoras en el arte de perder el tiempo.
Lo que es más importante, esto debe influir cuando diseñamos sistemas políticos. Una democracia participativa es sobre el papel una idea excelente; a la práctica puede acabar convertiéndose en el gobierno de los adictos a perder el tiempo en cuestiones de procedimiento, frikis especializados variados y todo aquel que tiene interés directo (leáse contratos) en temas de gobierno. Un sistema político representativo pero en el que se vote demasiado (como en Estados Unidos, donde votan para todo) puede acabar siendo una democracia donde de hecho participan cuatro, llena de ciudades y estados con bien poco control por parte del electorado y los medios.
Esto no implica que los gobiernos deban ser gobiernos elitistas que ignoran alegremente a la plebe y sus guitarritas de plástico. No hay nada mejor para un sistema político que tener a los gobernantes temiendo por su vida, asediados por un electorado que castiga a todo aquel que sea corrupto, estúpido, antipático o incompetente. Debemos recordar, sin embargo, que nunca debemos exigir al votante mediano el mismo nivel de atención que el de la tertulianocracia gasta.